28 de octubre de 2014

EL MISTERIO DEL ASCENSOR VACÍO

Me comentó hace tiempo una compañera, que cada vez que llega al trabajo empieza a sentir una presión sobre los hombros y el pecho, y que esa sensación es a veces tan prolongada que termina la jornada muy cansada. Ella está convencida de que hay cargas negativas en el ambiente que por alguna razón influyen sobre ella y que, aunque no entorpecen su labor, sí afectan su ánimo.

- ¿No te ha ocurrido alguna vez - me decía – que entras a un lugar y en seguida percibes que hay mal rollo?
- ¿Cómo que mal rollo?
- Sí, que el ambiente está enrarecido, que no te da buenas vibraciones...
- Pues no, no me ha pasado nunca.
- A mí sí, muchas veces. Y aquí, muchos días, lo noto.

En ocasiones, al despedirse, me preguntaba si no me daba miedo quedarme solo por las tardes (a partir de las 6 los usuarios empiezan a marcharse y hay veces en que me quedo solo bastante tiempo hasta la hora de cierre).

- ¿Miedo? Pues no, ¿por qué habría de tenerlo?
- No sé, por eso de que haya muerto gente aquí dentro...

No soy especialmente miedoso hacia lo relacionado con historias paranormales. No me cabe la menor duda de que antes habré de temer a un vivo que a un muerto, y por tanto, mis miedos son otros.

Me aterra la idea de subirme a una montaña rusa, por ejemplo. Me dan miedo la velocidad y las alturas, y me espantan el fanatismo y la violencia.

Sin embargo soy muy capaz de entrar solo a una casa abandonada y recorrerla por completo, o de pasear a solas por un cementerio aun cuando quede poca luz. Y no diré que lo haga tan campante, sí hay una cierta inquietud dentro de mí al hacerlo, pero es un pasar miedo voluntario, una inquietud atractiva, un interés morboso, turbador y placentero a un mismo tiempo.

Imagino que esa liberación de adrenalina que algunos experimentan haciendo puenting, por ejemplo, otros la sentimos al abrir la puerta de una habitación vacía en la que solo escuchas el sonido de tus pasos en el polvo o el del crujir de las maderas viejas.

Y una noche...

Había cerrado ya todas las puertas del Centro y solamente yo me encontraba dentro del edificio. Hice un recorrido por la planta superior para comprobar que no había quedado algún grifo abierto y que todas las ventanas estaban cerradas.

Ya había apagado todas las luces y caminaba por los pasillos al resplandor de la luz de las farolas exteriores, cuando de repente oí cómo el ascensor se ponía en marcha y desde el primer piso bajaba a la planta baja.

Yo estaba convencido de que no había nadie en el edificio, así que se me congeló la sangre en el cuerpo al escuchar el chasquido del motor, el descenso, y el sonido de la puerta al abrirse. Me quedé muy quieto esperando oír a alguien salir del ascensor y caminar, pero no se oía nada.

Me atreví a asomarme al hueco de la escalera y gritar “¿Hay alguien?”
El silencio me puso muy nervioso, así que recogí mis cosas y me marché de allí rápidamente.

- ¿Lo ves? - me decía mi compañera, tras contárselo al día siguiente – Ya se están manifestando.


No me dejé llevar por la sugestión, por supuesto. Salvo un estrecho y oscuro almacén que hay en un construcción exterior, no hay ningún lugar de este edificio que me imponga respeto recorrer, ni siquiera en penumbra, así que no tardé en desterrar el incidente de mi cabeza.

Y ya había olvidado aquello por completo cuando en otra anochecida se repitió.

Bajaba yo las escaleras hacia la planta baja por el edificio cerrado y vacío cuando rompió el silencio el sonoro clack del motor del ascensor. Esta vez lo tenía frente a mi, por lo que el susto fue aún mayor. Los segundos antes de que se abriera la puerta al llegar abajo fueron terroríficos, pues la sola idea de que pudiera vislumbrar una figura humana dentro me tenían paralizado, ya que, aunque inconcebible, no terminaba de ser del todo imposible.

Pero la puerta se abrió y el ascensor estaba vacío.

Pero el extraordinario caso del ascensor “con vida propia” no tardó en morir.

Días después, cuando comenté el caso al técnico que vino a hacer la revisión, me dijo que era natural, que su posición inicial es siempre la planta baja y que cuando pasa mucho tiempo sin utilizarse, el ascensor está programado para descender a esa posición.

Y así es cómo me vinieron a matar los fantasmas con una simple explicación técnica.

Desde entonces, he vuelto a oír alguna noche más cómo la máquina se pone en movimiento y se desliza como un susurro al piso inferior.

Y os confesaré algo: el mordisco en el estómago lo sigo teniendo. Y aún me detengo a esperar que se oigan unos pasos cuando la puerta se abre. Es una idea que me apresuro a borrar inmediatamente, pero, aunque el corazón me late con fuerza, me seduce más la idea de un espíritu jugando en la noche que aquella explicación del ascensor programado. Me gusta creer que existe "algo más".

 ¿Acaso no fue una decepción que demostraran que no hay ningún monstruo en el lago Ness? ¿De qué sirve un lago tan misterioso si matan la hermosa leyenda que lo alimentaba? ¿Qué beneficio lograron con aquel informe científico? Ninguno.

No concibo la idea de un castillo sin fantasma, de una casa abandonada sin espíritu, del universo sin extraterrestres... Incluso no puede quedar isla desierta sin un fabuloso tesoro enterrado en algún lugar.

Qué serios y aburridos aquellos que se empeñan en dar una explicación a lo inexplicable, los que se niegan a admitir que hay puertas secretas, los que se quedan a este lado del espejo. Qué tristes los tan insanamente cuerdos, los que jamás experimentan las deliciosas cosquillas que da la fantasía a nuestros sentidos. Esas imaginaciones tan reales...

En fin... ellos se lo pierden.

21 de octubre de 2014

SAMUELADAS Y AITANERÍAS 5

Sepan ustedes que colecciono perlas.
Perlas chiquitas, brillantes, redondas, perfectas...

Todo empezó siendo mi hija muy pequeña, cuando no había cumplido aún los tres años. 
Se encontraba en el salón, toqueteando algún adorno navideño, cuando oímos el ruido de algo que se rompía. Al acudir a su lado, comprobamos que, efectivamente, el adorno estaba roto a sus pies.

- ¡Aitana!, - le dijo Apamen - ¿¿qué te he dicho??
Y ella, escondiendo los puños bajo su barbilla, dijo a media voz: 
“Que se toca pero no se mira”

Aquello me hizo tanta gracia que lo escribí en un papel para que no se me olvidara. 
Y continué con esa costumbre de ir anotando todas esas expresiones, equivocaciones, palabras inventadas, ocurrencias y situaciones particulares que suelen regalarnos los niños a esas edades. Fui guardando esas notas en un cajón, hasta que llegó un momento en que tenía tantas que decidí pasarlas a un cuaderno que titulé SAMUELADAS Y AITANERÍAS

También en el blog he ido copiando algunos de estos “apuntes filosófícos de la edad temprana ”, en algunas ocasiones, y hoy quiero volver a compartir otros pocos con ustedes.  Todas son anotaciones del año en curso.

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Samuel está en su habitación haciendo deberes. De repente le vemos aparecer en el salón, y levantando mano y dedo índice le oímos exclamar:

- ¡Atención! ¡Frase culta! ¡Los óvalos son óvalos aunque se den la vuelta!

Acto seguido nos da la espalda y vuelve a su habitación. 

Tras breves segundos de silencio para asimilar lo escuchado, llegaron los aplausos. Y los “bravo” Y los “hurra”. Y el firme convencimiento de que el premio Nobel llamará a su puerta algún día. 
Porque no es que dijera algo no sabido, es que ha sido el primero en decirlo de forma oficial y de manera contundente. ¡Y lo precedió como “frase culta”! Eso es lo mejor, sin duda.

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Aitana está absorta viendo en la tele algo que le gusta. Una de las ventanas del salón está abierta y pasa en esos momentos una moto muy ruidosa.

- ¡Ay, papá, quítale voz a la ventana!

(La obedecí, claro,  y la ventana quedó privada de declarar opiniones)

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Una mañana, preparándonos para salir hacia el cole:

SAMUEL: ¿Por qué se dice “Andando, que es gerundio”?
YO: Es una expresión.
SAMUEL: Pues es una expresión muy tonta. ¿Quién la inventó?
YO: Uf, a saber...  Alguien sería, pero en este caso no creo que se sepa.
SAMUEL: Pues voy a inventarme yo una frase a ver si algún día la dice todo el mundo.

Cuando ya estamos en la calle, nos dice:
“¡Venga, corriendo, que es diptongo!”

(Dónde va a parar... Esa sí es una expresión realmente inteligente)

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Hablando de invenciones, algunas expresiones de Aitana  no tienen desperdicio.

Una vez dijo “Ah, sí, eso fue anoche por la mañana”

Desde entonces, si uno no recuerda bien cuándo le ocurrió algo, echamos mano de esa gran frase aitanera: “Debió ser anoche por la mañana, ¿no?”

En otra ocasión, recordando un viaje.

"¿Era aquel sitio que había una carcajada de agua?"

(Quiso decir una cascada, claro,  pero qué quieren que les diga, ¿puede haber algo más hermoso que un salto de agua riendo de felicidad? Me quedo sin duda con la carcajada de agua)

En otra ocasión, describiéndome una tormenta.

"¿Y sabes qué? ¡¡Que cayó tronizo!!"

(De la unión de truenos y granizo nace tronizo, que me parece una palabra tan sonoramente expresiva,  que estoy por llamar a los académicos de la lengua para que la incluyan en el diccionario.

TRONIZO: Dícese del granizo más grande de lo normal, que al caer hace un ruido atronador.

Si acaban de incluir palabras tan feas como tuit, wifi, o chupi, ¿cómo no van a admitir tronizo?)
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Una conversación entre ellos:

AITANA: ...y Jorge tenia una herida porque dice que se clavó una abuja
SAMUEL: ¿Abuja? Se dice aguja. Ayyy, esta juventud...

(Ayyy, este Matusalén...)
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AITANA: Mamá, dice Samuel que tú eres sagitario.
APAMEN: Sí, asi es.
AITANA:  ¿Sagitario?  Pero tú serás sagitaria, ¿no?

( Atención Tauras, Virgas y Capricornias:
Reunión inmediata con las Sagitarias para acordar un renombramiento)
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Estoy haciendo cosas en el ordenador. Aitana revolotea a mi alrededor.

AITANA: Papá, no me escuchas.
YO: ¿Yo? Claro que te escucho.
AITANA: No, no me escuchas
YO: ¿Por qué lo dices?
AITANA: Porque te he preguntado si sabes cómo se titula la canción que estoy cantando y me has dicho “Vale”

(Lo reconozco, ¡me pilló! Pero qué hacer ante una niña que se pasa la vida cantando. ¿Cómo distinguir entre las canciones importantes y la realmente decisiva?)

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Creo que seguiré coleccionando perlas. Lo hago porque tengo el presentimiento de que con el tiempo su brillo aumentará considerablemente, y su valor crecerá de una forma que ni yo mismo puedo imaginar hoy.

15 de octubre de 2014

EL LADO "DEVIL" DE LOS DIBUS

Como todo el mundo sabe, los blogs de carácter satánico, como el presente, están regulados por la normativa 0-66/D148L0, que recoge los fundamentos de su existencia y enumera las obligaciones de estos blogs para con sus lectores.

Su artículo 16/9 estipula que el 60 % de las entradas han de ser perniciosas, tendentes a la incitación de malos hábitos y escaparate de prácticas inmundas, algo que desde el principio me esmeré en cumplir a rajatabla (testigos sois de que así ha sido)

Lo que yo ignoraba es que existía un subartículo en una disposición adicional que obliga a estos blogs a que al menos una entrada al año sea (y copio literalmente) “de una perversidad e inmoralidad tan palpable que haga abochornar a las conciencias más tolerantes y consiga soponcios y lipotimias a granel”

Hoy soy consciente de este despiste  porque ayer mismo una circular interna me notificaba que en lo que llevamos de año aún no tienen contabilizada una entrada de estas características por mi parte, y como no quiero ser la oveja negra de esta empresa diabólica, me dispongo a publicarla ahora mismo.

Pero digo todo esto porque, aunque soy malvado, no soy traidor, y prefiero avisar (solo por esta vez, por ser la primera) que no será  esta una entrada apta para todos los públicos (a ti, mamá, que sé que me sigues, hoy tienes el día libre) y por tanto, deben abstenerse a seguir leyendo todos aquellos de subconsciente débil, los escrupulosos, los recatados, los de conducta impecable y todos los que nunca ven la programación de Tele 5 y no están curados de espanto.

Hoy pretendo exponer cómo será el mundo cuando las Tinieblas terminen de invadir hasta el último rincón de la Tierra. Quizás en otra ocasión lo haga desde una visión más generalizada, pero hoy solo me detengo en un punto en concreto: aquellos dibujos animados o ilustraciones bien conocidas. ¿Cómo serán? ¿En qué cambiarán? ¿Qué aportarán a un mundo sumido ya en lo más oscuro?

MALAFALDA


Mafalda pasará a ser Malafalda, y con algunos más de esos 50 años que acaba de cumplir,  la oiremos gritar cosas como ¡¡ESTOY DE LA PUTA SOPA HASTA EL ORRRTOOO!!
Se frotará las manos al escuchar lo podrido que sigue el mundo con sus miles de conflictos, ayudará a su amigo Manolito a estafar a los clientes y evadir al fisco, y además de aliarse con Susanita para criticar a los pobres “esos que se empeñan en vestir mal”, la convencerá de las muchas ventajas del amor libre y el aborto.

LA PANTERA ROJA


Con una mirada más sibilina, la flexible pantera rosa se apuntará al color de moda e irá tiñendo su pelambre con la sangre de sus víctimas. Despedirá a Mancini para que su banda sonora la compongan los Lordi. En sus ratos libres leerá postulados de Marx y Pablo Iglesias, y destruirá las cintas originales de la Metro-Goldwyng-Mayer. 
Como nota anecdótica, los pastelitos que llevan su nombre tendrán un 120% más de grasas saturadas.

HEIVY


Prepárense a ver a la famosa niña de las montañas alcanzar las más altas cumbres del Mal. Ya no más risas correteando entre cabritas o salvando pajaritos, pues el futuro de Heivy está en acudir a diario a los establos, donde la sombra de un enorme macho cabrío alzado se proyectará sobre los montones de heno, y a ella se le encenderán las mejillas. 
Su pobre abuelo, ante la imposibilidad de que sus cabellos encanezcan aún más con los disgustos, huirá de semejantes espectáculos erótico-festivos, llevándose una fortuna oculta en un banco de Zurich a algún pueblo de Almería (Pobre!)

LA ABEJA MALA


Ni maya, ni azteca, la abeja del país multicolor, se reconvertirá en la abeja Mala, y será famosa en el lugar por su picadura mortal. 
Harta de polinizar y  trabajar para un bien común, la pequeña y dulce abeja Mala se pondrá las botas jalándose el mejor polen ella sola, y después de esnifarse el de las amapolas,  la veremos, con mirada sicodélica, saltar de flor en flor por el campo, y de capullo en capullo por la ciudad,  gritando ¡Viva por siempre Rumasa!
A su amigo Willy, por ser tan zángano, se lo fumigará  una tarde “sin querer”.

HELL OF KITTY


Esta gatita antropomorfa (que a mí me da mucho miedo) evolucionará hasta límites insospechados. Un giro de cabecita, una sonrisa inocente... y un “Mecagoentusmuertos” con olor a piña.  Las jovencitas se volverán locas (literalmente) con la nueva Hell of Kitty y se venderán millones de  camisetas, monederos, carpetas y mochilas con su nueva imagen cornuda y malhablada. Todos esos productos, ni que decir tiene, serán altamente cancerígenos. (Sí, es cruel hablar con tanta frivolidad, pero hoy toca sufrir. Es lo que hay. Ya lo advertí)

LOS MILTUFOS


Nada más sencillo que reconvertir la diversión en perversión cuando quede el mundo despojado de ataduras éticas y morales. Hasta en Los Pitufos lo notaremos, pues dejarán de hacer uso del agua y  jabón para pasar  a ser Los Miltufos. Unos olerán a neumático quemado, otros a vómito de rata enferma y otros a sumidero de Las Cortes. Y aún más sucios serán sus pensamientos, porque la Pitufina (que para todos los que leímos su biografía no autorizada, siempre fue la Putafina) hará caja haciéndoles picar y pecar sin descanso.

No todos los Miltufos lograrán cambiar su piel de azul a roja, algunos quedarán tintados en un combinado azulgrana. Y estos, permítanme la maldad, serán los peores.

8 de octubre de 2014

DIARIO VIRUS HH4

(Pinchar cuaderno para agrandar)

(En la primera línea, ilegible, una fecha: 28 de febrero)

 
(Nota: En las dos  últimas líneas dice: Brotes de verdor en la mayoría de las pinadas.
Calor. Llovió. Mi madre vino a verme)


Estas notas, escritas en el año 2016, fueron halladas un año y tres meses después por Sandra D. H., una niña de 14 años, inmune al virus scripzotius lingual, y por tanto superviviente a la pandemia mortal que asoló el planeta. 
Aún pasaría mucho  tiempo hasta que se supiera que de los 9.000 millones de habitantes de la Tierra, habían perecido más de siete mil millones entre febrero y septiembre de 2016.
No se logró paliar la devastadora propagación del virus, pese a haberse conseguido finalmente la vacuna que lo anulaba.

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Pura ficción, por supuesto.

En realidad no veo probable que algo así pudiera suceder.



Bueno, realmente quiero pensarlo. Necesito creerlo.

3 de octubre de 2014

SOMBRAS DE HIEDRA EN LOS CRISTALES

El salón, vacío y en completo silencio. 
La suave luz de la tarde entrando por los altos ventanales. 
El calado de los visillos tatuado en la superficie de las mesas.  
El verdoso resplandor de la hiedra asomado a los cristales... 
Esa paz previa al bullicio.

Amo ese momento.

Cabila era el primero en entrar. Aún se me hace extraño que no sea así.
Ahora es Luis el más tempranero. Yo le llamo el dandi, pues viste y camina de forma elegante. Todo lo contrario que Mora, que se deja caer como un pesado fardo en el sofá entre grandes resuellos. 
“Ya ha cambiao el tiempo”, comenta el dandi “¿Eh?” “¡Que ya refresca!” Mora asiente con la cabeza, pero yo sé que no le ha entendido.

Joaquín y Ginés llegan juntos y eligen la baraja que no tiene doses, que es la que les interesa.
Francisco me pide La verdad para hacer el crucigrama. Muchas veces requiere de mi ayuda para concluirlo. “Juanito, ¿una diosa romana de cuatro letras?”
Luego llega Frutos.
Frutos se parece tanto a mi padre que a veces me da un vuelco el corazón al verle, pues pienso que es él. Solo me resulta diferente su forma de andar, a pasitos muy cortos.

Pronto se inunda la sala del aroma a café.

Entra Vicente, el que siempre se olvida la funda de las gafas. Y Andrés, el que a marcharse dirá “Me voy antes de que llueva” Su despedida es siempre la misma, cualquiera que sea el estado del tiempo.

Para Pepe, un boli o un lápiz es  “la máquina de escribir”  
“Juanico, dame la máquina de escribir, a ver si empezamos la partidica” Y luego añade: “Bueno, no me la des, préstamela, que ya sé que es “de Huelva.” Hay cosas que permanecen inalterables.

Ferri es el más escandaloso. Son conocidos sus berrinches al perder a las cartas, y suele culpar al compañero de no haber sabido ganar a la pareja contrincante. Ferri se enfurece tanto que nadie quiere jugar más con él. Y entonces se marcha sin mirar a nadie.

Pepe devuelve “la máquina de escribir” y me comenta “Ya ves, venimos a pasar un ratico distraídos, pero algunos se lo toman demasiado en serio”

 Hoy Fulgencio me regala un racimo de uvas. “Toma, Juan, que las acabo de coger para ti”
Rosa, su mujer, tiene una piel tan arrugada que no cabría ni una linea más en su rostro. Pero sus ojos son tan bonitos y su sonrisa es tan luminosa que parece una niña.

Virtudes quiere entrar en la sala de ordenadores y me pide la llave.  Se asoma al salón de juego. Es incapaz de pasar por delante de tanto hombre, así que da un gran rodeo para evitarlos. Ninguno de ellos levantaría la vista de las cartas o el dominó, pero ella es así.

Entran algunas mujeres que van a Pilates. “¿Y la Cloti?- dice una- Hace tiempo que no la veo” “Ya no viene, - le contestan- es que su hija ha encontrado trabajo y ahora tiene que quedarse con los nietos”

Ferri vuelve a entrar. Se había marchado furioso, pero ahora trae cara de haberse sosegado. Se acerca a las mesas donde los demás juegan. Le miran con recelo. Le apetece volver a jugar pero sabe que ha obrado mal y no abre la boca. Se sienta a mirar, como un niño arrepentido.

Las dos Antonias suben a rehabilitación. Una le pregunta a la otra cuándo es la misa por la muerte de alguien. Esto me hace acordarme de Josefina,  la que yo llamaba la Corleone, la que fuera la reina del bingo, aquella mafia de señoras que casi mataban por jugar.

Hacía varios meses que no venía por el centro y una compañera y yo decidimos llamarla por teléfono. 
“¿Cómo se encuentra, Josefina?” - le dije. “Pues bastante fastidiada. Las rodillas no me responden. Ya apenas salgo de casa de mi hija” “Que sepa que por aquí se la echa mucho de menos, y que me acuerdo mucho de usted” “Ay, Juanillo, también yo me acuerdo de ti y de todos vosotros.”  No quise que se quedara triste y eché mano de sus bromas: “Pues el otro día vino Bertín Osborne y preguntó por usted” “Ay, si ya no me tiene que querer, no ves que ya me he hecho muy vieja y no valgo para nada”
La Josefina de antaño no hubiera respondido así, ella me habría dicho algo como: ¿¿Y cómo no le diste mi dirección??

Hace poco, Luis, el dandi, vino a decirme que Josefina murió este verano. Lo sentí muchísimo. Era una mujer muy particular sobre la que escribí varias entradas, tal era el cariño que por ella sentía. Me consta que la simpatía fue mutua, aunque no siempre fue así, que aún recuerdo lo mucho que me costó ganármela. Cuántos buenos recuerdos me quedan de nuestra relación. Descansa en paz, querida Josefina.

Se marcha a casa Fulgencio, y le vuelvo a agradecer la uva que estoy  merendando.
Se despide Vicente y corro a por la funda de las gafas que se ha dejado en la repisa de alguna ventana.
Se va a casa Luis, el dandi, que va regañando a Ferri. “Y como mañana no te controles un poco, con nosotros no juegas más”
Andrés dice que se va antes de que se ponga a llover, y Frutos me hace un gesto que me resulta muy familiar.

Se alejan las últimas voces y el salón vuelve a quedar vacío.

Mientras ordeno sillas y mesas, veo que al fondo, el grupo de los calurosos ha dejado una ventana abierta, y el aire  hace bailar los visillos.
Han podado recientemente el macizo de hiedra que rodea el edificio, y al hacerlo, las hojas viejas que las verdes ocultaban  han quedado al descubierto.  Me quedo observando cómo el más leve soplo de viento las hace caer al suelo. 
El sol, a punto ya de ocultarse,  filtra su luz a través de la maraña vegetal y hace resaltar los tallos más verdes, las hojas más nuevas, las que volverán a recubrir todo el macizo muy pronto.
Y de nuevo la brisa va empujando  las hojas secas  por el suelo, amontonándolas en algún rincón.

Antes de apagar las luces echo un último vistazo al salón y me despido mentalmente de todo hasta el día siguiente.
Mañana, salvo leves cambios, todo volverá a repetirse. La luz de la tarde entrará alegre por los ventanales y el salón comenzará a llenarse de vida.

Yo estaré esperando.
Les espero a todos cada día.