No hace mucho pude comprobar que mi miedo a las alturas sigue latente.
Supongo que a estas “alturas” es ya un mal incurable.
Me encontraba en la planta 26 de un edificio de Alicante y salí al balcón a contemplar las vistas.
Al acercarme a la barandilla sentí el habitual escalofrío en la columna vertebral, una especie de temblor eléctrico que empieza en las piernas y sube hasta el cuello.
Lo curioso es que puedo dominar ese pavor y mirar al vacío, lo que no puedo evitar es imaginar mi caída, y es ese pensamiento el que me atenaza y me hace el momento tan desagradable.
Pero el verdadero pánico se produce si alguien próximo a mí se asoma sin miedo. Es entonces cuando me quedo paralizado y siento la necesidad física de sentarme en el suelo y pedirle que se aparte del peligro. Por suerte, los que me conocen no hacen el “loco” en mi presencia.
Otro de mis miedos inevitables es el de la velocidad. Cuando voy de copiloto en un coche y el conductor acelera despreocupadamente, empiezo a sentir una ligera sudoración en todo el cuerpo. No han sido pocas las veces que si la aceleración ha sido creciente y continua, le he rogado que deje de correr, explicándole que no lo paso nada bien a más de 120 km/h.
Estas experiencias me hacen asegurar que jamás subiré a una montaña rusa: altura y velocidad a un mismo tiempo, ¡no se me ocurre peor cóctel Molotov para mi corazón!
Una búsqueda en internet sobre este curioso mundo de las fobias, me desveló que el miedo a las alturas se llama acrofobia, y que recibe el nombre de tacofobia la aversión a la velocidad.
Pero lo curioso de verdad fue descubrir que existe una lista interminable de fobias, tantas que me quedé pensando que los seres humanos somos unos bichos muy raros y en ocasiones tan absurdos como para echarnos de comer aparte.
No imaginaba que pudiera haber tantos miedos a tantas cosas. ¡Es increíble!
Puedo entender la claustrofobia que todos conocemos, ese miedo a los espacios reducidos. Alguna vez me he quedado atrapado en un ascensor, y siempre lo he sobrellevado bien, pero debe ser muy distinto coincidir en una avería con un claustrofóbico que se ponga a chillar. Probablemente, por aquello de la sugestión, se convirtiera en algo contagioso y termináramos dando alaridos los dos.
También había oído hablar de la agorafobia, que es tanto el miedo a los espacios abiertos como a los muy concurridos. En este último caso encuentro muy natural que se desencadene una sensación de terror si en la multitud de un concierto, por ejemplo, se produce una avalancha humana. Ese sí es un motivo real de asfixia y no el de un ascensor, pero está visto que la mente no siempre atiende a razonamientos.
Comprendo también que haya quien sienta miedo hacia las arañas (aracnofobia), aunque tampoco es mi caso. Soy capaz de echarme una siesta en mitad de un prado y espantar a manotazos todos los insectos que noto me corretean por la piel. No me paro a pensar qué tipo de bicho puede ser y asunto solventado.
También encuentro muy lógico que exista la dentofobia (miedo a los dentistas, ¡quién no lo tiene!), o la pirofobia (miedo al fuego), la acluofobia (miedo a la oscuridad), la belonefobia (miedo a las agujas), la penterafobia (miedo… ¡a la suegra!, sí, reconozcámoslo, el 90% de las suegras dan miedo) Incluso puedo entender que haya una coulrofobia, que es el miedo a los payasos (sobre todo si has leído IT, de Stephen King)
Pero es que hay además tal cantidad de fobias extrañas, que, aunque antepongo mi respeto a los que las padezcan, no he podido evitar abrir la boca, asombrado por lo llamativas que son:
La geliofobia: aversión a la risa (¿¡!?)
La deipnofobia: aversión a las cenas y a las conversaciones que en ellas se producen. (¡Toma castaña!)
La pteronofobia: aversión a que te hagan cosquillas con plumas.
La filemafobia: aversión a los besos (también son ganas de complicarse la vida...)
La fonofobia: terror al teléfono (a mí me dan más miedo las facturas)
La deipnofobia: aversión a las cenas y a las conversaciones que en ellas se producen. (¡Toma castaña!)
La pteronofobia: aversión a que te hagan cosquillas con plumas.
La filemafobia: aversión a los besos (también son ganas de complicarse la vida...)
La fonofobia: terror al teléfono (a mí me dan más miedo las facturas)
También existe la papafobia, que se define como un anormal, persistente e injustificado miedo al Papa.
Y digo yo… ¿existirá algún papáfobo que sea además coulrófobo?
¿Y qué sentirá al ver esto?
He encontrado otras fobias que desconocía y que, de alguna manera, me ha agradado que existan. Ustedes comprenderán mis motivos:
Y digo yo… ¿existirá algún papáfobo que sea además coulrófobo?
¿Y qué sentirá al ver esto?
He encontrado otras fobias que desconocía y que, de alguna manera, me ha agradado que existan. Ustedes comprenderán mis motivos:
La satanofobia: miedo a Satán
La hadefobia: miedo al infierno
La eritrofobia: miedo al color rojo
La hexakosioshexekontahexafobia: miedo al número 666
Pero si tuviera que hacer mi particular TOP 3 de fobias raras, de esas que te dejan el entendimiento noqueado, sería la siguiente:
La hadefobia: miedo al infierno
La eritrofobia: miedo al color rojo
La hexakosioshexekontahexafobia: miedo al número 666
Pero si tuviera que hacer mi particular TOP 3 de fobias raras, de esas que te dejan el entendimiento noqueado, sería la siguiente:
En tercer lugar:
La zemifobia: que es el miedo a los topos. ¡A los topos! ¿¿A los topos?? ¿Pero en qué momento de la historia de la humanidad ha habido un acercamiento entre los hombres y los topos? ¿En qué aspecto puede dar miedo un topo? ¿Serán conscientes los topos de que pueden llegar a causar terror? ¿Es peligroso que lo sepan?
La zemifobia: que es el miedo a los topos. ¡A los topos! ¿¿A los topos?? ¿Pero en qué momento de la historia de la humanidad ha habido un acercamiento entre los hombres y los topos? ¿En qué aspecto puede dar miedo un topo? ¿Serán conscientes los topos de que pueden llegar a causar terror? ¿Es peligroso que lo sepan?
En segundo lugar:
La hipopotomonstrosesquipedaliofobia: ( ¡pronunciadla deprisa si sois capaces!) que es el miedo a las palabras largas. ¡Manda huevos que precisamente le hayan puesto un nombre así!
Me imagino al paciente en el médico:
- A ver, ¿qué le ocurre?
- Ay, doctor, es que no me atrevo a decírselo...
El nombre deriva del griego Hipopoto (grande) monstro (monstruoso) sesquipedali (forma mutilada del latín sesquipedalian, o sea, palabra grande) y phobos (miedo). Y los que la padecen no son capaces de cantar las canciones de Mary Poppins.
La hipopotomonstrosesquipedaliofobia: ( ¡pronunciadla deprisa si sois capaces!) que es el miedo a las palabras largas. ¡Manda huevos que precisamente le hayan puesto un nombre así!
Me imagino al paciente en el médico:
- A ver, ¿qué le ocurre?
- Ay, doctor, es que no me atrevo a decírselo...
El nombre deriva del griego Hipopoto (grande) monstro (monstruoso) sesquipedali (forma mutilada del latín sesquipedalian, o sea, palabra grande) y phobos (miedo). Y los que la padecen no son capaces de cantar las canciones de Mary Poppins.
Y en primer lugar:
La araquibutirofobia: que es la aversión a que la mantequilla de cacahuete se te pegue al paladar.
Sólo os diré que, después de secarme las lágrimas, se me ocurrió que tal vez la lista de fobias no sea tan extensa como en un principio pensé, y que podríais ayudarme a terminar de concluirla con todas esas fobias que seguro aún quedan en el tintero.
Se me ocurren tres para empezar:
La girotuberculifobia: que es el pavor desmesurado a que la tortilla de patatas se te rompa al darle la vuelta en la sartén (especialmente si la suegra se queda a cenar)
La spotdeloterifobia: el terror que produce ver ciertos anuncios de loterías y sus efectos postraumáticos.
Sólo os diré que, después de secarme las lágrimas, se me ocurrió que tal vez la lista de fobias no sea tan extensa como en un principio pensé, y que podríais ayudarme a terminar de concluirla con todas esas fobias que seguro aún quedan en el tintero.
Se me ocurren tres para empezar:
La girotuberculifobia: que es el pavor desmesurado a que la tortilla de patatas se te rompa al darle la vuelta en la sartén (especialmente si la suegra se queda a cenar)
La spotdeloterifobia: el terror que produce ver ciertos anuncios de loterías y sus efectos postraumáticos.
Me consta que soy en muchas ocasiones el causante de esta fobia, pero qué quieren, uno se debe a su condición.
Ya lo siento yo, ya.
Y los de detrás de la pantalla, ¿qué fobias tenéis? ¿sabéis de alguna más que añadir a LA LISTA?