¿Me das esa baraja
que llevamos a medias, Juan?
Hoy sí que hace
frío, ¿eh? Voy a sacarme un calentico. ¿Quieres uno?
¿No ha venido nadie
aún? ¿Pues dónde se ha metido la parroquia?
Hoy me voy más
pronto, que tengo que ir a un entierro.
Ay, aquí sí que se
está bien, ¿eh? Parece que vendan ropa.
Ayer hizo cinco años
que murió mi mujer. ¡Cinco ya! Más solo que me dejó… Y aquí
sigo.
Mira a ver si le
puedes sacar una poquica punta al lápiz, Juan, que no escribe muy
allá.
Y mis hijos que no
me hablan... ¿Tú te crees que hay derecho? Pero allá ellos… Lo
que sí me duele es que no me dejen ver a mis nietos. Eso sí es
duro, Juan. Muy duro…
Juanico, dile a la
directora que nos invite a una chocolatada, o algo…
¿A que no sabes
dónde estoy en esta foto? Soy este de aquí. Y ese mi hermano
Miguel. Y aquí mi madre… Siempre llevo esta foto en la cartera.
¿Tienes periódicos
viejos? Es que me vienen bien para limpiar la jaula del canario.
Ay, nene, mírame
cuándo tengo que venir a Memoria, que no me acuerdo.
¿No sabrás cómo
quedó ayer el Valencia?
Y de eso hará…
más de 50 años. Ya ves… El tiempo y la marea ni se paran ni
esperan.
¿El podólogo no
viene hoy? Yo diría que me dijo que me atendía esta tarde… Ay, después
de venir desde la Corredera andando, con este dolor de pies...
Ayer no pude venir.
Tuve a toda la tropa en casa. ¡Cinco nietos y dos bisnietos! ¿Qué
te parece?
A ver si entiendes
tú esto… ¿Cómo hago para llamar al que me ha llamado ahora
mismo?
¿Me puedo llevar el
Marca, Juan? Total ya no lo va a mirar nadie…
Decían que iba a
llover hoy, pero si no sopla de Levante...
Nene, baja un poco
la calefacción que las de Baile nos asamos.
Esta baraja me la
guardas aparte, hazme el favor. Es que si me la cogen me la
marranean.
¿Me puedes avisar a
las seis menos cuarto para que me tome el Sintrom?
¿A que no me
adivinas la edad? Di, di… ¡Voy para los 89!
Yo vivía a las
faldas del castillo, en una de las casas cueva que hay allí. Hasta
que un día nos echaron a la calle. Era yo muy pequeño pero me
acuerdo como si fuera ayer.
Claro que hace
tiempo que no me veías… Como que fui al médico a hacerme unas
pruebas y me ingresaron. Me han puesto un marcapasos.
Venga, papa, date
prisa, que tengo a las nenas esperando en el coche.
Hoy sí que llevo un
caramelo de regaliz, Juanico. Anda, toma, que es de los buenos.
Mira a ver, Juan,
que se me ha volcao el café sin querer,
¿¡Pues no me
dejaba el paraguas!? Me ha tocao volverme desde allá abajo. Si es
que... el que no tiene cabeza tiene que tener pies.
Bueno, pues ya hemos
echao la tarde, ¿verdad?
Hasta el lunes,
Juan... Bueno… si Dios quiere, porque a esta edad….
Y así pasan las tardes, tranquilas. Como una rueda que gira lenta hacia adelante pero que mantiene un eje anclado en el pasado,
trayéndolo al presente una y otra vez.
Y el ayer se diluye
irremediablemente en cada nuevo día.
Y cada cual tiene una historia que guarda dentro de sí.
Y algunos se acercan a compartir retazos de esa historia, de algunos de tantos recuerdos imperecederos que conforman sus vidas.