29 de diciembre de 2010

EL LUNÁTICO DEL 6


Lo que muestro en la foto es la hoja de un calendario.
.
La conservo en un álbum desde hace mucho tiempo y lo hago por un doble motivo.
Primero porque pertenece al año en el que nací, pero principalmente por la forma en que esa amarillenta hoja llegó a mí. (He intentado despegarla para escanearla pero se me quebraba como papel de cebolla, por lo que he optado por usar la cámara de fotos)
.
Hubo un tiempo en que fui muy aficionado a observar todo tipo de insectos y lagartijas, algo de lo que tengo que escribir algún día por aquí.
.
Tenía un terrario con arena, rocas y plantas y en él iba metiendo a los bichos que atrapaba en los extensos descampados que rodeaban mi casa. Me fascinaba observar sus movimientos a través del cristal y tenía un cuaderno en el que los dibujaba e iba tomando apuntes de lo que veía. Diría que me llegó a interesar más mi terrario que la tele.
.
Muchas veces me acompañaban mis hermanos en esas “cacerías”, pero el día de autos me encontraba yo solo, con un tarro de cristal en el que esperaba poder meter algún saltamontes, araña, escarabajo o cualquier otro pequeño ser vivo que se pusiera a mi alcance, como era habitual en aquellos safaris campestres.
.
Pero aquella tarde había un cielo borrascoso y los matorrales y espigas del secarral en el que me encontraba bailaban mecidos por los envites del viento, y los insectos debían haberse refugiado en sus escondrijos porque no vi ninguno.
.
Lo que sí vi fue cómo una hoja de papel venía volando por el aire.
.
La hoja ascendía y descendía al capricho del viento hasta que finalmente planeó a ras de tierra para ir chocando con la maleza del lugar. Los soplos de aire iban desplazando aquel papel de un matojo a otro acercándolo cada vez más a mí. Cuando se encontraba bastante próximo, tenía ya mucha curiosidad por ver de qué se trataba, así que fui a por él y lo cogí.
Lo que descubrí me dejó pasmado.
.
No era solo por el singular hecho de que se tratara de la hoja de un calendario del año 1966 (esto sucedió a mediados de los ochenta) sino porque además se trataba únicamente de la sexta hoja. ¿Qué hacía volando por allí algo de hacía una veintena de años? ¿De dónde salía esa única parte que mostraba el día, mes y año de mi nacimiento? ¿Cómo era que la encontraba precisamente yo? Ni siquiera puedo decir que la encontrara yo, siempre diré que fue la hoja la que vino a mi encuentro.
Me pareció algo increíble (aún hoy me lo sigue pareciendo) y por eso la guardé.
.
Ha transcurrido otra veintena de años y me he vuelto a reencontrar con esta hoja del calendario. Sería muy difícil precisar el lugar exacto donde la hallé pues ya no existen aquellos campos donde yo cazaba insectos y lagartijas; una gran zona residencial y un polígono industrial los ocupan hoy.
.
Al mirar ese papel quebradizo y rememorar aquel día he sentido el impulso de contarlo en el blog, como así estoy haciendo. Y claro está que, por ser precisamente “el blog del diablo”, he de reconocer que me ha pasado por la cabeza que la historia tiene algo de diabólica, ¿no es cierto?
Toda la retahíla de números que ha venido a mi mente a continuación no deja de ser curiosa y me ha divertido ponerla por escrito (y digo que me ha divertido para que los miedosos no cojan canguelo y se me espanten. Soy inofensivo. De momento.)
.
Desde luego, el nacer un día 6 del sexto mes del año 66 ya tiene miga, pero se incrementa con el hecho de que durante toda mi etapa escolar fui siempre el número 6 de la lista de alumnos.
Mi santo es un día 24. 2+4=6
Calzo un 42. 4+2=6
JuanRa tiene 6 letras.
Diablo otras seis.
Mi mujer nació un día 3. La media naranja de un 6 siempre será un 3 (esto es lo más rebuscado del mundo, lo sé. ¡Pero cuenta!)
Desde que creé el blog, escribo una media de 6 entradas al mes.
El año pasado escribí justo 66.
Esta entrada, última de este año, es también la 66.
.
Estoy empezando a pensar que desde que nací alguien me está poniendo señales que no termino de saber interpretar.
¿Iba yo para reencarnación del Diablo y no salí todo lo malo que era preciso?
¿Faltó tal vez que me llamaran Sixto para completar con éxito el sortilegio? (Aunque ahora veo que Sixto no tiene 6 letras, ¡qué lástima, con semejante nombre!)
¿Seré tan malo en matemáticas que no alcanzo a ver el poder de la numerología?
¿No sé usar las claves que tengo para conseguir los fines maléficos a los que yo estaba predestinado?
Lo único que de verdad tengo claro es que de haber nacido en la Edad Media me habrían socarrado como a una longaniza.
.
Pero no me queda más remedio que hacer un último intento por ver si se desata por fin algún tipo de furia salvaje y terrorífica maldad que debo tener dormida en algún lugar de mis entrañas, más arriba o más abajo.
Y veréis lo que se me ha ocurrido…
.
Esta entrada queda programada para publicarse a las 6 de la madrugada, justo 66 horas antes de finalizar el año.
Si tengo la suerte de que los planetas estén alineados donde tienen que estar, esto podría ser lo más dañino del universo, teniendo en cuenta que vamos a entrar en el año 11, que es… ¡por las barbas del profeta!... ¡la sexta parte de 66!
.
¿No tenéis ya un miedo atroz?
¡¡Si hasta yo lo tengo!!

20 de diciembre de 2010

DIEZ AÑOS EN YECLA



Os confesaré que, por razones que me hacen sentir orgulloso, llevaba varios meses con una idea en mente: escribir sobre la ciudad en la que vivo.
En este 2010 que concluye se han cumplido diez años desde que dejé atrás mi vida de soltero y me vine a vivir a Yecla para empezar una vida en común con mi extranjera.

Diez años han dado para mucho y son bastantes las cosas que llevo ya contadas de mi vida familiar, pero esta vez mi intención era dar mi particular visión de esta sencilla ciudad en la que tan a gusto me siento y a la que tanto cariño he cogido.
.
Y es curioso porque siempre me echaré en cara lo poco acertado que estuve cuando la primera vez que la pisé exclamé: "No vuelvo aquí jamás. ¡Esto está lejísimos!" (No digas nunca jamás, diablo) y lo mucho que renegué al principio del tremendo frío que hace aquí en invierno (hasta que uno se acostumbra después de una década, cuando finalmente te conviertes en pingüino)
.
Describir esta ciudad me parece muy complejo. Son tantas las cosas que me atraen de ella que no sabría ni por dónde empezar y además soy consciente de que el retrato que pueda hacer de este lugar será siempre poco objetivo, pues ya solo el hecho de que mi mujer e hijos hayan nacido aquí, la convierten en un lugar sagrado, de manera que no sabría ser crítico ni aún esforzándome.
Pero además es que no encuentro razones para ponerla en solfa a no ser el hecho de que el diablo esté viviendo en ella.
..La ciudad de Yecla es en realidad un pueblo enorme en el que hasta hace relatívamente poco tiempo todo el mundo se conocía. Y eso le confiere un carácter amable y acogedor.
.
La vista de Yecla desde la distancia me parece hipnótica: por ese despliegue de casas bajas alrededor de un cerro cubierto de pinos y coronado por un Santuario y por las dos referencias desde casi todo punto visibles de la enorme cúpula de la Basílica de la Purísma y la torre de la Iglesia Vieja. Estos tres puntos, iluminados por la noche, me parecen de una gran belleza y al contemplarlos me hacen siempre sentirme en casa.
.
Desde hace muchos años, Yecla es famosa por su industria del mueble, hasta el punto de tener su propia Feria del Mueble anual muy visitada por españoles y extranjeros y que va a cumplir su cincuenta aniversario.
En esta década he vivido dos nevadas abundantes, especialmente una que hizo las delicias de Samuel. En la foto la iglesia de El Salvador, más conocida como Iglesia Vieja, situada en la parte alta de la ciudad, en uno de aquellos inviernos blancos.
En el interior del Teatro Concha Segura viajas en el tiempo para vivir en una época de esplendor, en algún siglo de oro, nacar y rojo terciopeloEn las Fiestas de San Isidro, en mayo, hay un desfile de carrozas digno de ver. Se confeccionan con estructuras metálicas o de madera y decoradas con miles de pequeños trozos de papel de seda de variados colores, arrugados y pegados muy juntos hasta conformar esculturas de todo tipo. Algunas son verdaderas obras de arte, como la de la foto: la fachada del teatro.
Qué decir de la gastronomía. Mejor no ahondo en ella para que no inundéis el teclado de babas pero nombraré como platos destacados el gazpacho, la gachamiga y el queso frito con tomate.
Pero si me tiro a lo realmente importante, los postres, destaco el mundialmente famoso Librico de Yecla, confeccionado con láminas de oblea y miel. Mmmmm. Desde aquí prometo un paquete de Libricos a todo aquel que venga a Yecla (¡pero no vayáis a venir todos a la vez!)
.Para terminar os quiero mostrar algo más de esta ciudad en un video que he grabado especialmente para el blog. El resultado no hace vedadero honor de lo que realmente es Yecla; me dejo demasiadas cosas en el tintero y me he divertido con lo anecdótico y con chorradas varias.
Por si fuera poco, con tantos días que tiene el año, y me dio por salir a grabar a dos grados bajo cero, con abrigo, bufanda y guantes (más tarde el día mejoró y alcanzó los 3º) por lo que uno podría pensar que Yecla es un pueblecillo de Groenlandia. En otra ocasión tendré que grabar en primavera, cuando todo esté florido y fermoso.

Y nada más, aquí queda mi homenaje a Yecla y los yeclanos. Están ustedes invitados.

5 de diciembre de 2010

DIBUS


En un reciente fin de semana en el Hotel Cabrerator, quiso mi hermano Tomás cambiar el canal de la tele cuando se encontró con las airadas protestas de todos sus sobrinos que la estaban viendo en ese momento.

- Bueeno, bueeeno, pero cuando terminen los dibujos animados- les advirtió apuntándoles con el mando - nos dejáis la tele a los mayores, ¿eh?
Fue entonces cuando Fran le abrió los ojos a la dura realidad.

- ¿Cuando terminen? ¿Es que te crees que van a terminar? Están viendo un canal de esos que ponen dibujos las 24 horas del día.

Y esto dio pie a que desfilaran por allí nuestros recuerdos de infancia.
- Anda que... igual que en nuestos tiempos ¿eh?
- ¡Qué injusto! ¿De qué van los niños de hoy con tanto lujo? ¿Os acordáis de los poquísimos dibujos que nos ponían en la tele cuando éramos pequeños?
Y tanto que nos acordábamos. Incluso teníamos por costumbre, cuando acababa cualquier episodio, echarnos rodilla en tierra y juntar manos en la boca, como suplicando a la pantalla que tuviera la bondad de ofecernos unos minutos más. Pero ni por esas.
Entonces la tele era en un 90 % para mayores y a nosotros, después de echarnos unas migajas, nos mandaba a la cama.
Los sábados era un poco más generosa, sí, pero el resto de días, digámoslo sin miedo, la tele era una rácana.

Recordaba Fran, (que tiene la memoria de todos los hermanos juntos y multiplicada por quince) que la segunda cadena empezaba por la tarde, después de la Carta de Ajuste y lo hacía con dibujos animados. Nosotros poníamos la tele más o menos a la hora prevista y ahí estaba esa imágen, tan quieta como aburrida, un auténtico emblema de la santa paciencia que era preludio de la gran ilusión que venía después.

- ¿Os acordáis de que, para hacer tiempo mientras empezaban los dibujos, salíamos a correr hasta las puertas del camino o dábamos vueltas a la casa?
- ¿Eh? Pues... no, no me acuerdo - dije yo
- ¿¿No te acuerdas?? (A Fran le encanta meterse conmigo por mi memoria de pez)
El caso es que ahora cualquiera puede comprobar cómo acaban unos dibujos y dan comienzo otros que después darán paso a otros más y así... hasta el infinito.
Y da lo mismo que sea domingo o septiembre, martes o mona de Pascua.
Dibujos y más dibujos.
Esto hace que muchas veces esté la tele puesta con cualquier tipo de monigote animado dando volteretas y chillando como un descosido, intentando llamar la atención, y los niños no estén por la labor de mirarle siquiera. Es normal: están saturados. Tienen empacho de dibus.
Podríamos decir que en mi casa los pequeños tienen la suerte de que llevo años divorciado de la tele, por lo que permito que me invadan muñequillos de voces estridentes a toda hora, algunos de los cuales se me han hecho tan familiares a estas alturas (sobre todo en mañanas de sábado de perrería en la cama) que me atrevo a hacer hoy una valoración de algunos de ellos.

Si los conocéis, podéis aportar vuestras impresiones, y si no... os los presento ahora.
DORA, LA EXPLORADORA.
Dora es una niña con una cabeza en forma de gran pelota de rugby (no explican cómo logra ponerse la camiseta por las mañanas, pero creo que eso es lo de menos)

A Dora la acompaña un mono llamado Botas que, como ella, sabe hablar español e inglés (aunque, entre nosotros, para una vez que un mono consigue hablar, qué voz tan irritante tiene el mico)

A Dora y Botas se les presenta cada día un problemilla que les obliga a ir en busca de tres cosas perdidas en tres lugares distintos.
Para localizarlas disponen de un mapa que les indicará los puntos a seguir.
Sencillísimo.
El mapa es fascinante pues, pese a ser del modelo tradicional de los piratas, habla mejor que los GPS. Eso sí, es un poco machacón:
"Puente- charco de los sapos-arco iris... pueente- charco de los saapos- arco iriiis... pueeente- charco de los saaaapos- ¡¡arco iriiiis!!"
¡¡Que sí, cansino, que sí, que ya lo he captado!!

El factor sorpresa en estos dibujos lo aporta Swiper, un zorro con antifaz que aparece para robarles cualquier cosa que le pongan a mano.
La forma que tienen de disuadirle es algo complicada: han de chillarle tres veces ¡Swiper, no robes! (Repetidlo tres veces y veréis qué efecto acojonante)
Entonces, el zorro, emulando a Pepe Viyuela, suelta una palabrota y toma las de Villadiego.

Por poner una pega - no todo va a ser perfecto - diré que no me gusta que a la palabra mochila le cambién el acento y me la hagan esdrújula.
Pero el defecto lo suplen presentando una mochila (perdón, una móchila) en la que cabe desde una chapa de refresco hasta una escalera de mano pasando por un neumático de tractor. Alucinante.
Puntuacíon de Aitana: 10
Puntuación de Samuel: 6
Puntuación de JuanRa: 5

BEN 10.
Para entender la sinopsis de esta serie se precisan conocimientos de física cuántica, pero haré el esfuerzo de explicar un poco de qué va.

Un tal Benjamin Tennyson, que viaja en roulotte con su abuelo fontanero y su picajosa prima, se encuentra un extraño reloj que coloca en su muñeca y desde ese momento ya no se lo puede quitar; se le queda pegado como una mala hipoteca.
Al poco descubre que si le da un manotazo, el artilugio puede transformarle en 10 alienígenas distintos, todos ellos entre raros y rarísimos.
Sucede esto porque el reloj, no un Rolex sino un Omnitrix, es como una ruleta rusa que le inocula ADN de diez razas extraterrestres diferentes. Y como el chaval es muy echao p'alante, los utiliza para luchar contra los invasores del espacio exterior.
El abuelo, que siempre lleva camisas hawaianas, y la borde de su prima Gwen, forman el macanudo trio que ventila las contingencias.
.
A Samuel le encantan estos dibujos, cosa que no me extraña, yo alucinaba con los robots y bestias mecánicas de Mazinger Z (todo un mito) y entonces también
me sabía los nombres y apellidos de todo bicho viviente.
Pero se me atraganta un poco su estética verde-criptonita y la falta de precisión a la hora de explicar ciertas cosas que se me escapan.
Puntuación de Aitana: 4
Puntuación de Samuel: 10
Puntuación de JuanRa: 6
.
BOB ESPONJA.
A mí, solo el hecho de que haya una esponja marina que viva en una piña y que beba agua del grifo, ya me parece razón suficiente como para empezar a aplaudir y no parar.
A quién se le ocurriría crear una ciudad submarina en la que existe una playa y los peces hacen surf y se pueden ahogar en el mar de esa playa que hay debajo del mar. ¡Si es que es sublime!
Bob Esponja trabaja cocinando hamburguesas sobre una plancha caliente y tiene un amigo, Patricio, que es una estrella de mar color rosa al que le faltan cuatro primaveras.
Una vez se perdieron en un bosque y encendieron una fogata por la noche para calentarse.
Otra amiga de ambos es una ardilla karateka de Texas que para poder vivir allí ha de usar escafandra (la lógica la miran muy mucho en estos dibus)
Luego hay un calamar que toca el clarinete y odia a todo el mundo y una mascota que dice miau pese a ser un caracol. Una profesora de autoescuela que suda tinta china cuando ve aparecer a Bob y un ser unicelular con un único y enorme ojo, que se muere por robar la receta secreta de las Burger Cangreburguer.
Reconozco que amo el humor absurdo y estos dibujos, que me consta que hay quien los odia, son para mí un desfile continuo del disparate más cómico.
Puntuación de Aitana: 7
Puntuación de Samuel: 8
Puntuación de JuanRa: 10