30 de julio de 2015

CHARLANDO CON FRIEDRICH MURNAU

PRIMERA ESCENA / erste Szene

Digamos que ahí, ante la pantalla del ordenador,  estoy yo mismo (JR),  disfrutando al revisar carteles de grandes películas del cine mudo, más concretamente aquellas que  pertenecen a lo que se denomina “el expresionismo alemán”. 
Tan atractiva me resulta la estética de aquellos carteles que hago un collage con algunos de ellos.
Es una calurosa noche de verano, las ventanas están abiertas pero no corre ni la más leve brisa. Sin embargo, uno de los visillos se mueve levemente.

SEGUNDA ESCENA / zweite Szene

FRIEDRICH:  ¿Me has llamado?
JR :  (asustado) ¿Cómo? ¿Quién es usted?
FRIEDRICH: Me llamo Friedrich... Friedrich Plumpe, aunque seguro que te sonará más el nombre de  Friedrich Wilhelm Murnau.
JR: ¿¿Murnau?? ¿El cineasta alemán?
FRIEDRICH: Exacto. Creo que me has estado llamando, ¿no?
JR: Pues...  la verdad es que no. Hace unos días supe de usted por la noticia de que habían asaltado el panteón donde está sepultado y se habían llevado su cabeza.  Eso me llamó la atención.
FRIEDRICH: Tutéame, por favor (acto seguido se pasa una mano por el cabello) Es cierto lo que dices, pero ya ves que ante ti me presento completo.
JR: Pero no sé que hace usted aquí. ¡Yo no le he llamado!
FRIEDRICH: Quizás lo hicieras en sueños. De alguna forma, sin pretenderlo, me has invocado. Pero no tengas miedo, solo estoy de paso, y ya que tienes la oportunidad de conocerme mejor, aprovéchala, charlemos como dos amigos.
JR: Bueno, es que esto es tan extraño...  ¡Murnau ante mí!  Yo... Dígame... ¿por qué cree que se llevaron su cabeza?
FRIEDRICH: ¿Por qué te empeñas en tratarme de usted? ¿Sabes que dejé este mundo a los 42 años? ¡Soy más joven que tú!
JR: Está bien, Friedrich, te voy a tutear.
FRIEDRICH: Gracias. Bueno... te sorprendería saber lo acostumbrado que estoy a estos asaltos. No ha sido la primera vez que me visitan a altas horas de la madrugada, ni la primera que sacan mi cráneo del sudario. Una vez lo hizo alguien disfrazado de Nosferatu. Sí, como lo oyes. Encendió seis cirios en círculo y colocó mi cráneo en el centro. Después estuvo leyendo unas frases que no llegué a comprender. Antes de marcharse lo dejó todo tal y como estaba antes de entrar. Otras veces también me sacaron al exterior. Solo en esta ocasión no me han devuelto.
JR: ¿Y cómo se siente? Perdón... ¿Cómo te sientes? ¿Estás enfadado?
FRIEDRICH: Pues lo cierto es que no. Te puedo asegurar que el que lo ha hecho ya se siente mucho peor que yo. El sentimiento de culpa llega a atormentar a muchos hombres.
JR: Sigo anonadado por tenerte aquí delante, Friedrich. ¡Tú has sido uno de los más importantes directores del mundo! Tu película Amanecer está considerada todavía entre las diez mejores de la historia del cine, y la mejor de la época del cine mudo.
FRIEDRICH: Ah, aquellos tiempos... Esa fue mi primera película para Hollywood, después de años trabajando en Alemania, y sí, la hice con el mayor mimo, exigiéndome a mí mismo toda la perfección posible. Un año después se crearon los Premios de la Academia y Amanecer consiguió tres estatuillas. Yo recibí uno, pero me alegré mucho más por Janet Gaynor.
JR: ¿A qué se debió ese salto a América?
FRIEDRICH: Pues verás, la República de Weimar, el régimen político en el que yo viví, solo quería incentivar las producciones nacionales y cerraba las puertas a todas las producciones extranjeras. Pero tras la I Guerra Mundial, llegó la crisis y ya no era viable llevar a cabo determinados rodajes. Los productores alemanes visitaron entonces a grandes empresarios norteamericanos y llegaron a importantes acuerdos. Gracias a estos llevé al cine célebres  producciones teatrales, como el Tartufo, de Moliere y el Fausto, de Goethe, que supuse serían de interés en otros lugares del mundo. Y efectivamente, cuando estas películas se dieron a conocer, William Fox se puso en contacto conmigo y me propuso firmar un contrato. Ahí empezó mi aventura americana.  
JR: Que duró bien poco...
FRIEDRICH: Así, es, JuanRa. Es curioso, en la guerra fui piloto aéreo, tuve muchos percances en vuelo y un grave accidente en Suiza que pudo costarme la vida, sin embargo no había llegado “mi hora” todavía. Fue estando en la soleada Santa Mónica, en una etapa de gran reconocimiento y mucho trabajo,  cuando  un absurdo accidente en coche me arrebató la vida.
JR: ¡Qué fatalidad!
FRIEDRICH: Y lo que son las cosas, mientas me enterraban en Sathnsdorf, se estaba estrenando Tabú, mi última película en Estados Unidos. Mientras me daban sepultura, aparecía mi nombre en una pantalla a miles de kilómetros de allí.
TERCERA ESCENA / dritte Szene

JR: De las películas que hiciste, ¿con cuál te quedas?
FRIEDRICH: Creo que con determinados momentos de todas, aunque tal vez sea El último la que mejor sabor me dejó. ¿La conoces?
JR: No, no la he visto, ¿de qué trata?
FRIEDRICH: Es la historia de un portero de un hotel de lujo, un anciano orgulloso de su trabajo. De golpe es degradado a mozo de los lavabos. Tan abatido se siente que intenta ocultar a todos su nueva condición y cada día roba su antiguo uniforme para aparentar que todo sigue igual. Pero, claro, ya nada es igual.
JR: Intentaré verla, parece muy emotiva.
FRIEDRICH: ¿Y tú? ¿Alguna preferencia?

(En ese mismo instante empiezan a sonar las 12 de la noche en el reloj del salón)

JR: Yo he de admitir que tan solo conozco una de tus películas, Friedrich, una que realmente me fascina: Nosferatu.
FRIEDRICH: Lo imaginaba. Ah, Nosferatu... Nosferatu tiene su historia, ¿sabes?
JR: Leí que tu intención era que se llamara Drácula.
FRIEDRICH: Claro, pero la viuda de Bram Stoker no accedió a vender los derechos de la obra, así que como yo estaba obstinado en realizarla, hice algunos cambios. El conde Drácula pasó a ser el conde Orlok, y el matrimonio protagonista y los lugares también fueron cambiados.
JR: Sí, pero la historia era básicamente la misma.
FRIEDRICH: Efectivamente, y eso hizo que la viuda de Stoker nos demandara. Perdí el juicio y fui condenado a destruir todas las copias de la cinta. Por fortuna, unas pocas  ya se habían distribuido por el mundo y permanecieron escondidas por particulares hasta la muerte de la viuda de Bram Stoker.
JR: De no haber sido por esto, hoy no conoceríamos Nosferatu. ¡Qué crimen destruir semejante maravilla!
FRIEDRICH: Bueno, otras han corrido peor suerte. En la Historia ha habido cientos de películas destruidas y perdidas para siempre. Te aseguro que muchas eran auténticas obras de arte. No sé si sabrás que algunas de las películas que yo hice ya no podrán recuperarse jamás, y otras... quién sabe.
JR: ¿Cómo es eso?
FRIEDRICH: Muchas se han deteriorado por el paso de los años. Se han conseguido reconstruir algunos trozos, pero en su mayor parte son irrecuperables. De Satanás, por ejemplo, de 1920, solo se conserva un fragmento, y de Los cuatro diablos, de 1928,  algunas escenas y varios dibujos, que permiten conocer parte de la historia.
JR: ¡Madre mia! ¿Satanas? ¿Los cuatro diablos? ¡Solo por esos títulos  ya me son valiosas!
FRIEDRICH: Y otras andan extraviadas, e incluso ocultas. Phantom apareció recientemente. Se creía perdida pero  alguien encontró en un almacén una copia en buen estado. Esto ocurrió  hace solo 10 años, si no me equivoco.
JR: ¡Increíble! Imagino la emoción de recuperar algo así... Pero volviendo a Nosferatu, yo, que soy un enamorado del cine de terror la considero excelente. Incluso el hecho de que se noten cortes y se vea tan deteriorada la hace más especial.
FRIEDRICH: Es posible que hayas visto una de las muchas copias sobre copias que existen. Te advierto que existen algunas con cortes de escenas. De todas formas tampoco existe esta película en su metraje completo.
JR: Es curioso porque también la he visto varias veces en internet, y en una de ellas la banda sonora era distinta. Era una música extraña, perturbadora, y en ocasiones hasta  desafinada, pero creo que eso conseguía que las escenas resultaran aún más espeluznantes.
FRIEDRICH: La música siempre fue algo fundamental en aquellas películas. Quizás en alguna de sus restauraciones añadieran otra banda sonora.
JR: Es... bueno, no tengo palabras para definirla, pero pocas películas consiguen atmósferas tan angustiosas. Esos claroscuros... esas imágenes fijas... esos escenarios tan inquietantes...
FRIEDRICH: Todos los escenarios exteriores fueron reales, algo que en aquella época era muy poco habitual por lo complicado que resultaba grabar fuera de los estudios.
JR: ¿Y qué me dices del actor? ¿Quién era ese Max Schreck? Además con ese apellido, que significa "susto". He oído...
FRIEDRICH: (Rie) Has oído que era realmente un vampiro, ¿no es eso?
JR: ¡Sí!
FRIEDRICH: Todo es debido a un malentendido. Yo convencía a mis actores de que eran realmente los personajes que interpretaban. A Max le dije: “Eres un vampiro, ¡lo eres! y vas a morder el cuello de Greta, y lo vas a hacer de verdad”. Lo gracioso es que me obedeció y la actriz, que se sentía muy inquieta al rodar esa escena, gritó con fuerza al recibir el mordisco. Todo el equipo miró a Max con aprensión y se corrió la voz de que yo, buscando el máximo realismo,  había contratado a un vampiro. Ahí debió nacer la leyenda.


CUARTA ESCENA / vierte Szene

JR:  Leyendas negras aparte, no puedes negar, Friedrich, que Nosferatu tiene un balance trágico e inquietante: Max murió repentinamente de un ataque al corazón, un cámara de la película se rompió el cuello en un accidente, uno de los guionistas también falleció. Y tú mismo, unos años después.
FRIEDRICH: Oh, vamos, ninguno fue durante el rodaje. Seguro que hay multitud de ejemplos similares que no han trascendido. Todo el mundo muere tarde o temprano, pero el  hecho de ser casos vinculados a Nosferatu  alimentó el morbo de la gente. Y así será siempre, me temo.

Diciéndome esto percibo que la cabeza de Murnau es semitransparente, y a través de ella puedo ver los visillos de la ventana. Me doy cuenta de que nada de esto tiene una explicación convincente, que no es posible que esté hablando con un muerto que aparenta estar vivo. ¿Y por qué ha resucitado? ¿Para qué ha venido? Murnau me mira y durante un instante parece saber lo que pienso.

JR: Friedrich, ¿puedo hacerte una última pregunta?
FRIEDRICH: Adelante.
JR: ¿Eres un vampiro?
FRIEDRICH: (sonríe levemente) Y tú, JuanRa, ¿eres un diablo?


PD: Mi reto para este verano: ver todas las películas posibles de W.F. Murnau. He comprobado que muchas de ellas se pueden ver en Internet. Sí, ya he empezado a perder la cabeza por aquel cine.

25 de julio de 2015

PERDER LA CABEZA CON PASIÓN

Desde hace unos años, cada verano me encuentro, sin pretenderlo, con la semilla de una pasión.
Empieza con alguna idea repentina que simula pasar de largo, pero la muy ladina  se  instala en un rincón de mis mitocondrias y empieza a echar raíces.
Y luego crece, y crece... y se convierte en una ilusión como la copa de un pino.

Unos veranos atrás me dio por aprenderme las capitales de todos los países del mundo. La geografía siempre me resultó entretenida y siento una atracción inmediata por los mapamundis, tanto  físicos como  políticos, así que compré unas cartulinas y con paciencia fui recortando pequeñas tarjetas rectangulares. En una de las caras escribí el nombre del país y en el reverso su capital. Así hasta 190.

Después conseguí unos mapas mudos  de los cinco continentes y ahí empezó el reto de localizar cada país y además decir su capital. Ayudado a veces por mis hijos, que también aprendieron lo suyo, logré grabar en la memoria toda Europa y toda América, y casi lo consigo con Asia y África, que a día de hoy siguen resistiéndose por culpa de nombres como Naipyidó, Yamusukro o Nuakchot.
¿Que si disfruté con esto? ¡Como un cochino!

En otro verano me ilusionó la idea de pasar todo un día en el monte, recorriendo de un extremo a otro la Sierra de la Magdalena de Yecla. Siempre he dicho que no fui yo el que tuvo la iniciativa de hacerlo, sino la Magdalena, que me llamaba a gritos cada vez que la miraba. Cuando  caían las tardes estivales y el sol daba un color anaranjado a su cima, yo la recorría mentalmente y sentía la imperiosa necesidad de conocerla de cerca, paso a paso.
Y lo hice.
 Fue una experiencia extraordinaria, que ya conté en el blog, empezando a caminar muy temprano y pasando muchas horas a solas con la Naturaleza más agreste. 
No me privé de dormir la siesta a la sombra de un gran pino, ni de hablar a gritos con el eco de algunos barrancos o de contemplar una bandada de cuervos que me graznaban desde el cielo y que parecían enfadados de verme en sus dominios.

Todavía hoy, cuando contemplo la montaña desde lejos, la oigo susurrarme que vuelva  a recorrerla algún día.

El verano pasado me aprendí varias canciones en otros idiomas. ¿Que por qué? ¡Y yo que sé! La semilla de la pasión  germinó esa vez con esa apetencia ineludible. El cuerpo me pedía hacerlo y lo hice y, bueno,  hoy puedo decir que me sé una canción entera en francés, otra en italiano, otra en portugués, y hasta una en sueco.  Sé lo que dicen sus letras y creo que no las pronuncio mal del todo.
Esto me recuerda a lo que he pensado muchas veces: que sería divertido aprender en los idiomas más importantes del mundo la siguiente frase:

“Lo siento, pero no conozco ni una sola palabra de su bello idioma, pero espero aprenderlo algún día”

¡Ja! No me digáis que no sería un puntazo toparse con alguien de Japón y decírsela en japonés. O en perfecto ruso a un moscovita.
Sí, vale, será una tontería, pero os aseguro que la semilla de la pasión no tiene en cuenta si las ideas son peregrinas. Cuando le llega el momento de germinar... no te queda más remedio que llevarlas a cabo.

Este verano, también he perdido  la cabeza de forma repentina, y curiosamente la cosa vino dada por la pérdida de otra cabeza.

Encontré en un periódico la siguiente noticia:

ROBADO EL CRÁNEO DE MURNAU, DIRECTOR DE “NOSFERATU”

Creo que ya sabéis que soy un apasionado de los zombis y los vampiros, así que siempre doy la bienvenida a todo lo que tenga que ver con muertos vivientes,  muertos a medias,  o individuos raros que se alimentan de sangre o  vísceras. ¿Puede haber cosa más atractiva? El nombre de Nosferatu, por tanto,  me obligó a seguir leyendo.

Y me enteré de que hace unos días, en un cementerio cercano a Berlín fue hallada profanada la tumba de Friedrich Wilhelm Murnau, director del legendario "Nosferatu" (1922) 

El encargado del cementerio descubrió que al cuerpo del cineasta, que reposa allí desde 1932, le habían robado la cabeza. La policía sospecha que el móvil del robo pudiera ser la celebración de algún ritual satánico (qué le vamos a hacer, la gente me adora) 

Leí entonces la biografía de Murnau, y especialmente lo relacionado con la película Nosferatu. Al parecer, al cineasta alemán le fascinó la novela de Bram Stoker, Drácula, y la semilla de la pasión le impulsó a llevarla al cine. Pero no consiguió que la hija de Stoker le vendiera los derechos de la obra, por lo que no tuvo más remedio que crear su propio Drácula, cambiando los nombres de los personajes y los lugares. Así nació "Nosferatu, una sinfonía del horror"

Podría contar más cosas de Murnau, o de Nosferatu, o incluso de Max Schreck, el actor que dio vida (¿o debería decir muerte?) al vampiro, y del que corrió el rumor de que era un vampiro de verdad, pero si me alargo más no contaría nunca qué pasión surgió en mí tras todo esto.
Pero ahora que lo pienso... ¿y si concluyo aquí la entrada y compruebo si alguien es capaz de adivinarlo? ¿Cuál puede ser mi reto apasionado para este verano? ¿Por qué me ha dado fuerte este año? 
Reflexionen ustedes, intuyan, comenten...  y ya apareceré yo de nuevo para contarlo.

(Nota: No, comer vísceras no es) 

15 de julio de 2015

¡¡NENES, ALASKA!!

Siguiendo con los recuerdos relacionados con la música, hoy contaré una anécdota que al rememorarla  siempre me hace reír.  A mí y a mi amigo Juan Luis.

Solo podía titularse ¡¡Nenes, Alaska!! (ya entenderéis por qué) pero podría llevar el subtítulo de El día en que mi madre fue más joven que yo, o lo que es lo mismo: El día en que fui mucho más carroza que mi madre.

Para situarnos en el día en cuestión,  hemos de retroceder a los primeros años ochenta, cuando el panorama musical era un constante hervidero de canciones de grupos y solistas que ocupaban listas de éxitos en la radio y que también se promocionaban con frecuencia por televisión. Para mí, y para tantos jóvenes de entonces, el día a día era música y más música, y nunca nos cansábamos de descubrir lo mucho que nos ofrecía.

Recibía yo entonces en mi casa el BID, el Boletín Informativo Discoplay, que como muchos  recordaréis era un catálogo en el que se ofertaban discos que uno podía pedir rellenado una solicitud  y pagándolos contra reembolso al recibirlos. ¡Cuánto me gustaba  hojear el BID, e ir señalando todos aquellos discos que me atraían!
En aquellos años, gran parte del dinero que ahorraba iba destinado para la compra de discos,  y nada me satisfacía más que conseguirlos a buen precio, y en este sentido Discoplay me hizo grandes favores.

Desde Madrid recibí muchos longplays que continúan hoy como tesoros de vinilo en mi discoteca. Recuerdo que el primero fue el Synchronicity, de Police, que escuché durante horas. Después llegarían discos de Fleetwood Mac, de Pat Benatar, de Joaquín Sabina,  Mike Oldfield, Pink Floyd, Depeche Mode, A- Ha... Sin duda, el hecho de que pasaran unos días antes de recibirlos los hacía aún más deseados y más especiales.

Bien, nos vamos acercando a esa exclamación de ¡¡Nenes, Alaska!! , mítica para mí, con la que he abierto esta historia.
Ahora habréis de imaginaros a Juan Luis y a mí repasando uno de aquellos BID. Debía ser 1984, (¡qué año tan orwelliano!). Las paredes de mi habitación  estaban decoradas con posters: de Olé olé (con Vicky Larraz, aún no había llegado Marta Sánchez al grupo), de Queen, y, sobre todo y cómo no, de ABBA.
(Juan Luis habla en azul y yo en rojo)

Linda Ronstadt... ¿quién será esta?
¿Quién?... Ah, sí, me parece que canta country
¿Y George Winston?
Ni idea, pero me da a mí que es todo instrumental. Igual es estilo Vangelis, o algo así.
¿Vas a pedir algo?
Sí, este de Dire Straits.
Vale, yo este de Sade. Podemos pagar gastos de envío a medias.
¡Mira aquí! ¡Discos a 100 y 200 pesetas!
¡Qué chollazo!
¡Cómprate este! ¡Nada menos que Gloria Lasso!
¿Gloria Lasso? Ni me suena
¿Cómo que no? La de La luna de miel. Y empezó a cantar con voz atiplada: Nunca sabré cómo tu alma ha encendido mi nocheee... la lunaaa de mieeel....
Jajajajaja, ¡ni de coña!
Sí, tío, pídelo y lo pagamos a medias. ¡Aunque solo sea para oírla y reírnos!
¿Y luego quién se queda el disco? Yo me niego a tenerlo, que tengo un prestigio que mantener.
Ah, yo tampoco, nos lo tendremos que ir quedando por temporadas.

Y así fue que por culpa de las risas, (y de la ganga), pedimos un disco de éxitos de Gloria Lasso, que llegó a Petrel unos días después.

Y en mi habitación volvíamos a estar los dos, escuchando nuestros nuevos discos cuando llegó el turno de desprecintar y dar protagonismo  a la Lasso, precedido de un hilarante preámbulo de falsa emoción.

No sé si estábamos extasiados con la Luna de miel o con Corazón de melón cuando de repente mi madre abrió la puerta de la habitación, asomó la cabeza y exclamó: ¡¡Nenes, Alaska!!
¿¿Cómo??
¡Que está saliendo Alaska en la tele, venid a verla!

Creo que no olvidaré en la vida la cara con la que me miró Juan Luis, y mucho menos el momento en que  dijo “¿Qué está pasando aquí?”, que me hizo reír a carcajadas al comprenderle inmediatamente.

Porque ¿cómo era posible que mi madre nos llamara emocionada por ver a la extravagante y moderna Alaska mientras nosotros escuchábamos como pánfilos a una mujer nacida en los años 20? ¿No debía haber sido al revés, que ella estuviera escuchando a Gloria Lasso y nosotros disfrutando del Cómo pudiste hacerme esto a mí, de Alaska y Dinarama?
El contraste entre Alaska moviendo su melena y  largas uñas en la tele cuando aún se oía a lo lejos en mi habitación “Ya siempre unidos , ya sieeempree”, nos hizo reír hasta no poder más. 
De repente nos habíamos convertido en unos jovencitos ñoños que escuchaban canciones pasadas de moda, y mi madre pasaba a ser  la más transgresora de la familia.  De hecho, unos años antes ya nos había dejado de piedra al decir que le encantaba el Whatever you want, de los Status Quo. “Me gusta muchísimo, tiene mucha fuerza”  Y aún hoy, a sus 74 años, flipa con Michael Jackson, y deja todo lo que tenga entre manos por verle en actuaciones en TV.

Muchos años después, cuando la música bakalao que tanto hemos despreciado Juan Luis y yo, era lo que predominaba en los gustos de los jóvenes, volvimos a tener un puntazo friki inolvidable.
Se nos ocurrió pasar en coche  por la puerta de los pubs y discotecas de moda con las ventanillas bajadas y con la música a todo volumen, tal y como acostumbraban a hacer muchos chavales de la época. Pero nosotros no llevábamos aquellos ruidos de máquinas ralladas de entonces, nosotros llevábamos... otra cosa.
Sí, nuestra forma de contraatacar contra el mal gusto de forma extrema fue dejar que del interior de nuestro coche sonara a todos los decibelios posibles el  Hablemos del amor de Raphael y otra vez aquello de Nunca sabré como tu alma ha encendido mi nocheee... de Gloria Lasso, que parecía un ángel glorioso atravesando el horror de los infiernos.

Solo cuando dejábamos atrás las caras de estupefacción de la gente, estallábamos en risas.

Hace poco le pregunté a mi amigo si se acordaba del “¡¡Nenes, Alaska!!
Calla, calla, que no se entere nadie de aquello.
No, tranquilo, solo lo voy a contar en el blog.
¡Cómo te atreves! Bueno, pero que conste que al final el disco de Gloria Lasso te lo quedaste  tú. ¡A mí que me registren!

10 de julio de 2015

TODA UNA VIDA CANTANDO

Hace cinco años que no veo a mi padre, y una de las cosas que más echo de menos de él  es oírle cantar.
Mi familia paterna ha sido siempre muy de arrancar a cantar a la menor ocasión. En cada reunión familiar era imposible, sobre todo si estaba mi abuela,  que no se oyera aquello de:

Carrascal, carrascal, qué bonita serenata,
carrascal, carrascal, que me estás dando la lata.

Bastaba que se juntara mi padre con su hermano Guillermo para que rivalizaran como tenores y les oyéramos entonar algo muy antiguo en latín, (que no terminaban nunca de rematar porque alguno de los dos entraba a destiempo o repetía una estrofa que no había que repetir) 
Y si acudían mis tías era más probable escucharles cantar habaneras a todos, sobre todo Canta y no llores, también conocida como Las mañanitas, que tanto gusta a mi padre:

Todas las mañanitas vuelve a la aurora
y se lleva la noche triste y traidora.

 Me resulta muy fácil recordar a mi padre cantando porque lo hacía a menudo: afeitándose en el cuarto de baño ya empezaba a tararear algo; regando el jardín, las plantas le escucharon interpretar algún fragmento de las muchas zarzuelas que conoce; conduciendo al llevarnos al colegio era probable que diera un repaso a los tangos de Gardel:

Siglo veinte cambalache
problemático y febril
el que no llora no mama
y el que no roba es un gil

Cuando sentaba a mi hermana sobre sus rodillas imitaba a Lucho Gatica:

Reloj no marques las horas
porque voy a enloquecer
Ella se irá para siempre
cuando amanezca otra vez.

Hoy ella dice que esta canción no solo le recordará siempre a mi padre, sino que, de hecho, esta canción es de ellos dos.
Y recuerdo las muchas veces en que me hizo prestar atención a lo que ciertas canciones contaban y lo hermoso de una letra bien escrita.

Envidia, tengo envidia del pañuelo
que una vez secó tu llanto
Y es que yo te quiero tanto
que mi envidia es tan solo amor.

Pero si he traído hasta aquí toda esta introducción musical es porque me he acordado de algo que me ha hecho sonreír.

Fue una vez en la que mi madre andaba disgustada con mi padre, no recuerdo por qué ni tiene importancia, pero al caer la tarde, ella cogió algo que tenía que coser y se sentó en la marquesina de la casa, buscando  algo de fresco.
Después de un rato, se acercó mi padre y se sentó cerca.

Toooda una vida – comenzó a cantar él -
me  estaría contiiigo
No me importa en qué forma, ni dónde ni cómo
pero junto a tiii.

Mi madre continuó cosiendo, como si nada.

Toooda una vida, -prosiguió él
te estaría mimaaando...

Y fue cuando llegó a aquello de:
“… que eres en mi vida, ansiedad, angustia y desesperacioooón...”
que ella dejó de mover aguja e hilo y empezó a reír. Primero con una risa disimulada, silenciosa, que inmediatamente dejó de controlar para dar paso a una risa sonora que le hizo brotar lágrimas.
Mi padre se quedó atónito, sin entender qué ocurría, pues no podía adivinar que ella le había encontrado la gracia a esa parte de la canción, al reinterpretar de otro modo la letra.

- ¿De qué te ríes?, quiso saber, extrañado.
Y entonces fue ella la que cantó:
- Eres en mi vida... - y reía- ansiedad, angustia... - y reía más- ¡desesperación!

Y así fue que como la risa es algo tan contagioso, también mi padre acabó riendo, y tanta risa limó los resquemores y la canción de Machín les devolvió la concordia.

Yo estaba por allí y aún recuerdo aquella escena.

Será porque todas estas canciones, melodías atemporales y eternas,  quedarán siempre ligadas a aquellos dulces recuerdos.


3 de julio de 2015

EL SÉPTIMO BLOGUIVERSARIO

Hoy, 3 de julio, este blog cumple 7 años de vida, y la palabra "vida"  la aplico con  pleno convencimiento de estar bien empleada.

En la entrada anterior, Ripley me escribía desde Madrid:
"No sabía que hiciera tanto que te sigo y me doy cuenta que he visto crecer a tus hijos casi como si fuera un vecino tuyo"

Creo que estas palabras encierran precisamente la grandeza de lo que significa haber estado escribiendo un blog personal durante  todos estos años. He mostrado en él tantas cosas sobre mí, sobre mi forma de ser, mis aficiones, mis trabajos,  mi familia, etc, que aquellos lectores que llevan mucho tiempo leyéndome, casi me consideran un amigo de toda la vida. 

Yo me aventuro a asegurar que esto es así, aunque suene exagerado, porque a mi me ocurre exactamente lo mismo: a aquellos blogueros con los que más tiempo llevo en contacto  les he tomado tanto afecto que no me importaría un encuentro para saludarles personalmente. Es más, os confesaré algo: hubo un tiempo en que me ilusionaba muchísimo la idea de una gran quedada con los lectores y lectoras de mi blog con los que tan asiduamente me comunicaba. Me imaginaba un fin de semana en Las Casas del Señor, preparando una barbacoa y charlando y riendo durante horas y horas. 
La experiencia me ha demostrado que cuando hay verdadera predisposición a algo así, las cosas salen bien a  la fuerza. El buen rollo siempre llama al buen rollo y entre bloggers amigos nada puede salir mal. 

Lo que ocurre es que uno ha sido siempre muy soñador, y a la hora de la verdad las ilusiones, a falta de empujones para llevarlas a cabo, se van quedando en el camino.

Pero con la entrada de hoy quiero expresar mi más sincero agradecimiento a tantísima gente que me ha hecho muy feliz por el simple hecho de haber entablado una muy grata comunicación a través del blog en estos años.
El blog nos ha servido para hablar de mil cosas distintas, para divertirnos jugando e imaginando y, entre unas cosas y otras, ir conociéndonos.
 
Con el permiso de mi amiga Ángeles, de Málaga, que también acaba de celebrar sus siete años como bloguera, voy a hacer mías las palabras que escribió en su entrada conmemorativa, porque expresan exactamente lo que también yo siento:

"Quiero dedicar esta entrada a todos: a los casuales y a los esporádicos que nos dedican unos minutos de su tiempo de vez en cuando; a los que comentan y a los que no, a aquellos que, habiendo sido fieles al blog durante largo tiempo, un día dejan de visitarnos y cuya retirada produce una gran sensación de ausencia. Y, cómo no, a los seguidores que permanecen con nosotros durante años y que siguen ofreciéndonos, de la manera más generosa, sus ideas, sus conocimientos, su inteligencia y su humor; su fidelidad, su cariño y su gratísima compañía."

Como cada año, me complace dedicar un video a los lectores del blog. En siete años han sido tantos que sería una locura citarlos a todos, así que no tengo más remedio que incluir solo a los que he saludado en el presente año. Pero quede claro que yo lo dedico a todos con gran cariño, incluso a aquellos que me leen y nada comentan, que también me consta que los hay.

Sí, A la edad del diablo cumple hoy siete años de VIDA
Y quiero celebrarlo con optimismo y alegría.