26 de junio de 2014

MI EXPERIENCIA AMANECISTA (y 3)

 (Viene de AQUÍ)
En el nuevo amanecer, los rayos del sol encendieron la cumbre de los Picarzos, (foto 1) ese hermoso guardián de roca, símbolo indiscutible del pueblo de Ayna.
Aproveché el suave frescor  de la mañana para dar un nuevo paseo desde el hotel a la plaza del Ayuntamiento. En la quietud de las primeras horas  se puede escuchar el rumor del río Mundo, más allá de las huertas. 
Junto a los aromas que traía el aire, parecían llegarme también imágenes de aquellos tiempos de juventud, cuando con mi hermano y unos amigos acampábamos en la chopera y dormíamos al arrullo de la brisa  y la música del agua.

Descendí por la calle Industrias y luego por la calle Moral, intercambiando los buenos días con la gente más madrugadora y embelesándome ante algunos rincones que no me cansaba de contemplar.
Encontré un escaparate que mostraba figuras de personajes de Amanece, que no es poco, (foto 2) que, supe después, están hechas a mano por uno de los compañeros de esta quedada.
 Sobre las once de la mañana, cuando el sol ya se había puesto en jarras diciendo "Aquí estoy yo", los amanecistas nos reunímos en el Centro de Interpretación de Amanece, que no es poco, un lugar muy interesante por dos motivos: primero porque está repleto de curiosidades y recuerdos  de la película, como la claqueta original, recortes de prensa, fotos, audios, vestuario... (foto 3)
Y, segundo, por encontrarse en una ermita que, siglos antes de ser iglesia parroquial, cuentan que pudo ser una sinagoga. Al alzar la vista, encontramos una impresionante techumbre de madera de tradición mudejar (foto 4).
Pero cada nuevo plan en la ruta a seguir resultaba más atractivo si cabe, pues después todo el grupo nos encaminamos a la vega del río para descubrir otros muchos escenarios de la película.
El primero fue el pasadizo por el que Elena, después de exclamar aquello de "¡Pero qué buen maestro es usted, Don Roberto!", se va a su bancal (donde le ha nacido un hombre)
Después, el punto en el que Jimmy y Teodoro, desde su sidecar, piden a un culto habitante un lugar donde alojarse, algo que no les resulta nada fácil (foto 6)
Continuó el descenso hasta las zonas de vegetación más densa, donde la proximidad del río empezaba a ser notable.
 Pronto apareció la famosa calabaza (esa que todo amanecista lleva en su corazón), en un lugar donde  puedes ponerte en el cuerpo del tío Pedro, literalmente, y declarar tu amor incondicional a la cucurbitácea. Yo así lo hice. (foto 7)
Y todavía más abajo se puede vivir la experiencia de nacer en un bancal junto al agostado Garciñuno, que ha quedado inmortalizado en una figura que tampoco crece (foto 8
Dado que Pastora Vega no vino a desenterrarme, terminé de brotar yo solito.
(Gracias por las fotos, María José)
 Pero si tuviera que resaltar un momento cumbre de este viaje, sería el de todo el grupo reunido, cuando, como escolares  en lo alto del ribazo (foto 9), cantamos aquello de Valencia (es la tierra de las flores, de la luz y del amor...) , además de En el cuerpo humano (¡Aleluya, se llama corazón!) Parecíamos los niños cantores de Viena (pero en versión rural, rural nada más)
 Se acercaba la hora de comer y el sol caía a plomo, pero como no había forma de cambiarnos el personaje, nos acercamos a un salto de agua (foto 10) que desprendía un maravilloso frescor,  y en cuyo remanso metí la cabeza sin pensarlo.
(¿Calor yo? ¡Sí, pa tus morros!)
De nuevo, ascenso al pueblo. Algunas voces pedían la dimisión y/o abdicación de los responsables del calor y la falta de cervezas frías, pero la mayoría no abría la boca, pues la necesitaban para resoplar en la cuesta arriba. 
Y una vez en la civilización del asfalto, nos acercamos al caserón que sirvió de taberna en la película, que es casi un museo de atrezzos por la cantidad de cosas que allí se guardan. Fue fácil reconocer el rincón en el que cantó  la soprano Elisa Belmonte (foto 11)
 Aquel lugar llamaba a gritos a reproducir en la barra aquella inmortal escena de "Me cago en todos tus muertos uno a uno". Una vez más, el buen Gerardo me asignó otro papel, y me tocó ponerme en la piel de Gabino Diego para, con acento americano, decir aquello de "Oh, perdón, un momento exclusivamente, you know? Habla usted un pijo de bien, really, un pijo de bien, habla. Oh, sí. Oh, puede seguir." (foto 12)
 Nuestro periplo bucólico cultural desembocó en el restaurante Casa Segunda, pues ya apretaba el hambre (y aún más la sed)  Allí  tuve la oportunidad de saludar a Ascensión y Adela, dos amigas ayniegas a las que hacía más de 20 años que no veía. A pesar del mucho tiempo transcurrido nos vimos con los ojos de los adolescentes que fuimos, con el mismo cariño y alegría de entonces. 
En la mesa, junto a los compañeros amateurs amanecistas, brindamos por un buen examen de selectividad para Lucía (que ya sé que finalmente superó con buena nota) y por futuros encuentros en este entorno sin igual.

Y este fue el lugar desde el que nos despedimos todos, con la satisfacción de que el viaje había superado todas nuestras expectativas.

Quiero agradecer desde aquí a Juan Ángel y Gerardo la buena acogida, (¡que no decaiga nunca ese espíritu amanecista!) y envíar un saludo muy especial a Mª José,  Lucía, Francisco, Pedro y José por  vuestra grata compañía. Espero volver a veros muy pronto.

Y dicho esto, no me queda más que decir...

...¡¡QUE VIVA AYNA Y SU ACENTO EN LA Y!! (Aýna)

¡¡QUE VIVA EL AMANECISMO ACTIVO OMNÍMODO!!

¡¡Y QUE VIVA SAN VICENTE DEL BOSQUE, MÁRTIR!! (Que por qué digo eso? No sé, chico, porque me ha salido así)

(Video resumen de mi experiencia amanecista)

22 de junio de 2014

MI EXPERIENCIA AMANECISTA (2)

Al día siguiente, con un sol radiante sobre nuestras cabezas,  nos distribuímos en coches para encaminarnos hacia Molinicos, otro bonito pueblo de la Sierra del Segura.  
José Luis Cuerda encontró en este entorno escenarios ideales para rodar, y creo que son precisamente sus callejuelas, huertas, patios, ermitas, etc...  parte sustancial del encanto de la película.

Tiene Molinicos una plaza frente al Ayuntamiento que me pareció de lo más llamativa, y que reconocí de inmediato. (foto 1) Para mi sorpresa vi aparecer a un amanecista con sombrero y traje blancos a cuyo brazo se asía una chica muy elegante y, claro,  inmediatamente me recordaron  a Rafael Alonso y Fedra Lorente en sus papeles del señor alcalde y Susan, aquella voluptuosa amiga del munícipe que los hombres del pueblo querían hacer comunal. La caracterización era tan acertada que recibieron un aplauso general del grupo. (foto 2)



Forma parte fundamental en las actividades de estas quedadas el interpretar de forma más o menos improvisada algunas escenas memorables de la película, y estando todos en esta plaza no podíamos dejar de recrear el momento del alcalde dirigiéndose al pueblo desde el balcón del ayuntamiento, pidiéndoles hacer flash back.  
Los que éramos nuevos nos hacíamos los locos cada vez que pedían voluntarios a escena, mirábamos hacia otro lado y nos escabullíamos silenciosamente, pero Gerardo, repartiendo guiones, conseguía involucrarnos finalmente. Así que a mí me tocó ser el Vecino nº 5, aquel que mira al balcon y  grita al alcalde:
¡Queremos la muchacha y déjese de historias! (foto 3)

 
Y como en realidad lo de menos era la interpretación, sino el pasarlo bien, y dado que allí nos aplaudíamos todos,  llega un momento en que te da igual hacer de negro que de guardia civil,  que de metereólogo belga. Por cierto, que también tuvimos a un amanecista disfrazado de cura, con sotana hasta los pies, que aquella mañana, en la que se superaron los 30 grados, debía ir bien cocido el pobre.

Uno de los momentos más divertidos del día fue el de las rogativas. A las órdenes de los organizadores, caminamos en círculo alrededor de la plaza, como los fieles de la película cuando seguían devotamente a Don Andrés, el cura. 


- ¡Por las dominaciones! - exclamaba el de la sotana (foto 4)
Y los fieles respondíamos:
- ¡Dadnos, santos del cielo, mucho discernimiento.
- ¡Por las virtudes!
- ¡Dadnos, santos del cielo, la capacidad de relativizar!
- ¡Por las potencias!
- ¡Dadnos, santos del cielo, una visión global bastante aproximada!

Desde las barandillas que asoman a la plaza nos observaban algunos mayores del pueblo, que tenían cara de estar pensando: "¡Ya están ahí esos chalaos otra vez!".  
La verdad, no pude dejar de reírme en todo el tiempo.

Hubo otros pintorescos escenarios en los que nos detuvimos a interpretar escenas, como  la calle Molinos, que fue la elegida para la llegada en sidecar de Jimmy y Teodoro al pueblo, cuando se extrañan de encontrarlo vacío y terminan por ver a un guardia civil que se persigue, la misma en la que Ngué y el niño deprimío se marchan bailando parachangó . 


Es curioso, por más veces que uno escuche aquellos diálogos que tan bien conoce...
 

JIMMY: Mi hijo es ingeniero y da clases en Oklahoma. Ha venido de año sabático, ya sabe lo que es: trabajar seis años y descansar uno. Yo soy su representante.
NGUÉ: Tanto gusto. ¿Y cómo les va a los compañeros por Oklahoma? ¿Siguen con el algodón?
TEODORO: Bueno, yo es que estoy muy centrado en la universidad y no sabría decirle, francamente.

...siempre suenan  frescos y tremendamente divertidos.

La estancia en Molinicos concluyó con la visita a un caserón centenario de la calle Mayor, que sirvió para la escena en la que se ahorca el alcalde, y el negro Ngué, para hacerle compañía,  se cuelga también a su lado. Allí siguen estando las cuerdas. (foto 5)


Pero aún quedaba mucho sábado por delante. 
Sobre las 13.30 nos marchamos a Lietor, por una impresionante carretera de montaña y en este pueblo tuvimos una comida comunal (y descomunal) en la Posada Maruja, que es un lugar con muchísimo encanto. (foto 6)
 

Después de comer visitamos el patio de la Casa de los Tovarra, un hermoso, bien cuidado  y muy agradable lugar que sirvió de escenario para la famosa asamblea de las mujeres. "¿Quién quiere ser puta?"  nos decíamos unos a otros.
  
Dos cosas me llamaron la atención: lo fresco que se estaba allí dentro (en la calle habíamos alcanzado los 34 grados) y lo pequeño que me pareció, pues en la película daba la impresión de ser mucho más grande. ¿Cómo harían para meter allí a tanta mujer y a los cámaras?

 Casa de los Tovarra. La dueña nos abrió gentilmente sus puertas

Fue durante esta ajetreada mañana cuando mis  compañeros villeneros y yo conocimos a Maria José y Lucía (foto 7) , madre e hija que habían venido desde Granada Graná. Me contaba Maria José que estaba deseando vivir esta experiencia pero que no se atrevía a venir sola, así que le pidió a su hija que la acompañara. Lucía, que al jueves siguiente tenía exámen de selectividad, rechazó la oferta, entre otras cosas por no conocer la película. 
"Yo te la pongo ahora mismo" - le dijo su madre. 
Y parece ser que tras ver en  la tele los atractivos escenarios  de Amanece, que no es poco,  decidió acompañar a su madre. Lo gracioso de todo esto es que en la cena que tuvimos esa noche en el hotel, Lucía recibió uno de los premios a las mejores interpretaciones del día, hecho que dejó a su madre maravillada y sorprendida al comprobar que su hija se había convertido en más amanecista que ella misma. 
                          (María José y Lucía preparando sus papeles en la asamblea de mujeres)

La cena, como digo, fue un gran momento de fraternidad y buena armonía pues además de darse  premios a las mejores actuaciones, mejores disfraces y campeones del trivial, se cantó,  se bromeó  y se aplaudió como nunca. Los trofeos, por cierto, y como no podía ser de otra forma, eran pequeñas calabazas. (Calabaza..., ¡yo te llevo en el corazón!)
(Premio de Honor a Alicia.Ganó el guión de la película firmado por Cuerda. 
¡¡Yo también quiero uno!!)
(A la de la mantilla la llamábamos la Paddington)
PRÓXIMA ENTRADA: FINAL DEL VIAJE.

19 de junio de 2014

MI EXPERIENCIA AMANECISTA

Me comprometí a contaros el viaje a Ayna del pasado 6 de junio, y aquí vengo a hablaros de él con mucho gusto. 
He decidido dividirlo en tres partes, - los tres días de aquel fin de semana-  en consideración a todos aquellos que os empachan las longanizas (y, qué narices,  porque yo mismo me di cuenta de que contarlo todo de golpe era un sin dios)

La cosa no pudo salir mejor, en todos los aspectos. Las ligeras dudas que a veces me asaltaban de si me sentiría desplazado yendo solo a una quedada de la que solo tenía referencias de oídas, se disiparon nada más contactar con los primeros amanecistas.

Pero empezaré por el principio, como debe ser.

Si hay algo que no deja indiferente a nadie es lo que impacta llegar a Ayna, y esto es algo que he oído comentar a mucha gente. Uno va viendo el típico paisaje manchego, con sus grandes llanuras, con sus  colores pardos inundados de sol, y de repente entra en unas sombrías gargantas de montaña en las que comienza a aumentar el verdor.

A dos kms del pueblo, sin divisarlo todavía,  encuentras  un gran cartel que dice Bienvenido a la Suiza Manchega. Vistas panorámicas. Una curiosidad irresistible te hace detener entonces el coche, subir una escalinata de piedra (foto 1) y  acercarte a la barandilla del mirador... y allá abajo, ohhh, maravilla: la visión de un pueblo abrazado a la montaña con un río a sus pies cuyo rumor escuchas desde aquella altura, y predominando el verdor por todas partes (foto 2)
¿Y cómo creéis que se llama ese mirador? ¡¡Mirador del Diablo!!  ¡Toma ya! ¡Rindiéndome honores y todo! :D (foto 3)


Me quedé unos minutos allí, observando aquel paraíso y pensando que no podía estar en mejor sitio el día de mi cumpleaños.
Desde aquel punto hasta el pueblo se desciende por una carretera con tantas curvas que parece que la haya diseñado un niño. ¡Se tarda una eternidad en bajar del todo!

El hotel en el que me alojé se llama Felipe II. Tiene unas vistas extraordinarias a la frondosa cuenca por la que pasa el río Mundo, y su decoración está muy enfocada a la película que por allí se rodó.
Dos grandes fotografías de escenas de Amanece, que no es poco te reciben nada más entrar (foto 4), y en el hall, un gran ninot (indultado de alguna falla valenciana, al parecer) representa a José Luis Cuerda con embutido manchego en  mano (foto 5)

Aprovechando los muchos personajes de la película, cada habitación, además de su número, tiene una fotografía encima de cada puerta. Te pueden dar la de Luis Ciges, o la de Chus Lampreave, Gabino Diego, Antonio Resines, Fedra Lorente... (foto 6)

Disfruté muchísimo recorriendo el pueblo y fotografiando muchos de los lugares que tantas veces había visto años atrás, comprobando que casi todo seguía igual, salvo algunos cambios que no me pasaron desapercibidos.

Se veían algunos carteles de la Quedada por aquí y por allá, y algo que me llamó mucho la atención es que había paneles metálicos informativos, que incluían fotografía, justo en los lugares que sirvieron de escenario clave en la película. 
Pude ver, por ejemplo, una casa grande cerrada y junto a su fachada uno de esos paneles (foto 7), que me informaba que allí dentro se rodaron las escenas de la taberna, aquella en la que los hombres podían emborracharse si iban escoltados por la Guardia Civil, y bebían escuchando a una soprano que interpretaba a Puccini, (muy lógico todo, jajajaja). Lo que entonces no imaginaba es que dos días después entraría en esa “taberna” y yo mismo interpretaría un papel ante los ojos de todos los amanecistas!! (¡Pero, todo a su tiempol!)


 Sobre las 7 de la tarde se empezó a escuchar por altavoces la banda sonora de Amanece, que no es poco (una buena forma de  localizar el punto de encuentro sin pérdida) y en el Mirador de los Picarzos, una amplia terraza con vistas al río, me encontré a los primeros amanecistas.

Nos presentamos, y pronto tuvimos que admitir que tendríamos que repetirnos los nombres muchas veces más. ¡Imposible retener tantos!
Escuché decir que venían de  Madrid y Alicante  en su mayoría, y que ya habían asistido a anteriores quedadas. Al decir que era mi primera vez, más de uno me dijo “Ya verás como repites”  

Uno de ellos, Gerardo, que también venía de Madrid, era uno de los organizadores y transmitía muy buen rollo. Se volcó en hacernos sentir cómodos a los que asistíamos por primera vez. 
Después fue llegando más gente, una pareja de Valladolid, otra de Murcia...  Me uní pronto a Francisco y Pedro, que al venir de un lugar tan conocido para mi como es Villena,  se convirtieron en compañeros  de inmediato.
La terraza se fue llenando de gente que pedía algo en el bar. Para mitigar el calor, las cervezas frías circulaban sin parar, y la algarabía de voces fue creciendo más y más a la par que el sol iba descendiendo en el horizonte. 

De vez en cuando  se escuchaba alguna consigna amanecista en voz alta: ¡¡Viva el munícipe por antonomasia!! o ¡¡Viva el cabo santo!! a las que se respondía con sonoros ¡Viva!  (si  uno se detiene a pensarlo resulta muy friky, sí, pero como dijo alguien por allí, “¡somos la versión rural de los frikis de Star Wars!” :D)

La primera cena esa noche fue estupenda. Había muchas mesas alargadas en las que cabían muchos comensales, pero  yo ocupé una de tan solo 5 personas, y tuve la gran suerte de que se sentara en ella Juan Ángel.

(¿Juan Ángel y Juan Diablo sentados en la misma mesa? 
¡¡Normal que amanezca por el lado contrario!!)

Juan Ángel es un ayniego que formó parte del reparto de la película cuando tenía 12 o 13 años, interpretando a  El niño deprimío, (foto 8) y hoy, además de regentar el Hostal rural Miralmundo, es el principal organizador de las quedadas en el pueblo.
Digo que tuvimos suerte porque nos contó muchísimas curiosidades del rodaje, divertidas e interesantes, y respondió a todas las preguntas que nos hacíamos. 
Supimos que mantiene contacto con todos los actores  que aún viven,  hablamos de lo que ha supuesto la película  para los tres pueblos donde se rodó y del boom en el que se ha convertido. Y es que es realmente curioso que Amanece, que no es poco cayera prácticamente en el olvido durante varios años, y gracias a las redes sociales haya resucitado de una forma portentosa, convirtiéndose en una película de culto que tiene fans de todas las edades. ¡Y no solo en España!

En uno de los brindis aproveché para decir a mis compañeros de mesa que era mi cumpleaños (no podía dejar pasar desapercibido un día así).  Lo que  no imaginaba  es que Juan Ángel se encargó de que se filtrara la noticia. Terminada la cena me hicieron llegar un trozo de tarta de queso con una vela encendida y todos los amanecistas del restaurante me cantaron el Cumpleaños Feliz.  ¡¡La leche!! Jamás me ha gustado ser el centro de atención pero he de reconocer que en aquellos instantes  se me salía la sonrisa de la cara, y solo por la emoción de un momento como aquel, ya mereció la pena el viaje.

CONTINUARÁ

13 de junio de 2014

INSTANTES FO70GRÁFICOS

Estoy preparando la entrada sobre el viaje a Ayna y mi experiencia amanecista, pero todavía no está a punto, asi que se me ha ocurrido una cosa para no dejar el infierno sin actividad tanto tiempo.

Todo viene por lo que os contaba el otro día al ver aquella foto de mi hermano con una trompa en la boca, y es que no pude evitar acordarme de aquel personaje de dibujos animados que aparecía entre algunos episodios de La pantera rosa.
 ¿Hacéis recordancias?

Pues bien, después continué escaneando fotos y algunas de ellas me hicieron evocar a otros personajes del cine y la televisión,  con un casual elemento en común: todos se dieron a conocer en los años 70.
Os presento esas fotos y a ver quién acierta qué personaje me vino a la cabeza en cada una de ellas.

1. COMO UNA BALA. Mientras mi madre era fotografiada caminando por una calle de Benidorm, donde entonces vivíamos, el pequeño Tomás, antes incluso de su mutación en oso hormiguero, aprovechó el descuido para echar a correr (vaya usted a saber por qué) Siempre me ha hecho gracia ver a ese microbio con el turbo puesto a velocidad supersónica. Seguro que os recuerda a alguien.

 2. HACIENDO EL CABRA. Seguro que le pondríamos un nombre, pero ahora no lo recuerdo. En el campo de Petrel llegamos a tener tantos animales distintos, que el corral era casi una recreación del arca de Noé. En la foto, Tomás y yo achuchando a nuestro cabritillo en aquella época en que otro muchacho hacía lo mismo por la tele.


3. TODO UN DANDI. Hubo un tiempo en el que a mi hermano le dio por vestir elegantemente. Solo hay que observar la foto para constatarlo: chaqueta abrochada, camisa planchada... ¡y hasta corbata! Así que cuando nos hacían una foto juntos, yo siempre salía muy mal parado. Él se peinaba pulcramente, con la raya a un lado,  y yo era una maraña de pelos sobre la cara,  vestido de cualquier forma. Nuestra madre no salía de su asombro ante ese cambio radical, y le empezó a llamar "Tommy Yordach" ¿Alguien imagina por qué?


4. SONRISAS EN LA PLAYA. Permitidme hacer un flash back para volver a Benidorm y sentarme en la arena junto a mi hermano y nuestra madre.  Ella sonríe porque quizás era consciente de que la estaban fotografiando, o a lo mejor le hizo gracia alguna de nuestras ocurrencias. Bueno, el caso es que a mí, esa sonrisa y esa melena me parecen casi televisivas, ¿no?


5. HOLA, ¿TIENES FUEGO?  No he fumado en la  vida, y jamás me he metido en peleas,  y sin embargo se me ocurrió posar con un cigarrillo en la boca y cara de matón de instituto. Al lado de un coche, con chaqueta de cuero... es bien fácil deducir a quién podía tener en mente.

Y hasta aquí este típico juego de un viernes de junio. 
¿Qué cinco personajes de los 70 podrían tener su alter ego en estas fotos? 
(Ocultaré respuestas unos días hasta dar soluciones y comprobar si ha habido algún pleno.
Se admiten sugerencias de premio al acertante)
¡Hasta pronto! 
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ACTUALIZACIÓN (18/6/14) 

 Y la ganadora, con 3 aciertos, es... ¡Sandra!

8 de junio de 2014

CUANDO TOMÁS FUE OSO HORMIGUERO

He estado digitalizando viejas fotos del álbum familiar. 
Cada vez que lo hago disfruto comprobando lo mucho que mejoran con tan solo regularles la luz y el contraste.
Ana, mi madre, con mi hermano Fran en brazos y mi hermana Ana en panza 
(Petrel, primavera 1974)

En ocasiones también me entretengo reparando hasta donde puedo aquellas que están dañadas por el paso del tiempo.

Mi hermano Tomás de pie y yo a remojo. Aún recuerdo esos flotadores. 
(Benidorm, agosto 1971)

Y fue mirando fotos y más fotos cuando me detuve en una que tiene su historia, y se me ocurrió que podía contarla en el blog.

Es una foto tomada en uno de aquellos veranos en los que venían al campo de Petrel los primos de Sevilla
El más agachado por la izquierda es mi hermano Tomás, con 4 o 5 años; después están nuestros primos Toni y Juan (solo media cara), yo y Maria José.

Se puede apreciar que Tomás tiene  una pequeña manguera verde en la boca. Recuerdo que esa manguera formaba parte de un inflador de colchonetas que se rompió,  y él se entretuvo jugando a ser un oso hormiguero.

Lo peculiar de la historia es que no se limitó a actuar como oso hormiguero de forma ficticia, no, pues cuando veía alguna hormiga, la aspiraba realmente por la manguera... y se la tragaba de verdad.  No lo había hecho nunca anteriormente pero aquel día descubrió que se atrevía a hacerlo y lo hizo.
Lógicamente, tanto a mi como a nuestros primos, nos llamó mucho la atención su osadía gastronómica y, muy divertidos, le íbamos señalando las hormigas que encontrábamos.

Recuerdo muy bien que había tres tipos de hormigas en el menú: unas anaranjadas que se desplazaban a mucha velocidad, otras amarillas diminutas que, según Tomás, tenían gusto a limón, y las negras, más comunes, esas que vemos en verano llevando en sus mandíbulas cualquier alimento hacia su hormiguero.

"¡Tomás, una corredora!",  le decíamos,  y él se apresuraba a colocar la trompa verde lo más próxima a ella y aspirarla, con tanta fuerza que a veces  se la tragaba directamente.  Nosotros, al ver desaparecer la hormiga, chillábamos y reíamos en una  mezcla de admiración y repugnancia.
"¡Eh, Tomás, una negra gorda!"
Y él  la miraba y valoraba si era capaz de comérsela porque, a pesar de su corta edad, también tenía su cabecica para descartar las que le daban más repelús.
"No, esa es muy gorda, me como esta otra. ¡Uuuuuffss!"

Ese mismo día, algo más tarde, cuando ya se había cansado del juego del oso hormiguero, Tomás empezó a carraspear. Tragaba saliva y con la mano en la garganta se quejaba de que le dolía. Nuestra prima María José, a la que le encantaba jugar a médicos, fue la única que finalmente le prestó atención.

"A ver, ¿dónde te duele?"
"Aquí, en la garganta"
"Abre la boca"
 Y entonces la escuchamos exclamar."
"¡¡Ayy, tienes una hormiga en la campanilla!!"

Y Tomás, que hasta entonces había demostrado no tener reparos a la hora de tragarse una hormiga tras otra, debió pensar que había cometido un grave error que no haría nada de gracia a los adultos, por lo que decidió quitarle importancia al asunto.  Pero nuestra prima no tardó en salir disparada a avisar a los mayores.

Efectivamente, mi padre comprobó que una hormiga negra y cabezona le estaba mordiendo con fuerza la campanilla.

"Tío, es que Tomás ha estado comiendo hormigas, ¿sabes?", decía nuestra prima cual reporterilla con escalofríos.
"¡Pero cómo que comiendo hormigas!"
Y le explicamos el divertido juego  del oso hormiguero de la trompa verde.

Mi madre puso a calentar alguna infusión para que Tomás fuera bebiendo. La idea era que el calor del líquido obligara a la hormiga a desprenderse, pero nanay de la china, el bicho luchó como un jabato y no soltaba sus mandíbulas de la carne por más duchas de agua caliente que le daban.
Me imagino a la pobre hormiga, en aquella cavidad húmeda y oscura, pensando: "No sé cómo diantres he llegado hasta aquí, pero a este extraño enemigo no lo suelto. ¡Por mi Reina que yo muero matando!"

Todos nos queríamos asomar a la garganta de Tomás, a comprobar si continuaba allí  la hormiga que le mordía con rabia, y él, con la boca abierta, nos miraba de reojo sintiéndose un pequeño héroe vapuleado.

De las infusiones calientes se pasó al pan. Tomás tragaba los trozos de pan que le daba mi padre con la esperanza de que el bolo arrastrara a la dichosa hormiga. Pero nada, debía ser un ejemplar de las negras tozudas.

La historia acabó cuando intervino nuestra tía Ceci con unas pinzas de depilar en la mano.

"A ver, nene, ¡abre mucho la boca!"

¿Cuánto tiempo habrá pasado desde aquello? Haciendo cuentas, unos 41 o 42 años. Pues bien, pido aquí y ahora un aplauso general para aquella hormiga que aun siendo atrapada por un gran objeto metálico que tiró de ella,  todavía se resistió todo lo que pudo hasta rendirse.

Si nos ponemos en la piel de la hormiga, admitiremos que fue la verdadera heroína de la historia, y su gesta no fue en balde pues después de aquello mi hermano Tomás dejó de ser oso hormiguero para siempre.

Yo ahora me pregunto si esta historia habría caído en el olvido de no ser por seguir ahí esa foto de mi hermano con su trompa verde.

La pena es no haber conservado a la Hormiga protagonista. 




Eh, tampoco sería tan raro, que también dí vida eterna a los restos de  una manzana.

2 de junio de 2014

ME VOY A VER AMANECER (por donde no toca)

¡Se acerca el día de la aventura amanecista! ¡¡QUÉ NERVIOS!!

El próximo viernes 6, día del nacimiento del diablo, me subiré a mi coche, y sin más compañía que mi misma mismidad, partiré rumbo a la Suiza manchega, (en los mapas aparece con el nombre de Ayna)




Los amanecistas, (que como ya sabéis somos los adoradores de la película 
Amanece que no es poco), estamos allí citados para asistir a la asamblea anual en los pueblos que sirvieron de escenario para esa pequeña gran joya cinematográfica que escribió y dirigió José Luis Cuerda. 

Será un fin de semana de convivencia en  Ayna,  pero también visitaremos Liétor y Molinicos, los tres pueblos de la Sierra del Segura (Albacete) donde se rodó la película durante el verano de 1988.

Esta cuarta quedada (la primera para mí)  consistirá una vez más en homenajear a la película, visitando los sitios donde se rodaron sus escenas, conociendo a los habitantes que aparecieron en ellas y, como se decía en aquel disparatado guión, "provocando todo tipo de escándalos y extravagancias, que son muy vistosas, llaman la atención lo justo y no hacen daño a nadie"


De acuerdo con lo que leo en el PROGRAMA, el viernes 6, a partir de las 18 h., conforme vaya llegando la gente a Ayna, habrá de dirigirse al punto de encuentro: la terraza del Mirador de los Picazos, en la Plaza del Ayuntamiento.





 
Ahí se puede ir tomando algo en la terraza del bar e ir reservando sitio para la cena comunal de las nueve.

21.00 - Cena comunal en La Toba, (enfrente del Hotel Felipe II) y partida de trivial amanecista, en grupos primero e individualmente después (a ver quién se sabe mejor la película)

Sábado 7 de junio
Visita a Molinicos.

11.00 - Punto de encuentro en Molinicos: Plaza de la Iglesia.





Se visitarán varios escenarios de la película, como la plaza de los flashbacks y las rogativas, la calle a la que llegan Jimmy y Teodoro, o el interior del Ayuntamiento, donde se ahorcan Ngué y el alcalde.

ALCALDE: No, hijo, si yo te lo agradezco. Ya sé que lo haces para que no esté solo. 
NGUÉ: La soledad es muy mala, señor alcalde. A no ser que le moleste que siendo yo negro…

13.30 - Salida a Liétor

14.00 - Comida comunal en la Posada Maruja, Plaza Mayor, 16. 





16.00 - Punto de encuentro en la puerta del Ayuntamiento de Liétor. Se visitará el patio de la Casa de los Tovarra, una de las mejores casas solariegas del pueblo. En la película este patio fue la casa de la Paddington,  y allí se rodaron las escenas de la asamblea de mujeres, en las que se discute si Álvarez debe contarle a las demás con quien tiene sus coitos tan satisfactorios y donde se vota quiénes serán putas, adúlteras o marimachos.




22.00 - Cena comunal en Ayna, en  el Hotel Felipe II.  Menú típico ayniego. Durante la cena se entregarán los premios del festival amanecista y después se proyectará Total (1981), mediometraje de José Luis Cuerda, precursor de Amanece que no es poco.



00.00 - Fiesta. El amanecismo invade el Pub Galo´s.



Domingo 8 de junio


11.00 - Punto de encuentro en Ayna: Mirador de los Picazos

11.15 - Rogativas XXV aniversario  de Amanece que no es poco por los que ya no están con nosotros pero sí en nuestros corazones, y súplicas fuera de guión a los Santos del Cielo. (Esto suena muuuy divertido :D)

12.00 – Visita al centro de interpretación de AQNEP y a  escenarios como la escuela por dentro y por fuera, los bancales de Elena y de Garcinuño, la taberna, el pasadizo por el que se va Elena... 


14.30 - Comida libre de despedida en el restaurante Casa Segunda de Ayna. Será el último festín serrano del evento y una buena ocasión para comentar los mejores momentos del fin de semana y reunir los contactos de los nuevos amigos.

Escribo también lo que aparece al final del programa:

NOTAS:

* Se puede ir disfrazado de personaje de la película en cualquier momento, y habrá un premio específico durante la cena. 
* Si llegas a Ayna despistado, pregunta a cualquiera, sabrán donde está todo, y está cerca. 
Si te incorporas en  Liétor o Molinicos, fíjate en la hora y el punto de encuentro. 
* Damos por supuesto que los asistentes utilizarán su propio vehículo o compartirán con otros. De no ser así, te sugiero comentarlo al llegar a Ayna y seguro que algún amanecista te ofrece plaza en su coche particular. 
* Email de contacto para CUALQUIER duda: info@amanecistas.es

Los que ya hemos ido  alguna vez,  sabemos bien lo divertida que es la experiencia, así que si es auténtica devoción lo que sientes por Faulkner, acércate hasta Ayna y comparte tu desarreglo mental con tus semejantes, que no es poco. 

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Prometo hacer reportaje fotográfico y compartirlo en el blog próximamente. He leído en nota de prensa que durante todo el evento se grabará un documental, del que también informaré en su día.
¡A ver si en la quedada 2015  me acompaña algún blogger!

Ángeles, Sese, el año que viene sí que sí, ¿eh?