Hubo un tiempo, primero en la niñez y después en la adolescencia, en que me gustaba escribir diarios. Compraba libretas de poco grosor y las iba llenando con todo lo que me acontecía.
Aquellas libretas fueron dando tumbos de un lugar a otro y muy fácilmente podrían haberse perdido, como se perdieron muchos de los tebeos que guardaba en el trastero del campo, simplemente porque con el papel de sus páginas hacían sus nidos los ratones. (Malditos roedores, que se comieron a Carpanta, a Anacleto y a tantos otros)
Por fortuna no se cebaron con las libretas del colegio, ni con los diarios, y hace unos años las rescaté todas de aquel lugar para guardarlas con mimo en mi casa, con la intención de echarles un vistazo algún día.
Sabía que tenía esa veintena de libretas esperando su momento, pero nunca antes me dio por abrirlas, hasta que recientemente leí cuatro de ellas. Tengo que admitir que no imaginaba que viviría una experiencia tan especial.
La más antigua es de 1975. A mis nueve años ya escribía sobre mi familia, mis aficiones o los programas que me gustaba ver en la tele (pegando algún cromo alusivo o haciendo algún dibujo a modo de explicación)
Es curioso que a pesar de que escribiera solo para mí, en ocasiones me dirigía a los posibles lectores... ¡tratándoles de Ustedes! Lo educadito que era de niño..., quién habría dicho entonces que me tornaría en un despreciable diablo.
Pero donde realmente disfruté fue con la lectura de las otras tres libretas, correspondientes a cinco meses del año 1981.
Tenía entonces 14 años y acababa de entrar en el Instituto, un cambio importante y plagado de novedades a todos los niveles. Si bien hay demasiados datos poco trascendentales en los que me limité a contar qué asignaturas teníamos cada día y qué es lo que estudiábamos, que me hicieron la lectura algo monótona, fui encontrando por aquí y por allá curiosas anécdotas y entrañables recuerdos que tenía prácticamente olvidados. El hecho de que fuera el JuanRa de los 14 años el que viniera desde el pasado a refrescármelos, con tanta candidez, con aquella despreocupación de la juventud, pero también con las inquietudes e inseguridades de entonces, me emocionaron vivamente. Además describí de vez en cuando escenas con mis abuelos, que entonces aún vivían, y con nuestro querido perro Tranquilo, convirtiendo aquellos breves episodios en preciosos instantes .
No me resisto a compartir algunos pasajes de ese diario con Ustedes, los maravillosos lectores que por fin aparecieron en mi vida.
(Copio tal cual escribí entonces)
24 febrero 1981
Hoy todo el pais ha estado atento a las noticias. Ayer en el congreso de los diputados se preparaba la elección del nuevo presidente de UCD, (ya que Adolfo Suárez dimitió de su cargo) cuando sobre las 4,30 de la tarde se oyeron voces de la guardia civil que entraba en el salón mandando a todos los políticos (hombres y mujeres que allí se encontraban) que se arrojaran al suelo. Después se oyeron disparos al techo, lo que hizo que la mayoría de las personas se tumbaran en el suelo llenos de espanto e intriga.
La guardia civil decia que no pasaría nada, solo que cumplieran sus órdenes y que el ejército estaba con ellos, cosa que no era verdad.
En efecto se ha intentado un fuerte golpe de estado.
Esta mañana los políticos seguian retenidos, solo habían dejado marcharse a las mujeres.
Al entrar en mi clase, la mayoría de compañeros se habían traído radios de bolsillo para enterarse de como marchaba todo. Nadie bajó al recreo y en la radio solo se oía música militar. Algunos profesores no han venido, otros han dado la clase con normalidad. Con Sagrario de Historia hemos hecho el examen de Africa política y no se me ha dado mal.
(Me reí mucho con eso del "fuerte" golpe de estado, ¿habrá golpes de estado suaves? Fue una casualidad enorme el que leyera esto el mismo día en que se anunció el fallecimiento de Suárez)
27 febrero 1981
Hoy, cuando mi madre llevaba al colegio a mis hermanos y al Instituto a mí, el coche se ha calado. Tomás y yo nos hemos bajado para empujar y cuando por fin ha arrancado, lo que faltaba para el duro, Tranquilo ha llegado corriendo para seguirnos. Por más que le gritábamos que volviera a casa no ha obedecido. Mi madre estaba furiosa porque al llegar a la ciudad el perro seguía detrás y no quería correr para perderlo pero se nos estaba haciendo muy tarde.
Al llegar al Instituto y apearme, Tranquilo ha debido pensar que le iba a zurrar y no se le ha ocurrido otra cosa que meterse debajo del coche. Mi madre estaba negra.
Todos hemos llegado tarde. El conserje me ha echado la bronca y por poco no me deja entrar.
(El día acababa con una posdata: ¡Ah, mi madre ha perdonado a Tranquilo!)
5 marzo 1981
Anoche hubo un temblor de tierra que se notó en toda Elda y Petrel. En el campo no notamos nada, pero hoy los compañeros contaban cómo se movieron algunos muebles, temblaron las ventanas y hasta se balancearon las lámparas.
Después he oído en el informativo Aitana que el terremoto fue de escala cuatro y pico y que se notó en toda Alicante y hasta en Valencia.
(Me llamó mucho la atención ver escrito el nombre de Aitana. Entonces había un informativo regional llamado así, pues la antena que sirve de señal de emisión a la Comunidad Valenciana, está situada en la Sierra de Aitana. Ni por asomo habría imaginado yo entonces que 26 años después tendría una hija a la que pondríamos ese nombre)
6 marzo 1981
Jamás me hubiera imaginado lo que me ha contado hoy mi madre sobre Hortensia, mi profesora de Ciencias Naturales. Me ha dicho que hace ya muchos años, pasó por la entrada del cine Cervantes de Petrel y vio expuestos unos fichajes con fotos de la película que se iba a proyectar. Le parecieron inmorales y toda decidida y sin mediar palabra con nadie, entró, cogió esas fotos y las rompió en mil pedazos mientras gritaba "¡Basura, basura!" Aquello la metió en un buen lio y estuvo en juicio y todo. A mi me cae bien pero hay que reconocer que cuando se pone de mala leche da miedo.
(Donde dice fichajes quise decir afiches)
10 marzo de 1981
Elia se ha dado de baja para dar a luz, así que hoy ha llegado nuevo profesor de inglés. Se llama Albert. Entre que no ha dicho ni una palabra en español y que tiene pinta de extranjero nos hemos quedado de piedra al decirnos que era de Madrid. Presiento que me va a caer bien. No permite fumar en clase, lo que me parece estupendo y nos ha dicho que un día a la semana nos pondrá música. ¡Genial!
(Aquí quedé muy sorprendido al leer eso de “no permite fumar en clase”. ¿Los jóvenes de 14 o 15 fumaban entonces? Haciendo memoria recordé que sí, que algunos repetidores de 16 años se encendían sus cigarrillos en clase con total libertad. Como decía aquella zarzuela: Los tiempos cambian que es una barbaridad)
12 marzo 1981
Incidente a primera hora en clase de inglés cuando Albert estaba explicando la lección. Cartagena estaba más pesado que nunca y Albert, que está resultando nerviosillo, en un movimiento rápido le ha soltado un tortazo fuerte al mismo tiempo que le decía ¡Para ya!
Nos hemos quedado todos de piedra porque el tortazo ha sonado fuerte fuerte. Inmediatamente después, Albert le ha pedido disculpas, diciéndole que lo ha hecho sin pensar y que se le ha escapado la mano. Se ha sentido tan mal que hasta le ha pedido que le devolviese el tortazo, y le ponía la cara y todo, pero Cartagena no ha querido. Ha sido un momento desagradable.
30 marzo 1981
Dicen en las noticias que Ronald Reagan ha sufrido un grave atentado. Al parecer ha recibido un balazo en un riñón, disparado por un chico de 25 años al que no debía caerle bien el nuevo presidente. Se ha armado un buen revuelo.
(Mirando en internet leo que la bala le atravesó un pulmón, no un riñón. Ese mismo día mi madre cumplía 40 años)
9 abril 1981
Hoy no nos dejaban entrar al Instituto porque ha habido un aviso de bomba. Paparruchas, como siempre. A la media hora entrabamos después de comprobar que era una falsa alarma, pero muchos han aprovechado para largarse a casa.
Nueva ocurrencia de Belda (este era el payaso de la clase, un mal estudiante pero divertido como ninguno y que nos caía bien a todos. Se le ocurrían mil disparates y sabía convencernos para que los lleváramos a cabo)
Nos ha dicho que gastemos una broma a Carmen (la profesora de Lengua, que solía hacernos callar con un CHIIIST muy sonoro) Ha pedido que estemos atentos y cuando Carmen diga CHIIIST respondamos todos con un BOOOM.
Y así ha ocurrido. Después de explicar la lección y ponernos a hacer unos ejercicios, la clase se ha alborotado un poco y cuando la profesora ha dicho CHIIIST todos a la vez hemos dicho BOOOOM con fuerza. ¡La cara que se le ha quedado a Carmen! ¿Vosotros sois tontos o qué os pasa?, nos ha dicho.
Cuando la clase ha acabado y Carmen se marchaba, Belda le ha dicho: ¿Pero a que nos quiere muchísimo? Ella ha respondido: ¿Yo? ¡Con toda mi alma!
(Recuerdo que yo miraba a esta profesora con cierta fascinación por el hecho de saber que había sido amiga de juventud de mi padre. Creo que algo más que amiga por lo que deduje de sus palabras)
15 mayo 1981
Todo el día estudiando Naturales debajo del pino. Por la tarde han venido Jose Enrique y su amigo Franchesco, que no se podían creer que siendo fiesta tuviera un examen a las 6 de la tarde (Hortensia nos había puesto un examen en plenas fiestas de Moros y Cristianos de Petrel. Lo había hecho a propósito, como castigo al mal comportamiento general de la clase)
Franchesco se cabreaba solo de pensarlo y me decía que a él le hacen ir en fiestas y no va ni habiendo examen.
A las 6 me presento en el Instituto, que estaba solitario del todo. De lejos se oían los cohetes de las fiestas ¡Qué rabia!
Poco a poco han ido apareciendo compañeros de clase hasta ser unos 20, no más. Un profesor ha entrado en clase para preguntar qué hacíamos allí si hoy no había clase. Cuando se lo hemos dicho ha respondido que eso no podía ser porque Hortensia no había venido. Hemos esperado hasta 20 minutos y la Hortensita sin venir. Al final nos hemos ido a casa echando humo. ¡Pero qué cara tiene esta mujer! ¡Menuda faena! ¡Esta no se la perdono!
23 mayo 1981
La cabaña que hicimos con mi primo Conra ya está acabada y estamos orgullosos de cómo ha quedado. Es muy cómoda, con colchoneta que ocupa todo el suelo. No entra el agua si llueve y tiene puerta con cerrojo y velas para alumbrarla.
Lo tenemos todo preparado para dormir esta noche allí. Los padres de Conra le dejan. Hemos comprado coca colas y fantas, y pipas y mi madre nos ha hecho unos bocadillos y nos ha comprado una toña. Tenemos radiocassette para oír música, mantas y una botella de colonia para matar la olor a pies cuando nos quitemos los zapatos. Lo mejor es que Tranquilo se queda tumbado fuera cuando entramos, así nos hará de vigilante.
(Lo que me reí con eso de la colonia “para matar la olor a pies” jajaja)
Bueno, no quiero alargar esto mucho más. Hay muchas referencias a la frustración que sentía en clases de matemáticas, mi fascinación por una tal Rosa y mi amor platónico hacia Elia, la profe de inglés. Las divertidas gamberradas de Belda, que merecen otro post algún día, los paseos en nuestro burro, las muchas atenciones de nuestra madre cuando caíamos enfermos…
Termino con una frase escrita el 9 de mayo, antes de irme a la cama que dice:
Estoy seguro que dentro de unos años recordaré con nostalgia este año de mi vida.
Efectivamente, Juanito de los 14, así fue. Muchos años después, el JuanRa de los 47 te leyó y no sabes lo que me emocionaste.
Lo que entonces no imaginabas es que en el futuro, aquello que contabas con tanto esmero lo leería mucha más gente.
Pero no sé por qué pienso que sí intuías que algo así ocurriría.