30 de septiembre de 2013

EL INSECTO MÁS HORROROSO

Con el verano diciendo adiós,  llega la feria de atracciones a Yecla.

Dura 10 ajetreados y divertidos días, de los cuales solo tres son festivos: domingos y lunes. A pesar de ello,  todo el pueblo acude durante los diez días y se retira tardísimo. 

Para mis hijos es, lógicamente, lo más de lo más, y  yo disfruto viéndoles disfrutar, aunque económicamente no me de tanta alegría, (¡es el mayor fundecarteras que he visto en mi vida!  )
Este año Samuel probó a subir en el Saltamontes con Apamen. Y le encantó.
Dos días después quería repetir,  pero como su madre se encontraba algo indispuesta,  me rogó a mí que le acompañara.

- Uff, no, Samuel, que a mí esas cosas no me van.
- ¡Qué dices, papá! ¡Pero si es chulísimo!
- Lo será para ti, a mí me da vértigo.
- Anda, por favor... ¿Sabes lo que tienes que hacer? ¡Gritar! Si gritas se te pasa el miedo y te lo pasas bomba.
- ¿Seguro?

El caso es que me quedé mirando el Gigante, una atracción bestial en la que te suben una infinidad de metros, y empiezan a darte vueltas, poníendote boca abajo, con los pies colgando y girando hacia las nubes. No concibo cómo hay tanto insensato en el mundo. 
En comparación, al volver a mirar al Saltamontes, tan a ras de tierra, me parecía una auténtica bobada, y como Samuel tenía tanta ilusión, me dije  "venga, total por una vez... me sacrificaré por contentarle..." 

Maldita la hora.


Subimos, bajé la barra de seguridad y tragué saliva. 
En el primer salto ya estaba arrepentido.  En el segundo quería llorar.
Lo pasé fatal. Y cuando digo fatal,  quiero decir fatal fatal.

Lo de gritar no me sirvió de nada. Dos días después todavía me dolían los brazos de lo fuerte que me agarré a la barra. Y el cuello se me quedó como un sarmiento seco tras tanta tensión. ¡Qué horror, qué vértigo y qué largo se me hizo aquello!  

Hacia adelante, hacia arriba, y bote bote,  bote... Luego hacia atrás, hacia abajo y más botes, más botes, más botes... Y vuelta a empezar. 
No quería cerrar los ojos porque algo me decía que eso sería peor. Mirar hacia abajo era un mareo, así que opté por mirar al frente. Llegué a enfurecerme al ver a tanta gente observando y que nadie exclamara: ¡¿Pero es que no ven a ese pobre hombre sufriendo?! ¡¡Paren esa máquina infernal ahora mismo!! 
Nadie decía nada. No queda humanidad en el mundo.

Samuel me miraba divertido,  y  debió notar la crispación en mi cara porque, alzando la voz por encima de los chu-chus del jodido saltamontes,  me decía:
- ¡Papá, tú grita "¡Qué chuloooo!"  Tienes que gritar qué chuloooo.
Y yo le hacía caso:
- Ayquechúlo, ayquechúlo, ayquechúlo... - pero mi mente solo pensaba "¡¡la putamadre, que paren esto de una vez!!"


Y lo peor de todo es que ves a tanta gente de todas las edades que gritan pero que levantan  los brazos como si realmente lo estuvieran pasando bien...  Hay momentos en que piensas que debe haber algún truco que esos locos inconscientes conocen y no te han dicho, pero llego a la conclusión de que no, de que precisamente por estar locos no se enteran de nada. Que el instinto más básico y primitivo de lo seres humanos es el de la supervivencia, que nos aferramos a la vida con desesperación. ¿Entonces?  Todos esos potros de tortura que  pueden descoyuntarte, lanzarte por los aires, fulminar tu corazón... ¿para quiénes están hechos? Para los seres humanos no, desde luego.



Al bajar me preguntaron qué tal. Yo no podía ni hablar. Estaba cabreado conmigo mismo porque sabiendo que me aterran la velocidad y las alturas no hice caso de mi sentido común y el saltamontes pudo dominarme todo lo que quiso y más.

Juro que nunca más. En serio, NUNCA.

Aunque ya hay quien me dice que esta negativa durará hasta el día en que me lo pida Aitana. 

Yo espero que no me haya salido tan loca como su hermano.

25 de septiembre de 2013

LOS DIABLOS DE TOSSA DE MAR

Hoy quiero escribir tres nombres: Juana Mari, Esther y Mar.

Tres nombres que merecen un reconocimiento en las páginas de este blog por una razón fundamental: fueron las primeras mujeres (y hasta la fecha únicas)  que lograron encontrar los diablos que otros escondieron. ¡¡Hurra por ellas!!

Juana Mari dio caza a  uno de los seis que mi hermano Fran colocó en Londres, el de la Abadía de Westminster.
Esther fue capaz de encontrar uno de los que escondieron mi hermana y cuñado en Toledo,   experiencia que con mucha ilusión me contó  por correo.
Y Mar es una de mis compañeras de trabajo, que junto a su familia viajó a El Escorial y logró dar con el diablo que en la Silla de Felipe II había escondido Hitlodeo.

Me consta también que Ángeles intentó encontrar los de Lisboa, incluso  otros de Londres, pero con resultado infructuoso.

Absolutamente todos, esconde-diablos y caza-diablos,  coinciden en una cosa que me alegra enórmemente: que se divirtieron mucho formando parte de este juego de los diablos por el mundo, juego  que, parece mentira,  lleva ya cinco años en danza. 

Hoy pide paso Montse, desde Barcelona, que me cuenta que ha escondido tres diablos en Tossa de Mar, cuyas fotos y texto publico encantado  para todos vosotros.

Hola JuanRa
Espero que hayas pasado unas buenas vacaciones, yo he estado unos días en Tossa de Mar ¡en la playita! en un hotel a primera línea con vistas a las murallas y allí, en lo más famoso de esta población de la Costa Brava, te he escondido 3 diablos para tu juego.

¡Me hace tanta ilusión que los veas!


Primero los tres papelitos que escribí, el dibujo lo copié porque soy un desastre para eso. 

Los envolví  en plástico para protegerlos, doblados a tamaño pequeño para poderlos esconder,  y aún así uno de ellos lo tuve que doblar.

La siguiente fotografía es de esa fortaleza amurallada de Tossa de Mar, en donde existió un castillo en la época medieval y en donde figura la situación de cada uno de los tres diablillos.

El primero está en un primer cañón que hay en la segunda curva, que apunta a la playa. 
El primer diablo está escondido a la derecha, entre los herrajes que lo sustentan.


El segundo diablo está en el otro cañón, uno que hay un poco más arriba, antes de llegar a una arcada de piedra.

En esta ocasión lo puse a la derecha, entre el propio cañón y su soporte.
Por cierto, el que sale en la foto es mi marido, Josep Mª ¡el pobre haciendo guardia y disimulando mientras yo hacía la foto, jaja!

El tercero está, una vez cruzado el arco de piedra, a la derecha del camino, en lo que queda de la antigua capilla del castillo de Tossa.

En esta otra foto se ve en donde está, debajo mismo de esa columna, la que hay a la izquierda de la capilla y desde la que se ve la playa.

Bajo esa columna, en un hueco entre las piedras, es donde está el tercer diablo.


Bueno, espero que cuando alguien vaya por ahí los encuentre y quiero que sepas que tanto Josep Mª como yo lo hemos pasado fenomenal escondiendo los diablos. 

Ya se acaban las vacaciones, el lunes empiezo en la oficina, pero caray ¡y lo bien que lo he pasado!

Un beso enorme.

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Ahí queda expuesto, Montse. ¡Mil gracias por tu/vuestra colaboración! 

¡¡Y que empiecen a resurgir esos cazadiablos agazapados!!

19 de septiembre de 2013

EL PREMIO QUE SÍ PERO NO

Contaba por aquí, hace ahora un año, mis impresiones acerca de este juguete para niños grandes que se llama Instagram, algo así como un pequeño laboratorio de instantáneas, con tijeras y pinceles para divertirse.  

Y no es que cobre yo  comisión alguna  por hablar bien de este invento, no (al fin y al cabo no es más que un simple y maravilloso diseñador que lanza fotos al escaparate del mundo, acicaladas con sus mejores filtros)  ni que me esté preparando para reconvertir este blog en un expositor digital fotográfico, ni nada parecido. Ocurre simplemente que me apetecía compartir algunas imágenes con vosotros, precisamente ahora que hace un año que empecé (yo y los cumpleaños, los cumpleaños y yo) y que además siempre hay una pequeña o gran historia detrás de una fotografía.

En este primer año de coleccionar imágenes y participar en el trueque con familares y amigos (algunos blogueros también, a los que me divierte seguir) me ocurrió algo singular.

El periódico INFORMACIÓN de Alicante convocó antes del verano un concurso fotográfico a través de Instagram. El tema era Lovely weekend y pretendía se presentaran imágenes que de alguna forma mostraran eso, agradables momentos ocurridos en un fin de semana.
Así que eché mano de archivo, por si tenía alguna foto que encajara con el tema que solicitaban, y encontré una de mis hijos  (precisamente en El Postiguet, la playa de Alicante)

Me pareció apropiada, y el envío a través del móvil fue tan sencillo que minutos después de haberlo hecho... me olvidé por completo. 
Por eso, justo una semana después, mi sorpresa fue  enorme cuando hojeando el periódico me topé con 10 coloridas fotos, ocupando dos páginas, entre las que estaba la de Samuel y Aitana jugando en la arena.


¿¿Eh?? ¿¿Cómo?? ¿¿Qué pasa aquí?? ¿¿He ganado algo??

El premio al ganador era de 300 euros (¡eurazos en estos tiempos!) así que no daba yo pie con bola tratando de averiguar si el hecho de que mi foto apareciera la primera, significaba que era yo el ganador. 
Cuando me calmé un poco y conseguí leer bien, comprendí que eran las 10 finalistas que optaban al premio. 

Y ahí se dio el pistoletazo de salida...
 ...para soñar despierto...
"¿Y si me toca a mí? ¿Y si los 300 euros (eurazos) son míos? Siií, los quiero, ¡¡los quiero!!"
...y para inflamar al competidor vanidoso que llevo dentro...
"Esta es muy fea, no va a ganar ni de coña... ¿Y ésta? ¿Qué tiene de lovely weekend una maceta de geranios?... Mira tú, en esta se ve la portada del periódico... ¡¡eso es peloteo!!"

Y era tanta la ilusión que me hacía ver mi foto publicada,  que la mostraba a todo el mundo como si fuera un diploma de la NASA a mi nombre.

Pero el gozo me iba a durar poco. Imaginaba yo que un jurado especializado sería el encargado de votar para elegir la foto ganadora, pero como para saber más acerca del concurso había que entrar en la página de Facebook del periódico y semejante aberración no me era posible sin registrarme, terminé por telefonear.

- No, verá, es que la foto ha de ser votada a través de Facebook - me dijo una voz femenina.
- ¿¿A través de Facebook?? ¿¿Y qué pasa con los que no tenemos Facebook??
Se produjo un denso silencio que interpreté como  "¿Pero de qué planeta sales tú? ¿Tienes Instagram y no tienes Facebook? ¡¡Todo el mundo tiene Facebook!!"

Total, que parece ser que a los que convocan  concursos no se les pasa jamás por la cabeza que puedan existir diablos que se niegan a abrirse un perfil en esa red social de los infiernos, y mucho menos que sean tan tozudos como para no hacerlo ni por un posible premio de 300 euros (eurillos a esas alturas, que ya me estaba desinflando)

El chasco fue monumental y me tuve que conformar con guardar esa página del periódico como recuerdo del posible premio que no pudo ser.

Sin embargo, leyendo de nuevo las bases del concurso, me percaté de que hablaban también de “otros premios”, así que, ni corto ni perezoso, volví a llamar.

- Sí, claro, esos 10 finalistas han ganado ya un iPod

Me aguanté las ganas de gritar y una vez informado de que me debía presentar en la Redacción de Alicante para recoger mi premio, estuve dando botes de alegría, y reconozco que inmediatamente después busqué en Google Imágenes qué diablos era eso de un iPod, pues como sigo anclado en los ochenta, no tenía muy claro en qué consistía.

De nuevo medio mundo supo que había conseguido un modernísimo premio gracias a una foto. Sólo faltaba ir a recogerlo.

Pero, ah, amigos, lástima que además de tozudo, este diablo es todo un experto en el dudoso arte de la procrastinación. 

“A ver si voy un día de estos”... “Uf, que tengo que ir a por aquello” ...“Venga, mañana me organizo y voy”... “Bueno, como de todas formas lo tendrán allí guardadito, a mi nombre...”

Dos meses y medio después, me presenté por fin en el periódico INFORMACIÓN de Alicante.

- ¿De un concurso de Instagram, dices? Pero cuál, es que ha habido varios...
- Uno con el tema Lovely weekend. Me dijeron que pasara a por él.
La chica de recepción cogió el teléfono y llamó a Fulanito:

- Oye, ¿sabes algo de un iPod que hubiera que entregar?... Sí, de un concurso... de fotos...

Fulanito no sabía nada y recomendó a la chica que llamara a Menganito. Menganito dijo que  el tema de premios lo llevaba  Zutanita, pero Zutanita estaba de vacaciones, así que...

La chica me miraba y yo iba acentuando mi gesto de “He venido a recoger MI premio y no me voy sin MI premio”

Hasta que apareció un trajeado Sutanito y me dijo que no, que había tardado demasiado en ir a recogerlo.

- Pero, bueno, ¿por qué no me dijeron que había un plazo para venir a por él? Si además estaría asignado a mi nombre, ¿no?

Y Sutanito impertérrito, me decía que lo sentía, pero que ya no había ningún premio por allí para mí, que al no venir a por él, se retiró.

Levanté un brazo para explicar que venía de allá, ¡¡de Yecla!!, poniendo cara de haber atravesado desiertos y barrancos hasta alcanzar Alicante, pero el hombre trajeado no se dejó engañar. Yecla está en el extranjero, sí, pero no se tardan ochenta días en llegar a Alicante (la verdad es que de haber estado allí Phileas Fogg, se habría descojonado)

Y me fui sin mi premio, aunque el hombre trajeado, quizás para consolarme, me dijo que no era un iPod, sino un mini iPod, algo que no alcanzo a imaginar porque nunca he visto uno, pero que empiezo a pensar que no era más que una caca de la vaca.

En fin, consecuencias de todo aquello es que mi simpatía por Instagram no ha decrecido ni un gramo,  pero mi manía a Facebook...

… ¡¡no hay fuego suficiente en los infiernos!!


(De mi gandulitis, mejor no hablamos)



14 de septiembre de 2013

UN AÑO DE INSTANTES

DIA: Una tarde-noche del mes de mayo de 2013.
LUGAR: En carretera, volviendo a Yecla tras la jornada de trabajo. 
ESCENA QUE CAPTA MI ATENCIÓN: Un coche que apenas avanza en su camino. La espectacular luz del atardecer, el llamativo color del coche, de un particular modelo en vías de extinción, y las palmeras a un lado de la carretera. Todo me pide a gritos que lo inmortalice en una fotografía.
Una vez en casa, descubro que ha quedado muy oscura. 
Pero la varita mágica de INSTAGRAM logra darle una  luz especial y el aire añejo que la escena requería. 
¿No parece la portada de un disco de algún grupo californiano? ¿O murciaforniano?

DÍA: 10 de junio de 2013.
LUGAR: Leyendo la prensa en el trabajo.
ESCENA QUE ME ATRAPA: Una fotografía de Esther Williams, la sirena de Hollywood,  en un reportaje especial tras su muerte. La recorto.
Y acto seguido, no sé cómo ni por qué, quiero verla nadando una vez más.


Sólo la foto y un vaso de agua. 
Y la gracia de INSTAGRAM , claro.
(No me creeréis, pero aumentó su sonrisa)


DÍA: 10 de julio de 2013
LUGAR: En Yecla, de camino al Ayuntamiento para pagar una multa (no, no quiero hablar de esto :s)
ESCENA QUE ME DIJO VEN Y DÉJALO TODO: Un cielo azul repleto de golondrinas sobrevolando la iglesia y piando con fuerza.  
No sé bien si los animales sentirán el gozo que experimentamos  los humanos en los momentos felices, pero juraría que las golondrinas son muy dichosas cuando juegan a surcar el cielo sobre nuestras cabezas. 

Fotografié el momento.
 
Pero apenas se aprecia la gran cantidad de golondrinas que había.
¿Y si abro la caja de INSTAGRAM? 
La abrí y me pidió que recortara la foto a mi gusto.
Y esta fue la feliz golondrina que formará parte de mi colección de instantes.



Quería contaros las pequeñas historias de alguna foto más, pero lo dejaré para el siguiente post, que todavía estoy en proceso de asimilación postvacacional.
Sí, todavía. No sé qué me ha pasado este año.

5 de septiembre de 2013

SEP Y SET

A Septiembre me lo imagino con  delantal de trabajo y los brazos en jarras, exclamando:

- ¡Ya está bien, gandules, levantad esos traseros y poneos en acción!

Muy probablemente, si tuviera yo la oportunidad de visitar aquella casa de los doce hermanos, como las dos señoras del cuento, saludaría a Septiembre con cierto recelo. Por un lado admiro su energía y los aires renovadores que siempre trae consigo, pero reconozco que me fastidia el cambio brusco al que a todos nos empuja.

- ¡Vamos, vamos, guardando  chanclas y pantalones cortos!
Y toca volver a esos zapatos más rígidos que  tanto incomodan al principio,  y a tapar de la vista mucha piel que era feliz al aire libre.

- A ver, niños, basta ya de tanta vacación... ¡al cole!
Este rasgo de septiembre me gusta, ¿ves? Porque llega un momento en que necesitas entrar en la dinámica metódica y rutinaria, y los niños retrasan casi siglo y medio ese momento. ¿No son demasiadas vacaciones? ¿No cansa tanto descansar? (Sí, vale, el JuanRa niño no contestaría lo mismo que yo ahora)

Nuestro noveno mes se sacude de encima los largos días de luz estival y los acorta a su gusto. Es esta una transformación súbita e irremediable que suele alterar los ánimos, con tendencia a la baja. En verano cae la tarde, en otoño se precipita la noche. No es lo mismo.

Pero como me parece  el otoño la estación más romántica, nostálgica y  pacífica (qué hermosas son siempre las esdrújulas), sumo esta cualidad de septiembre a las positivas, para compensar así las que no me gustan.

No me gusta la cuesta de septiembre. La famosa es la de enero, sí, pero esta otra me suele traer más de un susto en la cuenta corriente.
No me gusta la vendimia. Bueno, hace años que ya no paso por el suplicio de ir a coger uva, pero las secuelas de llegar septiembre y agachar el lomo, machacar riñones y sudar a mares en viñedos infinitos... perduran todavía.
No me gustan los mediodías de este mes. Septiembre amanece fresco, pero al poco se ensaña con un calor pegajoso y potente que taladra la sesera y que te obliga a desprenderte de abrigo. Y cuando más desprevenido estás, abre las compuertas de ese alivio de brisa que peina las copas de los árboles y que reparte resfriados a los incautos. En septiembre empiezan las farmacias a hacer su agosto. "¿Tienen Constipadix, para el moquillo? Deme cuatro cajas"
Y mi época de estudiante ya pasó, pero... ¿qué me decís de las recuperaciones de septiembre? Esas arañas en el estómago cuando se acercaba el momento...

Así que al noveno de los doce hermanos, si lo tuviera frente a frente, no sé bien qué le diría. Quizás dependiera de la cara que mostrara, porque es evidente que  tiene dos, y unas veces es Septiembre, con la P de Putear  y otras, Setiembre, sin ella.

En fin... ¿Y vosotros? ¿Qué le diríais a Septiembre? Levantad la vista, le tenéis delante.