14 de noviembre de 2017

UNO MÁS EN LA FAMILIA

Siempre me he sentido muy afortunado por haber tenido el privilegio de vivir en el campo. No sólo por la dicha de haber jugado con mis hermanos al aire libre, también porque nuestra niñez y juventud la viviéramos rodeados de tantos animales.

Fueron muchos años de inolvidables momentos corriendo junto a Velocín, nuestro primer perro, o disfrutando de la compañía de Canela y Linda, nuestros gatos. Maravillosos los muchos ratos que pasábamos achuchando a un cabritillo negro que nos seguía a todas partes. O la dicha de tener un burro al que pusimos por nombre Platero.

Recuerdo especialmente a Tranquilo, un perro tan noble e inteligente que recorría más de dos kilómetros para llegar al colegio de mis hermanos pequeños, justo en la hora en que ellos acababan las clases, y acompañarlos así a casa.
Cuánto quisimos a aquel perro.

Después apareció Finger, una perra blanca que tenía la misma mirada bondadosa que Tranquilo. Nunca supimos de dónde vino, pero una vez  en casa, decidió quedarse con nosotros hasta su último día.

Pero es que además teníamos un corral con gallinas a las que me encantaba echar chuscos de pan mojado. Se volvían locas devorándolo.
Aquel corral era como el arca de Noe y recuerdo muy bien el agradable alboroto que se producía al entrar allí.

Mi padre, -el mismísimo Noe, podríamos decir - llegó a comprar algunas gallinas de Guinea, tan distintas a las comunes, con aquel exótico plumaje negro moteado con lunares blancos.
También dos pavos reales, e incluso un pavo común, que caminaba ahuecando el plumaje, presumiendo incluso más que sus escandalosos primos.

Delante del corral había una balsa y a ella se lanzaban patos y ocas para nadar todos los días. Cómo disfrutábamos mi hermano y yo mojando a aquellos patos con la manguera cuando correteaban por el jardín, aunque al mismo tiempo nunca olvidaré cuánto lloramos cuando, incomprensiblemente, uno de ellos murió de repente delante de nosotros. Nuestro padre descubriría más tarde que se había asfixiado al tragarse un caracol tan gordo como una nuez.

En otra parte del corral había palomas y tórtolas, que volaban libres sobre el campo por el día y volvían a su refugio al caer la tarde.
Y peces y tortugas en un estanque…
Y durante un tiempo una yegua que parió un potro que se habría convertido en un hermoso caballo de no haber sido por un fatídico accidente que tampoco olvidaremos.

Podría pasarme horas contando anécdotas de nuestra vida con todos aquellos animales.

Viviendo hoy en día en un piso, la idea de tener algún animal de compañía era algo que no contemplábamos de entrada. Me parece incómodo tener ciertos animales en espacios reducidos, tanto para ellos como para los dueños.

Pero hubo un tiempo en que mi hijo quiso tener un perro y la oportunidad de complacerle se presentó cuando nos ofrecieron un cachorro.
En aquel tiempo Aitana tenia apenas dos años y no reaccionó ante aquel perrito como esperábamos. Le daba pánico. El simple hecho de que el animal se acercara a ella le daba tal pavor que se tenía que subir al sofá y gritaba angustiada que nos los lleváramos de allí.
Así que los abuelos se quedaron con el perro de forma momentánea, y cuando meses después Aitana se acostumbró a él, Jacky ya se había amoldado a su nuevo hogar y preferimos que se quedara allí.

Pero de nuevo ha surgido la ocasión de agrandar la familia y esta vez llega en forma de un lindo gatito que tan solo tiene un mes de vida.

Tiene un pelaje gris uniforme y unos ojos gris azulado. Le hemos llamado Grizzy.

Y he de reconocer que el gatito nos ha revolucionado a todos. 
Aitana desea con ganas volver del cole para darle su ración de leche y pienso. Samuel lo llama y se complace viendo cómo escala por la pernera del pantalón hasta sus manos. Y a todos nos encanta verle alborotado,  jugando hasta con su sombra, y observar lo meticuloso que es haciendo sus necesidades en el cajón de arena.

Ahora, mientras escribo todo esto, se ha dormido en mi regazo y escucho su ronroneo.
Y yo me retrotraigo a aquellos felices años en los que vivía entre todos aquellos animales en el campo de Petrel. 
Y contemplándolo sobre mí, tan pequeño, recuerdo muy bien lo que sentí hace más de treinta años cuando Linda tuvo una camada de gatitos, todos distintos. 
(Tomás y yo con los hijos de Linda. Fran se chupa el dedo a nuestro lado)

Pero ninguno era como este.

¿Cómo me iba a resistir que mis hijos supieran lo que es querer a los animales?

Mi hermano y yo con Velocín y el cabritillo negro (no recuerdo su nombre)
Si Heidi tuvo a Copito de nieve, nosotros tuvimos a su opuesto.
Con la gata Linda.
Fran bromeando con Tranquilo, el mejor perro de la Historia.
Finger  tenía un  "parche pirata"
Mi hermana Ana a lomos de Platero.
Pachuli, uno de los perros más cariñosos que tuvimos.
Saberón, hijo de Wiskoche
Aitana con Jacky. Los miedos se pasaron y ahora se quieren con locura.

12 comentarios:

Silvia Marcos dijo...

Hermoso relato.Felicidades con la adopcion.Grizzy sera un digno integrante de tan sensible familia.

Nacho dijo...

Te felicito por tu entrada, que infancia tan animal!, jeje
Perros, gatos, animales de todo tipo... y un diablo que escribe, ufff, vaya fauna!
El lindo gatito “Grizzy” estará encantado de estar con una familia tan entrañable, que afortunado!
Un abrazo

Papacangrejo dijo...

Que mono!!
Yo he tenido animales siempre en casa, y tengo una foto parecida a la que estas con los gatitos jejeje

Ángeles dijo...

Me parece maravilloso todo lo que cuentas, y transmites un gran cariño por los animales de tu infancia, el amor que sentíais por ellos y ellos por vosotros.
Son unos recuerdos preciosos. Tan preciosos como este gatito Grizzly, que no sabe la suerte que ha tenido de ir a parar a tu casa; y tan preciosos como la foto de Aitana con el perrito.

Enhorabuena por este nuevo miembro de la familia, y que disfruteis mucho con él.

PD:me da mucha penita imaginarme a la niña, tan pequeña, subida al sofá, muertecita de miedo con el perrillo. Ayyy...

JuanRa Diablo dijo...

Silvia Marcos:
Gracias, Silvia, celebro que te haya gustado. Lanzo un abrazo hacia la tierra hermana

Nacho :

¿Has visto, Nacho? Vivíamos “a lo bestia” :p
El gatito, utilizando una expresión de mi padre, “ha caido pa’ Cuba”, porque vive entre mimos, juegos y cuidados de todo tipo. Espero que de adulto siga igual de bueno y no me encuentre una pantera negra cada vez que entre en mi casa.

Papa Cangrejo :

Ah, ¿ entonces somos del mismo club del arca de Noé? Jaja
Claro, si hay gatillos de por medio, hay que hacer foto sí o sí.

Ángeles :

Sí, es verdad, mucho cariño. Y de manera muy especial hacia dos perros: Tranquilo y Finger, que vivieron muchos años con nosotros hasta morir de viejos.

El nombre del gato se lo puso Aitana. Por el color le vino a la cabeza Grisy. Yo propuse Grizzly pero al verlo escrito me dijo:

“Me encantan las dos zetas, pero la ele…. Prefiero Grizzy”

Y con Grizzy se ha quedado.

PD: Temblaba como un flan de huevo la pobre ;p

Montse dijo...

Habéis tenido una suerte inmensa de vivir en el campo y poder tener cerca a todos esos animales ¡madre, una auténtica arca de Noé! así que es una idea excelente que Samuel y Aitana también tengan la oportunidad de vivir con un gatito ¡y qué mono es Grizzy!
Pues, a disfrutar del lindo gatito, que ha aumentado la familia.
Besos y abrazos.

Ana Bohemia dijo...

¡Grizzy que guapo! Es precioso, tiene un pelaje muy bonito y que ojazos mas azules. La verdad es que yo también he tenido muchos animales y creo que es muy importante para un niño saber cuidar de una mascota, se adquiere mas responsabilidades y madurez, y ademas una sensibilidad especial porque el cariño de una mascota es increíble.
Me han encantado las fotos de tus mascotas, que perritos mas lindos, la foto de tu hermana Ana es muy tierna.
Saludos JuanRa
:)

Conxita C. dijo...

Oh qué lindo es el gatito y me ha sonado a dibujos animados mientras lo escribía. Me parece precioso y aunque soy más de perros que gatos, tengo que reconocer que los felinos de pequeñitos son una auténtica preciosidad, vale de grandes también pero es que a mi no me gustan mucho (ya dije que soy más de perros). Recuerdo de chiquitita que no viví en el campo pero sí tuve la suerte de vivir en una casa con un gran jardín en el que podíamos tener perros.

A mis hijos, especialmente al menor, le encantan todos los animales y por casa han pasado unos cuantos y hemos llorado y mucho cuando se han ido muriendo. Lo que no ha conseguido, pobre, es un perro porque aunque a todos nos encantan, en la ciudad y en un piso encerrado y solo casi todo el día, no nos parecía una buena opción para el animal aunque mi hijo sigue insistiendo.

Me ha encantado ver esas fotos y el cariño con el que recuerdas a vuestros animales. Grandes compañeros.

Besos

JuanRa Diablo dijo...

Montse :

Sí, soy muy conciente de la suerte que tuvimos. Sobre todo porque hoy veo a mis hijos en un piso y no puedo evitar hacer comparaciones. Por eso, que no falte la compañía de algún animal.
Espero que el gato sea de mayor tan bueno como lo es hoy. Miedo me da en la pantera que se pueda convertir :D

Ana Bohemia :

Tu familia siempre me ha recordado a la mía en algunas cosas. Hemos jugado mucho con los hermanos, la complicidad con ellos, los animales…

Sí, a mi también me gustan esas fotos, porque además apenas tenemos fotos de los animales que tuvimos, así que las pocas que hay son un preciado recuerdo de lo mucho que representaron para nosotros.

PD: ¡Ya lo creo que es guapo Grizzy! ¡Y no veas qué fotogénico!

Conxita :

Es que eso de “un lindo gatito” siempre nos recordará a los dibujos de Piolín, ¿verdad? :D

Mi hijo también deseó un perro durante un tiempo y nos ocurrió lo mismo que a ti. El deseo de contentarle era grande, pero debíamos ser realistas (y también prácticos) : un piso no es el mejor lugar para un perro, sobre todo si es grande.
Muchas gracias por la visita, Conxita

hitlodeo dijo...

Me encantan los animales. Ahora tenemos a la loca de Chispita, pero hemos tenido pollos, pajaros y gatos, muchos gatos.Llegamos a tener 6 en casa, y todo empezó con una gata callejera, Pitusa se llamaba, que trajo mi hermano a casa porque alguien había matado a su madre. De ahí vinieron Blanco, Barrigas, Chini (gato), Tigre, Gadcheto, y posteriormente se añadieron Misi y Chini (gata).

Para los niños es una gran experiencia jugar y cuidar un animal, al menos en mi casa siempre han sido considerados como nuestros hermanos pequeños.

¡qué suerte de infancia la tuya JuanRa! Ahora los niños tienen que ir de excursión a una granja para ver de donde sale la leche.

Disfrutad de Grizzi, es muy chulo.

Misaoshi dijo...

P-R-E-C-I-O-S-O

Mi proyecto de fin de grado trataba sobre la importancia de la interacción de los niños con los animales. Los animales no son esa fuente de enfermedades que los que no han tenido nunca uno dicen que son... son los transmisores de fidelidad sin ningún tipo de miramiento, son los seres más cariñosos y bondadosos por naturaleza y tenemos tanto que aprender de ellos. Ojalá todos los niños pudieran conocer a un animal en un momento tan vulnerable como es la infancia.

Un beso y mantengo que Aitana sería una buena hermanastra para Sakura jajajaja

JuanRa Diablo dijo...

Hitlodeo:

En nuestro caso también perros y gatos llegaron a nosotros por su propio pie o por haber sido encontrado heridos, como en el caso del perro Tranquilo al que al parecer había disparado un cazador.

Tienes mucha razón, hay cantidad de niños, sobre todo de ciudad, que tardan mucho en conocer animales de lo más comunes. Y es una pena.

Pd: Ja, Chispita ya es una reina de las redes sociales.

Misaoshi:

Me parece muy interesante tu proyecto de fin de grado. Estoy convencido de que contribuyen a que los niños se desarrollen mucho mejor en el aspecto emocional. Y he llegado a ver casos de tal empatía entre niño y animal que asombraba verlos.

Un beso

PD: Aitana ya está al corriente de la posibilidad de ser raptada xDD