Lo que muestro en la foto es la hoja de un calendario.
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La conservo en un álbum desde hace mucho tiempo y lo hago por un doble motivo.
La conservo en un álbum desde hace mucho tiempo y lo hago por un doble motivo.
Primero porque pertenece al año en el que nací, pero principalmente por la forma en que esa amarillenta hoja llegó a mí. (He intentado despegarla para escanearla pero se me quebraba como papel de cebolla, por lo que he optado por usar la cámara de fotos)
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Hubo un tiempo en que fui muy aficionado a observar todo tipo de insectos y lagartijas, algo de lo que tengo que escribir algún día por aquí.
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Tenía un terrario con arena, rocas y plantas y en él iba metiendo a los bichos que atrapaba en los extensos descampados que rodeaban mi casa. Me fascinaba observar sus movimientos a través del cristal y tenía un cuaderno en el que los dibujaba e iba tomando apuntes de lo que veía. Diría que me llegó a interesar más mi terrario que la tele.
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Muchas veces me acompañaban mis hermanos en esas “cacerías”, pero el día de autos me encontraba yo solo, con un tarro de cristal en el que esperaba poder meter algún saltamontes, araña, escarabajo o cualquier otro pequeño ser vivo que se pusiera a mi alcance, como era habitual en aquellos safaris campestres.
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Muchas veces me acompañaban mis hermanos en esas “cacerías”, pero el día de autos me encontraba yo solo, con un tarro de cristal en el que esperaba poder meter algún saltamontes, araña, escarabajo o cualquier otro pequeño ser vivo que se pusiera a mi alcance, como era habitual en aquellos safaris campestres.
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Pero aquella tarde había un cielo borrascoso y los matorrales y espigas del secarral en el que me encontraba bailaban mecidos por los envites del viento, y los insectos debían haberse refugiado en sus escondrijos porque no vi ninguno.
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Lo que sí vi fue cómo una hoja de papel venía volando por el aire.
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Lo que sí vi fue cómo una hoja de papel venía volando por el aire.
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La hoja ascendía y descendía al capricho del viento hasta que finalmente planeó a ras de tierra para ir chocando con la maleza del lugar. Los soplos de aire iban desplazando aquel papel de un matojo a otro acercándolo cada vez más a mí. Cuando se encontraba bastante próximo, tenía ya mucha curiosidad por ver de qué se trataba, así que fui a por él y lo cogí.
Lo que descubrí me dejó pasmado.
Lo que descubrí me dejó pasmado.
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No era solo por el singular hecho de que se tratara de la hoja de un calendario del año 1966 (esto sucedió a mediados de los ochenta) sino porque además se trataba únicamente de la sexta hoja. ¿Qué hacía volando por allí algo de hacía una veintena de años? ¿De dónde salía esa única parte que mostraba el día, mes y año de mi nacimiento? ¿Cómo era que la encontraba precisamente yo? Ni siquiera puedo decir que la encontrara yo, siempre diré que fue la hoja la que vino a mi encuentro.
Me pareció algo increíble (aún hoy me lo sigue pareciendo) y por eso la guardé.
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Ha transcurrido otra veintena de años y me he vuelto a reencontrar con esta hoja del calendario. Sería muy difícil precisar el lugar exacto donde la hallé pues ya no existen aquellos campos donde yo cazaba insectos y lagartijas; una gran zona residencial y un polígono industrial los ocupan hoy.
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Al mirar ese papel quebradizo y rememorar aquel día he sentido el impulso de contarlo en el blog, como así estoy haciendo. Y claro está que, por ser precisamente “el blog del diablo”, he de reconocer que me ha pasado por la cabeza que la historia tiene algo de diabólica, ¿no es cierto?
Toda la retahíla de números que ha venido a mi mente a continuación no deja de ser curiosa y me ha divertido ponerla por escrito (y digo que me ha divertido para que los miedosos no cojan canguelo y se me espanten. Soy inofensivo. De momento.)
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Desde luego, el nacer un día 6 del sexto mes del año 66 ya tiene miga, pero se incrementa con el hecho de que durante toda mi etapa escolar fui siempre el número 6 de la lista de alumnos.
Mi santo es un día 24. 2+4=6
Calzo un 42. 4+2=6
JuanRa tiene 6 letras.
Diablo otras seis.
Mi mujer nació un día 3. La media naranja de un 6 siempre será un 3 (esto es lo más rebuscado del mundo, lo sé. ¡Pero cuenta!)
Desde que creé el blog, escribo una media de 6 entradas al mes.
El año pasado escribí justo 66.
Esta entrada, última de este año, es también la 66.
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Estoy empezando a pensar que desde que nací alguien me está poniendo señales que no termino de saber interpretar.
Mi santo es un día 24. 2+4=6
Calzo un 42. 4+2=6
JuanRa tiene 6 letras.
Diablo otras seis.
Mi mujer nació un día 3. La media naranja de un 6 siempre será un 3 (esto es lo más rebuscado del mundo, lo sé. ¡Pero cuenta!)
Desde que creé el blog, escribo una media de 6 entradas al mes.
El año pasado escribí justo 66.
Esta entrada, última de este año, es también la 66.
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Estoy empezando a pensar que desde que nací alguien me está poniendo señales que no termino de saber interpretar.
¿Iba yo para reencarnación del Diablo y no salí todo lo malo que era preciso?
¿Faltó tal vez que me llamaran Sixto para completar con éxito el sortilegio? (Aunque ahora veo que Sixto no tiene 6 letras, ¡qué lástima, con semejante nombre!)
¿Seré tan malo en matemáticas que no alcanzo a ver el poder de la numerología?
¿No sé usar las claves que tengo para conseguir los fines maléficos a los que yo estaba predestinado?
Lo único que de verdad tengo claro es que de haber nacido en la Edad Media me habrían socarrado como a una longaniza.
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Pero no me queda más remedio que hacer un último intento por ver si se desata por fin algún tipo de furia salvaje y terrorífica maldad que debo tener dormida en algún lugar de mis entrañas, más arriba o más abajo.
Y veréis lo que se me ha ocurrido…
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Esta entrada queda programada para publicarse a las 6 de la madrugada, justo 66 horas antes de finalizar el año.
Lo único que de verdad tengo claro es que de haber nacido en la Edad Media me habrían socarrado como a una longaniza.
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Pero no me queda más remedio que hacer un último intento por ver si se desata por fin algún tipo de furia salvaje y terrorífica maldad que debo tener dormida en algún lugar de mis entrañas, más arriba o más abajo.
Y veréis lo que se me ha ocurrido…
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Esta entrada queda programada para publicarse a las 6 de la madrugada, justo 66 horas antes de finalizar el año.
Si tengo la suerte de que los planetas estén alineados donde tienen que estar, esto podría ser lo más dañino del universo, teniendo en cuenta que vamos a entrar en el año 11, que es… ¡por las barbas del profeta!... ¡la sexta parte de 66!
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¿No tenéis ya un miedo atroz?
¡¡Si hasta yo lo tengo!!
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¿No tenéis ya un miedo atroz?
¡¡Si hasta yo lo tengo!!