29 de septiembre de 2015

VUELVO A AYNA

(Nota: Es curioso esto que me ha pasado. Conforme escribía la entrada que a continuación expongo, me he ido metiendo en la piel de un singular actor español que siempre llamó mi atención: el gran José Sazatornil, “Saza”. Si recordáis su peculiar forma de hablar, pronunciando cada palabra con precisión, y esa seriedad tan divertida en su declamar, podréis leer el texto como si fuera él quien hablara. 
Digamos, pues, que he sido yo el que ha escrito lo que sentía y Saza el actor que va a leer en voz alta por mí, y que de alguna forma ha conseguido que yo me convierta en él (o al revés, no lo sé bien)
Sí, reconozco que esto es muy extraño, pero cosas más raras se han visto en la vida, como gente que de repente levita, o amaneceres por donde no corresponde)

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Ah, no, no necesitaría yo ninguna excusa para volver a Ayna.

Desde aquella primera vez, hace ya tantos años, que asomado al mirador del Diablo contemplé aquel paraíso manchego enclavado en la montaña, y mis ojos recorrieron sus calles serpenteando hasta la verde cuenca por donde discurre el río, me quedaron estas continuas ganas de volver siempre.
Lo que entonces no sabía es que, después de aquellas visitas de mi juventud, volvería a Ayna con intenciones de invadirla.

Sí, los tiempos han cambiado y ahora, una vez al año, hay que invadir Ayna.

No, no se me escandalicen ustedes, es una invasión multitudinaria, pero pacífica, sin más extravagancias que las justas, y controlada, muy controlada, que hasta en la capital tienen conocimiento de ella. Pero, claro, sigue siendo una invasión al fin y al cabo (¿He dicho cabo? ¡Viva el cabo santo!)

Supongo que se preguntarán ustedes si es realmente una invasión sin armas. Bueno... yo me atrevo a asegurar que sí, pero todo es relativo, por supuesto. Algunos opinan que las calabazas, tanto maduras como pochas, podrían utilizarse como explosivos, y parece ser que hay quien sabe utilizar el culo como lanzallamas, pero lo cierto es que por allí no he visto nunca cosas semejantes, y de verdad creo que en estas invasiones lo más grave que puede ocurrir es que alguno se saque la chorra.

¿Cómo dicen? ¿Que qué tipo de gente es esa que llaman amanecistas? Pues... gente rara, no nos vamos a engañar. Por allí he visto de todo, desde un negro que no es negro pero que hace bonitas estampas a la luz de la luna, hasta alguna señorita que pide a gritos que la mate un camión, pasando por un alcalde que se niega a que la tía despampanante que le acompaña sea comunal, un director de banda que (dicen) le da a la gotica de sidra, o un niño deprimío que hace mucho dejo de ser niño y ahora se ríe hasta de su sombra. Eso sí, todo minorías étnicas muy respetables, que allí tiene cabida todo el mundo (salvo si eres catecúmeno o plagias a Faulkner, claro, porque todo tiene un límite, y cosas así están muy mal vistas y dejan un poso de hiel, oh, sí)

Me preguntaban el otro día qué requisitos eran necesarios, heterosexualmente hablando, para ser un amanecista invasor y que le den a uno posada y plato caliente.

- Muy sencillo – contesté al interesado – Para empezar, a la primera persona que se encuentre habrá de decirle que quería usted hablarle de Dostoievski.
- ¿De Dostoievski? - se extrañó- ¡Pero yo no he leído nada de Dostoievski!
- No importa, ya verá cómo le contesta que enseguida baja, señal inequívoca de que le ha aceptado. Después podrán hablar del libre albedrío si quieren.
- ¿Cómo que del libre albedrío?
- Sí, hombre, que es un tema muy bonito el del libre albedrío, y viene siempre pintiparado.
- No sé yo si...
- Ah, también cabe la posibilidad de que alguien exclame “¡Aleluya!”
- ¿Aleluya? ¿Y qué digo yo si oigo Aleluya?
- Está muy claro: ¡Se llama corazón! A ver, probemos: ¡Aleluya!
- ¡Se llama corazón!
- ¡Aleluya!
- ¡Se llama corazón!
- No está mal. Se lo voy a anotar como satisfactorio.
- ¿Y qué pasa si me siento raro o incómodo?
- Hombre, pues se puede cambiar el papel con otro y ya está. O hacer unas rogativas a los santos para que cambien su suerte. O también puede hacer flashback.
- ¿Y cómo se hace flashback?
- Bueno, tampoco voy a ser yo más papista que el Papa. Para hacer flashback espérese a que lo ordene el señor alcalde.
- ¿¿Pero qué alcalde??
- Ya lo verá, no se preocupe, además es muy fácil de distinguir porque se le ve en lo alto de la viga cuando se ahorca.

Y la verdad es que me quedé contrariado porque el amigo no pareció marcharse muy convencido. Siempre me han dicho que soy un intelectual y que hablo muy bien, qué digo bien, ¡un pijo de bien!, y yo no le veo más que ventajas a esto de ser intelectual, pero a veces, no sé, como no tenga cuerpo de Góngora... no alcanzan a comprender todo lo que quiero decir.

En resumidas cuentas, que este fin de semana me voy a invadir Ayna con otros amanecistas de esos tan locos, tan absurdos y tan rurales que la ley llega a permitir. De paso, ya que estamos, invadiremos también Lietor y Molinicos, porque son lugares muy vistosos, que no hacen mal a nadie y que cuando no vas en bici, comes muy bien.
Y que, como ya he repetido en otras ocasiones, es esta una experiencia contingente pero necesaria que hay que disfrutar al menos una vez en la vida, siempre y cuando lleven una calabaza en el corazón, les guste la moto que les he comprado y hayan captado todo esto que llevo hablado: que el que vive y siente el amanecismo... tiene cuerda para rato.

Pero ya me callo, sí, ¡la tabarra que les estoy dando!

¡Viva el amanecismo, y viva el arroz de Calasparra!

Aunque lo que me fastidia es que a lo mejor no llevo razón, ¿me entienden?

24 de septiembre de 2015

¿HE DICHO YA QUE SOY DE YECLA?


Me gusta la tranquilidad de Yecla y la paz de sus refugios naturales al alcance de mi mano.
Me gusta el colegio Las Herratillas al que he entrado tantos años acompañando a mis hijos, y el escuchar cada mañana  una nueva canción en su megafonía. Me parece la mejor manera de empezar el día.
Me gusta la avenida en la que vivo. Sus árboles, sus bancos...
Me gustan las vistas de Yecla desde la serpentente bajada del Santuario del Castillo, las casas del lugar y la pinada en todo el recorrido, en la que suelo ver ardillas saltar de rama en rama.
Me gusta el café con leche de La Paloma y las ensaimadas rellenas de crema tostada de La Mallorquina. No, esto no me gusta, ¡me encanta!
Me gustan las Fiestas de San Isidro. El ambiente y el colorido de las calles en esos días de mayo. La alegría contagiosa.
Me gusta el acento yeclano y oír a  mis hijos exclamar el típico "¡Púe!" yeclanico de pura cepa.
Me gusta el tinto  Iglesia Vieja, que puede codearse con los mejores vinos de todo el país.
Me gusta el Teatro Concha Segura, un lugar mágico para los sentidos.
Me gusta la cúpula de la Purísima (la capacica) visible desde casi cualquier punto y uno de los símbolos de la ciudad.
Me gusta perderme por las calles más estrechas de la zona alta, y llevarme la cámara para fotografiar sus rincones.
Me gusta la gachamiga y el queso frito. 
Me gusta mirar la Iglesia de El Salvador (la Iglesia Vieja) desde los arcos de la Plaza Mayor, y resguardarme allí cuando llueve.

Quince años viviendo en Yecla. 
Las raíces me han crecido y son fuertes  y muy hondas.

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ACTUALIZACIÓN (26/9/15)

He recordado que hace 5 años  grabé un vídeo que incluí en una entrada titulada DIEZ AÑOS EN YECLA (sí, el tiempo camina ligero) Al ir a revisarla he descubierto que no lo hice a través de YouTube, sino de Kewego, y como este servidor parece haber desaparecido, también había desaparecido aquel vídeo. Afortunadamente, he buscado en mis archivos y lo he encontrado, así que  vuelvo a reponerlo tanto en aquella entrada como en esta, porque lo grabé con mucho cariño y creo que resulta ameno este PASEO POR YECLA en aquel frío día de invierno de 2010.

Aquí lo vuelvo a compartir con vosotros:


18 de septiembre de 2015

20 DICHOS QUE DE MÍ HAN DICHO

El diablo solo tienta a aquel con quien ya cuenta.
Así que los que tengan trato conmigo,  que no me echen la culpa después. Sois vosotros los que tentáis a la suerte acercándoos a mi vera, verita, vera.

Cuando Dios se hizo hombre, ya el diablo se había hecho mujer.
Esto ya lo cantó Chenoa: "Cuando Tú vas, yo vengo de allí..."

Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
A mi abuelo Juan le habría gustado saber que me hice Diablo. Él, que siendo yo un niño hacía travesuras pellizcándome por debajo de la mesa cuando comíamos. 
"¿Qué pasa?", me preguntaba al ver mi cara de sorpresa. 
"No sé, creo que me ha mordido algo" 
"Ah, ese va a ser el Tío Mochilón" (o el Tío Paneque otras veces) 
Y levantaba las faldas de la mesa para exclamar: "¡Tio Mochilón, a ver si dejas tranquilo a mi nieto!"
Él jugaba a engañarme y yo a dejarme engañar. Así me hice un experto en el engaño.
Cosas de viejos diablos...

El hombre propone, Dios dispone, llega el diablo y todo descompone.
El caso es cargarme a mí el mochuelo de todos los males, ¡dita sea!

El que no agradece, al diablo se parece.

(Aprovecho para agradecer a Ángeles este retrato tan chulo que para mí hizo. ¡Gracias, quichilla!) 

A quien Dios no dio hijos, el diablo le dio sobrinos.

La mujer, sólo el diablo sabe lo que es; yo no lo sé en absoluto.
(Fiodor Dostoievski)
El que no conoce a las mujeres es porque no quiere. Existe un libro llamado "Cómo entender a las mujeres" al alcance de todos. Tiene 48 tomos, sí, pero con algo de voluntad...
(La de la foto es Julie Newmar en un episodio de The Twilight Zone)

Cuando el diablo está satisfecho, es una buena persona.
(Jonathan Swift)
Y yo en cualquier monte soy feliz. Foto de otra época, cercana al Pleistoceno, cuando me llevaba bocata... ¡y una botella de vino! Al final acababa más... buena persona.

Bonito era el diablo cuando niño.
Esto es una verdad incuestionable. Ese bizcocho en remojo soy yo, con mi padre en la playa de Benidorm, donde entonces vivía. 

El beso lo inventó Dios, y el diablo lo que viene en pos. 
¿Algo que lamentar?
Enfermo que come y mea,  el diablo que se lo crea.
Esto me recuerda a aquella vez en que hubo una fiesta de disfraces en Petrel y yo me presenté como Jerry Lewis, con unas gafas torcidas y haciendo el payaso. Alguien por allí me ofreció champán en botella y por no despreciarle la invitación,  bebí. Luego bebí más. Y más... 
Al día siguiente estaba fatal, no podía con la resaca y el dolor de cabeza. Mi hermana se acercó a mi cama y se puso aquellas gafas.
"Doctora Hipotenusa , le dije angustiado, ¿qué es lo que tengo?"
"Empacho champán", me contestó.

La mujer es fuego y el hombre estopa; viene el diablo y sopla.
¿Pero el fuego no era cosa mía? ¡Si es que hasta me roban los papeles!

Si Dios hizo la abeja, hizo la avispa el diablo.

Verdad verdadera. Y de la naturaleza diabólica de las avispas, puedo dar fe.

Las armas las carga el diablo.
Cierto. Consta en mi biografía. Durante el servicio militar en Madrid, fui el encargado de entregar las armas a toda la tropa a diario (Foto con cara chulico). También hice un curso de armero en el que aprendí a desmontar pistolas y CETMES, limpiarlos y volverlos a montar. 
Desde entonces no he vuelto a tocar un arma de fuego.
(Pero de fuego sigo sabiendo un rato, ¿eh?)

Cuando el diablo canta, contento está el infierno.
Pues no lo sé, pero me han dicho que cantar La barbacoa en el infierno es de mal gusto.

Tú que querías y yo que tenía ganas, sucedió lo que el diablo deseaba.
Nada que alegar. Además, yo solo hablo en presencia de mi abogado.

Cuando toma cuerpo el diablo, se disfraza de fraile o de abogado.


Me alegró encontrar esta curiosa foto de Friedrich W. Murnau, maquillando a un diablo para su película Fausto. Empiezo a entender por qué vino a mí.

Cuando el diablo te acaricia, es porque quiere el alma. 
Y si te dejas acariciar... ver refrán 1.

"Diablo" es el pseudónimo de Dios cuando las cosas salen mal.
¡Esta me ha gustado! Y demuestra lo que siempre digo, que no todo es culpa mía. La oveja negra, el maligno, el ángel caído...  Toda moneda tiene dos caras, ¡pero es una sola moneda! 
Ahí queda eso. ¡Reflexionad!

El diablo, cuando no tiene qué hacer, mata moscas con el rabo.
O cuenta cosas en el blog. Que no es tan malo al fin y al cabo.

11 de septiembre de 2015

TRES PUNTOS ROJOS EN JAPÓN

Traigo calentita, recién sacada del horno, una de esas entradas a las que siempre coloco la etiqueta de "Cazadiablos".
Estas entradas, los lectores más asiduos ya lo saben, tienen su propia personalidad, porque vienen de la mano de amigos aventureros que se prestaron a continuar un juego que comenzó hace ya siete años, cuando mi hermano Fran escondió dibujos de diablos por Londres para que los encontraran los lectores de este blog. 

Quién me iba a decir a mí que el juego de los diablos  se propagaría con los años, escondiéndose dibujos en ciudades como Amsterdam, Nueva York, Paris, San Francisco, Lisboa, Roma, Madrid... Excepto en Oceanía, ¡¡ya hay diablos en los otros cuatro continentes!! ¡Alucino!

He de decir que solo he tenido constancia de haber sido encontrados dos de aquellos 6 diablos que escondió Fran en 2008 y de un par de intentos infructuosos en otras ciudades (además de haber llegado a mi poder el diablo que escondió Hitlodeo en El Escorial, que, por cierto, me llenó de alegría) 
Pero a pesar de que parece más fácil esconderlos que ir a "cazarlos", me sigue ilusionando el que haya gente dispuesta a colaborar, a seguir con la locura, porque siempre resulta ameno leer sus odiseas a la hora de esconderlos, e imaginar los lugares gracias a las fotos y correos que me envían.
Hoy comparto con todos vosotros el segundo viaje de Misaoshi a Japón ( ya hubo un primero) que, sin más dilación,  expongo en el escaparate de este blog, como ya hice con todos los viajes anteriores. 
Como siempre digo, un día me tocará la lotería e iré yo mismo a buscarlos TODOS! :D

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Buenas JuanRa.

 Tienes tres diablos más escondidos en Japón

1)      En Hiroshima, en el monumento de la Paz.

2)      En el punto 7 del Monte Fuji,  a la bajada.

3)      En el templo Zojoji, en la campana donde tocan las más de 100 campanadas de año nuevo, con vistas a la Torre de Tokio.

El primero lo dibujé  sobre un folio de nuestra guía, en el tren de camino a Hiroshima.

He de decir que no iba a poner ninguno allí, porque el verdadero “Diablo americano” ya se cebó con ellos en agosto de 1945 a base de bombas, y, qué decir,  Hiroshima es un lugar que encoge el corazón.

En un principio quería dejar el diablo en una de las cabinas del Peace Memorial Park, junto con los millones de grullas que hay dentro. Hubiera dejado el diablo en un papel con forma de grulla pero no tenía ni idea de hacer una, ni wifi para mirar cómo en un video xDD

La historia de las grullas de papel viene de una historia sobre una niña, Sadako, que enfermó de leucemia años después de la caída de la bomba. Era la “enfermedad de la bomba” y mucha gente moría de leucemia. Durante su estancia en el hospital, su mejor amiga le dijo que si conseguía realizar 1000 grullas de papel, su sueño de curarse se cumpliría. Sólo consiguió hacer 644 grullas antes de morir y sus compañeros de clase hicieron las restantes y las enterraron con ella. Años después recaudaron dinero para elevar una estatua en su nombre para que todo el mundo la recordara y supiera su historia.
El diablo acabó doblado, sin ser una grulla, entre todas ellas en el fondo de una de las casetas del otro monumento que se construyó en su memoria,  donde se ve la paloma de la paz.

 La metí muy rápido porque había mucha gente. No se ve en la foto, pero está donde el plástico transparente. Metí la mano y cayó justo a los pies del marco que sostenía el cuadro de la paloma de la paz.

 Los siguientes diablos venían forrados desde casa :D

 El segundo diablo fue el peor, el más duro y el reto más difícil con el que nos encontramos.

Me empeñé como una energúmena en cumplir mis 29 años en lo más alto de la más alta montaña de Japón: el volcán Fuji (3770m de altura) Iba decidida y sabía que lo conseguiríamos, lo que no pude prever es que lo pasaríamos tan mal (como ya explico en mi blog) debido a las inclemencias del tiempo. En la cima fue imposible esconderlo porque sólo pensábamos en sobrevivir. Tras 2 horas de subida a pleno sol, comenzó a asaltarnos una lluvia y viento huracanado, y no vimos ni el cráter con la niebla,  la lluvia y el viento golpeando nuestros maltrechos cuerpos después de 2 km de escalada!!! Nadie me dijo que había que escalar y con las rocas mojadas!!  Fue horrible, la verdad.

Pero el diablo se puso, una vez dejó de llover (aunque yo siga pareciendo un condón en la foto) y llegamos a una altura en la que el pánico se había esfumado, quedando sólo las ganas de llegar abajo. Está en la séptima estación de bajada.

Quedó muy seguro y mucho mejor que si lo hubiésemos puesto arriba, porque el cartel metálico hacía mucha presión con la madera, además el diablo, al estar forrado, aguantará bastante (o eso espero).
En invierno el tiempo es lo peor y está prohibido subir excepto para los expertos. Es un volcán que sólo está abierto al público julio y agosto. Aprovechen, señores. Además da un no se qué saber que es un volcán en activo y que podría estallar en cualquier momento xD. Eso da un plus de adrenalina.

El último quería haberlo colocado en lo alto de la Torre de Tokio. 

La anterior vez no subimos por la larga  cola y el alto precio (más que nada porque subiendo al edificio de Gobierno Metropolitano –Shinjuku- se ve todo igual y es gratis) 
Este año no había cola pero nos encontrábamos con poco presupuesto  y con el dinero justo para comidas y alguna cosilla más de recuerdo. Dejamos de lado el subir y lo puse en la campana que hay en el templo Zojoji, donde se tocan las 108 campanadas de fin de año/año nuevo, con vistas a la Torre, que está al lado.


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Muchas gracias, Misaoshi y Karate. Estos nuevos tres diablos en Japón son algo muy grande y aquí queda constancia ya de vuestra aventura. 
Solo faltaría que alguien fuera por aquellas tierras y los encontrara... ¡eso sí sería un puntazo! 

4 de septiembre de 2015

¡QUE TE CALLES!

Vivo en el número 7, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la Alegría
pero siempre que lo intento, ha salido ya el tranvía.
J. Sabina

Llevo unos días poniéndome de puntillas por si alcanzo a ver llegar el otoño, pues lo estoy esperando con ganas. Si alguno tiene noticias de él, por favor, que me avise.
Empachado de tantos bochornos seguidos, el cuerpo me pide ahora brisa en la cara, lluvias de charco  y paseos sobre crujiente hojarasca.
El cuerpo también me pide callejear. Y escribir. O escribir callejeando, que es lo que me propongo a hacer ahora. 
¿Alguien me acompaña?
No existe ninguna Calle Melancolía (que yo sepa) pero en Madrid sí está el Paseo de Los Melancólicos, que con un nombre así ha de ser el mejor escenario para poetas taciturnos y enamorados no correspondidos. Casi puedo imaginarlos cruzándose en la acera, intercambiando lánguidos buenos días.
- ¿Qué tal, Don Ignacio? ¿Cómo va la vida?
- ¿La vida? - largo suspiro - Ay, la vida...
- ¿Dónde vive usted?
- En la calle de la vida.
¿Puede haber respuesta más poética? A mí me parece una hermosa metáfora, pero los afortunados vecinos de esa calle de Tudela, en Navarra, sin pensar en absoluto en lirismos, pueden responder así de bien. ¡En la Calle de la Vida! Ahí es nada.
- ¿Por quién pregunta usted? ¿Por Margarita? No, ya no está aquí en la vida.
- ¡Vaya! ¿Murió?
- No, se mudó a la Calle Mayor.

Para sacudirse de encima penas y sinsabores... hay que viajar al sur. Esto ha sido así siempre. Y en Granada podemos encontrar la Calle Yerbagüena, que solo mirando su placa dan ganas de cantar una copla con lenguaje fresco y sin ataduras.
Yo tenía una agüela que vivía en la Yerbagüena
¡La vin, qué arte tenía, y cómo comía sin muelas!
(Foto cedida por mi amiga María José Olalla, de Graná)
He de confesar que me encanta el nombre de esta calle, pero yo, particularmente, me negaría a domiciliarme en ella. Entended que sonaría muy raro que un diablo viviera en el Paraíso. 
No obstante, mirando esta foto hecha por mi amigo Manu de la Calle del Paraíso, de Cartagena, observo que la placa parece estar quemada. Esto me alivia, pues parece demostrar que no existe el paraíso perfecto, que siempre habrá de convivir con el contrapunto diabólico. Que no hay bien sin mal, vaya, y así es la vida, que diría un melancólico (pero no de Granada, claro)

Aquí sí. Esta calle de Cáceres me viene como anillo al dedo: Calle Cornudilla. Si existe en ella el número 66 que me lo reserven, ¡que voy!

Y yo que al descubrir esta Cuesta de la Sangre imaginé una historia cruel y truculenta,  con navajazos a la luz de la luna... Pero este lugar de Trujillo, cuna de grandes descubridores, debe su nombre al hecho de ser una pendiente que lleva a la Iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo, construida en el siglo XVII. Adiós, imaginación calenturienta. Otra vez será.
Que la sangre es preciosa y preciada lo demuestra el que haya muchas localidades en todo el país que dediquen una calle a los que la donan. Esta Calle del Donante de Sangre en concreto, pertenece a la ciudad de Yecla, Murcia (¿De qué me sonará a mí esto de Yecla?)
Me pregunto si se decidirán a inaugurar algún día una Calle del Pagador de Impuestos, que no deja de ser preciado, digo yo.
- ¡La virgen! ¡Qué libros más buenos he comprado!
- ¿Sí? ¿Dónde?
- En la Calle de la Virgen de los Buenos Libros.
- ¿Me tomas el pelo?
Pues sí, existe la Virgen de los Buenos Libros, y tiene una calle en Sevilla. Y como la realidad es mucho mas atrevida y más chula que la ficción, me aventuro a pensar que quizás exista una Virgen de los Best Sellers y una Virgen del Libro de Bolsillo. Oye, cosas más raras se han visto.
Señoras y caballeros, nuestro paseo por calles de los cuatro puntos cardinales del país toca a su fin. Yo me detengo en Castellón para visitar a mi querida amiga Alicia Torres, que me regala esta foto de la Calle Caballeros
¿Existirá alguna Calle Señoras? 

Es una pregunta que lanzo como un reto, por ver si alguien la descubre. De ser así, recordad que tenemos un Álbum de las calles extraordinarias donde coleccionamos calles que, más que calles, son... requete calles!