18 de enero de 2017

HABLANDO DE FRÍO, DE VIENTO Y DE YECLA...

Yecla ha amanecido esta mañana a 5º bajo cero, la temperatura más baja desde que vivo aquí, que yo recuerde.

Como este frio venía anunciándose con bastante antelación, Samuel se ha marchado al Instituto bien abrigado y casi una hora después acompañaba yo al cole a Aitana embutidos ambos en bufandas, gorros y guantes.

De repente se ha producido un momento mágico que me ha hecho sentir mucho gozo y ha sido cuando han empezado a caer unos minúsculos copos de nieve e inmediatamente todos los chavales que había en el patio han armado una buena algarabía.

¡Está nevando! ¡Está nevando! - se oía gritar a unos y otros.
También mi hija ha chillado emocionada, ya que todavía no ha vivido una buena nevada y lo está deseando. De hecho siente cierta envidia cuando ve el video en el que su hermano se echó un puñado de nieve a la boca y exclamó aquello de “¡Es agua! ¡Y se come!”


En el camino de vuelta a mi casa, ese aguanieve se ha intensificado y durante unos minutos el espectáculo a mi alrededor era tan atractivo, con miles de copos descendiendo por todas partes, que me ha parecido un crimen dejar de disfrutar aquello. Así que me he puesto a caminar.

¡Qué maravilla de paseo! Todo me parecía nuevo, distinto, con otra dimensión. El hecho de ver todo el espacio que me rodeaba atestado de blancos puntos oscilantes parecia transformar las distancias. El cielo era muchísimo más alto y las calles parecían no acabar nunca.
Siguiendo la calle Colón he llegado hasta la calle San Francisco, donde desde hace años vengo observando un curioso fenómeno: siempre, (repito: siempre) sea verano o invierno, corre por esa calle la brisa. Es como si fuera ese lugar un embudo por el que se cuela el viento. 
Quizás se forme en el cerro donde está el Santuario, baje por la plaza del Ayuntamiento e incapaz de superar la altura de la Basílica de la Purísima, siga hacia el Parque de las Palomas hasta chocar en el Instituto Azorín.
¡Y cómo corre a veces y cómo te hace saltar las lágrimas en invierno!
Ni que decir tiene que en un día como el de hoy, por allí no se podía quedar uno quieto. ¡Era el Polo con la puerta abierta!

He recordado entonces que el día que escribí sobre mis recuerdos más gélidos en Yecla, me quedé con las ganas de contar algo.

Es una anécdota relacionada con José Martinez Ruiz, el novelista de la generación del 98 a quien todos conocemos como “Azorín”. Desde que supe que su madre nació en Petrel, como la mía, y que su padre era de Yecla, no pude evitar una inmediata simpatía hacia su persona.
Recuerdo que estudiando E.G.B. en Elda, nos explicaron que su seudónimo se debía a que era muy observador y que, como un azor, examinaba con detenimiento todo lo que le rodeaba. Con el tiempo he sabido que esto no es así. 

Azorín estudió bachillerato durante ocho años en el Colegio de los Escolapios de Yecla, ciudad donde el apellido Azorín es muy corriente. A él le llamó mucho la atención dicho apellido y en su primera novela La voluntad, ambientada en Yecla, lo utilizó. Y ese Antonio Azorín, protagonista de la novela, siguió presente en su vida cuando en adelante decidió firmar con el seudónimo ya por todos conocido.

Hoy, en el lugar donde existió el colegio donde estudió, hay un Instituto de Secundaria que lleva su nombre.
Otro Instituto de la ciudad se llama José Luis Castillo Puche que fue otro literato natural de Yecla nacido en 1919. Castillo Puche tuvo oportunidad de conocer a Azorín y existe alguna conversación entre ambos. Me apetece mucho compartir un extracto que me llamó poderosamente  la atención.

Castillo Puche: ¿Qué es lo que más recuerda de Yecla?
Azorín: El viento. El viento es lo que más recuerdo.
Castillo Puche: Pero, ¿qué es lo que recuerda del viento?
Azorín: Su sonido, su fuerza, su frenesí, todo.
Castillo Puche: Los aires de Yecla son saludables.
Azorín: No confunda nunca viento con aire.
Castillo Puche: Por supuesto que no. ¿Cree acaso Azorín que el viento de Yecla es peligroso?
Azorín: ¿Usted no ha pensado, querido paisano, si la cantidad de suicidas que da Yecla y su porción de locos no lo serán por el viento
Castillo Puche: En eso no había pensado. ¿Y usted cree, pues, que los vientos de Yecla son unos vientos casi escatológicos?
Azorín: A pies juntillas lo creo.

Ignoro si  realmente es alta la tasa de suicidios en Yecla en relación con otros lugares y si el viento puede tener algo que ver en todo ello, pero en cualquier caso me hacen gracia las respuestas de Azorín porque de algún modo me siento identificado con él. 
Cuando empecé a vivir en Yecla y mis amigos eldenses me preguntaban por esta ciudad, yo siempre les decía. “Allí hace un frio de morirse. Y si encima hace viento..."

Y hoy observaba, además, lo chocante que resulta que el viento que corre  calle San Francisco abajo, termine encontrándose de lleno con el Instituto Azorín. Es como si fuera a saludarle:

Viento de Yecla: Hola, maestro, ¿se acuerda de mi?
Azorín: ¿Que si me acuerdo? ¿Cómo olvidarte?
Viento de Yecla: ¿Nota lo lozano me he levantado hoy?
Azorín: Hombre, yo ya no te siento, la verdad, pero díselo a JuanRa...

Claro que la experiencia de los años curten a cualquiera y hoy me englobo en ese dicho que tanto oigo decir en Villena, ese de “¡Cojones con los yeclanos, que al frío lo llaman fresco!”

Y como estoy "locamente" enamorado de Yecla, me despido con algunas fotos curiosas relacionadas con esta ciudad en la que mañana, según dicen los metereólogos podría nevar mucho. Ojalá.
Billete de la Segunda República




 Vinos con etiqueta de YECLA. Este último decorando mi librería.

 Folleto informativo de los tiempos en los que en Yecla habia un tren:  el Chicharra
"Flor de Yecla", marca de gaseosa que se fabricaba en esta ciudad. 
Dicen que era invencible e insuRerable.
Esta me encanta. Libreta de caligrafía. 
SEVILLA  JAEN  YECLA
(¡Toma importancia! Y es que es fundamental aprender a hacer una bonita Y griega) 
 Teléfono 82, pesetas, duros, arrobas... Dios mio, ¡es casi la prehistoria!

13 de enero de 2017

DOUS AMIGOS FALAN SOBRE MULLERES

(Dedicado a Hitlodeo, que no es gallego pero sí es gallego)

Se abre el telón
(Se abren las nubes y el sol ilumina a dos jóvenes pastores de Chandreja de Queija. A ratos conversan sentados bajo un árbol, mientras sus rebaños pacen en un pradiño verderuelo. Desde las ramas les escucha un mochuelo. Pero no entiende ni torta (no por ser mochuelo sino porque... ¡carallo, es que nada pilla y poco le importa!))

Instrucciones de uso para el lector:

1) Trasládense mentalmente a Chandreja de Queija. No es excusa no haber estado allí nunca: la mente es capaz de todo.

2) Cada asterisco intercalado en el texto equivale a dos segundos de silencio. Respétenlos.

3) Por favor, no me espanten al mochuelo con una lectura alborotada.

4) Intenten leer con acento gallego. 
 




- ¿Fuiste a la feira, tú?
- ¿Pois non debía de ir? ¡Pois claro!
- Estaba Sara, ¿la viste?
- Si. (*) Pero Sara é moi seria. E moi triste.
- Sara no es seria, Sara se ríe
- Pero non como Rosa. La risa de Rosa é da cor da roseira.
- Sí, la risa se oía por toda a feira
- É moi contaxiosa.

(* * *)

- Sara es que es rusa. E, claro, al ser rusa... rie agua fria.
- ¿Cómo que rusa?
-¿Non o sabías?
- ¿Rusa de Rusia?
- No, de Almería
- (* * ) 
- ¡Rusa de Rusia!  ¿De onde vai ser?
- Pois por eso é de xeo. ¡Me da tiriteira!
- Era a mais guapa de toda a feira 
- Mais logo na cama... tendrá fríos os pes.

(El mochuelo del árbol hunde la cabeza entre las plumas)
(* * * * *)

- Tamén vi a Berta.
- ¿A Berta la experta?
- E a Camiño.
- ¡Carallo, Camiño...! ¡Outra vaca no millo!

(* * *)

- ¿E que foi da túa noiva?? Aquela... ¿era Trini?
- ¡Diaños, sí, Trini! Mal houbo de acabar.
- ¿Qué pasou con aquela?
- ¡Sempre estivo nun trono!
- ¿E cómo? ¿Que iba de reina?
- Sí, a Reina no reino de Nunca Besar.
(*)
- ¿Non a bicabas?
- ¡¡Non me deixaba!!
- ¿Ni un solo bico?
(*)
- So unha vez.
- ¿E cómo foi?
- Me deixou la cara como berenjena dun guantazo.
- ¡Foder con la Trini!
- E gustáballe gobernar. Todo foi malo.
- Entendo.
(* * *)
- Enton eu díxeme “¿Qué estás facendo? ¡Non nacin para vasalo!”

(Al pequeño mochuelo del árbol le entra hipo)

(* * * * * *)
- Eu... eu teño unha amiga.
- ¡Me cago na cona que te pariu!, ¿cómo no contaste?
- Bueno...
- ¡Conta!
- ¿Qué queres que te diga?
- ¿Cómo de amiga? ¿Te deixa pasear preto?
- Preto, moi preto...
- ¡Suertudo!
(* * *)
- ¡Pero non gardes secretos, cóntame máis!
(* *)
- Xacinta es... (*) Ay, es riquiña.
- ¿Onde vive?
- Aquí xunto.  A Pobra.
- ¿Na Pobra de Armiña?
- Na Pobra de Treve
- ¿E te gusta?
(*)
- Ten a pel como a neve...
- ¿Pero te gusta?
(*)
- Ollos verdes, beizos grosos... E uns movementos...(*)  moito perigosos
- ¡Manda carallo! ¡¡Te gusta!!
(* *)
- Pero quero ir con sentidiño
(*)
- ¿Qué quere dicir?
- Non sei moito dela.
- Pois polo que falas... ben pareces coñecela.
(* *)
- Mais me asusta.
- ¿Cómo? Nunca asusta aquilo que gusta.
(* *)
- Ten ollar de bruxa.
- ¿Cómo de bruxa? ¿Desas que fan esconxuros?
- Desas
- ¿E por que non a deixas?
- Es que... (*)  me gusta o seu cianuro (* *) E as suas cereixas.
(* * * * * )
- ¡Suertudo!
(* * * *)
(El mochuelo está cerrando los ojos y tiene un sueño de morirse)

- E a todo esto..., ¿qué horas son?
- Son case as cinco.
- ¡¡Ay!!
- ¿Por qué ese brinco? ¿Un apretón?
- ¡Teño que irme!
- ¿¿Onde??
- ¡Necesítame Xacinta!  ¡Adiós!
- ¿Cómo que adiós? ¿Quédome coas ovellas e agora tú vaste con ela?
- ¡Garda o meu rabaño!
- ¡Carallo! ¡Aquí un rapatundas facendo un apaño!

(El amigo curioso se queda solo. Al levantarse descubre al mochuelo en el árbol)

- ¿Qué feixes aí, pailaroco?

(El mochuelo abre los ojos)

- ¡Bonito zalapastrán! ¡Seguro que estabas a espiar!

(El mochuelo se asusta y  echa a volar...

 ... y se marcha sin haberse enterado de nada

Se aleja el ave, confusa, sin saber que hay una rusa, que es seria y se llama Sara, y que es triste aunque se ría
Que Rosa ya es otra cosa, pues la risa de Rosa no es fría
Que Trini nunca besaba, pero como una reina mandaba.
Y que Jacinta, que todo apunta a que es bruja, no dibuja mala pinta.

Cae el telón
Cae la noche. 
O mejor... Cae a noite)
PD. Y ahora comprobaréis cómo se os queda el acentiño galego para todo el día.

8 de enero de 2017

AÑO NUEVO, CALLES NUEVAS

Tiempo de abrir ventanas y aspirar el aire de la mañana. Tiempo de recomenzar.
Tras esta nueva vuelta de campana  siento la necesidad de oxigenar la mente, de estirar los brazos, flexionar las piernas y ponerme a caminar. 
¿Bajamos juntos a la calle?

Os propongo un paseo que empiece dejando atrás la Calle de los Viejos, en  Zaragoza...
 ... hasta llegar a la Calle de la Juventud, de Hospitalet de Llobregat. Un paseíto de nada.
 Tal vez sería más lógico el sentido contrario, pero es mucho más divertido romper las reglas, os lo aseguro.
 
Como todo lo desconocido siempre nos será original a los ojos, creo que lo más apropiado será ir culebreando por todas partes y absorber lo mejor de cada lugar. 

Por eso la ruta apropiada continúa por la Cuesta de la Culebra, en Toledo.

La calle tiene una escalinata  serpenteante que podría resultar poco atractiva para algunos, pero que es perfecta para  malintencionados como yo.

Hablando de Toledo, ¿qué tendrá esta ciudad para resultarme tan acogedora? No sólo han dedicado un Callejón al Diablo (como ya mostré AQUÍ) sino que también tiene un Callejón del Infierno.
Lo que daría yo porque me preguntaran dónde vivo y poder exclamar "¡En el Infierno!"

Ya que hemos entrado en calor, me vais a acompañar a otra ciudad dónde también han decidido homenajearme
Me dijeron que en Málaga existe una  calle llamada Calle Mefistófeles  
Y no podía dejar de curiosear cómo es a través de Google Maps.
 ¡Ahí está! ¿Cómo será de egoista, retorcida  y traicionera la gente que decidió vivir dentro del mismísimo diablo? Y además un diablo alemán, que a la fuerza tendrá más mala leche.  Yo imagino que por allí se esconderá más de un asesino.

Aunque la calle ideal para cualquier criminal está en León.
¿¡Dónde se ha visto que la misma calle te incite a cargarte a la gente!? ¡Yo quiero vivir en el 7 de Matasiete! ¡Sería más chulo que un ocho!

Vaya, me ha parecido escuchar que a alguno le está pareciendo desagradable todo esto. Bien, hagamos entonces una parada en la Plaza del Aseo para aliviarse y prosigamos con otro tipo de paseo .
 
 La Plaza del Aseo está en Albarracín, Teruel, y su nombre tiene la particularidad de ser una errata ya por todos aceptada. Al parecer se encargó al alfarero que hiciera una placa en la que dijera "Plaza de la Seo". 
Y el hombre escuchó lo que escuchó (¡Pa mearse! 😂)

Dejando atrás las calles de diablos, culebras e infiernos, mejor nos acercamos ahora a otras mucho más reales, más de andar con los pies en el suelo.
 
 "¿Su dirección, por favor?"
" País de Nunca Jamás, sin número"
" Sí, claro, y yo soy el Capitán Garfio" 
Y sin embargo en  Maracena, Granada, hay una calle nuevecita a la que han puesto ese nombre. ¡Pero qué bonito! Imagino a los niños disfrazados de piratas o de indios por allí, jugando, jugando...

 Vaya, ¿lo veis? La influencia de lo perverso es enorme y ha terminado invadiendo este paseo. La Calle Niños luchando está en Granada, capital. Quiero pensar que  esos niños que nombra la placa luchaban con espadas de madera o con superpoderes, como los superhéroes.

 Batman County Road, en Blue Mountains, Australia.

Estoy de acuerdo, esto de acabar callejeando en el culo del mundo nos ha dejado baldados a todos, así que lo dejaremos aquí. 
Me despido esperando que hayan empezado ustedes el año con buen ánimo y muchas ganas de renovarse.
Si alguien quiere pasarse por la Oficina de los Comentarios y contarme alguna cosa (la que sea) yo estaré allí esperando
Y por si alguien no sabe la dirección, yo se la digo ahora mismo.
  Calle de la Tertulia. Málaga
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Muchas gracias a Ángeles y Sara, de Málaga; a María José, de Granada y a Nerine, de Australia, por vuestras colaboraciones,