- Mamá, no me lo digas todos los días, - te escucho decir- que ya lo sé. ¡Ni que fuera la primera vez!
De sobra sabes que al terminar las clases has de pasar por el aula de tu hermana, para recogerla y venir juntos hasta la tienda, con mucho cuidado al cruzar.
- Tienes razón – te respaldo, satisfecho por el tono en que lo has dicho- ¡que no naciste ayer!
Y sin embargo, aunque sé que no naciste ayer, sí me parece que fue anteayer, o la semana pasada como mucho; esa es la sensación que tengo, de que apenas ha pasado el tiempo.
Pero lo cierto es que hoy cumples 10 años y, casi sin darnos cuenta, te has convertido en un hombrecito.
De un tiempo a esta parte, y dado que demuestras mucha responsabilidad, vamos cediendo en concederte mayores libertades, como la de tener llaves de casa o el que vayas en ocasiones al parque tú solo a jugar con tus amigos, algo que no deja de inquietarnos, pero que creemos conveniente.
Hay detalles que evidencian que vas madurando, como el que te hayas hecho tan observador en muchos aspectos. Me hiciste mucha gracia viendo la tele el otro día.
- Papá, ese anuncio está mal.
- ¿Cuál? No lo he escuchado.
- Dicen “Calidad y precio cada vez más cerca” ¡No lo entiendo! Si están cerca, a mucha calidad mucho precio, ¿no? Yo diría “Calidad y precio cada vez más lejos” Mucha calidad y poco precio.
- Bueno, se sobreentiende que “precio” es “buen precio”
- Pues yo creo que no. El precio puede ser caro o barato. Que digan mejor “Calidad y buen precio cada vez más cerca”
Y la verdad es que no sé si esa afirmación tiene algún fallo o no, pero me agradó escuchar semejante observación, y más aún tu forma de explicarte.
Como cada año, me gusta dedicaros a tu hermana y a ti una entrada en vuestro cumpleaños. Esta vez he estado repasando fotos y encuentro dos que me sirven para hacer una divertida comparación.
- A ver, Samuel, métete en el lavabo que te voy a hacer una foto.
- ¿Queeeé? ¿Para qué?
- Tú hazme caso. Ven, yo te ayudo.
Y otro día…
- Colócate aquí, junto a Mazinger.
- ¿Y eso?
- Ya lo verás. Así, muy bien, ahora tócale la cabeza.
Y una vez colocadas juntas en el ordenador, pudimos comparar tamaños y reírnos un rato.
De aquel Samuel que un verano se bañó en un lavabo y cabía perfectamente...
...a este Samuel larguirucho que casi no cabe estirado en la bañera.
Y de aquel entonces, cuando el robot te llegaba por el ombligo…
… a ahora, que solo podría golpearte las rodillas.
Y Aitana contempla tus fotos de pequeño y suspira:
“Ay, qué pena que yo no te conociera así…”
Me gusta apreciar que crecéis y percatarme de que os vais haciendo mayores, aunque en ese proceso queden atrás etapas insustituibles.
Me acuerdo, Samuel, lo a gusto que te venías a pasear conmigo por lugares campestres, y las muchas aventuras que fuimos descubriendo y las historias que te contaba y que con tanto interés seguías.
Tan pequeño entonces, cogiéndome de la mano.
Hoy te veo poniéndote gomina para peinarte y saliendo contento hacia el parque y me viene a la cabeza aquella canción de ABBA:
Se me está escapando al crecer,
cómo lograr que se detengan hoy los minutos…
Su gran fantasía cuidaré
y cuando la voy descubriendo… sigue creciendo.
Se me está escapando; ya lo sé.
¡¡Diez años ya, Samuel!! ¿Tú sabes cómo suena eso? ¡¡Felicidades!!