Sin duda el origen de la vida es uno de los grandes misterios de la misma que muchos científicos han estado tratando de comprender durante toda su ídem.
Sin embargo, el otro día yo
mismo fui capaz de crear vida mientras ordenaba la caja de herramientas.
Así de simple.
Dos arandelas estaban
casualmente posadas sobre un conector de mangueras y vi claramente unos ojos
que me decían: “Sé que me has visto como yo a ti. Anda, haz algo bonito conmigo
y déjame que entre en tu vida”
Me enterneció esa mirada y un
repentino interés me impulsó a terminar ese prototipo de androide que había
estado durmiendo allí dentro sin yo saberlo.
Os presento a Punky 16.
Me costó mucho que mantuviera
el equilibrio (algo normal en todo neonato) hasta que pude solucionarlo
poniéndole unos zapatos muy baratos: dos monedas de céntimo.
Me gusta imaginar que en un
futuro más o menos próximo pueda añadirle un chip de inteligencia artificial
para poder hablar con él.
Como si lo viera…
-Punky, dime la lista de los
reyes godos.
-Claro, JuanRa, ahí va: Alarico,
Ataúlfo, Sigérico, Walia, Teodorico…
No, no ¡un momento!, puestos a
imaginar, el chip será de verdadera inteligencia.
-Punky, dime la lista de los
reyes godos.
-Te permito la familiaridad de
llamarme Punky, pero sabes que mi nombre es Punky 16.
-Por supuesto, por supuesto.
-¿Y te interesa de verdad que
te diga la lista de los reyes godos o lo haces por comprobar que funciono bien?
Porque demasiado aleatoria y caprichosa veo yo esa pregunta.
-Bueno, lo reconozco, me
aburro y quiero preguntarte cosas.
-En ese caso, accedo: Alarico,
Ataúlfo, Sigérico, Walia, Teodorico…
-Perfecto, Punky 16. Ahora me
gustaría escuchar “In the army now”
-¿La versión de Status Quo? ¿O
prefieres que la interprete yo a mi estilo?
-¡Pero cómo! ¿Serías capaz de algo así?
-La duda ofende, JuanRa.
Escucha…
Y Punky 16 resultará ser un
músico excelente.
-Oye, Punky 16, ¿cómo se
llamaba el libro que…
- El laberinto de las
arandelas.
-¿¿Cómo has sabido lo que te
iba a preguntar??
-Porque te conozco como si te
hubiera parido.
Ahora que lo pienso, no sé si
sería tan atractivo que fuera tan inteligente. A ver si al final le iba a coger
miedo…
De momento me lo quedo así,
callado y con esa carilla de saber más que los ratones coloraos.
O que los engranajes dentaos, que le va mejor.