29 de diciembre de 2015

PROPÓSITOS BLOGUEROS PARA 2016

Típico: todos los 22 de diciembre  se oye decir: "El premio está muy repartido" (pero, no sé qué pasa, que a ti no te llaman nunca para ese reparto)

Típico: en fiestas navideñas los grandes almacenes están animadísimos de gente (gente que curiosamente disfruta poco, muy poco o nada)

Típico: el 28 de diciembre intentan que te tragues alguna trola (como si no fuera  suficiente con lo que ya llevas tragado)

Típico: el 31 de diciembre siempre se insiste en que antes de las campanadas van los cuartos (pero siempre hay un cuñao tonto que se adelanta con las uvas)

Típico: el 1 de enero se tiene una lista (mental o escrita) de los nuevos propósitos para el año entrante. (¿Nuevos?  ¡Son los mismos año tras año!  Pero esta vez, sí que sí. ¿No?)

Yo vengo hoy con una entrada atípica que tiene mucho que ver con esto de los propósitos. Voy a hacer una lista de los temas sobre los que quiero escribir en el blog en este inminente 2016, y lo voy a hacer por dos razones: 
1) Para comprometerme a publicarlas, (porque algunas llevan años en la recámara sin ver la luz)
2) Porque sé que sois lectores exigentes que me iréis obligando a que no me duerma en los laureles. Si se acaba el año y no he cumplido... seré peor que un diablo, seré un político típico.
3)  A todo esto, ¿son sólo cosas mías, o el 2016 mola mucho por acabar en 6?


PROPÓSITOS BLOGUEROS PARA 2016

En el nuevo año me gustaría mostrar la colección de indios de plástico que llegamos a reunir mi hermano y yo de niños; contar lo bien que los pasábamos con ellos y las grandes batallas que vivíamos en el bancal de los naranjos. Esta entrada lleva más de cuatro años esperando su momento.
Otra entrada de corte nostálgico que aguarda pacientemente a que le llegue su momento de gloria es la de las series de TV de los años 70 y 80 que más nos gustaban. Aunque ya hablé de mi amor platónico por uno de los ángeles de Charlie, hubo  otras series que me tuvieron totalmente enganchado.


Merece la pena mostrar un reportaje fotográfico de uno de los lugares más emblemáticos y mágicos de Yecla: el monte Arabí. Y cuando digo mágico no lo digo por decir. Espero que en este 2016 tengáis un hueco libre para pasear conmigo por un paraje con tanta historia.
De igual forma que Aitana y yo nos empeñamos en la idea de grabar juntos una canción hasta conseguirlo,  quisiera hacer lo mismo con Samuel, que ya he escuchado que no se le da nada mal. Lo malo es que cada vez que se lo propongo me mira con una cara que dice: "Papá, que ya tenemos una edad..." 
¿Pero no es verdad que el que la sigue la consigue? A ver si le convenzo este año.
Se me ocurrió cuando publiqué las barrigas pintadas por Tomás, que podía crear una nueva etiqueta llamada Cabrexpo, en donde ir mostrando las manifestaciones artísticas de mi familia, porque siempre sale alguno, pequeño o mayor, que me deja con la boca abierta. ¿No os apetece que os haga de cicerone en el museo de los Cabrera?
Con lo que me gusta hablar de cine y qué poco lo he hecho en todos estos años. Para el 2016 tengo previsto hablar de mis películas favoritas entre las favoritas: las más especiales, las imprescindibles, las que me llevaría a la cuarta dimensión, al quinto pino y al sexto sentido.
Este es un propósito que me hace especial ilusión (a pesar de no tener muy claro todavía cómo llevarlo a cabo) 
Ya habréis visto a los pies de la cabecera del blog que he creado una pestaña con el nombre The Zombie Experience. La idea es la de ir presentando por entregas una historia (guión, notas, qué se yo...) sobre un grupo de supervivientes en un mundo plagado de zombis. 
El casting ya está cerrado y sus quince protagonistas (7 hombres y 8 mujeres)  son/sois lectores del blog,  cuyos nombres ya vienen impresos en esta fotografía.
Ya los presentaré con más detenimiento y les asignaré unas características. Lo interesante del asunto es que no todos sobrevivirán y que la supervivencia la dejaré al azar y/o habilidades de cada cual (poco a poco lo iréis entendiendo)
Como es un proyecto sin definir del todo, valoraré vuestras sugerencias, bien escribiéndome en los comentarios o a mi correo.

Por supuesto, como soy un bloguero de costumbres, quiero seguir haciendo juegos y concursos, con premios personalizados, de esos que tanto me gusta preparar y tanto me divierten cuando participáis.

Y este año, nada más por mi parte. Os doy las gracias por tan buena compañía durante este 2015 y os deseo a todos un excelente año 2016
(¿son cosas mías o... nada, nada) 

17 de diciembre de 2015

UN CUENTO A 12 VOCES

Tenía muchas ganas de publicar esto en el blog. 
Un domingo de marzo del pasado año, tuvimos una reunión familiar en la casa de campo de Petrel y aprovechamos la ocasión para llevar a cabo algo que teníamos en mente realizar algún día: grabar un cuento.
En principio la idea era escribir una historia original con tantos protagonistas como gente dispuesta a participar, pero como nadie logró contactar con las musas y no queríamos aplazarlo más, echamos mano de un libro de cuentos de los que había por casa y elegimos el que más personajes tenía: La Bella Durmiente.

Los papeles se repartieron de la siguiente forma:

Mi hermano Fran haría de narrador, yo pondría la voz al Rey y más adelante a un paje. Anasister sería la Reina y también la Bella Durmiente. 

Mamá Diablo quiso ser el hada malvada y también una anciana sorda. Mi sobrina Marta hizo de una de las hadas buenas, la más lista de todas, a la que acompañaban más hadas que en breve aparición fueron Tomás, Aitana y mis sobrinos Cristian, Anna y Saúl, que también harían de pajarillos junto con mi cuñada Laura. ¿Se me olvida alguien? Ah, si, Samuel, que hizo de aventurero Príncipe.



En fin, que fue un cuento a doce voces dirigido por Sebastián, quien añadió magistralmente la música y los efectos sonoros.

Y ahora que acabo de poner imágenes a nuestras voces, es tiempo de promocionar la obra por el espacio cibernauta: ¡los Cabrerator salen de gira por el mundo!
¡Espero que os guste!
 PD. Recomiendo escuchar por auriculares. Gana bastante.

                           

3 de diciembre de 2015

APUNTES SOBRE ZOMBIOLOGÍA

Sólo hay algo que supere a la belleza de un prado colmado de amapolas bajo un luminoso cielo azul: 
la visión de un zombi caminando entre ellas.
JRD



Mi mujer no logra entender que  me apasionen los zombis.  
Es comprensible.

Si le digo la verdad, que la visión de un muerto viviente con su torpe caminar me produce un magnetismo inmediato, me mira raro.
Cuando un rostro putrefacto, que en un primer plano deja ver sus dientes a través de los  descarnados huecos de sus mejillas, me hace exclamar: “¡Qué maravilla!”, ella quiere pensar que bromeo, pero me vuelve a mirar raro.
Quizás no sea muy sensato decirlo en voz alta.

Es por eso que no ahondo más en el tema, para no sobrepasar algún límite que sea incapaz de soportar.

No quiero ni imaginar cuál sería su reacción si le dijera que no existe para mí emoción comparable  a la del sonido de unos pasos que hacen crujir  la hojarasca del bosque, seguido de un agónico jadeo que se aproxima y la consiguiente  aparición de un ser andrajoso tambaleándose entre los árboles. Es brutalmente hermoso.

Como indescriptiblemente bella es la imagen de una ciudad vacía, de avenidas desiertas, coches abandonados y papeles que se dejan llevar por la brisa que los empuja. Inigualable ese silencio que no se parece a ningún otro, y la casi tangible sensación, que nace en el estómago, de un peligro inminente acechando en cada esquina.

No me atrevo a declararme un entendido en el cine de zombis, a pesar de haber visto muchas películas de este género, entre otras cosas porque sé que mi análisis sobre este tipo de películas tendría serias discrepancias con la opinión de la mayoría. Digamos pues que soy un zombiólogo con ideas propias esperando crear una nueva linea argumental.

Para empezar, el cine de zombis no me parece un subgénero del cine de terror, sino un género en sí mismo.
Y además no lo considero Terror,  el cine de zombis es  puro Realismo futurromántico.

Si no fuera porque no quiero aburrir a nadie sobre el tema (y porque me preocupa el que a algún lector  le esté apareciendo en la cara esa mueca que se le pone a mi mujer) os enumeraría las muchas notas que sobre el tema llevo escritas y que sin duda me servirían para desarrollar una tesis con el título: Belleza y lirismo en la zombiología.

Quisiera dejar expuestas, eso sí, las notas que considero básicas para dar a conocer mis premisas fundamentales  como zombiólogo apasionado.

1) Un auténtico zombiólogo da por veraz y lógica la posibIlidad de que un virus devastador  se instalara en el cerebro de los humanos y fuera capaz de volver a poner en funcionamiento un cuerpo por el que ya no corre la sangre. Un virus tan potente  mantendría en activo el cuerpo  invadido mientras su cerebro estuviera intacto. Así pues, de nada servirá que el zombi sea decapitado: su cabeza seguirá intentando morder. Si el zombi es quemado, su cuerpo carbonizado seguirá caminando, si el zombi queda flotando en un pantano durante meses y el agua deshace su carne como gelatina y los peces se comen sus entrañas,  nada variará mientras el virus siga instalado en el cerebro; a la menor ocasión morderá con fuerza.

2) Un zombi hecho y derecho es aquel que camina lentamente, es incapaz de correr y tiene una inteligencia muy limitada.  Su único impulso es el de aplacar su insaciable apetito de carne fresca, preferiblemente humana.
Entran en este grupo de zombis clásicos aquellos que aparecieron en varias películas de George A. Romero , especialmente en La noche de los muertos vivientes (1968)

3) En películas como 28 días después (Danny Boyle, 2002), Soy leyenda (Francis Lawrence, 2007)  o Guerra Mundial Z (Marc Forster, 2013) , los zombis son muy veloces, extremadamente violentos e inteligentes. A pesar de que mi amor hacia todo zombi es incondicional, prefiero mil veces los zombis clásicos.

4) El gran encanto en el dramático enfrentamiento entre muertos vivientes y supervivientes radica en el hecho de que hay una justa compensación en las fuerzas. Hay muchos más zombis que seres humanos, pero dada su escasa velocidad para desplazarse y su corta inteligencia, es fácil huir de ellos.
El problema surge si te rodean, si corriendo te tuerces el tobillo o si en el supermercado te sorprende alguno por detrás de las magdalenas.
Por otra parte, sus cráneos son fáciles de perforar; con un sencillo bolígrafo podrías matar a un zombi si eres rápido. Pero una vez más las fuerzas se compensan: hasta el zombi más enclenque y desdentado , a la hora de cerrar la boca tiene la misma embestida que un bulldog mordiendo un merengue.

5) Todo amante de los zombis los sitúa a priori en los Estados Unidos, pero sabe que la plaga ha invadido la Tierra en su totalidad. Si existen zombis en Wisconsin, existen también en Teruel, aunque Teruel no exista.
Es bastante incómodo imaginar zombis en Cuenca o en Chiclana de la Frontera, pero ahí están, por lógica y derecho propio.
Pero lejos de los USA ha habido zombis tan dignos como los lisboetas de La noche del terror ciego (Amando de Ossorio, 1971), los italianos de Mi novia es un zombi (Michele Soavi, 1994) o los barceloneses de REC (Jaume Balagueró, 2007)

6) Un verdadero amante de los zombis no criticará jamás la fabulosa serie de TV  The walking dead  (Frank Darabont, 2010) , auténtica biblia de la zombiología y el mejor exponente de cómo han de comportarse zombis y seres humanos para que no se rompa esa armonía y esa estética que consigue que los zombiólogos veamos poesía en lo apocalíptico,  belleza en lo decadente y pura emoción en la supervivencia.

7) ¡¡Vivan los muertos vivientes!!  ¡¡Que no mueran jamás los zombis!!

Nota: Acepto cualquier disconformidad sobre el asunto, así como toda adhesión a la causa zombi. Les ruego me dejen algún comentario a favor o en contra  y me permitan ejercer mi papel de guionista aficionado, para incluir proximamente a todos los que comenten en el guión de una película de zombis. Intentaré que sea de las buenas buenas.
ACTUALIZACIÓN (28/12/2015): Queda cerrada admisión de protagonistas. Gracias a todos.

24 de noviembre de 2015

EL DIABLO NO ES COSA DE RISA

... pero, claro, si no os veo
os permito hacerme un feo
 siempre que sea deprisa.










Nota: Todas las viñetas fueron encontradas  en  Internet y son obra de grandes dibujantes como Quino,  Alberto Montt (recomiendo su página En dosis diarias), o JM Nieto. 
Desconozco los autores de las que vienen sin firma. 
La última está modificada por mí con toda la maldad que me caracteriza.

19 de noviembre de 2015

LOS NIÑOS GRANDES

Desde mi asiento veo cómo el joven se adelanta para abrirle la puerta a su abuelo, y una vez dentro le vuelve a coger del brazo con afecto. El chico me da las buenas tardes y el anciano, que camina arrastrando los pies, me saluda con un gesto de su cabeza.

- ¿Dónde te sientas, abuelo?
- En aquella mesa.

Observo cómo le quita con cuidado el abrigo y el sombrero y los cuelga en la percha más próxima.

Una vez sentado le pregunta si está bien y el abuelo le dice que sí y hace un gesto con la mano a su nieto, apremiándole a marcharse.

- Dentro de hora y media vengo a por ti, ¿vale?
- No, no hace falta que vengas, ya me bajo yo andandico
- Ni pensarlo, luego vengo a recogerte.
- Pero...

Y sin darle opción a réplica se despide dándole un beso en la mejilla.

El hombre se queda en silencio, relajado en su silla, esperando a que lleguen sus compañeros de juego.
Quedo emocionado ante la forma de actuar de este muchacho.

Se va llenando el salón conforme pasan los minutos. La mayoría de los mayores llegan solos, con su propio pie, unos con paso más agil que otros.

A Damián lo trae su hija en coche, y desde el coche hasta el salón de juegos se acerca él con su andador de aluminio. Ella no suele entrar, pero esta vez lo acompaña porque él le ha pedido que le saque un café de la máquina.

- ¡Este hombre...! - entra ella refunfuñando - ¡Cuanta más prisa tiene una, más pide!
- La próxima vez que me pida el café a mí y yo se lo saco – le digo.
- ¿Has oído? - dice alzando la voz para que le oiga su padre – Cuando quieras un café se lo pides al chico.
- Claro, a mi no me cuesta nada...
- Es que de verdad, está ultimamente... - me dice mientras espera a que el vaso se llene - Si no lo traigo no saldría de casa. ¡Que le daba miedo caerse! Y voy, le compro el andador y ni aún asi. Y luego un móvil para que me llame cuando quiera que le recojamos. Si es que no le falta de nada. Y es que es lo que yo le digo, ¡sal de casa y distráete! No, es que si no se mueve se hace viejo en cuatro dias, ¿sabes? Por eso le obligo - Saca el vaso del hueco de la máquina y se lo lleva a la mesa- ¡Toma! ¡Tu café!

Más de una vez hemos oído, y hoy yo lo puedo asegurar convencido, que un anciano se parece más a un niño que a un adulto. Al anciano le gusta sentirse mimado, y los desaires y las ofensas los acusa profundamente. Con ternura y apoyo moral se les da más fuerza que con toda la ayuda material que muchas veces, por lástima o por propia comodidad, les prodigamos.
Para un joven es más o menos fácil recuperarse de las adversidades que puedan sucederle en el terreno afectivo, pero para un viejo es ya muy difícil.

He visto a tantos jóvenes mirar a los ancianos como bichos raros, sin respeto, como si fueran algo pasado que ya no cuenta ni merece la pena prestar atención...
Qué poco pensamos en que el paso del tiempo es rapidísimo y que todos llegaremos a esta situación en la que, después de una accidentada vida llena de luchas, de desengaños, de ingratitudes y de egoismos, lo que más nos importará es que nos quede lo mejor que de ella hemos conocido: el afecto, el cariño, el amor.

Vuelve la hija a llevarse a su padre.

- Venga, aligera que he dejado el coche mal aparcado. No te habrás manchado otra vez de café, ¿no? Venga, veeenga, que tengo prisa.

Llega el nieto a recoger a su abuelo.
Le pone el abrigo y el sombrero. Cuando salen por la puerta oigo al joven preguntarle si ha ganado al dominó.

- Pues de cinco partidas que hemos echao, una vez solo
- ¡Pero abuelo, asi no vamos, ¿eh? Así no vamos! – y lo vuelve a tomar del brazo.

5 de noviembre de 2015

EXAMEN SORPRESA

¡Casi me pilla el toro!

El reglamento de la CBS (Corporación Bloguera Satánica) obliga a sus adscritos a realizar un cuestionario para lectores antes de cumplir los 90 meses desde que se abriera el blog al que siguen. Yo llevo 89  y todavía no lo he presentado. Y lo que es peor, ¡casi se me olvida!

Confío en la buena voluntad de todo el que a este blog entra, y en la solidaridad que como seres humanos les caracteriza, para poder llevar a cabo este trámite de forzoso cumplimiento.

Creo que no me llevará más de tres líneas explicarles que el cuestionario data del año 1208, el conocido como Pécheurs questionnaire, y cuyas respuestas se tienen muy en cuenta para  estudiar la conducta y los procesos mentales de los individuos. En pocas palabras: dime lo que contestas y ya veré yo cómo te camelo.

Desde la época medieval ha cambiado muy poco en su estructura, salvo correcciones ortográficas de poca monta y el replanteamiento de un par de preguntas que se perdieron en un incendio, pero lo importante es que sea contestado con sinceridad, amplitud de miras y con total ausencia de remordimiento.

Antes de dar paso al Pécheurs questionnaire les expongo algunos ruegos en forma de advertencia y un par de amenazas con mi mayor voluntad de consejo de amigo.

Uno: que no tengan miedo a contestar ninguna pregunta, ni siquiera las fáciles.
Dos: que si necesitaran extenderse lo hagan, que no es esto un telegrama en el que cada palabra tiene su precio.
Tres: que asuman la realidad como sujetos en un escenario adecuado a los procesos integrados e interrelacionados,  y que lo hagan con una perspectiva histórico-biográfica, en el entendido de que ninguna causa puede ser aislada y que yo estoy ahí para echarles un puro si se tuercen.

Nada más. Muchísimas gracias a todos de antemano. Contesten y habrán salvado el blog y mi reputación.

Pécheurs questionnaire

1) (Solo para diestros a la hora de escribir) Si fueras zurdo y recriminado por ello, ¿intentarías probar a ser diestro o echarías mano a la llave de la despensa para hartarte de compota de castañas?

2) ¿Te consideras  hábil  en el mundo de la pintura? ¿Se te da bien el gotelé?

3) (Solo para seres humanos) Si fueras un robot, ¿cómo harías para burlar los filtros de blogspot y dejar tus comentarios?

4) ¿Cómo llevas el hecho de que en un futuro próximo empecemos a alimentarnos de insectos? ¿Te repugna o ya te va apeteciendo  un bocata de saltamontes crujientes?

5) Coloca, en orden de menos a más, tu antipatía hacia estas profesiones: dentista, conductor de gruas, profesor de matemáticas de secundaria, funcionario en la ventanilla de recaudación del ayuntamiento, tertuliano de Tele5.

6) ¿Eres de los que odian los lunes, o tampoco te parecen nada del otro jueves?

7) Dejando al margen connotaciones políticas, la tortilla de patatas, ¿con cebolla o sin cebolla?

8) Olvídate de islas desiertas, ¿qué disco, qué libro, qué película y qué serie de TV  te llevarías a Marte?

9) En el supuesto de que se hiciera público que Madame Regardié, ministra de asuntos exteriores de Luxemburgo,  ha tenido amantes toda su vida, ¿cuál de sus historias amorosas te dejaría más perplejo?

10) Elige el colectivo en el que te sientes más identificado (sinceridad absoluta, por favor): traviesos, bordes, cabroncetes, hijoputas, desgraciados, hijos de Satanás.

11) Hablar del tiempo en el ascensor empieza a ser aburrido. Propón un interesante tema de conversación para los ascensores.

12) Si Tio Nario es Q, ¿qué es Q?


Espero  respuestas mordiéndome las garras.

PD. La entrada de hoy está dedicada a Sara, que cumple años e inspira.

28 de octubre de 2015

ME ACUERDO...

Se me ocurre una cosa de corte futurista.
 ¿Imagináis que nuestros recuerdos pudieran proyectarse en una pantalla a nuestra voluntad? ¿Que fuéramos capaces de volver a recrear ante nosotros, por lejanas que sean, aquellas imágenes que de nuestra memoria no se han diluido?
Sería algo fabuloso, ¿verdad?

Puestos a imaginar y a dar verosimilitud a esta fantasía, se me ocurre que todas aquellas cosas que no recordamos fueran imposibles de reproducir, o se vieran muy borrosas si los recuerdos son imprecisos.

Por ejemplo, Apamen siempre ha dicho que del día de su Primera Comunión solo recuerda lo bien que lo pasó saltando charcos con una amiga después de la ceremonia. Que al acabar el día, los bajos del vestido habían dejado atrás su blanco luminoso para pasar a ser gris oscuro, pero que a su madre no le importó porque le complacía verla disfrutar.

Bien, pues según mi novelera idea, Apamen podría volver a ver aquellas imágenes en una pantalla, pero tan solo esas imágenes en concreto, dado que apenas recuerda nada más. Ahora bien, si sus padres y hermanos recuerdan más momentos de ese día en los que ella interviniera, podría verse a sí misma en las imágenes que ellos proyectaran. ¿Ha quedado claro?
Ahh, me emociono con solo imaginarlo.

Viene esto a cuento porque cuando a veces rememoro cosas con mis hermanos, de cuando éramos niños, Fran complementa la velada con muchos datos precisos de aquellos recuerdos de una forma asombrosa. Es el memorión de la familia, el que podría escribir la mayor cantidad de recuerdos. Gracias a él sería un gustazo poder ver películas de nuestro pasado y comprobar con alegría cómo se irían añadiendo detalles que él recuerda y que nosotros teníamos olvidados.

Y a mi, que tanto me gusta recopilar historias y que soy el guardián de todas las grabaciones familiares, las reales, completaría la película de mi vida con los más agradables recuerdos, sobre todo con los de nuestra infancia.

De momento, y esperando que un prestigioso científico (que será español, puestos a fantasear) nos haga realidad este sueño , convirtiéndome al mismo tiempo en un visionario JuanRa Verne, puedo imaginar perfectamente cómo se verían en pantalla los retazos de mi niñez que con más nitidez puedo recordar.

Me acuerdo de que, viviendo en Benidorm, salía un día de casa con mi padre, que me llevaba al cole. Yo tenía 5 o 6 años.
Bajábamos en el ascensor y yo me estaba acabando un plátano que me había dado mi madre. Me quedaba solo la punta final, esa que siempre me dejaba sin comer porque tenía un punto negro que me daba asco (yo pensaba que era la caca del plátano) Esperaba llegar a la calle para tirar ese trozo, pero mi padre me miró y me dijo: “¡Venga, acábate el plátano!” Me dio vergüenza decirle que esa parte no me gustaba y me lo metí en la boca e intenté tragarlo. Al salir a la calle , fue tanto el asco que me dio notar “la caca” que me sobrevino una arcada y lo vomité.

¡Es que no me gusta el final del plátano!”, gimoteé apurado.
¡Pues habérmelo dicho, hombre!, exclamó mi padre.

Recuerdo que pensé en lo sencillo que habría sido ser sincero, en el mal rato que me habría ahorrado.

Recuerdo los primeros días de excitante exploración de la casa de campo que mi padre compró en Petrel, cuando mi hermano Tomás y yo aún no éramos conscientes de que viviríamos allí en los años posteriores hasta hacernos mayores.

La casa estaba rodeada de terrenos con muchos árboles. Un bancal de almendros, uno de vides y, a mayor altura, otro de naranjos (el único que permanece)
Había higueras, nísperos, chopos, sauces llorones, árboles del Paraíso... Me acuerdo de que en ocasiones mi padre nos decía “Sentaos aquí y abrid la boca” y cuando lo hacíamos exprimía media naranja con su mano, y su zumo caía dulce sobre nuestras lenguas. Teníamos que cerrar los ojos porque a veces el jugo salpicaba por toda la cara. Nos encantaba y le pedíamos más, y nuestro padre sonreía satisfecho. “Esto tiene muchas vitaminas y os hará fuertes”, nos decía. Recuerdo lo muy pegajosas que nos quedaban las manos, la cara, el cuello…

Me acuerdo de lo que nos fastidiaba años después tener que ayudar a recoger almendras o naranjas cuando llegaba el tiempo de hacerlo. Nos parecía lo más tedioso del mundo. Naranjas se recolectaban tantas que mi madre se encargaba de venderlas y hasta regalarlas.

El que sí fue un día memorable en el que disfrutamos como enanos fue aquel en el que mi padre contrató unas horas de riego para el bancal de los naranjos.
El agua llegó con fresca alegría por una acequia e iba inundando la tierra a su paso . Los cuatro hermanos observábamos cómo algunos insectos huían desesperados ante tan repentina inundación. Las hormigas se encaramaban a las hojas secas, que parecían barcos a la deriva, y algunos saltamontes nadaban impulsándose con el latigazo de sus patas traseras.
Nuestra madre, previendo que acabaríamos ensuciando nuestra ropa y dado que era un día caluroso, tuvo una idea genial. “Quedaos en calzoncillos y si os ensuciáis no pasa nada”
Nos lo tomamos al pie de la letra y al poco ya estábamos sumergiendo los pies en la blanda tierra, que conforme se empapaba de agua se hacia más y más ligera. Cuando todo el bancal era un espejo líquido brillando al sol teníamos barro hasta en la cabeza.
En algunos puntos la tierra se había ablandado tanto que nos sumergíamos hasta las rodillas, jugando entonces a imaginar que eran arenas movedizas. O a dispararnos y caer estrepitosamente sobre el fango.

Mucho rato después, nuestro padre tuvo que coger la manguera para volver a convertir en blancos a lo que parecían cuatro negros de alguna tribu africana. 
Aquel baño de barro de pies a cabeza fue memorable.

Curiosamente nuestra hermana lo recuerda vagamente porque era demasiado pequeña. De hecho llegó a creer que era algo que había soñado. Gracias al reproductor de recuerdos que está por inventarse, podría volver a verse chapoteando en el barro aquel día.

Y hablando de Ana, y para terminar, tengo un recuerdo entrañable en el que ella fue protagonista y que tampoco recuerda, pero yo sí. Y muy bien.

Tendría ella unos tres o cuatro años. La tele estaba puesta y se oían las cantinelas de los anuncios publicitarios. Recuerdo aquel de “Vespino responde” o el de “Filvit champú, (Filvit mamá, porque más vale Filvit que tenerse que rascar”)

De repente observé que a mi hermana le temblaba el labio inferior y que hacia esfuerzos por no echarse a llorar, pero dado que mi madre le preguntó qué le pasaba, se abandonó al llanto. Aún pasó un buen rato hasta que lográramos sonsacarle qué le había ocurrido.
Resulta que en uno de aquellos anuncios se publicitaban vinos de la marca Málaga Virgen, y en él se cantaba reiteradamente ¡¡Málaga Virgen!! (podéis verlo AQUÍ)

Había que ver a la pobre Ana con sus lagrimones, diciendo que no le gustaba que en la tele dijeran ¡Mala la Virgen!
 Si se pudiera rebobinar la vida por años, buscaría aquel momento.

Aunque no tardará en llegar ese colosal invento de poder ver nuestros recuerdos. A poco que cierre los ojos y los busque, surgen muchos más que poder revivir.

Me acuerdo...

20 de octubre de 2015

TOMÁS PINTABARRIGAS (DE VICMA)

Algún amigo de la familia, observando nuestra natural tendencia a garabatear cualquier dibujillo cada vez que tenemos a mano un bolígrafo, acuñó aquella frase que tan famosa se haría: “Más feliz que un Cabrera con un boli”

Es verdad, los tres hermanos tenemos ese impulso en común, dibujar lo primero que nos viene a la cabeza en cuanto se nos pone a la vista un bolígrafo y cualquier superficie de papel.  
Cuando mi abuela terminaba de leer las revistas del corazón a las que era asidua, yo adornaba a sus protagonistas con gafas, bigotes, bocas melladas... y ponía sobre sus cabezas bocadillos con textos jocosos. Después Tomás añadía aún más gracia al conjunto con nuevos dibujos y otros comentarios, y así aquella prensa rosa terminaba siendo un desfile de caricaturas de lo más divertido.

Fran es mucho más artista. Él es capaz de dibujar, como el que no quiere la cosa,  una obra de arte en una simple servilleta de papel, en el reverso de una caja de cereales o sobre una piedra si le da por ahí. Algún día mostraré algunos ejemplos para que constatéis que no exagero cuando digo que son verdaderas obras de arte.

Pero en la entrada de hoy me voy a centrar en una de las “especialidades” de Tomás: pintar sobre la piel.
Me acuerdo de lo satisfecho que quedó Samuel del tatuaje de un reloj que le hizo a boli en su muñeca, o de lo mucho que les gusta a Aitana y a sus primas que les dibuje en los brazos flores o corazones con sus nombres. 
Cuando se esmera y utiliza más colores el resultado puede ser espectacular.
Basándose en el tatuaje real de una amiga, pintó otro a nuestra sobrina Anna. A ver quién acierta cuál es el tatoo real y cuál el pintado por Tomás.

El año pasado, una cadena de gimnasios convocó un original concurso a nivel nacional. Había que enviar una foto de la barriga, pintada con algún dibujo ocurrente. Como el premio era un año de gimnasio gratis, probó suerte con la barriga de Fran.
Y le estampó esta jugosa manzana con gusano incluido (en plena forma física, por cierto)

Qué mejor lienzo de piel que el vientre de una embarazada. A la primera que pidió permiso para dibujar "sobre esfera"  fue a Apamen, hace ya 8 años.

Desde entonces, decorar las barrigas de las madres "que llevan a su bebé a casette", como decía Mafalda, se ha hecho un clásico tomasiano en constante evolución.





También ha probado con el maquillaje propio de los efectos especiales, como esta hermosura, que podría titularse "Agujero negro de mis entrañas"
O, echando mano de pintura fluorescente, creó estos esqueletos vivientes.

 Y aunque hay otras muchas barrigas, pondré aquí el punto final, que no es mi intención empachar.
La del mismo Tomás, que espera que os haya gustado la entrada, se despide de todos vosotros escuchando a Barry(ga) White. (Observad que dos sobrinos le ayudan a formar el cuadro :D) 

13 de octubre de 2015

TAN DE VERDAD

Don Ramón Callejas tenía una gran virtud y un gran defecto. 
La virtud estribaba en su enorme capacidad para escribir mucho y bien. Era un escritor consagrado que había publicado decenas de novelas y ensayos con un notable éxito. El defecto, por llamarlo de alguna forma, era que no tenía secretos para con nadie, que decía todo lo que pensaba y revelaba todo lo que escribía.

En el momento en que os hablo de él, se encuentra en un café con un amigo.

- Hace tiempo que no publicas nada, Ramón, ¿no andas inspirado?
- ¡Qué va, Miguel! ¡Al contrario! Estoy ahora con una gran historia. Creo que va a ser mi mejor novela. He conseguido un realismo tal, que a mí mismo me maravilla. De verdad, nunca me había ocurrido algo así. Los personajes son tan de verdad que…
- ¿Qué título tendrá?
- Los amores de Álvaro y Francisca. Y como te digo, es todo tan real que... bueno, ¿por qué no te pasas por casa y lo compruebas tú mismo?

Con el transcurrir de los días, ese fue el tema en casi todas las tertulias y corrillos del café: Don Ramón estaba escribiendo un nuevo libro.
Los que presumían de conocerle bien, intentaban impresionar a los demás con alguna resonante novedad.
- Me dijo que estaba en sus últimos capítulos, que casi la tiene terminada. Lástima que sea tan mayor y vaya tan lento...
- A mí llegó a decirme que los personajes eran tan reales que habían cobrado vida propia – y rieron todos.
- Pues a mí me comentó que tuvo que romper unos folios porque uno de los personajes se le puso rebelde y no terminaba de actuar como él quería.
- Este Don Ramón está algo gagá, ¿no creen?
- Hace unos días, tomando un café juntos, me comentó que a veces sus personajes hablan todos a la vez. Yo le dije que tuviera cuidado con no marear a los lectores.
Todos rieron de nuevo, pero tuvieron que aplacar de inmediato su júbilo pues en esos momentos entraba el aludido.

- Buenos días, Don Ramón
- Buenos días a todos – contestó mientras se quitaba el abrigo con dificultad.
- ¿Cómo va su novela?
- Pues... iba muy bien, pero ahora... no sabría decirles. Esta noche apenas he dormido.
- ¿Estuvo usted escribiendo?
- No, discutiendo

Todos quedaron mudos esperando una aclaración. De todos era sabido que Don Ramón vivía solo. Tras sentarse delante de su café, prosiguió el escritor.

- Pues sí, los personajes no se deciden por cuál debe ser el final de la novela. Yo les he dado mi opinión, pero algunos no la aceptan. Al final, entre unas cosas y otras me acosté tardísimo.

Todavía transcurrieron unos años sin que nadie viera publicada la nueva novela de Don Ramón. De hecho, aquel interés por ella se había diluido mucho tiempo atrás, de la misma forma en que el escritor había ido abandonando su vida social, de una manera gradual, por muy pocos advertida.

No dejó, no obstante, de sentirse acompañado, pues en esos años posteriores a su paso por el café, otros curiosos le rodeaban y le observaban al hablar. Don Ramón les consideraba sus amigos, aunque estos no habían oído hablar de él jamás.

- Cuando la termine verán ustedes que es una obra maravillosa.

Don Ramón contemplaba esos rostros de mirada perdida y comprendía que era inútil intentar que le entendieran los compañeros de aquel manicomio, pero su única esperanza era hablarles como a personas normales, para no terminar siendo uno de ellos.

- Ya lo verán… ¡maravillosa!

A veces le visitaba algún contertulio del viejo café, pero ya no le preguntaban por su novela.

Una soleada tarde de otoño fueron a visitarle una pareja de novios. Preguntaron por él y una enfermera les acompañó a la gran cristalera por la que Don Ramón contemplaba sereno el exterior. Pero Don Ramón no les reconoció. Por mucho que se identificaron como Álvaro y Francisca y le hablaron de la novelara, él ya no se acordaba de nada.

Le dijeron cuánto habían deseado que volviera después de tantísimos años, y que ya se habían decidido por el final de la obra, y que debía acabarla pues era extraordinaria.

Pero Don Ramón volvió a mirar los campos soleados que se perdían en el horizonte tras el ventanal, y sus ojos nadaban tranquilos en la nada.

Cuento escrito en el año 1999