30 de junio de 2016

RECUERDOS DE AYNA


Era el año 1977 cuando mi padre nos trajo a este pueblo de la provincia de Albacete. 
Aquel fue un descubrimiento familiar inolvidable que nos marcaría para siempre.

Recuerdo que fue toda una aventura llegar hasta allí sin mapa, que el viaje se nos hizo muy largo y que para distraernos, y dado que durante muchos kilómetros no nos cruzamos con ningún coche, nuestro padre nos decía que estábamos en otro planeta y que prestáramos atención por si veíamos a otros terrícolas.
Y así, después de curvas y más curvas,  aparecía finalmente algún vehículo.
- ¡Un terrícola! gritábamos contentos.

En aquel entonces mi padre trabajaba en la compraventa de automóviles. Cada cierto tiempo llegaba a casa con un coche distinto. A mi hermano Tomás y a mi aquello nos parecía algo fascinante y  siempre  exclamábamos "¡¡Guaaa, qué chulada!!",  cuando le veíamos llegar con otro, fuera el coche que fuera.

El verano del 77 llegamos a Ayna en un coche americano, un Chrysler rojo enorme, y cuando digo enorme quiero decir que parecía de la familia de las limusinas, largo como un día sin pan.

Tan poco discreto era aquel coche que, desde la entrada del pueblo hasta la plaza del Ayuntamiento donde paramos, toda la chiquillería de Ayna nos siguió corriendo, gritando, tocando la carrocería, admirando el tamaño de aquel cohete con ruedas.

Aquella entrada triunfal que permenece en mi memoria, sin duda  por lo importante que me hizo sentir, aún iba a rematarse con otro toque de exotismo. 

Teníamos entonces en el campo una pequeña urraca que también nos llevamos de viaje en aquella ocasión. Era el ave más lista que he visto en mi vida. Cuando intuía que alguien le tenía miedo (niños generalmente) revoloteaba y graznaba ruidosamente. Si el niño gritaba, se divertía martirizándole, posándose en su cabeza  y tirándole de los pelos. Sí, era un pajarraco bastante sinvergüenza.

Aquella urraca (supongo que le pusimos nombre pero lo he olvidado) pasó gran parte del viaje picoteando el sombrero de palma de nuestro padre.
- Te lo está rompiendo, papá - le decíamos.
- ¡Qué le vamos a hacer!
Al rato, el ave empezó a toser ruidosamente hasta que vomitó todo el sombrero que se había comido.
- ¡Lo tienes bien empleado! - le dijo mi padre - ¡Calamidad! ¡Que eres una calamidad!

Así que al llegar a Ayna, descendió del coche con aquella urraca en el hombro, y el ave, después de tanto tiempo encerrada, salió volando, dio un par de vueltas por la plaza y volvió a posarse sobre él. 
Aquellos niños se quedaron con la boca abierta.
Imagino que se preguntaban de qué planeta sería aquella gente que llegaba de repente con aquel cochazo y aquel pájaro amaestrado.

Algo que no olvidaré jamás de nuestras primeras incursiones por el pueblo fue el sonido del agua. 
Había muchas fuentes por sus calles, fuentes de agua fresca manando de sus caños sin descanso. Eso y el aroma a esparto, a huerta, a pan recién hecho...
Pero sobre todo el gozo que nos daba cuando, acalorados después de una caminata, mi padre se acercaba a alguna de aquellas fuentes y nos decía

- ¡Acercaos aquí! - Y nos empapaba la cabeza en aquellos chorros de agua tan fresca, y nos hacía mojarnos la cara y los brazos y beber hasta quedar satisfechos.

No recuerdo mucho más de aquel primer viaje, salvo que la intención de mis padres era pasar todo un fin de semana, pero nos marchamos al día siguiente. 
Mi hermana Ana, que entonces tenía solo tres años, estaba muy acostumbrada a su cuna y sobre todo a su almohada, de la que no se separaba nunca. ¡Y se nos olvidó cogerla!
Y en aquella pensión de la plaza,  ni durmió ella ni dejó dormir a mis padres.

Pero el encanto del pueblo y de su gente nos había calado tan hondo que no tardamos en volver.

(CONTINUARÁ)

14 de junio de 2016

MINICUENTO DE LO EXTRA

Volvía contenta a casa. Tenía entendido que no era fácil conseguir un trabajo allí y, sin embargo, la habían aceptado a la primera. 

Se preguntaba qué les habría movido a contratarla: ¿su sonrisa, su seguridad al contestar, su facilidad con las cuentas, quizás ese perfume que empezaba a marearla?

Las cosas no podían haber empezado mejor en aquella ciudad. Su pareja también había conseguido trabajo como portero de un local de fiestas y estaba cobrando un buen sueldo, algo que ninguno de los dos lograba comprender.

- ¿De verdad pagan tanto por estar de pie en una puerta?
- Eso parece
- ¿Y para qué quieren que estés allí?
- Me dijeron que no dejara entrar a los que no tuvieran buen aspecto.
- ¿Y tú eso cómo lo sabes?
- Pues no me quedó muy claro, pero si alguno me mira mal o huele distinto, ya sabes... le hago “mi mirada” y da la vuelta sin rechistar.
- Pero eso puede hacerlo cualquiera, ¿no?
- No estoy seguro. Tal vez me hayan elegido por mi altura. Parece que les intimida.
- Es curioso, en esta ciudad hay mucha gente que no consigue empleo, y nosotros... 
- Te dije que nos iría bien aquí.

Tras el primer día de trabajo volvió a casa algo aturdida.

- ¡No te lo vas a creer! ¡Es tan sencillo como pasar artículos por un escaner y cobrar lo que la máquina diga! ¡Nada más!
- ¿Ah, sí? ¿Qué clase de artículos?
- Pues al principio pensé que eran objetos decorativos pero parece que también son alimentos. O eso dice la gente que se los lleva, que están muy buenos. Cosas muy raras, ¿sabes?

Al segundo día su pareja la vio llegar con mala cara.

- ¿Cómo ha ido hoy?
- Uff, todo sería genial si no fuera por lo mal que huelen algunos productos. Me dan náuseas nada más verlos. De verdad, no entiendo cómo la gente se lleva esas cosas para comer. Yo no podría ni muerta de hambre.
- Si, ya he visto que aquí tienen unas costumbres bastante extrañas.
- ¿Pero tú has visto lo que comen? ¡Es asqueroso!

Al cuarto día ella se quedó muy quieta delante del espejo.

- ¿Qué te pasa? - le preguntó él- Se te va a hacer tarde.
- No sé si aguantaré mucho más. Es superior a mi.
- Vamos, cariño, es un trabajo como otro cualquiera. Y también te van a pagar bien.
- Ayer a una señora se le rompió un tarro delante de mí y cuando vi lo que contenía tuve que salir corriendo al aseo.
- Pero qué más te da lo que la gente coma. Nadie te obliga a que lo comas tú también.
- ¡Pero es el olor! ¡Es insoportable!

El viernes llegó tarde a casa y su aspecto era tan demacrado que él la abrazó.

- ¡No puedo más! - dijo entre sollozos - ¡No quiero volver!
- ¡Vamos, cariño, relájate!
- ¡Son unos salvajes! ¡Compran de todo y todo se lo comen! ¡Todo! ¡No respetan nada!
- Pero es normal, en cada lugar tienen sus costumbres y...
- ¿Sabes lo que he tenido que ver hoy? ¡Si te lo digo no me vas a creer!
- Anda, ven, ponte cómoda y cuéntamelo aquí, echada en la cama.
- Sí, me voy a quitar toda esta odiosa opresión. Es agotador mantener esta apariencia tantas horas.
- A ver, cuéntame – le dijo él con las membranas del cuello extendidas.
- Mira, he aguantado  el desagradable olor de lo que llaman "hamburguesas"- empezó a decir mientras la piel del cuerpo se le cubría de brillantes escamas azules- y he tenido que acostumbrarme a tocar esos repugnantes billetes cargados de bacterias. Y hasta he sabido soportar que comercien con productos pluricelulares heterótrofos. Pero lo de hoy... lo de hoy ha sido...

Se quitó la peluca y se tumbó en la cama y los pies se extendieron en múltiples ramificaciones transparentes que comenzaron a bombear  sangre amarilla.
- ¿Qué ha pasado hoy?
- ¡¡Han llevado ante mi a un cefálipo!!
- ¿¿Estás segura??
- ¡Claro que lo estoy, Dacremmb! Allí estaba, sin vida. Y la mujer decía: “Parece fresco, esto asado con limón y ajo me sale buenísimo”

Él la miraba incrédulo.

- Casi me echo a llorar. ¡Si son capaces de comerse a un cefálipo serían capaces de comernos a nosotros! ¡Tenemos el mismo ADN!
Dacremmb la miró con ternura.
- No se hable más, Sher7hh - le dijo abrazándola de nuevo con sus tentáculos- Te dije que si no te encontrabas a gusto buscaríamos trabajo en otro lugar. Será por planetas...

6 de junio de 2016

50 COSAS SOBRE MÍ

Ahora que los 50, tan redondos y  serios, me han invadido de forma vitalicia, yo salgo a recibirles dedo en alto para dejarles algo claro: 
“¡A ver con qué intención venís, ¿eh? Nada de hacerme parecer un respetable señor. Si tenéis que entrar, entrad, pero a mí nadie me arrebata el título de Joven Eterno, ¿entendido?“

Y para entretenerme y que se me pase el susto, hoy escribo 50 cosas sobre mí.

1) El hospital donde nací y el colegio donde estudié fueron demolidos hace años. No puede ser solo una casualidad,  debe ser  una “maldición diabólica” para darme prestigio.

2)  No me gusta el verano. Las vacaciones de verano sí. La gente confunde una cosa con la otra.

3) Huyo de las polémicas. De todo tipo. Creo que soy un pacifista radical.

4) Me encanta mezclar cosas en la cocina y no le hago ascos a nada. ¿Y si trituro rodajas de piña con onzas de chocolate? ¡Vale! ¿Tostadas con mermelada y  cebolla picada? ¿Por qué no?

5) Siento una atracción casi erótica por las libretas nuevas. Las compro soñando con sacarles mucho provecho pero luego se quedan vírgenes.

6) Me gusta este número. Forma parte de mi ADN

7) Volar me da canguelo. No lo paso nada bien en un avión. Y que las azafatas expliquen cómo funcionan los chalecos salvavidas no ayuda NADA.

8) Soy incapaz de tirar un papel en la calle. Antes me lo meto en un bolsillo. A los que echan basura por la calle les vaciaría un contenedor en sus casas.

9)  Mi deporte favorito es reír.

10) He heredado de mi padre la necesidad de contacto con la Naturaleza.  Soy especialmente feliz cuando me  encuentro  con ella a solas.

11) Cuando era muy pequeño escribí un cuento en el que los insectos hablaban entre sí. Había abejas, hormigas, saltamontes, lombrices... Poco después empezaron a emitir La abeja Maya en la tele. ¿¿Quién me robó mi historia??

12)  Los chaparrones me ponen de muy buen humor. Nunca entenderé por qué los hombres del tiempo llaman a la  lluvia  “mal tiempo”

13) Antes de tomarme un café tengo que consultar a mi cuerpo. Si me lo pide, se lo doy. Como no me diga nada y me lo tome... me lo hace pagar muy caro.

14) No puedo ver un muñeco en el suelo. Es superior a mí. Si lo veo echado en tierra lo recojo y lo siento donde sea. Bien sentado, ¿eh? Nada de dejarle con los brazos en alto.

15) En general me gustan más los gatos que los perros. Aunque prefiero un perro tranquilo a un gato arisco.

16) Me encanta que en la vida haya fenómenos inexplicables. Si todo tuviera explicación sería un aburrimiento. ¡Menos buscar respuestas y más soñar, leches!

17) Creo en el monstruo del Lago Ness, por supuesto. Y en los fantasmas. Y en los extraterrestres.

18) No creo en los zombis pero me parecen unos seres literarios y cinematográficos perfectos. Y son muy bellos, aunque esto no todos lo podéis entender.

19) Si pudiera elegir ser un animal sería un águila. Esto parece contradecirse con el punto 7, pero no, hay una gran diferencia: yo controlaría la situación. Me fiaría de mí.

20) Mi abuela paterna tenía mucha vis cómica y me hacía reír a carcajadas con sus historias absurdas. De ella he debido heredar el gusto por el humor surrealista.

21) Me encantan las librerías. Si son de libros de segunda mano, directamente plantaría una tienda de campaña para dormir allí.

22) De pequeño me daba vergüenza que me cantaran el cumpleaños feliz. De mayor ya no tanto. Pero ni antes ni ahora podría prescindir de ese momento. Moriría de pena.

23) Me aburre jugar a las cartas. Pero escribiendo cartas nadie me gana.

24) Cada 24 de diciembre recibo un cuento de terror que me escribe una amiga y ella también recibe uno escrito por mí. ¿A que mola crear tradiciones así?

25) Me llaman poderosamente la atención las mantis religiosa. Tienen estética extraterrestre y su lado zombi. Mi insecto favorito, sin duda.

26) Soy un firme defensor del doblaje de películas. Aunque reconozco que es muy instructivo ver una película en su idioma original, me parece que hay multitud de ejemplos en los que  los actores de doblaje españoles han llegado a mejorar una interpretación mediocre.
Por defender esta idea sería capaz de trastocar el punto 3.

27)  Me aburren hasta el tuétano las carreras de coches, motos, bicicletas...

28)  Siempre he odiado las matemáticas. Sin embargo los sudokus tienen su aquel.

29) Me da mucho gusto estornudar con ganas. Pero si la cosa empieza a pasarse de la raya me empiezo a caer gordo. Hasta rozar el odio, incluso.

30) Me chiflan los carteles de publicidad antiguos. De cualquier país, pero especialmente los del Art Nouveau francés.

31) Siempre me ha costado escribir tacos en el blog. Algunos hay, pero  la mayoría de las veces me he autocensurado. (¡Bonita forma de ser diablo, joder!)

32) Me hubiera gustado aprender a tocar la guitarra. Empecé a estudiar música pero yo quería ir directamente a la guitarra o el piano. Lo del solfeo me parecía un truño insoportable y abandoné.

33) Nada como contar historias de miedo junto al fuego. Es una forma de  pasarlo mal que me hace disfrutar.

34) Hay películas que necesito  en mi vida cada cierto tiempo: las del Tarzán de Weismuller, Las aventuras de Jeremiah Johnson, Dersu Uzala… Son océanos de paz  que me renuevan por dentro.

35) Me considero un optimista  nostálgico.  Combinar ambas emociones es todo un arte.

36) El panqueque, es decir, el postre de dulce de leche típico de Argentina,  me parece el rey de los postres. Placer entre placeres que me hace poner los ojos en blanco.

37) Admiro a la gente que puede pasar a ser el centro de atención de golpe y sin cortarse.

38) Soy un desastre orientándome. Una vez aprendo a llegar a un sitio ya no varío el trayecto por si acaso.

39) Las mejores siestas me las he echado en la playa. Siempre me las anoto satisfactorias.

40) Me aburre horrores estar en tiendas de ropa. Si necesito algo lo pido,  lo compro y adiós. ¿Ver otras cosas? ¿Probarme más? No, por favor, que ya llevo 10 minutos aquí.

41) Me encanta el ajo. En todas sus variedades culinarias. Esto descarta, supongo, el que yo llegara a ser JuanRa Vampiro.

42) En mi familia mi madre y yo somos los que más disfrutamos comiendo. Cuando alguien pone  alguna pega en la mesa,  nos hacemos gestos que significan “¡No saben ni lo que dicen. Está todo buenísimo!”

43) Me gustan los cementerios. Siento  un extraño bienestar  cuando entro en uno y recorro sus calles a solas.

44) Me cae bien la gente de risa escandalosa, sobre todo si logra contagiármela.

45) Soy bastante malo para recordar nombres. Viendo la serie Juego de Tronos tuve que ir escribiendo todos para poder consultar de quién coño carajo estaban hablando.

46) Me resulta sumamente atractivo todo el folklore del  Dia de muertos en Mexico, especialmente las calaveras decorativas.

47) Me gustaría haber escrito El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez. Tiene un estilo perfecto y logra crear unas atmósferas maravillosas.

48) Nací un lunes. Esto no es muy interesante, lo sé  ¡Es que ya no sé qué decir!

49)  Nunca imaginé al empezar este blog que conocería a tantísima gente, y menos aún que llegaría a hacer tan grandes amigos.

50) ¿He dicho que hoy cumplo cincuenta? ¡¡Qué lapsus!! Quería decir veintitreinta.