27 de septiembre de 2014

FRASES HECHAS A LA BRASA

La siguiente pieza teatral se estrenó el 27 de  septiembre de 2014 en el escenario de Miescribanía.com. 
La obra está  dividida en TRES ACTOS: Entrante, Condumio y Postre.

En el ACTO I (Entrante),  SANDRA está en la cocina de su casa. Se mueve a paso acelerado de un lado a otro, revisando el horno, removiendo con un cucharón  la olla que hay al fuego, troceando fruta... TRINI, su hermana, entra desde el salón.

TRINI: ¡Puaj! ¡Huele a rayos!
SANDRA: ¿¿En serio??
TRINI: Que no, tonta, que se me ha hecho la boca agua.
SANDRA: ¡Ay, no me va a dar tiempo! ¡Bien podías echarme una mano, Trini!
TRINI: ¿¿Yoo?? Que te la eche tu novio, que se ha quedao sopa viendo la tele. Ese sabe más que los peces de colores.
SANDRA: Es que si le llamo se me pega como una lapa. O se pone a dar más vueltas que un tonto.  Y además, de cocinar no sabe ni papa.
TRINI: ¿Ves como no eres tú la que corta el bacalao? Échale huevos y dale un grito; que venga a ayudarte, ¡que se meta en harina!, ¡que sepa lo que es dar el callo!
SANDRA: Que no, Trini, que es peor, que se pone a marear la perdiz y me pone de mala leche. Y no es él  quien tiene que sacarme las castañas del fuego, que la idea de esta cena fue mía. Oye, prueba esto y dime cómo está. 
TRINI: (acercándose al cucharón humeante que le ofrece su hermana) Ya sabes que yo no tengo pelos en la lengua, que tu novio será la mar de salado, pero si fuera el mío... ¡Ja! ¡ya podía ser la última cocacola del desierto, que si no da un palo al agua, lo muelo!
SANDRA: ¡Come y calla!
TRINI: (Lo prueba) Mmmmm, está de chupa pan y moja.
SANDRA: ¿Crees que les gustará a los padres de Gonzalo?
TRINI: Ay, chica, qué quieres que te diga... Para mí está muy rico, pero como tus suegros sean como tu novio, tendrás que echarles de comer aparte.
SANDRA: ¡Calla, que estoy cagada de miedo! Mi suegro come como una lima, ¿tendré suficiente para los cuatro?
TRINI: Pues claro, ¡si esto parece la cocina de un hotel! Y, oye, que si se quedan con hambre... ¡ajo y agua! Bastante es que vienen a comer de gorra. Pero, una cosa... (mirando por todas partes) ¿no has comprado alfalfa para tu suegra?
SANDRA: (sofocando la risa) ¡Pero mira que eres bruta!
TRINI: ¿Y dices que si te faltará comida? Pero si esa mujer debe comer sombra de lechuga. Si tiene más carne un peo...
SANDRA: (poniéndose un dedo en los labios) ¡Que te va a oír Gonzalo!
TRINI: ¡Si está frito!

En el ACTO II, SANDRA está extendiendo un mantel dorado sobre la mesa del salón. TRINI saca de un mueble la vajilla y los cubiertos. GONZALO, echado en el sofá, abre un ojo, estira los brazos y bosteza.

GONZALO: Eh, Trini, ¿te quedas a cenar?
TRINI: (colocando servilletas y cubiertos) Pues no, tengo más hambre que Carpanta, pero me largo, que a esta fiesta no estoy invitada.
GONZALO: ¿Cómo que no? Quédate. Cuantos más seamos, más reiremos.
SANDRA: ¡Pero cómo se va a quedar, Gonza! ¡Vienen tus padres!
GONZALO: (asombrado) ¿¿Que vienen mis padres?? Ah, ¿¿pero era hoy??
TRINI: ¡No te digo...!  ¡Más corto que el rabo  un virus!
SANDRA: ¡Pero si lo sabías!
TRINI: Una de dos: o es tonto del haba o es más listo que el hambre.
GONZALO: ¿Qué pasa, Trini? ¿Otra vez me vas a poner a caldo?
TRINI: Pues sí, porque mi hermana ha pringao más que una burra para hacerlo todo y tú te has hecho el dormido.
SANDRA: La verdad, cariño, me podías haber echado una mano.
TRINI: ¿Me podías? ¡Aún puede hacer cosas! (Apuntando con un cuchillo a Gonzalo) ¡Échale una mano!
GONZALO: (poniéndose en pie) Tranquila, cuñada, que las armas las carga el diablo. (Se acerca a Sandra) ¿Echarte una mano? ¡Y las dos! Solo tenías que pedirlo. ¿Dónde te las echo? (le pone las manos en el trasero)
SANDRA: ¡Ah, no, no! ¡No me seas pulpo, ahora! Solo me faltaba eso. Además de no ayudar... ¡hacerme perder el tiempo!
GONZALO: Venga, yo saco la bebida. Trini, ¿quieres un Trina... ranjus? O un Mar... trini? (se rie)
TRINI: (negando con la cabeza) Esto es la gota que colma el vaso. ¡Le falta un hervor!
GONZALO: ¿A qué le falta un hervor? ¿Al besugo?
TRINI: ¡Tú lo has dicho!
GONZALO: Por cierto, huele a pescado, ¿qué has hecho de cenar?
TRINI: ¡Ha hecho lentejas! Si quieres las tomas y si no las dejas
GONZALO: Venga ya, Trini... Anda, mira, ya que te gusta dar la lata, ¿me das una de cerveza? (vuelve a reír)
TRINI: Uy, nene, que no está el horno pa bollos, ¿sabes?
GONZALO: Eres un hueso duro de roer, ¿eh?
TRINI: (sin alterarse) Que te folle un pez.
GONZALO: Molas un huevo, cuñada.
TRINI: ¿A que te mando a freír espárragos y así haces algo de una vez y mato dos pájaros de un tiro?
GONZALO: Dí que sí, las cosas claras, y el chocolate espeso. ¿De verdad que no quieres un martrini?
TRINI: Sandra, ¿lo apuñalas tú o lo hago yo?
SANDRA: ¡Ay, parad un poco!  Mira que os gusta discutir...
GONZALO: (guiñando un ojo a Trini) ¡Más que comer con los dedos! Pero no te creas, que en el fondo nos queremos.
TRINI: Sí, yo por lástima, más que nada, porque vamos (mirándole con una mueca) ¡ni chicha ni limoná!
GONZALO: Pues yo contigo, ¡pan y cebolla!
TRINI: ¡Cómprate un bosque y piérdete!

No hay dos sin tres, y en el ACTO III, (ya saben, el llamado Postre) la cena con los padres de Gonzalo ha concluido. 
Al haberse marchado Trini, que, por si ustedes no se habían dado cuenta, está locamente enamorada de Gonzalo, toda la escena pierde interés, y por eso no está escrita.

No obstante, puedo decir que, efectivamente,  la suegra de Sandra apenas probó bocado, aunque, eso sí, se bebió hasta el agua de los floreros. Y que en la opípara cena hubo, además de PAN y AGUA:

SOPA (DE PESCADO), LAPAS, PAPAS, BACALAO, HUEVOS CON HARINA, CALLOS, PERDIZ, LECHE, CASTAÑAS, CARNE, COCACOLA (CON LIMA), ALFALFA (ah, no esto era broma) CALDO DE AJO Y DE CEBOLLA, PULPO, HUESO (duro de roer), BESUGO, LENTEJAS (no, otra broma) TRINARANJUS, MARTINI, LATAS DE CERVEZA, HABAS, ESPÁRRAGOS, DOS PÁJAROS (con poca CHICHA y matados de un tiro) 
Y de postre: BOLLOS, CHOCOLATE Y LIMONÁ.

Solo tienen que releer la obra para comprobar que ese fue el menú.

En conclusión, algunas frases hechas, sobre todo cuando están muy hechas, me abren el apetito de una manera....
...que me entran ganas de escribir teatro.

(Cae el MANTEL y se oyen tímidos aplausos y un eructo)

20 de septiembre de 2014

TAJICO A TAJICO

Hay una señal inequívoca que me indica que mi hija tiene sueño, y es cuando se acerca al sofá y echándose sobre mis piernas me dice: Papá, ¿me haces cosquillitas en la espalda? 

Sé que si accedo a su petición acabará durmiéndose, por lo que me las arreglo para que la propuesta de cepillarse los dientes e irse a la cama resulte una idea muy atractiva. Eso sí, lo hago sin privarle de un par de minutos de esas caricias por la espalda que tanto le gustan. 

Sin embargo, la última vez que me lo pidió, era la víspera del lunes de feria, un día festivo local, y sabiendo que a la mañana siguiente no tendría que madrugar para ir al colegio, me explayé en ese momento. 

Recorrí una y otra vez su pequeña espalda con las yemas de mis dedos, y me regocijaba notando cómo su cuerpo daba suaves sacudidas cuando tocaba su cintura, la parte donde menos aguanta las cosquillas. 

Me quedé pensando en que Samuel nunca me ha pedido algo así, y no porque no le guste, sino porque para esos menesteres siempre busca a su madre, de la misma manera en que yo recurría a la mía para que me rascara la espalda y jamás se me ocurrió pedírselo a mi padre. 

Es curioso, parece que es lógico y natural el que haya más predisposición a que los hijos se refugien en el sexo contrario y que hagan cierto lo que tantas veces hemos oído, que los niños son más de sus madres y las niñas de sus padres. Sin embargo, ahora que soy padre, estoy convencido de que al mío le hubiera agradado una petición así, de la misma forma en que yo me sentiría satisfecho y feliz si mi hijo me lo pidiera. En cualquier caso, me sigue pareciendo un impulso natural y comprensible que nada tiene que ver con el afecto. 

Acariciando la espalda de Aitana, surgieron en mi pensamiento los gratos momentos en que mi madre me rascaba a mí, algo que siempre me ha gustado mucho (no debo hablar en pasado, pues aún se lo pido) y no sólo por lo bien que lo hace, sino porque en ese intervalo de tiempo suele contarme una pequeña historia que ya le he oído muchas veces pero que me gusta oírsela repetir. Es, simplemente, lo mismo que acabo de contar antes, que ella también buscaba a su padre para que le rascara la espalda, aunque tenía motivos de peso para preferirlo. 

“Mi padre me rascaba más bien… – me cuenta- Empezaba así, por el hombro izquierdo, pasaba por la nuca y llegaba al hombro derecho. Después bajaba un poco y seguía rascando otra vez de izquierda a derecha, sin dejarse ninguna “mentira”, recorriendo toda la espalda, tajico a tajico. Qué a gusto me quedaba... Cuando no estaba y se me ocurría pedírselo a mi madre, tenía que decirle, “¡no, un poco más arriba! … ¡no, más a la derecha! … ¡ay, un poco más fuerte!” y ella terminaba protestando “¡Ay, filla, que tinc moltes coses que fer!” (Hija, que tengo muchas cosas que hacer) Pero mi padre nunca ponía pegas y siempre se esmeraba en hacerlo perfecto; de arriba a abajo y ni flojo ni fuerte” 

Y yo me rio imaginándoles, porque veo el reflejo de aquellas personalidades que tan bien conocí: la paciente y bondadosa de mi abuelo y la más esquiva y pragmática de mi abuela. Maravillosos ambos. 

Continué recorriendo con suavidad la espalda de Aitana, que ya no se alteraba cuando rozaba su cintura. Al cabo de un rato, retiré el pelo de la cara de mi hija para comprobar, como imaginaba, que se había dormido profundamente. 

Mirando a mi hija seguí recordando. 

 “Hasta que crecí – contaba mi madre - y llegó el momento en que empecé a usar sujetador. Y entonces un día le pedí a mi padre que me rascara, y cuando sus dedos tropezaron con el elástico en la espalda, dijo “Ché, ¿astó qué és?” Y a mí me dio una vergüenza… Tanta que ya no se lo volví a pedir más. Ya ves tú… ¡qué tontería!” 

Alguna vez he pensado en aquella situación. Estoy convencido de que mi abuelo no pretendió incomodar a su hija. De sobra sabría él lo que era aquello, pero debió hacerse el sorprendido. Me pregunto si llegaría a percatarse de que ella no volvió a buscarle más para que rascara su espalda. 

Siendo aquella otra reacción natural, la que se empieza a manifestar a partir de determinada edad, cuando se experimenta el pudor, no pude dejar de encontrarle un matiz triste a ese cambio, y percibiendo el dulce respirar de mi hija sobre mis piernas, casi sentí la nostalgia de añorar lo que todavía no he perdido. 

Y entonces vi a mi hija como todas aquellas niñas que en mis raíces familiares buscaron los brazos de sus padres. Y también pensé en el posible futuro hijo de Aitana, pidiéndole cosquillas a ella algún día. Tal vez entonces se detenga a pensar en mil cosas también. 

Y como esos pensamientos tontos que surgen por la emoción de un momento, me sentí poderosamente vinculado a esa espiral de cariño entre padres e hijas, entre hijos y madres que ha existido siempre a través de los tiempos. 

 Con mi hija durmiendo plácidamente sobre mí, continué recorriendo el mapa de los recuerdos, y mis pensamientos iban de atrás hacia adelante, de delante hacia atrás, en largas y cercanas distancias que me hacían cosquillas en el alma. 

 Y dejé que todo fluyera sin prisa, tajico a tajico. 
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16 de septiembre de 2014

UNA SERIE DE SOLUCIONES

Descubramos ya los títulos de esas series de TV ocultas en los acertijos de la semana pasada.

Pero antes, imaginemos por un momento que soy el profesor, y que llego con las notas de los exámenes. Seguro que os alegrará escucharme decir...

"A ver, muchachos, tengo que daros la enhorabuena; el nivel de aprobados ha sido muy alto"

No se me ocurriría deshacer la algarabía diciendo que el examen era muy fácil, no; muy al contrario, reforzaré vuestros egos alabando vuestro mérito y reconociendo que sois muy inteligentes (cuando en realidad pienso que hay que ser muy inconsciente para aceptar retos y jugar con el diablo)

Pero, venga,  voy a mostrar las soluciones sin dilación (Y Dilación se salió de la clase para que pudiéramos empezar)

Pensé que ésta no supondría ningún problema, y sin embargo se os ha resistido a algunos. Con la imagen de un marco sin foto,  pretendía exponer precisamente eso:  Marco
Recuerdo bien esta serie de dibujos animados. Me gustó especialmente todo el periplo del protagonista por tierras argentinas, aunque el reencuentro con la madre se alargó tanto que el final se me hizo insufrible. Años después leí Corazón, de Edmundo de Amicis, el libro que incluye esta historia, en la que, obviamente, no aparecía el mono Amedio.

La imagen de la cantante María Dolores Pradera en una casa, no podía esconder otra cosa que La casa de la pradera.  Quién no recuerda a aquella familia, los Ingalls, que en vez de cultivar remolachas recolectaban disgustos. Aunque la serie tenía sus momentos cómicos, predominaba el drama, y en general era tan  lacrimógena que por mi tierra se la terminó llamando La casa de la plorera. 
Recuerdo cómo me gustaba  la sonrisa  de la madre (Karen Grassle) Tenía ese sonreír luminoso  que dulcifica  las penas y te arropa el alma.


Por una logica asociación de ideas, esos jamones serranos escondían otra conocida serie: Los Serrano. No creo haber visto ni un solo capítulo, pese a la participación de Belén Rueda, que me ha cautivado en todos sus papeles posteriores en el cine.

 Las chicas de oro son palabras mayores.  Si yo tuviera que premiar a una serie del pasado, elegiría sin duda ésta.  Guardo muy gratos recuerdos de los divertidísimos guiones que representaron aquellas cuatro señoras de personalidades tan dispares. Me reía mucho con el cinismo de Dorothy, la candidez de Rose, la picardía de Blanche y el desparpajo de Sofía. Además, veo esporádicamente  aquellos episodios porque  he descubierto lo mucho que me relajan y me alejan de preocupaciones.


Si a la letra alfa le quitamos un cachito, se quedaría en alf, ¿no? Pues ahí, está: Alf, aquel extraterrestre del que he leído (porque apenas seguí esta serie) que tenía ocho estómagos y que en su menú entraban los gatos. La serie tuvo tanto éxito que en los noventa la llevaron al cine: Proyecto: Alf. ¿Alguien vio esta película?


Esas mujeres que parecen encontrarse al borde de un ataque de nervios (como me decía MJ), estaban representando para ustedes  Mujeres desesperadas, famosa y premiadísima serie de la que no vi ni un solo episodio, lo que demuestra que soy más aficionado a montar pasatiempos que a pasar el tiempo ante la tele.


Esta sí. Quién no vio Verano azul, siendo, además, la serie más veces repuesta en la historia de nuestra televisión. En aquella primera emisión tenía yo la misma edad que aquellos adolescentes, por lo que me sentí muy identificado con sus historias. 
Para representarla se me ocurrió azular una playa, aunque Sese me recordaba otro acertijo, el de aquel chiste que decía "Se abre el telón y aparece Papa Pitufo con el culo en pompa. ¿Cómo se llama la serie?"


El archiconocido Roberto Brasero, alias "el hombre del tiempo", quería mostrar El tiempo entre costuras, serie muy reciente y tan exitosa como el libro de Maria Dueñas que sirvió de adaptación  para la misma. Excelente acogida por parte de la crítica y el público. Reconozco que la actriz protagonista, Adriana Ugarte, me enamoró desde el minuto 1.


El nombre de Aida siempre me trae a la memoria  la conocida ópera de Verdi, así que no lo dudé; una imagen de la puesta en escena de esa ópera serviría de acertijo. 
He visto muy pocos episodios de Aída y casi nunca completos, pese a admirar a Carmen Machi y Paco León, artistas todoterreno en este mundo de la interpretación.


Quizás la más difícil de acertar por no haber advertido que tenía el título en inglés. Quise resaltar dos colores, el naranja y el negro, para que os catapultaran a Orange is the new black, la serie que sigo actualmente y cuya trama, y excelente interpretación de sus muchos personajes, me tienen atrapado (o encarcelado, podría decir)

Y nada más, voy raudo y veloz a mostrar la serie de acertantes de series, la lista de serios y aplicados seriólogos

Con  4 aciertos: Sese (Fora! ;p)
Con 5 aciertos: MJ
Con 7 aciertos: Montse y Hitlodeo
Con 8 aciertos: Gacham
Con 9 aciertos: Ángeles, Sandra, María José y Loque.

Muchas gracias a todos por la participación y... ¡hasta otra!
( Por cierto, esta es la entrada 400. Parece que llevamos ya un puñadito, ¿no?)

10 de septiembre de 2014

UNA SERIE DE JEROGLIFICOS

Es curioso que durante dos décadas (puede que incluso  más) no siguiera yo ninguna serie por TV. 
Sencillamente me daba pereza engancharme a sus tramas, y a pesar de que llegara a mis oídos que algunas alcanzaban records de audiencia y su popularidad crecía hasta estar en boca de todos, yo las ignoraba por completo. Prefería hacer otras cosas.

Y así, no fue hasta hace bien poco, y gracias a internet, que empecé a curiosear algunas de aquellas series tan míticas como FriendsHouse o Perdidos.
  
Y digo que es curioso porque en los años 70 y 80 sí sentí verdadera fascinación por muchas series, y, junto con mi hermano,  las esperaba semanalmente con ilusión.
Y pensando en aquellas series me vienen en tropel infinidad de  recuerdos que de tan dulces me emocionan. Esto debe ser sin duda una prueba de que me estoy haciendo viejo mayor, acumulando cada vez más recuerdos que me conmueven

Recuerdo que siendo niño me disgustó mucho perderme el momento en el que Clara, la amiga de Heidi, se levantaba por fin de su silla de ruedas y empezaba a andar. Después de haber seguido con sumo interés todas las correrías de la niña de los Alpes, no sé que ocurrió pero me perdí el último episodio.

Siguiendo con  series de dibujos animados, sin duda la que más nos marcó a Tomás y a mi fue Mazinger Z. Delante del televisor, con ojos como platos, intentábamos memorizar las formas y colores de todos aquellos brutos mecánicos que se enfrentaban al gran robot de Koji Kabuto, porque después salíamos disparados a nuestro "taller", donde los dibujábamos, les dábamos color y los recortábamos para terminar pegándolos en la pared. Pared que llegamos a cubrir de arriba a abajo con el beneplácito de nuestra santa madre.

Y luego estaban Los ángeles de Charlie, que hacían de la tarde de los sábados un momento anhelado y perfecto. Algo había en aquellas tres chicas, sexys y con pistolas, que nos impulsaba a avisarnos con emoción cuando la serie empezaba. Si me concentro un poco, logro escuchar la voz de mi hermano llamándome a gritos: ¡¡Juaaaan, Los ángeles de Charliiiii!!

Recuerdo que la serie británica Yo, Claudio me impresionó, y que había alguna escena en la que sentí cierto pudor al verla en presencia de mis padres. 
Algo más mayores nos habituamos a Dallas. Cómo molaban aquellos tira y afloja entre JR y Sue Ellen, con sus puñetazos dialécticos y su ira contenida)
También nos resultaron hipnóticos aquellos lagartos extraterrestres de la serie V aquellos que merendaban ratones de un solo bocado, y cómo  nos reíamos siguiendo las desventuras de El gran héroe americano.

Algunas de aquellas series me dejaron tan grato recuerdo que la nostalgia me movió a recuperarlas en DVD muchos años después. Como Fortunata y Jacinta, y Cañas y Barro, por ejemplo, series españolas de una factura exquisita que, en mi opinión, no tienen nada que envidiar a las grandes series americanas, y de las que me gustaría hablar alguna vez.

Todo esto ha sido una larga introducción  (¡esta manía mía de enrollarme!) para dar paso a un juego. (¡Aplausos!)
Inserto a continuación diez fotografías que, a modo de jeroglífico o como simples escenas que llevan a una asociación de ideas, ocultan el nombre de DIEZ FAMOSAS SERIES DE TELEVISIÓN.
Son series de ayer y de hoy,  para niños o  adultos, nacionales y extranjeras...
¿Quién logrará descubrirlas todas?

Plazo hasta el 16 de septiembre. 
Aviso: los comentarios no serán visibles hasta esa fecha.

4 de septiembre de 2014

SEPTIEMBRE ES UNA CALLE NUEVA

Septiembre trae consigo dos cosas: una mala y otra buena.

La mala es que por mucho que uno tenga prevista su llegada, siempre nos pilla tan contagiados de agosto, que es muy costoso quitarse las legañas de la pereza y variar ese ritmo lento al que nos habíamos acostumbrado.  

Es tremendamente cruel que  en septiembre siga haciendo calor y sea obligatorio volver a acelerar la sangre y tensar los músculos, muy duro el desintoxicarse de tanto relax y no encontrar las fuerzas que te ayuden a aterrizar desde las nubes en la pista de la rutina. 
Pero también es verdad que cuando Septiembre te mira a los ojos...

 - Para, para, para...
- ¿Eh?
- ¡Corta el rollo, JuanRa!  ¿Te parece esa una buena forma de empezar la temporada?
- ¿No queda bien?
- ¡Pues no! Me has sonado ridículo, enmarañao, un poetucho  de tres al cuarto.
- Bueno, es que me pilla desentrenado... pero luego lo retoco y...
- ¡Ve al grano, hombre!  ¿Tú qué quieres contar?
- No sé, empezar hablando un poco de septiembre...
- ¿Y eso tiene interés? ¿Hablar de un mes?
- ¡Es que este no es un mes cualquiera! ¡Tiene mucha enjundia! Iba a hablar ahora de lo que tiene de bueno.
- Qué tiene de bueno, a ver...
- Que termina insuflándonos sus deseos de renovación.
- ¿¿Insuflando sus deseos de renovación?? ¿¡Pero qué forma de hablar es esa!? A ti te ha dado fuerte el sol este verano, ¿eh?
- Quiero decir que en este mes, tarde o temprano, le entran a uno muchas ganas de hacer cosas, de cambiar los muebles de sitio, de renovar el vestuario, de empezar de nuevo con ímpetu... de reformarse por dentro y por fuera.... ¡Que es el mes de la renovación, vamos!
Ya, aquello de volver a comer sano y apuntarse al gimnasio, ¿no?  ¿Sabes lo que te digo? 
-  Qué!
- Pues que luego llega octubre y manda a tomar por saco a septiembre, y todas esas ganas de revolución se quedan en agua de borrajas. 
- Bueno... tampoco es tan...
 - ¡¡Que sí, hombre!! ¡Y esto lo sabe todo el mundo! ¡Y no es de interés para el blog! ¡¡Para este blog!!
- ¡Pero si solo era una introducción! Luego iba a seguir anunciando novedades. Es que tengo un montón de ideas, ¿sabe?
- Pues  lamento decirte que llegas tarde para ideítas nuevas, porque vengo con la intención de cerrar de una vez este blog.
- ¿¿Cómo?? ¿Ha dicho cerrarlo?
- Sí, cerrarlo para siempre, finiquitarlo, dejarlo fuera de circulación, ¡caput! ¡c'est fini!
- Pero, pero... 
- Ni peros ni manzanos. ¡Y ya hace mucho que debía haberlo hecho!  ¿Pero tú te acuerdas para qué te dije que crearas el blog?
- Sí, claro.
- ¡A ver, para qué! 
- No debería decirlo en voz alta. Los lectores podrían estar escuchando...
- ¡Si es que ese es precisamente el problema, que tan solo son lectores! Yo te pedí que formaras una horda de pecadores, de caídos, de seguidores del diablo dispuestos a hacer el Mal por el mundo.
- ¡Pero si sí que me siguen!
- Bah, pero no te toman en serio. Te ven como un amiguete, no como un diablo, ¡como al Diablo al que habrían de vender sus almas! ¡No estás cumpliendo, JuanRa!
- ¡Pero para mí ese es el plan! ¡Se están confiando! Y luego yo ya...
- Luego tú ya, ¡¿qué!?
- Bueno, ¿me deja que le cuente lo que tenía previsto pedirle hoy a los lec... a nuestra querida secta maligna?
- Cuenta lo que quieras, pero la decisión está tomada.
- Un mes de septiembre de hace 6 años, escribía yo la entrada número 15 de este blog, que titulé CALLEJEANDO EN BUSCA DE UN CROMO. Disfruté tanto con aquella entrada que creo que es momento de repetir algo así. 
Me gustaría que todo el que pase por aquí, piense si en su ciudad hay alguna calle que tenga un nombre raro, o curioso, o divertido, o que en ese nombre haya una historia digna de contar. Cualquier cosa sirve para ir confeccionando un álbum de calles curiosas que iré presentando.
- ...
¿No tiene nada que decir?
- Voy a cerrar el blog.
- ¡No, espere, ahora no puede!
- ¿Cómo que no? ¡Este blog es un fraude!
- Déjeme desenmascarar  al menos a un par de individuos que creo que están haciendo un complot contra el Diablo.
- ¿Cómo que un complot contra el Diablo? Tú lo que quieres ahora es desviar mi atención. Mira que  sé más por viejo que por ser quien soy
- ¡Noo, es en serio! Lo que ocurre es que usted cree que todos mis lectores son almas cándidas y se equivoca. ¡Aqui se cuece una confabulación desde hace mucho tiempo! 
- ¿¡Pero de qué hablas!?
- Lo que he dicho.
- ¡Explícate! 
- Espere que me desperece un poco y se lo cuento... Es que no he terminado de desagostarme, ¿sabe?