- ¡Levántese el acusado!
Obedeciendo, levántome.
Se me acerca el fiscal con su firme dedo inculpador.
- ¿No es cierto, Señor Diablo, que usted dijo que estaría completamente desconectado estas vacaciones?
- Sí
- Sí, ¡qué!
- Que sí lo dije.
- ¿Y no es menos cierto que advirtió que no estaría para nadie?
- Sí
- Sí, ¡qué!
- Que sí, que dije que no estaría para nadie.
- Y sin embargo, me consta que no ha dejado usted… de leer otros blogs, ¡e incluso escribirles comentarios! ¿Puede explicar eso?
- Bueno… usted no lo entendería.
- Póngame a prueba.
- Simplemente pienso igual que papacangrejo, que dice que a los compañeros blogueros no conviene dejarles solos demasiado tiempo, por si se desmadran. Y además, al ausentarme podría perderme la convocatoria a esa posible macrofiesta blogger que espero. Hay que echar un ojo de vez en cuando.
- ¡No diga sandeces! Usted firmó además una promesa de inactividad y sin embargo, acaba de publicar otro post.
- La culpa no es mía, si aparezco ahora aquí es porque se me ha citado.
- ¡No diga memeces! Reconozca que lo hubiera hecho igualmente.
- Puede ser, esto se echa de menos, ¿sabe? El otro día me reía al leer a Sese, que dice que en verano hay que ofrecer unos servicios mínimos a los posibles lectores. En vacaciones casi nadie tiene ganas de mirar blogs en el ordenador, pero las excepciones merecen que haya algunos blogs de guardia. Para las urgencias, ¿no cree?
- ¡No diga idioteces!
- ¿Solo sabe protestar con eces? Esto empieza a oler mal, ¿sabe?
- ¡ No diga… bobadas! Espero que en su descargo pueda explicar contundentemente esta nueva y otra vez prescindible actualización.
De repente se levanta el abogado del diablo para demostrar que es algo más que una novela de Morris West.
- ¡Protesto! Siempre hay un motivo, por simple que sea, para actualizar el blog.
- Se admite la propuesta – dice el Juez, alzando un segundo la cabeza de su sudoku - ¡Prosiga!
- Mi cliente, el Señor Diablo, ha querido, aunque sea a modo de servicios mínimos, mostrar tres curiosos montajes fotográficos de esos que tanto le divierte hacer- Se apresura a llevarlos al Juez, que vuelve a levantar la vista fastidiado- El primero tiene que ver con el arte.
- ¿Qué diablos es esto? – exclama el Juez
-
- - Pues ya ve… la Mona Lisa.
- ¡Protesto! – grita el fiscal - ¡Es ridículo y carece de interés!
- Bien, puede ser – admite mi abogado- pero qué me dice de esta otra, también de contenido artístico. Se titula Picasso retocando su obra.
- ¡Protesto! – grita el fiscal - ¡Es ridículo y carece de interés!
- Bien, puede ser – admite mi abogado- pero qué me dice de esta otra, también de contenido artístico. Se titula Picasso retocando su obra.
- - Alabado sea el Señor – susurra el Juez ajustándose las gafas a la nariz - ¿Pero este hombre no puede limitarse a matar moscas con el rabo?
- Está bien, - continúa mi defensor - dejaba para el final la mejor. Es un envío de Papacangrejo desde Castellón. Sabedor del interés de mi cliente por los zombis, utilizó una foto de JuanRa para convertirle en muerto viviente.
- Está bien, - continúa mi defensor - dejaba para el final la mejor. Es un envío de Papacangrejo desde Castellón. Sabedor del interés de mi cliente por los zombis, utilizó una foto de JuanRa para convertirle en muerto viviente.
Miro de reojo al fiscal, esperando que proteste de nuevo, pero parece esperar a que el Juez se pronuncie.
- Vaya, – dice éste- está horriblemente favorecido. Un arte de lo más macabro. Bien, puesto que veo que no hay nada más que mostrar, levanto la sesión durante unos minutos. Ahora vuelvo con mi veredicto – y tras un golpe de martillo se marcha con el sudoku bajo el brazo.
Mi abogado vuelve a mi lado y me susurra que no ve demasiado fea la cosa, que confía en que todo salga bien. El fiscal me mira un instante y articula en silencio con sus labios “es-tás con-de-na-do”
Me levanto tranquilamente y me acerco a él.
- Disculpa, mamarracho de las heces. Ni el Juez, ni tú, ni nadie me va a condenar. Primero porque nunca he dejado de ser un condenado y después porque tú, el Juez y toda la sala, incluido mi abogado, sois personajes de mi invención.
- Pe… pero qué está diciendo?
- Pues eso, que tenía que escribir algo, porque me lo pedía el cuerpo y os he utilizado de atrezo, pero que ahora mismo publico esto, y si te he visto… no me acuerdo.
- ¡No me joda! ¿Para esto me tiré tantos años estudiando Derecho?
- ¡Qué injusticia!, ¿verdad?
- ¡Es usted un tramposo y un embustero!
- ¡A mí me lo vas a decir!