31 de julio de 2008

ESPECTROS DE CELULOIDE


Hoy me apetece escribir sobre cine, pero llevo ya un buen rato ante esta página en blanco sin mover ni un dedo. No sé ni lo que quiero decir.
Entre otras cosas porque no sé ni por dónde empezar.


Creo que en asuntos de cine - y también de literatura - para pasarlo bien de verdad no hay que escribir ni leer acerca de ello sino ponerse a disfrutar del hecho sin más.

¿Leer sobre cine o sobre literatura? Mil veces mejor ver tranquilamente esa peli que deseabas o sumergirte en esa novela que tienes entre manos. 
Sin más. 
Y entonces sí, a posteriori, dialogar (que no leer ni escribir) con alguien con quien compartas esas aficiones. Y charlar acerca de todo lo que has sentido, cómo lo has vivido, si te ha gustado, te ha aburrido o te ha dejado indiferente.
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A mí me gusta muchísimo hablar de cine y literatura con mi hermana Ana y con Alicia, una amiga común, insustituible a la hora de compartir estos hobbies.


Pero bueno, a lo que íbamos, que me apetece mucho escribir sobre cine pero he de ser consecuente con mis palabras y no aburrir con extensas parrafadas y para ello voy a intentar que Ana y Alicia estén hoy aquí con nosotros. Será más llevadero así.
.ANA: ¿Participar en tu blog? Lo haría encantadísima pero tengo a las nenas en la piscina...
JUANRA: Vaya. Está bien, lo comprendo, otra vez será. Ya lo intento con Alicia.
ALICIA: ¡¡¡Churriiiiiiiiiii!!! Nene, me pillas en una libreria que acabo de descubrir en el casco antiguo que es lo más de lo más. Tien... un autor judío que... vosky.. nobel...terario
(Está fallando la cobertura)
JUANRA: ¿Alicia? No te oigo bien.
ALICIA: Claro, si es que esto es un sótano.
JUANRA: Yo sólo quería que vinieras a hablar de cine en mi blog. ¿Podrás?
ALICIA: ¿Pero que tienes un blog? Y yo con estos pelos... Bue... dejo... ra mismo y...

Parece que me está fallando todo lo que tenía planeado.

Antes de llamar a Ana y Alicia había barajado la posibilidad de que vinieran al blog verdaderos actores, actrices y directores a charlar conmigo. 
Estaba realmente ilusionado con este evento. Pero el lujo se paga y la gran mayoría piden cifras desorbitadas. 
Sólo Maria Barranco había accedido a hacerlo gratis pero cuando ha sabido que en el título del blog se nombra al diablo ha dicho nosequé de yuyus y supersticiones y se ha echado atrás.
Por suerte he sabido, gracias a una página en internet de lo más esotérica, que los artistas ya fallecidos no cobran derechos de autor ni de imágen ni royalties ni nada de eso, pues ya lo tienen todo caducado. Bueno, pues aún así me ha costado horrores contactar con ellos.

Primero Mickey Rooney no contestaba. ¡Cómo iba a hacerlo si aún está vivo! Pero os juro que yo lo he visto en la lista de actores muertos y no me he percatado del error. También estaba en la lista Liz Taylor pero ahí sí que me he dado cuenta. Cleopatra sigue entre nosotros. No sé quién habrá confeccionado la agenda ésta pero si los susodichos se enteran de que hay quien los ha enterrado ya, se van a disgustar y con razón.

Lo he intentado después con Charlton Heston pero aún está en trámites y papeleo con el Más Allá por ser tan reciente su adiós.
Por fin he tenido la gran suerte de contar con dos estrellas del celuloide: Bette Davis y Walter Matthau.
No me demoro más y me aprovecho de su presencia antes de que cambien de parecer.

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JUANRA: Señores, qué honor tenerles en mi blog. No saben ustedes cuánto les he admirado siempre.
BETTE: (fumando) No hacen falta zalamerías.
WALTER: Por supuesto, hablar de cine nos mantiene vivos
BETTE: Eso será si hablamos de nuestro cine
JUANRA: Del que ustedes quieran
BETTE: Yo me recuerdo especialmente divina en La loba en mi etapa de joven, y portentosa en ¿Qué fue de Baby Jane? algo más madura.
WALTER: ¿Algo más madura? Ahí ya estabas podrida, nena
BETTE: Podrida de fama y dinero, no como tú, actor de medio pelo.
JUANRA: Sí, sí, la de Baby Jane es magnífica, la verdad.
BETTE: Y tanto. Lástima que tuviera que compartir pantalla con la idiota de la Crawford.
JUANRA: Bueno, bueno, un respeto, que no está ella presente
BETTE: ¿Y quién dice que no? No me ha dejado nunca ni a sol ni a sombra, ni viva ni muerta. Siempre pegada a mí como una lapa la muy envidiosa...
JUANRA: ¿Quiere decir que está ahora aquí con nosotros?
BETTE: Pues claro, joven. ¿No la huele? ¡Apesta!
JUANRA: Es cierto que siempre he oído hablar de sus desavenencias pero no imaginaba hasta qué punto...
WALTER: La verdad, yo también sufrí lo mío con la Streisand.
JUANRA: ¿Con Barbra? ¡La adoro!
WALTER: ¿La conoces?
JUANRA: Pues claro que la conozco. Tengo todos sus discos, todas sus películas...
WALTER: He dicho que si la conoces, si la has visto, si has hablado con ella, si la has tocado, si sabes cómo huele su aliento...
JUANRA: Hombre, eso no.
WALTER: Entonces no digas que la conoces. Tú no has hecho cine con ella como yo. Mira, muchacho, cómo será la cosa que si el rodaje de Hello Dolly! hubiera durado un día más ¡sólo uno más! yo habría estado en la famosa lista de los muertos 31 años antes de lo que estoy. ¡Porque me habría suicidado!
BETTE: ¡Qué lástima que no ocurriera!
JUANRA: Señores, qué pena conocer estas anécdotas. Hay gente a la que le gusta saber todos los entresijos del cine pero a mí se me caen al suelo muchos mitos cuando conozco estas historias. Chaplin, sin ir más lejos. Tenía una afán de perfeccionismo tan grande que muchas de sus actrices caían en la depresión. Las hacía llorar constantemente. Desde que lo sé... ya no me gusta tanto.
WALTER: Tú lo has dicho. Barbra es la versión femenina de Charlot. Barbra es Charlotta.
JUANRA: Una pena, la verdad, en serio que hubiera preferido no saber estas cosas. Igual que lo de Estelle Getty. Ayer mismo me enteré de que la semana pasada falleció Estelle Getty.
BETTE: (encendiéndose otro pitillo) Vaya, bienvenida al Olimpo
WALTER: ¿Getty?
JUANRA: Sí, la Sofía Petrillo de Las chicas de oro
WALTER: Ah, la más mayor
JUANRA: Sí, bueno no, la más mayor es curiosamente la hija
WALTER: ¿La hija es mayor que la madre? Pero cómo...
JUANRA: Sí, la hija en la ficción, claro.

WALTER: Pero una hija no puede ser mayor que su madre, ni siquiera en la ficción.

JUANRA: A ver si me explico... Quiero decir que Bea Arthur, la actriz que encarnaba a la hija, es un año mayor que Estelle Getty, la que hacía de madre.

BETTE: Eso le pasa por aceptar ese papel. Cuando se interpreta a un personaje durante tanto tiempo acabas por creértelo. Habría creído ser su madre y le tocaba morir antes. Y no de vieja, ¡de viejísima!

JUANRA: Pero decía que lo que me apena...
BETTE: ¿Que haya muerto? ¿Eso le apena? Todos hemos de morir, joven, vaya haciéndose a la idea. Lo que pasa es que unos se mueren más de verdad que otros.
JUANRA: No, lo que me apena es haber sabido que sus compañeras en la serie no fueron al sepelio. Resulta que se llevaban fatal con ella. Yo veía aquella serie y me encantaba y siempre pensé que serían una piña, como una familia de verdad.
BETTE: Jovencito, ¿de qué guindo se ha caído? Eran como una familia de verdad. ¿Cómo cree usted que son las familias?
WALTER: Calla, Davis, calla. Yo sé lo que quiere decir nuestro anfitrión. Tiene razón, es triste.
BETTE: Eso no es triste. Triste es caer en el olvido. Que el público no te recuerde. Por suerte no es mi caso.
WALTER: Pero lo será, muñeca
BETTE: ¿Qué insinuas? Apuesto a que los que visiten este blog me reconocerán enseguida, en cambio a tí, da por seguro que no te ubicarán. ¿Walter Matthau? ¿Quién diablos sería ese?
JUANRA: No, no lo creo, Bette. Eso es imposible. Inolvidable al lado de Jack Lemmon.
BETTE: ¿Ese? Otro mindundi.
WALTER: En el peor de los casos hoy existe Google para saber quién es quién en la Historia, que uno ya no está en este mundo pero sí que está al día...
(Se quedan un instante callados)
JUANRA: ¿Ocurre algo?
BETTE: ¡Alguien viene!
(Acto seguido desaparecen. Al desintegrarse la Gran dama de Holywood, queda en el ambiente un rancio olor a tabaco)

Apenas un minuto después se abre la puerta con fuerza. ¡Es Alicia!




ALICIA:¡¡ Churriiiiiiii !! Cariño, ya estoy aquí. ¡No veas lo que he tenido que correr!  ¿¿Este es tu blog?? Oye, hay que hablar de Tarantino, por supuesto.
JUANRA: Uff, de verdad que lo siento Alicia. Acabo de apretar el botón de PUBLICAR.

29 de julio de 2008

ESCONDITE MÓVIL







Fue algo que se hizo sin pensar. Ocurrió sin planearse de ninguna manera, y a lo mejor por eso salió tan bien.
Tenía el encanto de las cosas prohibidas, el morbo del riesgo y el aliciente de la posterior carcajada. Era inevitable hacerlo y se hizo.
¿Que de qué estoy hablando? Lo explico a continuación:


Era una noche de invierno. Mi amigo Juan Luis, Mª Carmen - entonces mi novia - y yo llegábamos de mal humor a casa porque el equipo de nuestros amores había perdido un partido. Nos encontrábamos en el coche escuchando por la radio la rueda de prensa posterior al encuentro. Nada presagiaba que la moral iba a subirnos mucho cuando de repente entró mi hermano Fran por el camino del campo conduciendo su coche. Paró delante de nosotros. Miró hacia nuestro vehículo pero enseguida dedujimos que no se había percatado de que estábamos dentro porque se puso a orinar en el bancal de al lado.
"No nos ha visto" murmuró Juan Luis mientras apagaba la radio. "¡Pero si ha mirado!" - se extrañaba Mª Carmen. "Está demasiado oscuro para saber si estamos dentro o no", le aclaré yo. Y viendo que Fran se metía en la casa sin venir a saludar, no dejó lugar a dudas: no nos había visto.
Por la forma en que había dejado el coche también estaba claro que había llegado para marcharse poco después.


Una chispa de ingenio surgió por algún lado y empezaron las cavilaciones, las ideas repentinas, la improvisación excitante. ¿Y si nos metíamos en su coche? ¿Y si nos sentábamos detrás y permanecíamos en silencio? ¿Se asustaría mucho? ¿Le parecería una aparición fantasmal?.
Un resorte nos empujó a los tres a bajar del coche, cerrar las puertas suavemente y meternos en silencio en el de mi hermano. Sólo era cuestión de esperar...
Pero la espera desespera. Fran tardaba en salir. Quizá se estaba duchando.


Entonces hubo cambio de planes. Si tan sólo nos limitábamos a estar sentados detrás, nos iba a ver muy pronto; en cuanto mirara por el espejo retrovisor, por ejemplo. Así que decidimos recolocarnos: Juan Luis, que es el más grande, se tumbaría en el asiento trasero. Yo me acurrucaría detrás del asiento del conductor y Mª Carmen detrás del otro asiento. Dicho y hecho.
El momento de actuar traía emparejada mucha risa. No era tan fácil como parecía. Se necesitaba espacio vital y un mínimo de comodidad y todo eso en poco tiempo porque Fran debía estar ya a punto de salir.
Era gracioso, era divertido, pero a los tres nos daba la sensación de estar haciendo algo prohibido, algo ilegal; como un allanamiento de morada o una intromisión en la privacidad. Por eso nos daba esa risa nerviosa que llegó incluso a la carcajada.
Yo ya no estaba seguro de si seríamos capaces de aguantar la risa cuando él se sentara al volante.
Pero Fran no salía. ¿Se habría puesto a cenar también?
"¿Estáis seguros de que tiene que salir?" - preguntaba Juan Luis. "Seguro. No aparca aquí nunca salvo cuando se va a marchar otra vez". "Me estoy poniendo nervioso" "Y yo me estoy meando" "No, aguántate. Si sales al mismo tiempo que él se fastidia el plan" "Es que no sale nunca..." "Que alguien entre y le diga si va a tardar mucho (risas)" "El caso es que yo me estoy meando también" "¿Y si salimos cada vez uno?"
Por causa de fuerza mayor hubo que ir saliendo y entrando por turnos. Cabía la posibilidad de que Fran dejara por fin sus quehaceres y cogiera de nuevo su coche cuando alguno de nosotros estuviera regando el bancal. Se corría ese riesgo, pero en ese caso solo uno de los tres se perdería lo que pudiera pasar.
Pero tuvimos suerte y cuando de nuevo estábamos en nuestros "puestos", Fran aún no había salido.
"Jo con Fran! Lo que tarda. Se estará lavando la tráquea y el esófago..."
"Ha encendido la luz de su habitación mil veces ya", nos anunciaba Mª Carmen, que hacía de vigía cuando se incorporaba de vez en cuando.
Pero por fin el sonido de una puerta que se cierra y una llave que gira en la cerradura.
"Silencio. Fran ha salido" "No os movais, ni una risa, ni un suspiro". A mí aún se me escapó una última risa loca, esquizofrénica. De repente era como estar en la piel de un preso fugado y escuchar desde tu escondite cómo la policía se acerca buscándote. ¿Te encontrará, no te encontrará? Fueron segundos terroríficos. Los pasos de Fran acercándose al coche en la oscuridad y yo mordiéndome las mejillas por dentro para no reirme, con los ojos cerrados y la cabeza muy agachada.
Mi corazón, supongo que el de los tres, latía con ganas. La policía nos iba a encontrar y nos mataría.
La suerte estaba echada.


Fran abrió la puerta.
Silencio sepulcral.
Se sentó y metió la llave en el contacto. "Ahora mismo va a decir: pero qué hacéis ahí?", pensaba yo.
Pero el coche arrancó.
Yo miré de reojo a Juan Luis y al verle panza arriba como un muerto me saltaron las lágrimas por el inmenso esfuerzo que tuve que hacer para sofocar la risa. Cuando el coche se puso en movimiento yo no lo podía creer. Era como ser polizones sin pasaje, era un secuestro consentido, una aventura a lo desconocido.
Fran salió a la carretera y puso la radio. Como es lógico fue un alivio pues rompió ese silencio forzado que empezaba a ser insufrible. Pero cuando se puso a cantar me permití el lujo de dejar escapar la risa pese a que yo mismo me estaba tapando la boca con las manos con todas mis fuerzas. No me oyó, no obstante, y al mirar de soslayo a Mª Carmen la encontré seria y tranquila y me indicaba con un dedo en los labios que permaneciera callado.
Entonces pensé: "¿Y si Fran nos ve o nos oye de repente y se asusta tanto que tenemos un accidente?" Solo así me concentré.
El viaje continuaba.
Llegamos a la ciudad, paró en un semáforo, nos iluminaron las luces de las farolas...
Pasamos por varias calles y Fran saludó a varios conocidos. Era increíble. Hasta detuvo el coche un momento para hablar con un amigo que tampoco se percató de nada hasta que vio que una puerta de atrás iba mal cerrada y él mismo la abrió y la cerró de nuevo, dando un empujón a la espalda de Mª Carmen.
Entonces fue cuando se escuchó exclamar a Fran :"¡Ay! ¡ Qué susto! "
Por fin nos había descubierto. El amigo de Fran no daba crédito a sus ojos cuando vio que del coche descendían tres personas muertas de risa a las que en un principio no había visto. Cuando se dio cuenta de que para mi hermano también era todo una sorpresa se unió a nuestras carcajadas.
No creo haber dejado en mi vida rienda suelta a tanta adrenalina.
Desde luego los tres olvidamos que el Real Madrid había perdido esa noche.
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(Capítulo de mi libro "LOS CABRERATOR Y OTROS DUENDES")

24 de julio de 2008

EL DIABLO POR DOQUIER



En cierta ocasión me dijo mi padre que todo aquello que podamos imaginar como suceso posible, por inverosímil que lo dibujemos, ya ha ocurrido, está ocurriendo ahora y/o ocurrirá.
Esto que a primera vista parece un despropósito o un pensamiento dicho a la ligera no lo es tanto a poco que lo analicemos más detenidamente.
Somos millones y millones de personas viviendo en todo el planeta y lo llevamos habitando desde hace siglos. Sólo ante esa perspectiva, ¿cuántas combinaciones de sucesos rocambolescos se habrán dado ya? ¿Cuántas prodigiosas casualidades, carambolas, coincidencias y accidentes fortuitos se han podido barajar entre semejante hormiguero humano a lo largo de la Historia? Incontables, por deducción.
Sin embargo, y a pesar de que todos nosotros habremos podido constatar en más de una ocasión que la realidad supera en mucho a la ficción, (sin embargo, insisto) todavía exclamamos al leer algún pasaje de una novela o siguiendo la trama de una película:
"¡Venga ya! Se han pasado. Esto no hay quien se lo crea!
Así de incrédulos somos por naturaleza.
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Todo esto viene al caso porque durante todo el día de hoy me han ido sucediendo una serie de, digamos, casualidades, que no considero en absoluto inverosímiles ni merecedoras de causar incredulidad pero que intuyo que a más de un escéptico harán fruncir el ceño, y sin embargo han ocurrido tal cual empiezo a relatar ahora.
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Tengo la suerte de estar evitando los calores de este mes viviendo en una modesta pero fresca casa de campo que pertenece a mis suegros. Lo mejor para mis hijos, que pueden divertirse al aire libre y no encerrados entre las paredes de un piso.
Después de desayunar, aprovechando la luz matinal, me encontraba cámara en mano fotografiando a Paca.
La abuela Paca, bisabuela de mis hijos, es una mujer a la que me gusta mucho retratar porque en su cara y en su mirada se pueden apreciar las múltiples huellas de tantos años vividos. Ella, con sus característicos movimientos lentos, estaba lavando ropa en una pila.
Cuando ha levantado la cabeza y me ha visto enfocándola ha exclamado:
- ¿Sabes lo que te digo, Juan? Que el diablo, cuando no tiene qué hacer, mata moscas con el rabo.
Al escuchar yo la palabra "diablo" me he quedado durante unos segundos perplejo porque no la había oído bien y pensaba que la abuela estaba haciendo referencia a mi blog y eso era inaudito. Paca no sabe de mi blog, ni siquiera lo que es un blog (hasta hace cuatro días, yo tampoco) Ni siquiera creo que se haya planteado qué es un ordenador.
Mi mente se ha encargado de inmediato en reorganizar conceptos y transformar lo imposible en posible, dejándome ver que Paca tan sólo acababa de aplicar un refrán. No había hecho mención alguna de A la edad del diablo. Entonces he sonreido aliviado.
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Dos horas más tarde me encaminaba hacia el trabajo. En un semáforo en rojo he coincidido puerta con puerta con el coche de mi amigo Domingo a quien hacía mucho tiempo que no veía.
-Eh, Sunday Kid !! (siempre le he llamado así)
Ya se sabe, rápidas preguntas y respuestas mutuas acerca de la salud, el trabajo y la familia.
Segundos antes de encenderse la luz verde me dice:
- Ay Juanillo, que estás igual que siempre, seguro que has hecho un pacto con el diablo.
- Sí, - le contesto - pero el muy capullo lo incumple porque cada día me veo más calvo.
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Ha sido poco después, atravesando la infinita recta que lleva de Yecla a Villena cuando he caído en la cuenta de esa segunda alusión al diablo por parte de Domingo.
Pensando en ello, entre asombrado y divertido, no sabría decir por qué, mis ojos se han sentido atraídos hacia la matrícula de la furgoneta que me precedía.
"Si no lo veo no lo creo" - pensaba mientras el pulso se me aceleraba de emoción.
En la matrícula se leía el número O666. Otra vez el diablo me salía al encuentro.
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Llego al centro de atención a mayores donde trabajo. Doña Josefina es la primera usuaria en aparecer. Siempre la primera para coger buen sitio en el bingo. Está muy bien de aspecto pese a sus 84 años. Suele sentarse y conversar un poco conmigo sobre las vicisitudes de su día a día, sobre sus dos hijas, sus nietos... Le gusta mucho hablar. Tanto que he de reconocer que a veces se me va el santo al cielo y me pierdo un poco. Pero hoy he bajado raudo de las nubes cuando de repente la he oído decir:
- ...pero como más sabe el diablo por viejo que por diablo...
Y en la cara se me ha debido dibujar un gesto tan de sorpresa que hasta la incombustible Josefina se ha callado para quedárseme mirando. He tenido que excusarme diciéndole que había olvidado algo y poder así quedarme un momento a solas conmigo mismo.
"¿Será posible? ¿Por qué tantas alusiones al diablo hoy, en un mismo día? ¿Será una señal?"
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Pero aún no acababa ahí la cosa. Aún faltaba el colofón. La rúbrica.
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Me encuentro de nuevo en la marquesina de la casa de campo.
Tomo notas con celeridad de todas estas singularidades del día. Necesito contarlas mañana mismo.
La abuela Paca, sentada en un sillón, me mira de soslayo. En uno de esos cruces de miradas tengo la impresión de que de un momento a otro me va a susurrar: "Lo sé todo"
De repente una llamada al móvil. Es mi amigo Matías (Gundobaldo, ¿recordáis?) Entre otras trivialidades me comenta que Mari Luz y Fermín, un matrimonio amigo, están a punto de inaugurar un negocio y que, tras mucho dudar sobre cómo llamarlo, han optado finalmente por utilizar parte de sus nombres.
- Les ha quedado original - me dice Matías - porque lo llamarán Luz y Fer
-¿Cómo? - necesito que me lo repita
- Lucifer - oigo en mi oído - Lucifer
Todo esto es tan cierto como que me encuentro aquí sentado escribiéndolo, mas sólo yo puedo asegurarlo por ser quien lo ha vivido.
Pero me atrevería a poner la mano en el fuego (el fuego del infierno) sin miedo a equivocarme en que más de uno de vosotros ha exclamado:
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"¡Venga ya!..."
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20 de julio de 2008

TOP 10 CONFUSIÓN




Parafraseando a Meryl Streep en su papel de Karen Blixen, cuando decía aquello de "Yo tenía una granja en África", hoy quiero empezar diciendo:

"Yo tenía un video-club en Petrel"

Siempre me ha gustado el cine y allí, rodeado de películas, me sentía como pez en el agua.
Durante aproximadamente 6 años trabajé en él junto con mis padres, de lunes a sábado, con intensidad, con ilusión.
Lo decoré a mi gusto comprando vistosos carteles que pedía contra reembolso a una tienda de Madrid: El color púrpura, Atracción fatal, Rain man, Memorias de África... Me atreví incluso a colocar uno de gigantescas dimensiones de la película Gorilas en la niebla, con una selva tan frondosa que hasta daba frío pasar por su lado.
De aquella feliz etapa en el video club podría hablaros largo y tendido. Quizás en otra ocasión. Hoy tan sólo quería proponer un juego.

Conservo una libreta en la que fui anotando las equivocaciones por parte de algunos clientes a la hora de preguntar por una determinada película.
A lo largo de aquellos años hubo confusiones realmente chocantes y divertidas, como la de aquel señor que queriendo preguntar por La costa de los mosquitos dijo La playa de las pulgas. O aquel otro que a El Lute le llamó Lutero.
Otros errores fueron el colmo de la sinonimia. En vez de Regreso a la escuela pidieron De vuelta al colegio o como en el caso de aquella chica que preguntó con toda naturalidad por la película Ventanas al exterior queriendo decir Una habitación con vistas.
Aunque tengo anotados muchos, quiero dejar constancia de algunos de ellos, tal vez los mejores.
Alguien buscaba La mosca, pero se confundió de insecto: "¿Tenéis La araña?"
Había una cinta que se titulaba Los subdesarrollados pero alguien dijo Los superorgullosos. Casi casi lo mismo.
De aquella película de Oliver Stone Nacido el 4 de julio hubo una falta de ajuste en el calendario y me pidieron Nacido el 12 de junio.
Para rizar el rizo, de un título estrambótico y cómico como No me chilles que no te veo a algo más lastimoso: No me mires que estoy ciego.
Anoté una protagonizada por mi madre, que siempre ha sido un poco desastre para eso de recordar nombres.
"Sí, - decía ella - esa tan buena de dos amigas... Hankel y Ketel" Costó Dios y ayuda descubrir que se refería a Thelma y Louise.
Para terminar, otra confusión que también queda en familia, aunque ésta no fue en tiempos del video club. La protagonizó mi hermano Tomás siendo adolescente. En la tele vio anunciada Frenesí, pero cuando mi padre llegó a casa le dijo:
- Papá, van a hacer una peli que parece buena
- ¿Ah, si? ¿Cual?
- ¡Fimosis!

Y aquí dejo mi pregunta: ¿Con cuál os habéis reido más? ¿Cuál merece el oscar a la mejor confusión?


18 de julio de 2008

¿ERES FELIZ ?



Hoy, vete tú a saber por qué ocultos resortes de la memoria,
he soñado con Don Antonio.

¿Os ha ocurrido alguna vez que alguien a quien hace mucho tiempo que no veis surge en un sueño como por ensalmo?

Don Antonio fue profesor en el colegio Lloret de Elda en donde yo cursé E.G.B. En aquella época estudiantil no nos inspiraba simpatía alguna y a todos nos parecía un hueso difícil de roer. Su semblante serio, su pulcro vestir y una cara plagada de marcas y pequeñas cicatrices no ayudaban a que se creara el vínculo afectivo que suele ir gestándose a través de los años entre un alumno y su profesor. Además era el tutor del último curso, el octavo, y eso, a los ojos de los más infantes, nos imponía mucho respeto. ¡Era el profe de los más mayores!
Recuerdo que tan sólo su figura en la distancia cuando doblaba la esquina en dirección al colegio era motivo suficiente para que bajáramos el volumen de nuestra algarabía.
"Eh, que viene Don Antonio..."
Y al acercarse, siempre hacía un gesto que no he olvidado: levantaba un pie hacia su mano, y mirando al frente, sin agacharse ni un ápice, se subía un calcetín. Siempre lo hacia, como si de un ritual se tratara. Luego nos miraba con un semblante tan severo que no podías dejar de sentirte intimidado.
Pero cuando llegó el momento de ser alumnos suyos, ya en la intimidad de su aula, Don Antonio resultó ser un hombre serio pero con un finísimo sentido del humor. Nos dimos cuenta el primer día.
Eran otros tiempos y la costumbre (que lamentablemente se ha perdido) era que al entrar en la clase el profesor se levantaban los alumnos como señal de respeto. Cuando llegó a su mesa se nos quedó mirando y exclamó : "Setenta monos... digo sentémonos"
A veces, en sus clases intercalaba pequeñas historias de un tal amigo Sarasate que sin duda se inventaba y que nos hacían reir.
"Hoy he visto a mi amigo Sarasate..." podía exclamar de repente y se nos dibujaba una sonrisa en los rostros ante la inminencia de un nuevo chascarrillo.
A una compañera que se llamaba Azucena le decía a menudo "Y a tí, Azucena, por la noche qué te dicen en casa: "Azu, cena?" Y por más que lo repitiera igual otro día, nos seguía haciendo la misma gracia.
Otra compañera, de nombre Loli, tenía una risa tan particular y contagiosa que cuando la hacía reír podían hasta saltarnos las lágrimas. "Venga, Loli, deja ya en paz a las gallinas" decía, y la tal Loli otra vez reventaba a reir.

Pero un día me dijo algo que me dejó confundido y a lo que no encontré la gracia. Nos estaba haciendo un dictado. La clase estaba en silencio. De repente me miró y me dijo: "Cabrera, ¿eres feliz?" Yo contesté que sí con una sonrisa y entonces le oí añadir: "Pues entonces eres tonto" y siguió con el dictado como si nada.
Pero otro día hizo la misma pregunta a otro compañero: "Rico, ¿eres feliz?" y tras el "no" del alumno aseveró satisfecho: "Claro que no, nadie es feliz"
Y así, a traves de los días, fue disparando esa pregunta al resto de la clase. La gran mayoría, que sabían de antemano cuál iba a ser su comentario contestaban que no, pero aún hubo algún otro que contestó con sinceridad que sí, que era feliz. "Pues eres tonto, lo sabes, ¿ no?"
No dejaría de ser una broma sin importancia pero a mí aquello me dejó huella .

No he vuelto a saber nada de aquel entrañable profesor y ya han pasado casi 30 años desde la última vez que le ví. Toda una vida.
Pero hoy me he vuelto a encontrar con él. En mi sueño. Aparecía andando erguido por la calle y a mí me producía una inmensa alegría volver a verle. Ante él, yo presentía que me recordaba perfectamente.
Y de su boca volvía a surgir de nuevo aquella pregunta: "Cabrera, ¿eres feliz?.
Yo le contestaba rotundo: "Sí, Don Antonio, sigo siendo feliz. ¡Hay que ser feliz! "

Y por primera vez ante mis ojos, Don Antonio sonreía.
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15 de julio de 2008

GUNDOBALDO

No hace mucho cené con mi amigo Gundobaldo. Son ya muchos años los que le conozco y todavía me sigue pareciendo que tiene un nombre inabordable. Los amigos le llamamos Matías. No fuimos capaces de abreviarlo a Gundo ni a Baldo y optamos , como en tantos otros casos de la etapa escolar, por utilizar su apellido, que en este caso parece un nombre y él lo aceptó como tal, como sigue haciendo hoy en día.
De las particularidades de su nombre hemos hablado en más de una ocasión y su visión ha variado al cabo de los años. De renegar abiertamente de su distintivo de pila a lucirlo orgulloso como un emblema que le imprime carácter e importancia.
En su casa le han llamado siempre Gundobaldo, con todas las letras, cosa que me parece consecuente con la osadía. Sería una faena bautizarle así y luego esquivar el hecho.
A él nunca le agradó ser el único Gundobaldo que conocía, pese a que le mentaran constantemente a un tio abuelo del que no le aportaban más dato que el haber desaparecido durante una guerra. Esto siempre empeoró su visión de ser tan especial: su único tocayo era un difunto desaparecido, casi un fantasma. Odió siempre a aquel antepasado que le cedía su cruz sin compasión.
Pero el Gundobaldo adulto de hoy no reniega de su nombre y, aunque atiende a aquel que le llama Matías, pronuncia rotundo su verdadero sello distintivo como algo realmente grande.
Recuerdo que un día le saludé : "¿Qué pasa Gundo? " Y me contestó: "No, o todo o nada"
Desde entonces solemos bromear con aquella muletilla.
"¿Qué tal el finde?" "No, o todo o nada"
"Déjame esto, porfa" "No, o todo o nada"
"Este es mi compi" "No, o todo o nada"
Pues bien, durante la cena que os comentaba, entre los sorbos de orujo del final de la misma, seguíamos barajando un nombre para éste mi blog. Habían surgido tantos buenos que ya no acertaba a elegir ninguno.
Esa misma noche, Gundobaldo me enviaba un msm al móvil que decía: Título: "O todo o nada" Le respondía yo de inmediato: "Eso sólo lo entendemos tú y yo y además me suena muy serio"
Unos segundos después me enviaba otro mensaje:
"Si el pez nada...¿la vaca todo?"
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Todavía me estoy riendo.
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3 de julio de 2008

LA GÉNESIS MÁS INCIERTA

¡Ehhh! ¿Hay alguien ahí?
(...)

Según este viejo mapa debo estar dando los pasos correctos pero me siento tan inseguro en este nuevo mundo....
¿Será verdad que hay tantas almas al otro lado?

Acabo de llegar y siento un cierto vértigo ante la inmensidad de esta blanca playa, pero mis ansias de contar cosas son tan grandes que he dado el primer paso sin miedo.
Y, de todas formas, no tengo nada que perder. Si acaso mis palabras quedaran congeladas y no llegaran a ningún lector, valdrán al menos para decorar las paredes de mi ilusión.

Mi ilusión por escribir.
.