29 de febrero de 2012

TROLAS (10-3)

Contagiado de la idea que propone H@n en su nuevo Carnival Freak, de jugar a contar mentiras, me he puesto a elucubrar unas cuantas y acabo de sacarlas del horno.

En mi caso escribo 7 mentiras y 3 verdades.

A ver quién es capaz de hacer un pleno acertando esas tres verdades.

El ganador podrá elegir la caldera que prefiera el día que baje a los infiernos.

De verdad que sí.

(Familiares, absteneos de comentar esta vez, que creo que las sabéis)

1) A finales de los 90 fui elegido como responsable (¿responsable yo?) para acompañar a una veintena de alumnos de 3º de BUP en viaje de fin de curso a Tenerife. Y allá que nos fuimos todos.

...vamos a contar mentiras, tralará...

2) No hace mucho me crucé con Ricardo Darín (el actor argentino) por el puerto de Alicante. Como me quedé mirándole por ver si era él, se percató y exclamó. "¿Qué mirás? Sí, soy yo: ¡Kevin Costner!"

...por el monte la sardina, tralará...

3) Desde hace un par de meses mi desayuno diario consiste en picar fruta, verdura, jamón york y una onza de chocolate y envolverlo todo en una torta de maiz. Me encanta.

...con hambre de seis semanas, tralará...

4) Me apuntaron a traición para hacer un cuentacuentos en plena calle en las próximas fiestas de San Isidro. ¡Y será vestido de arlequín! ¡Quiero huir!

...cargadito de manzanas, tralará...

5) Soy incapaz de subir en una moto. Me dan pánico.

...y cayeron avellanas, tralará...

6) No me gustan los cumpleaños. Procuro que el mio pase desapercibido.

...salió el amo del nogal, tralará...

7) Desde hace años mantengo correspondencia con una sueca. No por ordenador sino por carta, como dios manda. (Nota: curiosamente es morena de piel y de cabello)

...que no es mío el melonar, tralará...

8) Jamás he escrito un post un 29 de febrero.

...trola trola tralará...

9) Yo estuve en el World Trade Center de Nueva York. Precisamente un mes de septiembre.

Ahora que vamos despacio...

10) El día que fui a examinarme de carnet de conducir, casi atropello a una mujer haciendo marcha atrás. Para colmo era la novia del examinador. El cate fue inmenso.


24 de febrero de 2012

FURTIVOS (COMO EL LUTE CUANDO ERA EL LUTE)

Una noche de esta semana, a eso de las 22 horas, escuchamos unos helicópteros sobrevolar la ciudad durante unos minutos. Nos llamó la atención el hecho y me pregunté a qué se debería.
Viviendo en Petrel, ví en ocasiones cómo algún helicóptero cruzaba por encima de nuestras cabezas en dirección al hospital de Elda, donde, al ser un centro de referencia, se habilitó un helipuerto para agilizar la llegada de casos urgentes.
Pero como estos parecían estar dando vueltas, descarté esta posibilidad. Entonces, ¿qué pasaba? ¿Algún incendio? ¿Un paseo nocturno "especial día de los enamorados"? ¿Una visita sorpresa de Angela Merkel para supervisar los fondos yeclanos? ¿La invasión de los rusos? Ni idea, y a decir verdad, cuando me acosté se me había olvidado por completo.

Pero mira por dónde, a la tarde siguiente me llama al trabajo la madre de Apamen (alias la suegra)

- Hola Juan... que mira, que estoy aquí, a ca' la vecina, y hablando hablando... ¿oísteis unos helicópteros anoche?
- Sí.
- Pues ya sé por qué pasaban.
- ¿Ah, si? ¿Por qué?
- Porque resulta que se han escapao dos presos de la cárcel de Villena.
- ¡Anda! ¿Si?
- Y los están buscando pero aún no los han encontrao. Y, claro... cuando me lo ha dicho la Ángela, me ha dao por pensar... y te vas a reír, pero yo te lo digo...
- Dígame.
- Que ahora cuando te vengas para Yecla no vayas a parar a nadie que esté haciendo autoestop.
- Jajajaja (no pude evitar reirme; un poco solo) Noo, tranquila, si yo no paro a nadie. Y si no lo hago por el día, aún menos por la noche.
- Bueno, pero para que lo sepas, no vaya a ser que...
- Que suba al coche a los dos presos, ¿no? Tranquila, que no. Yo derechico a mi casa. Pero gracias por advertírmelo.

Conduciendo de vuelta, volví a recordar la llamada y me volvía a hacer gracia. Me imaginé la cara de susto que debió poner mi suegra ante la noticia "...dos presos, ...fugados, ...los buscan, ...hasta por Yecla" y me debió meter en esa película de tal manera que no pudo resistirse a avisarme. Si es que es más buena que el pan.

Esa carretera que va desde Villena al extranjero es tan larga y tan recta y tan solitaria que resulta perfecta para meditar sobre mil cosas. La de psicoanálisis que llevaré hechos a mí mismo mientras conduzco... Y la de entradas para el blog que han ido naciendo en esos trayectos...
El caso es que en la oscuridad de esa carretera pensé en esos presos, ex presos más bien, y los imaginé haciendo autoestop, iluminados por los faros de mi coche, con sus pijamas a rayas y unos números cosidos a la espalda, con las cadenas colgando de las muñecas y en la mano la cucharilla con la que hicieron el túnel para huir... ¡Cuánta película en la cabeza!

Inevitablemente me vino a la mente la imagen de El Lute, y acto seguido, como si formaran un tándem indivisible, mi tio Toni.

De El Lute no creo que haga falta hablar, ¿no? Todo un mito de la España de los 60 y 70, con sus legendarias fugas carcelarias y por ser más escurridizo que una anguila. Hubo una mezcla de admiración y temor por la figura de aquel "héroe", que quedó estupendamente reflejada en la película que hizo Imanol Arias en los 80 y que recomiendo a todo el mundo. Estuvo soberbio.

De mi tio Toni no había hablado aún.
Le recuerdo como un hombre muy alegre, con un envidiable sentido del humor y una desmedida afición por el café. Vivía en Sevilla (sigo teniendo primos y tía allí) y cada verano se venía con toda la familia al campo de Petrel. ¡Y eran ocho! Tiempos aquellos...
Siendo yo muy pequeño, El Lute estaba en boca de todo el país porque se había vuelto a fugar y no había forma de encontrarle. Las bromas de mi tio al respecto eran memorables.

- Voy a cambiarle la rueda al coche, que la llevo floja y creo que he pinchao. ¿Te imaginas, Juan, - le decía a mi padre- que abro ahora el maletero y me encuentro al Lute dentro?
- ¿Qué harías?
- ¡Hombre, hacer como que no le he visto, qué voy a hacer! O en todo caso decirle, "No, tranquilo, siga usted ahí, Don Eleuterio, que a mí no me molesta, ¿eh?"

Y con esas, cuando no venía diciendo que le había visto comiendo jamón en la despensa, le había encontrado afeitándose en el aseo, y alzando las cejas y con un gesto de guardar silencio nos recomendaba no pasar a molestarle.
- Chisst, cuidado no vayamos a enfadar al Lute...

Y así, se hizo muy típico preguntarle qué haría en determinadas situaciones.
- Toni, ¿y si entra ahora El Lute y te pide un café?
- ¡¡Se lo pongo!! ¡Y con cuatro galletas, por si tiene hambre!

Es por eso que hoy, cada vez que oigo nombrar a El Lute, me acuerdo de mi tío.
Y con la sonrisa en la cara, recordando su humor y échandole de menos (hace muchos años que murió de un infarto) llegué finalmente a mi casa.

No vi a nadie en la carretera.

Aunque, lo que son las cosas, sí que subí a dos personas al coche.
Mi tio Toni iba delante, conmigo.
Detrás, recordando también los viejos tiempos, teníamos sentado al mismísimo Lute.

22 de febrero de 2012

ESCONDITEANDO OTRA VEZ



Dicen que el diablo huele a azufre.
Y es seguro que está encantado de que así sea.

Pero a pesar de que sería imposible encontrarle perfumado con agua de colonia, traigo noticias de que estuvo pasado por agua en Colonia, que no deja de ser curioso.

Remolina, una compañera de trabajo, me pedía hace unas semanas que le dibujara un diablo porque se iba unos días de viaje a Alemania y le hacía ilusión esconder uno por la ciudad de Colonia.

- Si puedo lo dejaré en la catedral - me comentó.

¡Y lo hizo!

Esta es la pequeña crónica de esa maléfica empresa, que escribió para los lectores de este blog.

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Colonia es una ciudad muy gris en invierno, pero repleta de opciones para el turista: visitar museos, iglesias góticas, parques, el río Rin, el casco antiguo, comer, ir de compras...

Es muy húmeda, y sus habitantes dedican varios meses (desde noviembre a febrero) a preparar su gran acontecimiento, los Carnavales, muy conocidos en Alemania, y con unos disfraces de lo más originales.

Puedes recorrer toda la ciudad en su línea de metro o tren, y si te manejas con el inglés podrás entenderte con casi todos sus habitantes.

Si visitáis la catedral de Colonia podréis encontrar un diablillo que allí escondí.

Entrando por la puerta derecha, hay un tablón donde colocan la programación musical de la catedral (en la segunda columna de la segunda fila)

Me costó colocarlo, ya que había varios curas en la zona observándonos, y temía que si descubrían al diablo pensaran que éramos una secta satánica o algo parecido, pero con disimulo logré camuflarlo detrás de ese tablón, y creo que allí estará hasta que alguien llegue a buscarlo.

¡Todo sea por JuanRa Diablo!

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También dicen que el diablo es más viejo que el hilo negro, que ya vio el mar Muerto cuando sólo estaba enfermo, pero nunca hubiera yo sospechado que su rabo ya coleara en tiempos del Jurásico.

Natty es una blogger chilena que cuando supo del juego de los diablos, también se ofreció a plantar sus particulares "semillas diabólicas" en su país.

Reproduzco el correo que me envió.

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Hola JuanRa!!

Así es, ¡hay diablos en Chile! =)

Yo nací en Valdivia (la mejor ciudad del sur de Chile), pero por trabajo me trasladé un poco más hacia el norte, a la ciudad de Angol, pueblo chico y bastante fome, y por el fin de semana fui a Concepción (que es como la segunda capital, ciudad bastante grande y con harto movimiento y comercio)

Era tercera vez que iba para allá, pero primera que me quedaba por más de un día, así que como quería salir a conocer, aproveché la estancia para instalar mis diablillos en una plaza que se llama "Parque Jurásico"

El primero quedó en los huevos. Como lamentablemente no hay textos informativos, no sé de qué especie serán.

El segundo diablillo quedó a los pies del rey: el Tiranosaurio Rex!!

Y el tercero quedó bajo los "cachorros" (no sé si se dirá así), del Diplodocus, que es el Dino de cuello largo (no tenía idea que se llamara así!!)

El parque es bien bien bonito y tiene algunos juegos para los niños. Pensé en esconder alguno ahí, pero era más emocionante en los dinos, y además los niños, que son bien busquillas, podían encontrarlos.

Saludos!!

Ah!! Y disculpa los dibujos, le puse todo mi empeño, pero nunca fuí buena para dibujar!!

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Remolina y Natty, sois dignas de un medallón.

Tomada Alemania, conquistada Chile

sigue sumando el suma y sigue.

¡Tenemos Colonia y Concepción!

17 de febrero de 2012

FLOR MARCHITA, FLOR RENASIENTE

Anoche llamé a mi hermano.

- Tomás, acabo de subir un video a YouTube que tienes que ver.

- ¿Qué es?

- Jajajaja. ¡Tienes que verlo!

- ¿¿Pero qué es??

- Tú échale un vistazo y luego me llamas.

Hacía muchos años que no había vuelto a ver aquello. Estaba entre unas cintas de VHS con grabaciones caseras que hace poco llevé a una tienda de informática para que me las pasaran a formato digital. He revivido momentos gloriosos al revisarlas, pero cuando llegué a éste en concreto se me saltaron las lágrimas. De risa, claro.

Os cuento:

Casa de campo de Petrel (el Hotel Cabrerator) Año 1998. Los cuatro hermanos y parejas respectivas estamos pasando un fin de semana de invierno. Son las tantas de la madrugada y aún no nos apetece irnos a dormir. De repente alguien propone convertirnos en actores de una telenovela . La cosa se anima y sacamos cámara para grabarnos.

No había tiempo (ni ganas) para hacer guión de ningún tipo, así que la cosa se limitó a maquillarnos malamente, ponernos cuatro trapos por encima (cosas de nuestra madre) e improvisar. Improvisar por un tubo, cosa nada fácil. Lo demuestra el que en un momento dado la criada (el menda) dice:

- ¿Azúcar, señora? Estooo… aquí estamos un poco… faltos de guión, señora.

La telenovela es presentada primeramente por un noticioso de Guatemala en el que avisan que empezarán a emitirla por el capítulo 12.

- Empezamos por el 12 porque no nos han llegado los 11 primeros, pero ustedes cogerán el hilo enseguida.

El argumento es apasionante y me gusta la forma tan sutil de introducir la banda sonora, casi sin darte cuenta, pero sobre todo la seriedad con la que está hecha..

Hay un hombre con problemas, hay una señora rica con una criada torpe, y hay (como en toda buena telenovela) un hijo ilegítimo que tiene una aparición estelar y le echa un aire a Godzilla.

Y luego esos momento sublimes…

- ¿Recordás a Madarona?

- La recuerdo.

- Vos sabés que estuve casado con ella dos temporadas…

O aquel de:

- ¿Saben a todo esto qué ocurrió por… por… por… por Mexicalia?

En fin, que Tomás me devolvió la llamada y, también entre risas, me dio el visto bueno para que diera a conocer esta extraordinaria telenovela en el blog. Porque las cosas están demasiado serias por el mundo y creo que las risas se deben compartir. Qué menos.

- Aún me duele el quemazo del café – me dijo mi hermano - ¿Quién te dio el puesto?



10 de febrero de 2012

EL MISTERIO DE LA SALAMANQUESA

A la derecha de estas líneas asoma una salamanquesa.

Yo siempre la he llamado así, pero me consta que en otros lugares se la conoce como geco o gueco, y en las Canarias es un perenquén. A saber cuántos otros nombres tendrá por el mundo...

En cualquier caso todos la habréis reconocido al verla, ¿no es así?

Yo diría que es la prima fea de la lagartija, pues no tiene el estilo ni la figura ni el cutis ni el maquillaje de ésta, pero, eso sí, tiene la gran ventaja de saber caminar airosa por paredes y techos.

La solemos ver en verano, al anochecer, sobre todo en casas de campo, buscando la luz artificial de las lámparas, donde sabe que acudirán esos pequeños insectos que le servirán de cena. ¡Y cómo se relame después de engullirlos!

A mi me caen bien las salamanquesas, tan discretas y sigilosas, con ese superpoder de Spiderman del que hacen gala, si bien no me he atrevido nunca a tocar una porque siempre me ha dado la impresión de que, de hacerlo, se me caería el dedo al suelo. Podrido.

Pero no vengo hoy a emular los Documentales de la 2 sino a contar que yo tuve una historia con una salamanquesa.

(Voy a repetirlo de otra forma porque ha debido sonar a que tuve un romance con una de Salamanca)

Yo tengo una anécdota curiosa con un reptil de estos. (Ahora sí)

Y la tengo muy nítida en la memoria por lo mucho que me impresionó.

Debía yo tener 11 o 12 años y al salir del colegio disfrutaba con mi hermano refugiándonos en nuestro escondite secreto. De secreto tenía bien poco, pues lo conocía toda la familia y amigos, pero en esas edades uno se siente muy importante disponiendo de un espacio privado particular al que llamas "escondite secreto".

Estaba en el trastero del campo, en el lugar donde posteriormente vivirían Wiskoche y Saberón, y nos vino dado por la casual disposición de los muebles y trastos allí almacenados, donde una mesa fue a ocupar una esquina y un mueble grande la tapaba por delante. Unos tablones colgados en la pared nos servían de asiento cuando nos encaramábamos a aquella mesa. Al saber nuestra madre la ilusión que nos hacía el lugar conquistado, cooperó colocando una cortina en la entrada al mismo. Y así, cuando todos los huecos del mueble fueron ocupados con nuestras cosas, (aquellos pequeños tesoros de entonces) ya no había lugar mejor en el mundo.

Recuerdo que una caja de madera que había contenido fichas de ajedrez nos servía para guardar nuestros dibujos, que Tomás y yo llamábamos "los planos". Por allí estaba nuestra colección de minerales y todos los álbumes de cromos y, adornando la pared a nuestra espalda, uno muy chulo a modo de poster, con escenas de El Corsario Negro que íbamos completando con los cromos redondos que venían en los botes de Nocilla.

¡Cómo lo recuerdo! ¿a dónde iría a parar? Es uno de los pocos que se perdió y que he vuelto a ver gracias a internet. Muy revalorizado, por cierto

http://www.todocoleccion.net/poster-album-corsario-negro-nocilla-anos-70~x24918488

Otra de las cosas que allí teníamos era un juego de química, con sus tubos de ensayo y unos botes con sustancias arenosas muy coloridas a las que no sabíamos dar utilidad pero que aportaban mucha categoría al lugar.

Pues bien, en una ocasión en que me dirigía al escondite, me encontré por las paredes exteriores del trastero una salamanquesa bien hermosa. En ese inesperado cara a cara, me miró como pensando: "Si tú sigues a lo tuyo, yo sigo a lo mio y aquí no ha pasado nada".

Y así lo hice, pasé de largo sin más, peeero...

Ahora viene una confesión muy gorda que jamás he dicho hasta ahora pero que hoy no tengo más remedio que hacerla saber si pretendo contar esta historia.

Allá va:

Yo maté a aquella salamanquesa.

Un momento, que no me juzgue nadie a la ligera. Mi intención no era matarla, yo sólo quería... no sé... experimentar. Aprovechar su cuerpo para la Ciencia. Su cuerpo vivo, ¡sin matarla!

Ocurrió que, una vez en mi escondite, miré aquellos botes de bonitos polvos con extraños nombres y me poseyó un espíritu científico inmediato.

Volví raudo al exterior con un bote de cristal y, sin tocarla (para que no se me pudriera la mano) la cacé. Creo que no es nada fáil hacerlo, pero tuve esa suerte.

No me preguntéis cómo es que con aquella edad tenía una jeringuilla a mi alcance. No lo sé, pero la tenía.

Y así, sin pensarlo mucho, sin tomar notas siquiera, mezclé con agua alguno de aquellos productos y me dispuse a dar rienda suelta a mi vena sádica investigadora.

La tapadera del bote abierta, la salamanquesa quieta al fondo, con aquella piel de cráteres palpitando al respirar y yo, seguramente con la misma expresión del Doctor Frankestein, jeringuilla en mano, dispuesto a la acción.

(Un inciso: los muy impresionables que se salten ahora un par de líneas y sigan leyendo más abajo)

Pinché la piel del reptil que se agitó nerviosa resbalando sobre el cristal y fui inoculando poco a poco ese líquido que me permitiría comprobar qué le ocurre a una salamanquesa cuando se le inyecta algo de nombre impronunciable.

Bien, mi memoria no da como para recordar si murió enseguida o tras los X días que estuvo en aquel bote. Solo puedo decir que un día fui a comprobar si había cambiado de color o si le habían salido dos patas más, y la encontré... cómo decirlo... caput, tiesa, difunta, asesinada, fiambre.

Sé que es cruel, de hecho me entró remordimiento (es duro nacer diablo, y si no empezáis a asimilar que lo soy... vais a sufrir mucho también) y en un impulso tardío por enmendar el siniestro la saqué del bote y la puse al sol, esperando que el calorcito la reanimara y echara a correr (cosas más raras había visto con aquello de las avispas)

Pero no, así quedó la pobre, como una pequeña estatua gris.

Lo menos que pude hacer por ella fue que formara parte de todas aquellas reliquias del escondite y allí la llevé. Colocada sobre nuestro espacio de trabajo quedaba realmente bien. Venía a ser el recuerdo de un fracaso pero un recuerdo atractivo al fin y al cabo.

Pues bien, si he dicho al principio que la historia era curiosa y que me impresionó mucho será por algo, ¿no?

Y es que, habiendo pruebas más que suficientes para dar por muerta a la salamanquesa aquella, como que ya no se movía, por ejemplo, o que al segundo o tercer día tuviera un sospechoso tono amoratado, a la cuarta o quinta tarde en que subía tan tranquilo a mi escondite, el que puso ojos saltones de reptil fui yo porque...

¡¡¡¡ La salamanquesa estaba viva!!!!!

Movía la cabeza a derecha e izquierda como decidiendo hacia qué lugar debía escapar, su cuerpo volvía a respirar con un movimiento trepidante, preparado para salir pitando de allí. Hasta la cola se agitaba nerviosa.

Yo no salía de mi asombro e hice movimientos bruscos delante de ella para que se marchara de una vez.

Y sin embargo no se movió.

Y ahora se me acaba de ocurrir que voy a dejar aquí el relato, en suspenso (y en suspense), para darle el punto final dentro de un par de días, porque me gustaría ver si alguno de vosotros es capaz de dar una explicación al hecho.

Quién me dice por qué resucitó aquella salamanquesa después de tantos días. Cómo fue posible algo así, con lo quieta que había estado.

Habilito la moderación de comentarios para que no se sepa hasta el final quién ha acertado ( porque seguro que alguien va a acertar, ¿no?)

Hasta pronto a todos, amigos investigadores.

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12/2/12

Pues vaya, nadie ha sabido darme una explicación lógica al hecho. O nadie me ha dado la que realmente ocurrió. Ahora es cuando mi cuidada imagen caerá al suelo, o al subsuelo, ¡o al sótano de los infiernos! y quedaré muy mal parado (Esto me pasa por contar las cosas sin filtros ni censuras)

La salamanquesa parecía viva, pero no es oro todo lo que reluce. Os faltó aplicar la lógica.

Su cabeza se movía, su cuerpo y hasta la cola cimbreaban, pero no todo lo que interpreta la mente por lo que la vista le muestra es siempre la realidad.

Cuando quise espantarla (estaba fuera del tarro de cristal luciendo como un trofeo) no salió huyendo.

¿Cómo iba a hacerlo si desde hacía días estaba muerta?

Cuando finalmente la empujé con algún objeto para que se moviera, su piel se quebró enseguida y del interior surgió una avalancha de gusanos que la estaban devorando por dentro.

¡Eran los gusanos los que dándose un agitado festín en todo su interior la hacían moverse!

Siendo una criatura tan inofensiva, tan beneficiosa, tan simpática y hasta tan digna de admiración... qué lástima que se tuviera que cruzar con un diablo.

6 de febrero de 2012

EL COLUMPIO


A punto de cumplir tres años, y estando en el campo un fin de semana, Samuel me pidió que le subiera al columpio que acababa de montar mi madre, esa inventora que algún día nos sorprenderá con una máquina de hacer billetes.

Había amarrado dos largas cuerdas a una altísima y gruesa rama horizontal sin necesidad de escalera, simplemente lanzándolas y haciendo un lazo corredizo que se abrazara a la rama. Ató después sus extremos a los grandes cáncamos que había atornillado a una madera rectangular que haría de asiento. Todo pensado, una vez más, para hacer felices a sus nietos.

Y yo, que en aquella época no hacía más que grabar a mi hijo, como todo padre recién estrenado que babea con cualquiera de las tonterías que hace su pequeño, fui a por la cámara de video, cámara que había comprado nada más nacer porque pensé que sería un crimen no inmortalizar sus primeros días.

No serían solo sus primeros días, obviamente, sino sus primeras semanas, meses... y años. (No hay nada más peligroso que un padre primerizo con cámara primeriza)

Por suerte, antes de conocer el Mundo Blog, mi mayor hobby era la edición de video digital, y me entretenía enormemente montando las mejores escenas de esas grabaciones kilométricas para reducirlas en algún video casero, con mejores o peores resultados.

De este momento del columpio no supe sacar nada interesante después . Había enfocado a Samuel desde muchos ángulos para que no resultara aburrido, pero visto después en el ordenador no era más que eso, un balanceo monótono. Cambié la velocidad, la luz, probé con distintas músicas, hasta que lo dejé aparcado sin dejarme satisfecho.

Pero, lo que son las cosas, seis años después de aquello, me reencuentro con aquella grabación que casi tenía olvidada y quedo hipnotizado al mirarla. Multitud de sensaciones y recuerdos llegan en tropel para embriagar mis sentidos, y me asombra enormemente descubrir cómo puede cambiar la visión de las cosas con el paso del tiempo.

Al comprobar, por ejemplo, que mi hijo ha crecido tantísimo, casi sin darme cuenta, y que, aunque el columpio sigue allí, hoy se decanta por un balón y ya no tiene aquel interés por montar en él.

Al darme cuenta de que tiene ahora la edad que tenía yo cuando empecé a vivir en ese campo, después de haber estado un par de años en Madrid y seis en Benidorm. Todo aquel entorno me vió pasar de niño a hombre y, aunque ya no vivo allí, siempre vuelvo a él como a un refugio seguro.

Y, sobre todo, al contemplar ese hermoso árbol del columpio y recordar su historia.

Llegábamos a aquella rústica casa a principios de los 70 y una de las primeras cosas que quiso hacer nuestra abuela Francisca fue plantar un pino en la parte de atrás.

- Cuando crezca - nos decía convencida - nos sentaremos todos bajo su sombra. Y en los veranos dormiremos la siesta bien frescos.

Ella misma lo plantó con sus manos siendo un arbolito que le llegaba a la cintura. Hoy es un pino inmenso.

Bajo sus ramas hemos almorzado muchas mañanas y a su sombra se celebraron las comuniones de mis hermanos. Sobrevivió a la riada del 82, que llegó a derribar otros árboles, pero no ese. En su sombraje se durmieron efectivamente muchas siestas, pues mi madre confeccionó una cómoda hamaca que colocó debajo. Todos los primos jugábamos al escondite apoyando los brazos contra su tronco y hoy lo hace otra generación de primos de igual forma. He leído muchos libros bajo aquel pino y me gusta alzar la cabeza y sentir la paz que se respira cuando miro su verde fronda y me llega el sonido de la brisa haciendo silbar sus hojas.

Mi abuela plantó aquel pino con la intención de que todos disfrutáramos de él y tuvo la dicha de comprobar que así ocurrió. Y así sigue sucediendo pese a que ella nos dejara un día.

Un día que además jamás olvidaré por muchas razones, pero hay una en concreto que regresa a mi mente cuando lo miro.

Fue en una alegre tarde de verano en la que había muchos vecinos de otros campos sentados en el exterior, charlando animádamente con mis padres y tios. Mi abuela se levantó despacio de la silla que ocupaba y nos pidió que la acompañáramos a su cama porque no se encontraba bien. Por el pasillo hacia su habitación comenzó a decir cosas sin sentido, y una vez acostada fue todo un delirio de peticiones sin pies ni cabeza. Se avisó al médico que, tras examinarla, nos comunicó que sencillamente había llegado su hora.

Antes de caer en la total inconsciencia tuvimos tiempo de besarla y abrazarla; de despedirnos de ella.

Fue una noche muy larga, de emociones contenidas, en la que solo se escuchaba su respiración, resonante, como si fuera algo a lo que se aferrara y, al mismo tiempo, de lo que le costara librarse. Por momentos fue tan sonora que parecía que simplemente estuviera descansando profundamente por encontrarse muy cansada.

Por eso se notó tanto cuando quedó en silencio.

Su último suspiro, nunca lo olvidaremos, coincidió con el primer albor de la mañana, con la claridad del amanecer que iba en aumento, y tras el silencio nos llegó nitidamente el piar de muchos pájaros que despertaban al nuevo día. Esa algarabía, al principio tímida y después tan alegre, llegaba de la frondosidad de ese pino, tan cercano a su habitación.

Y es que, por si fuera poco a todo lo dicho, el pino que ella plantó, sirivió y seguirá sirviendo como refugio y nido para multitud de generaciones de pequeñas aves que, de poder hacerlo, estoy seguro de que también expresarían su agradecimiento.

Mirando hoy ese video, también se balancea mi mente hacia el pasado y el presente y recuerdo todo aquello contemplando a mi hijo, un bisnieto que mi abuela no llegó a conocer pero al que, de alguna manera, también hizo sonreír feliz bajo aquel pino. Tan frondoso, tan vivo.

No sé si ella llegaría a imaginar tanto.

Y me vuelve a asombrar el hecho de que en su día esas imágenes apenas me dijeran nada, y sin embargo hoy me dicen tantas, tantas cosas.