¿Cómo lo harán mis biógrafos para recopilar algún día mis andanzas? ¿Serán fieles a la verdad o se colará alguna mentira? ¿Seguirán un orden cronológico? ¿Se deslizará algún error?
¿Y cómo plasmarán el entuerto en el que hoy me hallo?
Porque, qué duda cabe, estos últimos días de febrero de 2013 marcarán un antes y un después en mi vida y en la de mi blog.
He vivido lo que en adelante se conocerá como la fatídica Semana Negra del Infierno.
Algo nada fácil de contar.
Nunca imaginé que sería testigo de una revuelta tan horrorosa aquí abajo.
Lo que empezó por un cabreo tonto de mi Jefe tras perder una partida de julepe, derivó en el aislamiento de autores de blogs satánicos y en la amenaza constante de ser expulsados del Averno tras destruir nuestros blogs.
La drástica decisión, muy rebatida por todos los demonios que comparten el inframundo, alcanzó tal grado de confrontación entre ellos, que he corrido serio peligro físico, agravado por el hecho de que mi carrera como diablo en prácticas está suspendida y no me es posible aprovechar las ventajas adquiridas para mi beneficio.
Algunos de mis compañeros blogueros lo intentaron.
Sachi Artero, el autor del blog Satanadas a medianoche, plantó cara al Jefe, y en castigo a su osadía, su blog sufrió tal descarga de megapíxeles que ya no hay forma de abrirlo. Aparece un mensaje que dice : “Déjalo, no hay nada que hacer”
Theresa Adrián, la responsable del blog El diablo me ama y me pide pasta, intentó colar un troyano liberador en el sistema, pero fue descubierta y hoy su página, una de las más interesantes de la red, ha pasado a ser un blog de cocina rápida - y de porno amateur los sábados- que se actualiza por sí mismo.
Lamentable.
Por suerte, mi prudencia mantuvo mi blog a salvo, si exceptuamos la cantidad de bichos, mocos y asquerosidades varias que lo invaden.
Desde el principio tuve el apoyo de Midgard, un diablo germano que me aconsejó no abrir la boca hasta que no se llegara a un acuerdo (el hambre que estoy pasando no lo sabe nadie)
Pero en este Infierno son demasiados y no llegan a ponerse de acuerdo en nada.
Y yo que creía que el Mal era cosa de unos pocos y he descubierto lo muy equivocado que estaba.
Existen diablos teutones, diablos budistas, diablos mayas, diablos egipcios, diablos manchegos, diablos indios, diablos haitianos, diablos helénicos, diablos vegetarianos… y así hasta el alba.
¡Y lo que he tenido que escuchar saliendo de sus bocas…! Los juramentos aquí abajo son como puñetazos de hierro fundido. Las ofensas son de tal magnitud que levantan polvo, cenizas y ampollas, y las miradas están cargadas de tanto odio que he visto desplomarse techos hasta perderse la vista hacia arriba. (Hay ahora un tramo de la muralla china que corre serio peligro. Se pueden ver sus cimientos amenazando un desplome en cualquier momento)
En mi condición de diablo becario debería estar curado de espanto ante estas cosas, y sin embargo, lo confieso, he pasado mucho miedo. ( Y mucha hambre también)
Pero, precisamente, gracias a este estómago vacío se me agudizó el ingenio y hace un par de días me salió al paso una ocurrencia que pensé que podría funcionar.
Acudí a Midgard y le pedí permiso para abrir la boca.
- ¿Qué quieres? - quiso saber mientras abrillantaba su piel de serpiente con sebo de buey.
- ¡Tengo una idea para rescatar mi blog!
- La oposición está en horas bajas. No creo que nadie pueda ayudarte ahora contra tu Jefe.
- Da igual, me basto y me sobro yo solo.
- ¿¿Tú solo?? ¡No seas fanfarrón!
- Bueno, necesito la ayuda de mis lectores.
- ¿Y qué pintan tus lectores en todo esto?
- ¿Cómo que qué pintan? Supongo que no quieren que esto desaparezca. Yo diría que están por la labor de echarme un cable.
- ¿Y qué les vas a decir? ¿Que bajen a hablar con tu Jefe? ¿Que le echen la bronca?
- No, eso no, aunque apostaría a que alguno habrá que se atrevería. Pero no, yo no quiero enfrentarme a mi Jefe, quiero jugar con él.
- ¿¿Has dicho jugar?? - preguntó dejando de frotarse con la grasa de buey, que por cierto olía deliciosamente bien - ¿Jugar a qué?
- Todos sabemos que mi Jefe se pirra por el juego, por los retos. He pensado que me voy a arriesgar. Le voy a decir que ponga a prueba a sus fieles seguidores, que les plantee acertijos, pruebas para resolver.
- Bah, ha perdido toda la confianza en ti! No va a querer saber nada de lo que le plantees.
- ¡Pero le pierden las apuestas! Es capaz de olvidarse de todo con tal de entrar en una apuesta.
- ¿Y qué apuesta le vas a plantear?
- Si los lectores son capaces de resolver las pruebas que él proponga...que me devuelva el blog y me permita seguir con mi formación diabólica.
- ¿Y si no las resuelven?
- ¡Las van a resolver!
- ¿Cómo estás tan seguro?
- Tú no conoces a mis lectores.
(Finalmente el Diablo, con un brillo de prepotencia en la mirada, accedió a mi propuesta.
Quiso que fueran 13 los osados para el reto, y cada uno habrá de resolver una de las 13 pruebas que él propondrá.
Tenemos el blog en juego, amigos, pero no hay otra salida. Confío en vosotros. ¡Necesito a trece voluntarios! ¿Quién se atreve a retar al Diablo?)