1 de agosto de 2018

OTRO VERANO DE PAÍSES, CAPITALES Y BANDERAS

Está visto que cada verano me da una ventolera (de componente sur-suroeste) que me trastorna.

Quizás recordéis que me propuse aprenderme las capitales de todos los países del mundo, y que, por contagio, inevitable en el entorno familiar, también fue para Aitana un reto a conseguir.

Pues bien, este año la cosa ha ido mucho más allá.
Continuando con mi pasión por la geografía,  me apeteció de repente un desafío morrocotudo, una proeza que fuera complicada de lograr pero no imposible:

Reconocer cada bandera de los 196 países del mundo, saber señalarlos en un mapa en blanco y decir, además, su capital. (Sí, hay que ser muy loco o muy entusiasta para pretender algo así)

Ni corto ni perezoso, busqué en Internet todas las banderas y una vez imprimidas las plastifiqué.
El resultado tuvo un inmediato atractivo para mis hijos, que jugaron a comprobar cuántas conocían.

 Descubrí con sorpresa que Samuel era capaz de reconocer muchos países.
- ¡Ah, mira,  esta es la bandera de Gabón!
- ¡Anda! Me has dejado de piedra ¿Cómo lo sabes?
- Porque cuando juego en la Play al FIFA me sale que Aubameyang es de allí.
"Bueno, me dije, también aporta algo de cultura saber mucho de fútbol".
 
 Entonces aproveché la ocasión para idear un juego.

Pensé que podía dividir las banderas por continentes y juntarlas con las cartulinas de colores que había confeccionado el año pasado, tal y como conté AQUÍ. 

Después utilicé un par de dados para "vestirlos" con otras caras. Un lado azul para Europa, un lado verde para América, marrón para África, amarillo para Asia y en color crema para Oceanía. Solo una cara del dado se quedaba en blanco: esa era la opción de elegir continente.

En el otro dado cubrí dos caras con la palabra "PAÍS", dos con la palabra "CAPITAL" y dos con "MAPA".
Las instrucciones eran sencillas. Se lanzaban los dos dados y se respondía según lo conseguido. Con AZUL y "PAÍS", por ejemplo, había que reconocer una bandera de Europa,  si el color era el marrón y la palabra "MAPA", tocaba señalar en el mapamundi un pais africano extraído al azar de las cartulinas marrones. Y si aparecía CAPITAL y el color crema, por ejemplo, decir la capital de un país de Oceanía.

El que antes consiguiera un número preestablecido de banderas y tarjetas, era el ganador del juego. 
Hoy puedo decir, muy orgulloso, que bastaron muy pocos días para que mis hijos y mi sobrina Carlota, en constante competición, aprendieran una barbaridad.

Pero como mi locura suele crecer como la marea y las ganas de seguir jugando están en constante ebullición, no me conformé con esto y amplié las opciones para un segundo juego de mesa más divertido.

Busqué un tablero sobre el que volver a pegar todas las banderas en un tamaño más reducido y las distribuí aleatoriamente, como casillas, formando un recorrido que fui señalando con flechas. 
Este es el resultado, una vez plastificado todo:
 
Sin duda lo más divertido fue la ayuda de los pequeños y sus ingeniosas aportaciones.

 - ¿Qué bandera ponemos la primera? - pregunté
- ¡La de España! - dijeron todos sin dudarlo. Y me pareció bien. En otras cosas puede que no, pero en mi juego España es la Number One.
- He pensado - les dije-  que podía haber  una casilla en la que si caes te quiten un banderín.
- ¡Ah! - exclamó Carlota -pues que sea Ecuador, porque como su capital es Quito... si caigo, yo te quito.
- ¡Pero qué gran idea! -  aplaudí entusiasmado - Y lo vamos a hacer más interesante: si caes en Ecuador con número impar, te quita un banderín cada jugador, pero si caes con número par, tú les quitas uno a cada uno.
- Yo creo que la meta debería ser la bandera de Ghana - dijo Samuel con mucho tino-  Seguro que gana el que llega a Ghana.
- ¡Me encanta! - le dije - ¿Y ponemos alguna otra casilla maldita?
- En Palaos te podrían dar un palo - dijo Aitana.
- ¡Gran idea! - acepté - Hago una señal en Palaos. El que caiga aquí ha de responder una pregunta. Si no la acierta pierde la mitad de lo ganado.

También decidimos que  como solo existen dos banderas iguales en el mundo, que son las de Chad y Rumanía, aquel a quien el dado hiciera caer en Chad avanzaría diciendo 
"De Chad a Rumanía y tiro porque la suerte es mía".

Convencido de que llegaría un momento en que los conocimientos sobre geografia política estarían superados, dibujé en el mapamundi los principales ríos del mundo, los mayores lagos y las montañas más altas de cada continente, y elaboré además un centenar de tarjetas con preguntas de geografia física de toda índole.

Y en fin,  a día de hoy  me atrevo a decir, sin miedo a equivocarme, que mis tres conejillos de Indias están bien preparados para competir con el más pintado. Que lo mismo te dicen de corrido todas las Antillas, como señalan  sin problema las islas de Oceanía  o te dicen con guasa que Laos está al laos de Vietnam.

No me canso de premiarles.