PRIMERA ESCENA / erste Szene
Digamos que ahí, ante la pantalla del ordenador, estoy yo mismo (JR), disfrutando al revisar carteles de grandes películas del cine mudo, más concretamente aquellas que pertenecen a lo que se denomina “el expresionismo alemán”.
Tan atractiva me resulta la estética de aquellos carteles que hago un collage con algunos de ellos.
Es una calurosa noche de verano, las ventanas están abiertas pero no corre ni la más leve brisa. Sin embargo, uno de los visillos se mueve levemente.
SEGUNDA ESCENA / zweite Szene
FRIEDRICH: ¿Me has llamado?
JR : (asustado) ¿Cómo? ¿Quién es usted?
FRIEDRICH: Me llamo Friedrich... Friedrich Plumpe, aunque seguro que te sonará más el nombre de Friedrich Wilhelm Murnau.
JR: ¿¿Murnau?? ¿El cineasta alemán?
FRIEDRICH: Exacto. Creo que me has estado llamando, ¿no?
JR: Pues... la verdad es que no. Hace unos días supe de usted por la noticia de que habían asaltado el panteón donde está sepultado y se habían llevado su cabeza. Eso me llamó la atención.
FRIEDRICH: Tutéame, por favor (acto seguido se pasa una mano por el cabello) Es cierto lo que dices, pero ya ves que ante ti me presento completo.
JR: Pero no sé que hace usted aquí. ¡Yo no le he llamado!
FRIEDRICH: Quizás lo hicieras en sueños. De alguna forma, sin pretenderlo, me has invocado. Pero no tengas miedo, solo estoy de paso, y ya que tienes la oportunidad de conocerme mejor, aprovéchala, charlemos como dos amigos.
JR: Bueno, es que esto es tan extraño... ¡Murnau ante mí! Yo... Dígame... ¿por qué cree que se llevaron su cabeza?
FRIEDRICH: ¿Por qué te empeñas en tratarme de usted? ¿Sabes que dejé este mundo a los 42 años? ¡Soy más joven que tú!
JR: Está bien, Friedrich, te voy a tutear.
FRIEDRICH: Gracias. Bueno... te sorprendería saber lo acostumbrado que estoy a estos asaltos. No ha sido la primera vez que me visitan a altas horas de la madrugada, ni la primera que sacan mi cráneo del sudario. Una vez lo hizo alguien disfrazado de Nosferatu. Sí, como lo oyes. Encendió seis cirios en círculo y colocó mi cráneo en el centro. Después estuvo leyendo unas frases que no llegué a comprender. Antes de marcharse lo dejó todo tal y como estaba antes de entrar. Otras veces también me sacaron al exterior. Solo en esta ocasión no me han devuelto.
JR: ¿Y cómo se siente? Perdón... ¿Cómo te sientes? ¿Estás enfadado?
FRIEDRICH: Pues lo cierto es que no. Te puedo asegurar que el que lo ha hecho ya se siente mucho peor que yo. El sentimiento de culpa llega a atormentar a muchos hombres.
JR: Sigo anonadado por tenerte aquí delante, Friedrich. ¡Tú has sido uno de los más importantes directores del mundo! Tu película Amanecer está considerada todavía entre las diez mejores de la historia del cine, y la mejor de la época del cine mudo.
FRIEDRICH: Ah, aquellos tiempos... Esa fue mi primera película para Hollywood, después de años trabajando en Alemania, y sí, la hice con el mayor mimo, exigiéndome a mí mismo toda la perfección posible. Un año después se crearon los Premios de la Academia y Amanecer consiguió tres estatuillas. Yo recibí uno, pero me alegré mucho más por Janet Gaynor.
JR: ¿A qué se debió ese salto a América?
FRIEDRICH: Pues verás, la República de Weimar, el régimen político en el que yo viví, solo quería incentivar las producciones nacionales y cerraba las puertas a todas las producciones extranjeras. Pero tras la I Guerra Mundial, llegó la crisis y ya no era viable llevar a cabo determinados rodajes. Los productores alemanes visitaron entonces a grandes empresarios norteamericanos y llegaron a importantes acuerdos. Gracias a estos llevé al cine célebres producciones teatrales, como el Tartufo, de Moliere y el Fausto, de Goethe, que supuse serían de interés en otros lugares del mundo. Y efectivamente, cuando estas películas se dieron a conocer, William Fox se puso en contacto conmigo y me propuso firmar un contrato. Ahí empezó mi aventura americana.
JR: Que duró bien poco...
FRIEDRICH: Así, es, JuanRa. Es curioso, en la guerra fui piloto aéreo, tuve muchos percances en vuelo y un grave accidente en Suiza que pudo costarme la vida, sin embargo no había llegado “mi hora” todavía. Fue estando en la soleada Santa Mónica, en una etapa de gran reconocimiento y mucho trabajo, cuando un absurdo accidente en coche me arrebató la vida.
JR: ¡Qué fatalidad!
FRIEDRICH: Y lo que son las cosas, mientas me enterraban en Sathnsdorf, se estaba estrenando Tabú, mi última película en Estados Unidos. Mientras me daban sepultura, aparecía mi nombre en una pantalla a miles de kilómetros de allí.
TERCERA ESCENA / dritte Szene
JR: De las películas que hiciste, ¿con cuál te quedas?
FRIEDRICH: Creo que con determinados momentos de todas, aunque tal vez sea El último la que mejor sabor me dejó. ¿La conoces?
JR: No, no la he visto, ¿de qué trata?
FRIEDRICH: Es la historia de un portero de un hotel de lujo, un anciano orgulloso de su trabajo. De golpe es degradado a mozo de los lavabos. Tan abatido se siente que intenta ocultar a todos su nueva condición y cada día roba su antiguo uniforme para aparentar que todo sigue igual. Pero, claro, ya nada es igual.
JR: Intentaré verla, parece muy emotiva.
FRIEDRICH: ¿Y tú? ¿Alguna preferencia?
(En ese mismo instante empiezan a sonar las 12 de la noche en el reloj del salón)
JR: Yo he de admitir que tan solo conozco una de tus películas, Friedrich, una que realmente me fascina: Nosferatu.
FRIEDRICH: Lo imaginaba. Ah, Nosferatu... Nosferatu tiene su historia, ¿sabes?
JR: Leí que tu intención era que se llamara Drácula.
FRIEDRICH: Claro, pero la viuda de Bram Stoker no accedió a vender los derechos de la obra, así que como yo estaba obstinado en realizarla, hice algunos cambios. El conde Drácula pasó a ser el conde Orlok, y el matrimonio protagonista y los lugares también fueron cambiados.
JR: Sí, pero la historia era básicamente la misma.
FRIEDRICH: Efectivamente, y eso hizo que la viuda de Stoker nos demandara. Perdí el juicio y fui condenado a destruir todas las copias de la cinta. Por fortuna, unas pocas ya se habían distribuido por el mundo y permanecieron escondidas por particulares hasta la muerte de la viuda de Bram Stoker.
JR: De no haber sido por esto, hoy no conoceríamos Nosferatu. ¡Qué crimen destruir semejante maravilla!
FRIEDRICH: Bueno, otras han corrido peor suerte. En la Historia ha habido cientos de películas destruidas y perdidas para siempre. Te aseguro que muchas eran auténticas obras de arte. No sé si sabrás que algunas de las películas que yo hice ya no podrán recuperarse jamás, y otras... quién sabe.
JR: ¿Cómo es eso?
FRIEDRICH: Muchas se han deteriorado por el paso de los años. Se han conseguido reconstruir algunos trozos, pero en su mayor parte son irrecuperables. De Satanás, por ejemplo, de 1920, solo se conserva un fragmento, y de Los cuatro diablos, de 1928, algunas escenas y varios dibujos, que permiten conocer parte de la historia.
JR: ¡Madre mia! ¿Satanas? ¿Los cuatro diablos? ¡Solo por esos títulos ya me son valiosas!
FRIEDRICH: Y otras andan extraviadas, e incluso ocultas. Phantom apareció recientemente. Se creía perdida pero alguien encontró en un almacén una copia en buen estado. Esto ocurrió hace solo 10 años, si no me equivoco.
JR: ¡Increíble! Imagino la emoción de recuperar algo así... Pero volviendo a Nosferatu, yo, que soy un enamorado del cine de terror la considero excelente. Incluso el hecho de que se noten cortes y se vea tan deteriorada la hace más especial.
FRIEDRICH: Es posible que hayas visto una de las muchas copias sobre copias que existen. Te advierto que existen algunas con cortes de escenas. De todas formas tampoco existe esta película en su metraje completo.
JR: Es curioso porque también la he visto varias veces en internet, y en una de ellas la banda sonora era distinta. Era una música extraña, perturbadora, y en ocasiones hasta desafinada, pero creo que eso conseguía que las escenas resultaran aún más espeluznantes.
FRIEDRICH: La música siempre fue algo fundamental en aquellas películas. Quizás en alguna de sus restauraciones añadieran otra banda sonora.
JR: Es... bueno, no tengo palabras para definirla, pero pocas películas consiguen atmósferas tan angustiosas. Esos claroscuros... esas imágenes fijas... esos escenarios tan inquietantes...
FRIEDRICH: Todos los escenarios exteriores fueron reales, algo que en aquella época era muy poco habitual por lo complicado que resultaba grabar fuera de los estudios.
JR: ¿Y qué me dices del actor? ¿Quién era ese Max Schreck? Además con ese apellido, que significa "susto". He oído...
FRIEDRICH: (Rie) Has oído que era realmente un vampiro, ¿no es eso?
JR: ¡Sí!
FRIEDRICH: Todo es debido a un malentendido. Yo convencía a mis actores de que eran realmente los personajes que interpretaban. A Max le dije: “Eres un vampiro, ¡lo eres! y vas a morder el cuello de Greta, y lo vas a hacer de verdad”. Lo gracioso es que me obedeció y la actriz, que se sentía muy inquieta al rodar esa escena, gritó con fuerza al recibir el mordisco. Todo el equipo miró a Max con aprensión y se corrió la voz de que yo, buscando el máximo realismo, había contratado a un vampiro. Ahí debió nacer la leyenda.
CUARTA ESCENA / vierte Szene
JR: Leyendas negras aparte, no puedes negar, Friedrich, que Nosferatu tiene un balance trágico e inquietante: Max murió repentinamente de un ataque al corazón, un cámara de la película se rompió el cuello en un accidente, uno de los guionistas también falleció. Y tú mismo, unos años después.
FRIEDRICH: Oh, vamos, ninguno fue durante el rodaje. Seguro que hay multitud de ejemplos similares que no han trascendido. Todo el mundo muere tarde o temprano, pero el hecho de ser casos vinculados a Nosferatu alimentó el morbo de la gente. Y así será siempre, me temo.
Diciéndome esto percibo que la cabeza de Murnau es semitransparente, y a través de ella puedo ver los visillos de la ventana. Me doy cuenta de que nada de esto tiene una explicación convincente, que no es posible que esté hablando con un muerto que aparenta estar vivo. ¿Y por qué ha resucitado? ¿Para qué ha venido? Murnau me mira y durante un instante parece saber lo que pienso.
JR: Friedrich, ¿puedo hacerte una última pregunta?
FRIEDRICH: Adelante.
JR: ¿Eres un vampiro?
FRIEDRICH: (sonríe levemente) Y tú, JuanRa, ¿eres un diablo?
PD: Mi reto para este verano: ver todas las películas posibles de W.F. Murnau. He comprobado que muchas de ellas se pueden ver en Internet. Sí, ya he empezado a perder la cabeza por aquel cine.