¿Sabes,
Toñy? A pesar de los muchos años que han pasado sin verte, aún
recuerdo muy bien tu voz.
Me basta con cerrar los ojos para oirte
hablar y aún consigo ver tu limpia mirada y esa sonrisa entre
tímida y divertida que iluminaba tu cara.
Cómo
me acuerdo de aquellas visitas en verano, de aquellos trayectos con
tantas curvas que la impaciencia por llegar nos hacía larguísimos.
Del momento en el que el autobús entraba por fin al pueblo y paraba
justo delante de tu casa, e inmediatamente mirábamos a tu balcón
esperando verte asomar. Y el corazón nos latía deprisa, por la
emoción y la alegría de volver a ver a nuestras amigas.
Como
si de ayer mismo se tratara, veo cómo nos hacíamos fotos en las
fuentes de La Toba, o tomábamos una Coca Cola en el Avenida , o
dábamos paseos sin rumbo por el pueblo... ¿Recuerdas aquella vez
que entramos en tu casa y pusiste el tocadiscos? Me acuerdo que sonó
el Words, de F.R David y Souvenir, de OMD, que siempre fueron los
temas que identificaron a nuestra pandilla.
La
nostalgia me inunda cada vez que escucho esas canciones de nuevo.
Qué
sencilla era la vida entonces...
A
veces me parece mentira que el tiempo no haya diluído nuestra
amistad. Sin duda, aquellos años de adolescencia calaron muy hondo
en todos nosotros y los recuerdos que tenemos siguen siendo tan
dulces y tan de verdad como era todo entonces.
Había
tanta alegría al vernos... Y también algunas lágrimas al
despedirnos...
La
adolescencia quedó atrás y cada cual siguió su vida. Los años han
ido pasando muy deprisa, tan deprisa que hoy nos parece mentira que
hayan sido tantos. Pero ¿no sientes que jamás dejamos de ser
amigos, que aquellos jóvenes de entonces se hicieron adultos pero
no del todo y que el cariño nunca menguó?
Tres
décadas después, pensé que teníamos que volver a reurnirnos y se
me ocurrió crear un grupo de whatsapp en el que estuviéramos todos.
Gloria y Adela me dieron los teléfonos que yo no tenía, y de nuevo,
como por arte de magia, estábamos comunicados en “AYNA: EL
REENCUENTRO”.
Me
alegró muchísimo saludarte otra vez, y me dijiste que tenías una
hija de tres años.
“Es mi mayor tesoro”, escribías.
“Qué
buena idea has tenido – me decías – Esto del reencuentro me
parece muy bonito, pero creo que de momento no me siento preparada”
Ahora
comprendo por qué lo decías.
Hace
poco más de un mes, hojeando un libro, encontré una pegatina que
hiciste para mí. Decía JUAN con colores muy vivos. La fotografié y
te la mostré. Poco después me enviabas tú la foto de un naipe
repleto de frases mias. Me hizo mucha gracia que los dos
conserváramos
aquellos detalles tan sencillos pero tan llenos de valor para
nosotros.
"Aún
guardo todas tus cartas", te dije.
"¡Y
yo las tuyas! Las tengo en el pueblo. Cuando vaya las revisaré"
Lo
que no te dije es que las tengo ordenadas por fechas y encuadernadas.
Y
hoy las veo y no soy capaz de releerlas porque me cuesta mucho
aceptar que ya no estés con nosotros.
Yo
no sabía que estabas enferma. Ninguno lo sabíamos porque a nadie se
lo dijiste. Imagino que no querías que ningún amigo sufriera por
ti, y eso dice mucho de la persona prudente, sencilla y discreta que
siempre has sido.
Hoy
estoy muy triste, Toñy, pero te prometo que no durará mucho. Ya
sabes que soy una persona positiva y voy a transformar mi dolor en un
cariño imperecedero. Además, estoy convencido de que tú vas a
conseguir que aquella pandilla de entonces vuelva a reunirse de
nuevo, que conmemoremos y consolidemos nuestra amistad treinta años
después. Porque la vida ha pasado, pero con nosotros permanecen los
dulces recuerdos de aquellos tiempos de inocencia y felicidad.
Seguramente
dabas por hecho que tú no te reunirías con nosotros, pero te
equivocabas, Toñy, porque sí que vas a estar. Vas a estar presente
y más viva que nunca. Entre todos, junto a todos.
Y si antes amaba
Ayna, a partir de ahora la amaré mucho más, porque vas a estar en
ella para siempre.
Y
quiero que sepas que tarde o temprano conoceré a tu hija, y sé que
al mirarla veré en ella tu mirada y tu sonrisa y podré darte
entonces el beso de despedida que no me ha dado tiempo a darte.
Hasta
siempre, querida Toñy.
Hasta
siempre, amiga mía.