23 de diciembre de 2017

CUATROGLÍFICOS PARA FIN DE AÑO

Se acaba de publicar en el tablón de anuncios del Infierno una convocatoria para los amantes de los pasatiempos.

Parece ser que hay  cuatro jeroglíficos esperando a ser resueltos y un diploma virtual para quien sea capaz de encontrarles el intríngulis.

Aquí los tenéis:
JEROGLÍFICO 1
A Montse le gustan todos los jardines de Barcelona, aunque...


JEROGLÍFICO 2
Por fin el dentista me...


JEROGLÍFICO 3

¿Qué hiciste al llegar a Madrid?


JEROGLÍFICO 4

Advertencia para estas Navidades.


Solo hace falta lápiz y papel para apuntar palabras, porque son más sencillos de lo que pueda parecer.
Ocultaré comentarios hasta el 8 de enero, día en que publicaré las soluciones y el nombre del ganador.

Por mi parte ninguna entrada más hasta el año que viene, año en el que este blog cumplirá una década. (¡Increíble! ¡Diez años avivando el fuego eterno!) 
Espero que todos paséis unas buenas fiestas navideñas y que entremos con muy buen pie en el nuevo año.
Un fuerte abrazo de vuestro amigo el diablo.
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ACTUALIZACIÓN: 8/1/2018

Y por fín llegó el 8 de enero, oliendo a nuevo todavía, y con él las soluciones prometidas. 
Aunque he visto que apenas  habéis tenido problema a la hora de resolver estos jeroglíficos ¡Son ustedes unas grandes desjeroglificadores!

Las respuestas eran, efectivamente:

1) EL BOTÁNICO LE AGRADA MÁS  (EL + BOTA + NICOLE + A + GRADA + MÁS)
2) SACÓ ESA MUELA DEL JUICIO  (SACO + E+ SAMUEL + ADELE - E + JUICIO)
3) PARADA Y FONDA EN VALLECAS (PARADA + Y+ FONDA + EN VALLE KAS)
4) OJO, MICHELINES A LA VISTA (OJO + MICHEL + INÉS+ ALA + VISTA)

Y como estamos estrenando año, me voy a poner espléndido y os concedo un DIPLOMA a los cuatro: Montse, Mar, Ángeles y Hitlodeo
¡Hala, qué barbaridad! ¡Estoy que tiro el infierno por la ventana!
¡Que sí, porras, que lo habéis hecho muy bien !

En fin... muchas gracias a todos por participar.

 
 
 

15 de diciembre de 2017

DE CUANDO MI SUEGRA ME DIO MIEDO

Dicen que todo se pega menos la hermosura. Y va a ser verdad.

Cuando empecé a vivir en Yecla di por hecho que jamás llegaría a  emplear algunas de las particularidades de su habla.
Aquí es muy común, por ejemplo,  anteponer los artículos el o la delante de los nombres propios. Y lo emplean tanto los mayores como la gente más joven.

“Dice el Paco que vayas”
“Ayer vino a verme la Tomasa”
Se ha casao el Damián, el hijo de la Maruja, la de las lanas”

Era esto algo que yo jamás había hecho; no solo porque en la etapa escolar aprendimos que, salvo excepciones,  es una incorrección gramatical, también y sobre todo, porque nunca se empleó en mi círculo familiar y de amistades.
Por eso me sonaba fatal ese el o la delante de una persona, y ni queriendo era capaz de emplearlo.

Sin embargo un dia, de manera inconsciente,  sucumbí.

Sonó el interfono en casa de mis suegros y lo descolgué.
- ¿Quién es?
- ¿Está la Fina? Soy la Cecilia.
-  Ah, sí, suba
- ¿Quién es? - quiso saber mi suegra.
- Su amiga la Cecilia – dije
 
Después me di cuenta de que a fuerza de haber escuchado siempre el nombre de  “la Cecilia”, me sonaba rarísimo quitarle  ese “la”. Creo que diciendo “Es su amiga Cecilia” hubiera desconcertado a mi suegra por completo. ¡E incluso a mí mismo! Cecilia no era su amiga, su amiga es La Cecilia.
Asi que en adelante  pasó a tener el nombre propio de Lacecilia.
Era inevitable.

Esto no me sucede de forma habitual, (no podría adoptar esta costumbre tan alegremente) pero sí hay dos personas  a las que no puedo privarles de su artículo de presentación.
¿Que quién es la otra persona? Mi suegra: la Fina.

Sí, me es totalmente imposible decir “Vamos a casa de Fina” Sería anti natural, desconcertante e incómodo. No tenemos más remedio que ir a casa de la Fina. Y cuando es la Fina la que toca al interfono yo digo que sube la Fina, y la Fina viene a casa y se va de casa la Fina.

Mis hijos me hablan de sus amigos sin anteponerles ningún artículo, pero si se refieren a la abuela me dicen:
“Mira lo que me ha comprado la Fina” 
 
Normal. Finas hay muchas, pero la Fina es la Fina.

Vengo a hablar de todo esto por una anécdota que Aitana me recordó el otro día y que nos hace mucha gracia a todos.

Llegaba yo  a mi casa después de una tarde de trabajo  y antes de ir a la cocina pasé por el salón. Ya era de noche pero sin encender la luz colgué mi mochila en una silla y la chaqueta en una percha.
En la cocina  estaban mi mujer e hijos preparados para cenar y entré en mitad de una conversación.

- Papá-  me dijo Aitana- ¿has visto a la Fina en el salón?

De repente se me heló la sangre.
 
 ¿Mi suegra estaba en el salón? ¿Qué hacía allí sola? ¿Y no me había dicho nada al verme? ¿Me había estado observando oculta en la penumbra sin hablar? ¿O es que se encontraba indispuesta y se había  echado en el sofá? Pero ¿por qué la habían dejado allí?
¿Eran capaces de cenar con la Fina indispuesta?
Todas estas preguntas me pasaron por la cabeza en un par de segundos.

- ¿¿Cómo que en el salón?? - pregunté
- Sí, me la he dejado allí.  ¿Me la traes?
- Pero a ver... - exclamé desconcertado- ¿¿la abuelita Fina está en el salón??
Vi que todos me miraban, después se miraban entre ellos  y empezaban a reír.

Resultó que mi hija dio por hecho que yo sabía de qué hablaban cuando entré. Ella había sentido frío y Apamen le dijo que se pusiera la bata de andar por casa.
- Es que es muy gruesa y me da calor.
- Pues ponte la fina.
- ¿Dónde está?
- No sé, tú sabrás.
- Creo que me la he dejado en el salón.

Ese fue el momento en que yo entraba.

- Papá, ¿has visto la fina en el salón?

Aún nos reimos recordando aquel malentendido.

- ¿Te acuerdas, papá, de cuando creíste que la Fina estaba en el salón?
-  ¡Vaya que si me acuerdo Allí sola, en silencio, mirándome como un ogro en la oscuridad. ¡Qué miedo me dio!

22 de noviembre de 2017

YECLA ESTÁ EN CASABLANCA (You must remember this)

Casablanca, una de las grandes películas de la historia del cine, ha cumplido 75 años.

Y yo diría que ni cumpliendo 200 se convertirá en una película vieja o pasada de moda.

Recuerdo que la primera vez que la vi, siendo un jovenzuelo, me aburrió. Me parece que no llegué a entenderla siquiera.
Pero con los años….  ah, cómo han cambiado las cosas...

No sé si será por lo mucho que me atrae su iconografía, con esos míticos posters  en los que aparecen los protagonistas muy juntos, mejilla con mejilla, o por el brillo en la mirada de Ingrid Bergman y la luz que irradia cada vez que sonríe, o por la cantidad de frases memorables de su guión, o por la mundialmente conocida As time goes by, que canta Sam al piano en el Rick’s Café…
Son tantos los detalles a tener en cuenta que me parece una película perfecta para entregarse a ella de vez en cuando y disfrutar del indiscutible encanto del cine de la Edad de Oro de Hollywood.

De Casablanca me gustan, además, la gran cantidad de anécdotas que de ella se conocen. Muchas de ellas me hacen pensar que el éxito es siempre algo impredecible y que la linea que le separa del fracaso puede llegar a ser muy fina.

Por poner algunos ejemplos,  el guión se extrajo de una obra de teatro llamada Everybody comes to Rick’s, que nunca se llegó a estrenar. Hubo muchas reservas por parte del productor a la hora de admitirlo para una adaptación al cine. Finalmente se decidió, cambiándole el título por Casablanca.

La película se empezó a rodar sin tener el guión concluido; ni siquiera se había decidido su final. Tanto es así, que la propia Ingrid Bergman, que rodaba sin saber lo que iba a suceder,  estaba preocupada.

- ¿A quién se supone que amo más? - preguntaba confusa (refiriéndose a su marido en la historia o a Rick, el hombre del que se enamoraba)
- Yo qué sé – le contestó el guionista - ¡A ambos por igual!

Dicen que esa inseguridad por parte de la actriz a la hora de interpretar un papel que no estaba bien definido pudo servir  para que su rostro reflejara la desazón que convenía para su personaje.

El tema As time goes by, que por siempre se asociará a Casablanca, no se creó para la película. La canción se había compuesto diez años antes para una comedia musical. El propio compositor pidió que la eliminaran por parecerle una melodía demasiado simple, inadecuada para el film. Menos mal que finalmente accedió porque se convertiría en el tema principal y en una de las canciones más recordadas de la historia del cine.

Y curioso que eligieran a Bogart para el papel principal por ser en aquel entonces un actor con un contrato tan bien pagado que consideraron que había que amortizarlo dándole mucho trabajo. 

Bogart , que medía 1,60 m. tuvo que llevar en algunas escenas unos zapatos con plataformas para que no hubiera tanta diferencia de altura  con Ingrid Bergman. La actriz sueca medía 1,80.

La película se rodó exclusivamente en Hollywood, pero tras el éxito del film, Marruecos se llenó de turistas que querían tomarse algo en el bar de Rick, que, logicamente, no existía. Pero como el negocio es el negocio, no tardaron en construir allí el bar de Rick para que los turistas se fueran satisfechos.

Pero si hablo hoy de todo esto es porque quiero aportar la que yo considero la anécdota de las anécdotas. Una que no se encuentra en los libros de cine.

Hace unos meses mi amigo Juan Luis me enviaba una foto a través del Whatsapp. Vi que se trataba de un mapa en blanco y negro con apariencia de ser muy antiguo.

- ¿Por qué me envias esto? - le escribí.
- ¿Te has fijado bien? - me dijo
Aunque la imagen no era muy nítida pude leer los nombres de varias ciudades señaladas.
- ¡Anda! ¡Aparece Yecla!
- Así es. ¿Y sabes de dónde he sacado la imagen?
- Pues no
- De la película Casablanca.
- ¿¿Queeeé??

Entonces me explicó lo que no tardé en comprobar. 
Nada más empezar la película, después del minuto de títulos de crédito que la preceden, suena una voz en off que dice...

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, muchos ojos en la Europa ocupada miraban con esperanza o desesperación hacia la libertad de las Américas...

Y aparece un mapa de Europa en el que se va trazando un recorrido por carretera desde Paris a Marsella, después por el Mediterráneo hasta Orán y finalmente hasta Casablanca.
Cuando la cámara enfoca el Mediterráneo, en el mapa se ve  perfectamente España y los nombres de algunas de sus más importantes ciudades: Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Sevilla.... ¡¡y Yecla!!



Tuve que repasar muchas veces esos fotogramas para asegurarme de que era verdad lo que veía. ¡Yecla aparece en un mapa de España en la película Casablanca!
Todavia no alcanzo a comprender por qué en un mapa sencillo en el que supuestamente han de mostrarse las capitales más populosas se encuentre también Yecla.

La película es del año 1942, el mapa debe de ser de esa época o puede que anterior. Yecla era entonces un pueblo pequeño, tan pequeño que me sigo preguntando por qué lo incluirían. 
(Si alguien puede darme una explicación, se lo agradeceré. Acepto igualmente las suposiciones más rocambolescas, por supuesto)

En cualquier caso, tengo muy claro que en adelante, si me preguntan de donde soy y al pronunciar el nombre de Yecla me contestan que no conocen esa ciudad exclamaré:

¿¿Que no conoces Yecla??  ¡¡Pero si aparece en Casablanca!!
 


14 de noviembre de 2017

UNO MÁS EN LA FAMILIA

Siempre me he sentido muy afortunado por haber tenido el privilegio de vivir en el campo. No sólo por la dicha de haber jugado con mis hermanos al aire libre, también porque nuestra niñez y juventud la viviéramos rodeados de tantos animales.

Fueron muchos años de inolvidables momentos corriendo junto a Velocín, nuestro primer perro, o disfrutando de la compañía de Canela y Linda, nuestros gatos. Maravillosos los muchos ratos que pasábamos achuchando a un cabritillo negro que nos seguía a todas partes. O la dicha de tener un burro al que pusimos por nombre Platero.

Recuerdo especialmente a Tranquilo, un perro tan noble e inteligente que recorría más de dos kilómetros para llegar al colegio de mis hermanos pequeños, justo en la hora en que ellos acababan las clases, y acompañarlos así a casa.
Cuánto quisimos a aquel perro.

Después apareció Finger, una perra blanca que tenía la misma mirada bondadosa que Tranquilo. Nunca supimos de dónde vino, pero una vez  en casa, decidió quedarse con nosotros hasta su último día.

Pero es que además teníamos un corral con gallinas a las que me encantaba echar chuscos de pan mojado. Se volvían locas devorándolo.
Aquel corral era como el arca de Noe y recuerdo muy bien el agradable alboroto que se producía al entrar allí.

Mi padre, -el mismísimo Noe, podríamos decir - llegó a comprar algunas gallinas de Guinea, tan distintas a las comunes, con aquel exótico plumaje negro moteado con lunares blancos.
También dos pavos reales, e incluso un pavo común, que caminaba ahuecando el plumaje, presumiendo incluso más que sus escandalosos primos.

Delante del corral había una balsa y a ella se lanzaban patos y ocas para nadar todos los días. Cómo disfrutábamos mi hermano y yo mojando a aquellos patos con la manguera cuando correteaban por el jardín, aunque al mismo tiempo nunca olvidaré cuánto lloramos cuando, incomprensiblemente, uno de ellos murió de repente delante de nosotros. Nuestro padre descubriría más tarde que se había asfixiado al tragarse un caracol tan gordo como una nuez.

En otra parte del corral había palomas y tórtolas, que volaban libres sobre el campo por el día y volvían a su refugio al caer la tarde.
Y peces y tortugas en un estanque…
Y durante un tiempo una yegua que parió un potro que se habría convertido en un hermoso caballo de no haber sido por un fatídico accidente que tampoco olvidaremos.

Podría pasarme horas contando anécdotas de nuestra vida con todos aquellos animales.

Viviendo hoy en día en un piso, la idea de tener algún animal de compañía era algo que no contemplábamos de entrada. Me parece incómodo tener ciertos animales en espacios reducidos, tanto para ellos como para los dueños.

Pero hubo un tiempo en que mi hijo quiso tener un perro y la oportunidad de complacerle se presentó cuando nos ofrecieron un cachorro.
En aquel tiempo Aitana tenia apenas dos años y no reaccionó ante aquel perrito como esperábamos. Le daba pánico. El simple hecho de que el animal se acercara a ella le daba tal pavor que se tenía que subir al sofá y gritaba angustiada que nos los lleváramos de allí.
Así que los abuelos se quedaron con el perro de forma momentánea, y cuando meses después Aitana se acostumbró a él, Jacky ya se había amoldado a su nuevo hogar y preferimos que se quedara allí.

Pero de nuevo ha surgido la ocasión de agrandar la familia y esta vez llega en forma de un lindo gatito que tan solo tiene un mes de vida.

Tiene un pelaje gris uniforme y unos ojos gris azulado. Le hemos llamado Grizzy.

Y he de reconocer que el gatito nos ha revolucionado a todos. 
Aitana desea con ganas volver del cole para darle su ración de leche y pienso. Samuel lo llama y se complace viendo cómo escala por la pernera del pantalón hasta sus manos. Y a todos nos encanta verle alborotado,  jugando hasta con su sombra, y observar lo meticuloso que es haciendo sus necesidades en el cajón de arena.

Ahora, mientras escribo todo esto, se ha dormido en mi regazo y escucho su ronroneo.
Y yo me retrotraigo a aquellos felices años en los que vivía entre todos aquellos animales en el campo de Petrel. 
Y contemplándolo sobre mí, tan pequeño, recuerdo muy bien lo que sentí hace más de treinta años cuando Linda tuvo una camada de gatitos, todos distintos. 
(Tomás y yo con los hijos de Linda. Fran se chupa el dedo a nuestro lado)

Pero ninguno era como este.

¿Cómo me iba a resistir que mis hijos supieran lo que es querer a los animales?

Mi hermano y yo con Velocín y el cabritillo negro (no recuerdo su nombre)
Si Heidi tuvo a Copito de nieve, nosotros tuvimos a su opuesto.
Con la gata Linda.
Fran bromeando con Tranquilo, el mejor perro de la Historia.
Finger  tenía un  "parche pirata"
Mi hermana Ana a lomos de Platero.
Pachuli, uno de los perros más cariñosos que tuvimos.
Saberón, hijo de Wiskoche
Aitana con Jacky. Los miedos se pasaron y ahora se quieren con locura.

1 de noviembre de 2017

¿EL 155? ¡¡EL 166!!

Todas las fichas dispuestas en el ajedrez sobre la mesa
y Carles y Mariano quisieron jugar a las cartas.
¿Quién da su brazo a torcer? ¿Quién es Troya, quién Esparta?
Cuatro líneas, dos borrones  y un adiós a la francesa.

Mister Euro se apresura camino del aeropuerto
Rios de tinta corren por toda la geografía
Se monta un decorado de marcial coreografía
Y hay una  cola infinita al destino más incierto.

Suena un ring desde  Alemania. What's the matter?, dice el yanqui.
Pues que Spain is burning, burning!  Es a very mala cosa!
Europa levanta el hocico cuando tirita la Bolsa
Cuerda floja peligrosa con empresas saltimbanquis.

"Algo se cuece allá afuera", se despereza  Satán
"¡Es que descuido  a la peña y en seguida se alborota!"
Y al conocer la noticia, de risa se despelota
"Muy bien, mis locos queridos, en marcha pondré mi plan"

"De las bromas del diablo, muy poca cosa sabéis,
pero  pronto yo lo arreglo, implantando  con rigor
una ley que a mí me excita y que ahora entra en vigor.
¡Que se aplique ya mi artículo!  ¡El 166!"

La risa de Bob Esponja resuena por todas partes
y el negro pollón del Whatssap es un flash en las retinas
De todos los Ministerios surge  un aroma a letrinas
y los taxis y ascensores se estropean cada martes.

Don Felipe se enamora de una yonqui en Gran Hermano
El Papa deja el papado y ahora vende  enciclopedias
Pablo Iglesias cuenta chistes en El Club de la Comedia
Pegan fuerte en Los 40 las canciones  de Arguiñano.

Miles de ancianas de Sueca  invaden todas las playas
Los jueces bailan la yenca después de hacer botellón
Las horas de los relojes se mueven sin ton ni son
En la boca, con pasión, Junqueras besa a Soraya.

En una terraza en Las Ramblas se ha sentado la alcaldesa
Un guardia civil cubano la ha invitado a un Cola Cao
Ella le suelta un piropo: “Por tus huesos me he colao
Él se ladea el tricornio: “Mamasita, ¿una servesa?”

Todo termina perfecto: a Sitges se va la Corte,
Teruel capital de Europa, con Parlamento moderno.
Chiquito de la Calzada:  Presidente del Gobierno
Y no se puede entrar en Yecla  sin presentar pasaporte.

21 de octubre de 2017

EL DIABLO NO ES COSA DE RISA II

Ultimamente, cuando las almas en pena se toman un descanso y dejan de lamentarse, aprovecho la paz que se respira entre las llamas de mi Infierno para abandonarme en profundas reflexiones.
 
¿He conseguido lo que me propuse al crear el blog? ¿Han caido en mis redes todos los incautos que esperaba? ¿Me respeta toda la gente que me sigue? ¿Se han pasado realmente al lado malvado de la vida o solo me bailan el agua sin tomarme en serio?


Por eso he pensado que mejor será no dejar pasar más tiempo sin aclarar ciertos puntos ahora, para que luego no haya sustos, ni sorpresas, ni "ah, es que yo no sabía..." o "es que nadie me dijo..."

Enumero a continuación algunas máximas que considero importantes para ser un buen diablista. Por favor, grabadlas a fuego en vuestras conciencias:

1) RESPETAR AL DIABLO NO ES LLAMARLE "DON DIABLO" 
Y mucho menos añadir que "se ha escapado y tú no sabes la que ha armado"

2) EL DIABLO NI SE CREA NI SE DESTRUYE NI SE TRANSFORMA EN MENÚ

3) SI SE ME TIENE QUE INVOCAR... POR FAVOR, ¡NUNCA A LA HORA DE LA SIESTA!
 No suelo estar en mi mejor momento y luego todo son chirigotas.

 4) ¡NO ME ECHEN LA CULPA DE TODO!
Sé que es lo más fácil, pero no me gusta que me carguen tanta responsabilidad.
 5) NO ES TAN MALO PASAR UNAS VACACIONES ETERNAS EN EL INFIERNO
Porque de sobra es conocido que todo tiene siempre un lado positivo.
 6) DE HECHO HAY COSAS MUCHO PEORES...



7) NO ME HACEN GRACIA LOS LISTILLOS

8) EL QUE ME BUSCA, POR SUPUESTO ME ENCONTRARÁ
  
9) PERO TAMPOCO HACE FALTA BUSCARME A TODA HORA...

10) Y AUNQUE NO LO PAREZCA, AL DIABLO LE GUSTA QUE LE ESCRIBAN.
 
Así que borrad esa expresión de susto extremo que se os ha quedado en las caras y, ¡por todos los tridentes de mi abuelo, dejadme un comentario!

(Nota: Dedico esta entrada a Montse, por ser una de las propuestas que me hizo en El síndrome del blogger in albis)

3 de octubre de 2017

EL GLOBO ROJO DE "IT"

Este pasado sábado Samuel decidió ir al cine con unos amigos para ver la película It.
Antes de que se marchara le dije que hace muchos años leí esa novela, que su autor, Stephen King, está considerado el gran maestro del terror y que recordaba que durante su lectura  pasé auténtico miedo con algunas escenas.  Así que también le expresé mi deseo de que a la vuelta me contara qué le había parecido.

Y volvió con muchas ganas de contarme la experiencia.

- Es… es… - decía poniéndose la palma de la mano en la frente - Uff, da mucho miedo. ¡Y te pegas cada susto…! Y el payaso… ¡madre mía! ¡Daba un cague…! Cada vez que aparecía un globo rojo sabias que algo malo iba a pasar. Y la gente gritaba un montón. Escucha, escucha lo que he grabado.

Y me ponía el móvil cerca de la oreja para hacer sonar un audio en el que de repente toda la gente en el cine chillaba a la vez, con una fuerza sorprendente, que me recordó a los gritos que se oyen en las caidas en picado de una montaña rusa.

- Y así casi toda la película.
- Vaya, - le dije- pues me han entrado muchas ganas de ir a verla.
- Tienes que verla, papá, te va a gustar. Pasas mucho miedo pero es muy chula.

Así que  ni corto ni perezoso, decidí ir yo solo al día siguiente a la última sesión, intentando evitar un público adolescente tan escandaloso.
Y sí, el público que encontré era en general adulto, pero hubo gritos igualmente. De manera aislada, pero los hubo. No me molestan los gritos en una película de terror; son tan apropiados como las carcajadas en una película cómica. Lo que sí me molesta es el desagradable crujido de las bolsas de snacks cada vez que meten las manos para sacarlos. ¿Cuándo aprenderá la gente a rasgar bien las bolsas para no hacer tanto ruido?

Pero bueno, disfruté.
La película tiene escenas muy potentes, con atmósferas tan conseguidas que te llegas a sumergir en ellas.  Me gustó la fuerza que tiene la música, los inquietantes silencios y lo bien expresados que están los terrores de los jóvenes protagonistas. 
No diré que es la película más terrorífica que he visto,  pero sí me dejó un buen sabor de boca.

Salí del cine cerca de las 12 de la noche.

Había dejado el coche a unos doscientos metros, en una solitaria zona en penumbra. Tengo que reconocer que mientras me acercaba al coche, escuchando el sonido de mis propios pasos, sentí una cierta inquietud. No es que tuviera miedo, es que notaba que me estaba sugestionando con la posiblidad de asustarme mucho por la más leve tontería. 
Como que de repente apareciera un gato, o que se escuchara algún ruido a mis espaldas, o que al llegar al coche el payaso estuviera  en el asiento de atrás, esperándome.

Una vez sentado al volante cerré de inmediato los seguros de las puertas. 
“Por si las moscas”, me dije.

Sin ser demasiado tarde, las calles estaban completamente vacías, como en esas pelis de catástrofes apocalípticas donde las ciudades aparecen abandonadas y el simple vuelo de una bolsa de plástico resulta perturbador.
No se veía un alma por ningún lado y de nuevo se me pasó por la cabeza la posiblidad de encontrar a un payaso esperando a cruzar un paso de cebra.

"Joder, con el payasito", pensé, "¡pues sí que me ha llegado a impresionar!"

Llegué a mi calle, bajé del coche y me dirigí al portal a buen paso.
Cerrar la puerta del edificio me pareció un alivio que dio paso a una nueva inquietud que no era capaz de definir.
Encendí las luces de la escalera y el cla-cla-cla del temporizador parecía sonar con más fuerza de lo habitual.

El botón del ascensor mostraba una lucecita roja, señal de que alguien lo estaba utilizando. Sin embargo no se oía nada. 
El ascensor no subía ni bajaba ni escuchaba voces de ningún vecino.
Pero la lucecita roja no se apagaba nunca.

"Maldita sea,  murmulllé, ¿tiene que estropearse el ascensor precisamente hoy?"

No me seducía nada la idea de subir los cuatro pisos andando, más que nada porque mi mente estaba dando muestras de ofuscación y me parecía que a cada vuelta el payaso de marras estaría sentado en algún escalón, aguardando mi llegada con una amplia sonrisa.

Ascendí ligero y pulsando el interruptor de la luz de cada rellano.
El tercer piso me recibió con la sorpresa de que la bombilla estaba fundida y aquella penumbra fue un suma y sigue a mi canguelo.
Pero ay, cuando ascendía al cuarto, a mi casa, un resplandor verdoso inundaba aquella vuelta.
Era la luz del ascensor.
Todo apuntaba a que se había ido a estropear en mi planta, quedando la puerta abierta, y esa tonta casualidad agudizó más mi desasosiego. Otra vez la mente me jugaba la mala pasada de imaginar al payaso asesino dentro del ascensor, y que en cuanto subiera los últimos escalones vería su horrorosa cara maquillada.

Así que imaginad lo que sentí cuando al llegar a encararme con esa puerta abierta vi que en el techo del ascensor... FLOTABA UN GLOBO ROJO!!

La impresión duró solo un segundo, pues de inmediato supe que era una broma que había preparado Samuel, pero es indescriptible el subidón de adrenalina, como un rampazo en la columna vertebral,  que me produjo ver un globo rojo igual al que tanto impactaba en la película.

- ¡¡Pero cómo se te ocurre!! - le dije al entrar
- ¿A que impresiona? - decía él entre risas
- Calla, que te has librado de una buena - me dijo Apamen - Nuestra idea era coger la copia de las llaves del coche, ir andando al cine y ponerte el globo dentro, en el asiento de atrás. Lo que pasa es que no las hemos  encontrado, que si no...
- ¿¡Qué!? Si llegais a hacer eso... ¡me muero allí mismo!
Y Samuel no paraba de reír. Es lo que tiene ser hijo del diablo.


Yo lo tengo claro. Jamás me atreveré a subir a una montaña rusa, ni a hacer puenting, ni a probar esas cosas de locos, pero en esto del cine de terror... no sé, lo paso estupendamente mal. 
Sobre todo si lo vivo en la realidad y a solas, con ascensor y globo rojo.