23 de diciembre de 2014

CANTANDO CON AITANA

Mi hija está loca con la película Frozen.

No es solo que la ha  visto infinidad de veces, es que la canta, la baila y la imita a la menor ocasión. 
Al verla actuar, cualquiera diría que es un personaje de la historia que en alguna de las piruetas se ha salido de la pantalla.
Como  soy un enamorado de los musicales, no me importan en absoluto estas representaciones continuas en el salón de casa. Soy espectador en los ensayos, en los preestrenos, en las funciones generales  y en las actuaciones privadas. ¡Y gratis!
Lo que más me fascina es que se aprenda con tanta facilidad las letras de las canciones, ¡y que no se equivoque nunca! A mí estos ejercicios de la memoria nunca se me han dado bien.
Lo segundo que más me llama la atención es la constancia. ¿Es que no se cansa nunca esta niña?

El otro día le propuse que grabáramos juntos una de las canciones de la película, la que cantan Hans y Anna (la protagonista) 
Claro está, accedió encantada.

La cosa no resultó nada fácil. Primero porque al saberse tan de corrido todas las letras,  se lanzaba a cantar también las estrofas del chico, y en cada intento, a poco que  se despistara,  se colaba en mis intervenciones.
La cosa se solucionó cuando reescribimos en un folio toda la letra. En color azul su parte, en rojo la mía y en negro la que cantábamos a dúo. Solo había que tener presentes los colores en el papel.

El segundo problema llegó al ponerle música al invento. Encontré la versión instrumental en internet, pero no lográbamos acompasarnos a ella. La rabia que nos daba creer que íbamos bien y terminar admitiendo que la cosa hacia aguas por todas partes. Y no me quedó muy claro si nosotros corríamos más que la música o  al revés.

A punto estaba de tirar la toalla (hablo de mí, que ella quería conseguirlo a toda costa) cuando se me ocurrió una cosa. Si hacía sonar la versión original a muy bajo volumen, no era tan difícil cantar encima de las voces afinando el oído. Eso es lo que hicimos, y cuando finalmente lo conseguimos (después de varias “tomas falsas” en las que nos reímos mucho) en la grabación solo se escuchaban  nuestras voces, sin música.

La segunda parte era el truco: añadir a esa grabación la música instrumental.
Esta última parte tampoco fue cosa fácil  porque no había manera de sincronizar las dos pistas. Pero, erre que erre,  llegó un momento en que lo di por concluido. No estamos del todo “sincronizados, a tiempo y armonizados” ni se oye como me gustaría, pero tampoco pretendía hacer algo perfecto, que a mí lo que me hacía ilusión es que quedara grabada para la posteridad una canción con mi hija. Y no se me olvidarán  las agradables horas que pasamos juntos en este proyecto en común.

Aprovechando estas fechas navideñas,  voy a presentar el resultado  a modo de felicitación musical para todos los familiares y amigos que soléis pasar por este blog. 
Con mis mejores deseos (y los de Aitana) para todos,  que os sean días muy especiales en los que no dejéis de abrir puertas al amor.
Y aquellos que en estos días tengáis el interior algo “frozen”, os envío el calorcillo de este infierno que, ya sabéis, siempre será vuestra casa.


¡Felices fiestas! ¡Y hasta el año que viene!

16 de diciembre de 2014

EL RELOJ DE CUCO

Don Braulio observaba con orgullo su reloj de pared. Era un antiguo reloj de cuco heredado de su bisabuelo, que lucía en un lugar destacado del salón.

A Don Braulio le fascinaba su color, su tallado y la elegancia de sus formas. El aspecto apergaminado de la esfera y el relieve de los números romanos le hacían suspirar de satisfacción.

Consideraba Don Braulio que el tic tac que emergía de su interior daba paz a su hogar.
Pero, por supuesto, lo mejor de esa bella máquina de contar el tiempo era el diminuto cuco que guardaba en su alma de madera.

Y allí teníamos al hombre, frente al reloj cada mediodía, para verle salir puntual de su ventanuco y cantarle en sus narices hasta doce veces cu-cú.
Se le quedaba entonces a Don Braulio una sonrisa  de bobo que hacía reír a Carmen, su mujer, cada vez que al pasar le veía como una estatua mirando a la pared.

Un día, mientras escribía unas cartas en el salón, escuchó cómo algo empezaba a crujir cerca de él, y acabó por descubrir que el ruidito provenía del reloj de la pared. Cuando se acercó para asegurarse, el sonido cesó, y Don Braulio no quiso darle mayor importancia.

Al día siguiente, Don Braulio y Doña Carmen tomaban juntos un chocolate en el salón cuando el ruido comenzó de nuevo.

- ¿Qué es eso? - preguntó su mujer.
- No lo sé, pero creo que viene del reloj.
- Ay, no se estará estropeando, ¿no?

Don Braulio se subió a una silla para acercar la oreja al reloj. No se percató de que en ese momento eran las seis de la tarde y el cuco salió de repente y tan de sorpresa que el buen hombre perdió el equilibrió y cayó de la silla.
- ¡Ay, Braulio!, - gritó su esposa abalanzándose hacia él - ¿te has hecho daño?

Fue entonces cuando Don Braulio averiguó, alarmado, el origen de ese recalcitrante sonido.
- ¡Tiene una carcoma! ¡¡Maldita sea, mi reloj tiene carcoma!!
- ¿Cómo lo sabes? - le preguntó su mujer mientras le ayudaba a levantarse.
- ¡Mira ese polvo de la alfombra! ¡Es madera triturada! ¡Hay que acabar con ese bicho inmediatamente!
- No te alteres, querido, y descuida, que mañana mismo llamo para que vengan a fumigarlo.

Eran cerca de las tres de la madrugada cuando la carcoma asomó la cabeza por un minúsculo agujero. Era un gusano blancuzco y mantecoso que parecía satisfecho por el banquete de madera de calidad que estaba disfrutando.

Llegaron en esos instantes las tres en punto.

Cu-cú (lo vió)
Cu-cú (no se lo pensó)
cu-cú (un giro oblicuo)

Don Braulio nunca llegó a saber por qué aquel crujir dejó de escucharse. Siempre pensó que su mujer había avisado a algún fumigador, y respiraba aliviado al comprobar que todo funcionaba a la perfección y que, sin retraso, el cuco salía a cantar alegre las horas.

Aquella tarde le dijo a su mujer:

- ¡Qué curioso, Carmen, tantos años admirando el reloj y nunca me había percatado de que cada vez que sale el cuco, se relame el pico despúes de cantar.

 (Cuentos para Apamen. Año 1991)

10 de diciembre de 2014

MADAME PARRÚS VIVE EN MÍ

Muchas veces, cuando miro la portada de un libro de memorias, he imaginado al autor escribiendo ese montón de páginas sobre su vida y siempre me queda la sensación de que debe ser una labor tremendamente compleja.
Porque ¿cómo se hace para recordar tantos años, traspasarlos al papel en orden cronológico,  hilvanarlo todo con soltura  y  redactarlo bien? ¡Eso debe llevar toda una vida! (otra)

También me da en ocasiones por pensar cómo luciría un libro en cuya portada se leyera: Memorias de JuanRa Diablo.

No, no es que quiera escribir ese libro, (entre otras cosas porque aún soy demasiado, muy joven) pero sí me apetece mucho  la idea de verlo publicado. Es decir, que alguno de mis futuros biógrafos hiciera el trabajo por mí, y un buen día de frío invierno me lo regalaran y yo lo leyera frente a una chimenea, con un perro San Bernardo a mis pies.

Claro que quizás sólo a mí podría interesar la vida de un tipo medio murciano, medio alicantino, que decía escribir desde el infierno.
 (Bueno, un momento, dicho así no ha sonado del todo mal, ¿eh?  Con un buen publicista, a lo mejor...)

No, no creo que mi vida llegue a  despertar ningún interés futuro, pero, eso sí,  me fastidia saber que mi biógrafo no escribirá jamás sobre una parte fundamental  de mí mismo, y sé que no lo hará por dos razones:  

porque es una parte casi desconocida y porque es tremendamente difícil de creer.

Sí, es difícil de creer incluso para mí, pero, repito, me disgusta que esa parte no llegue a aparecer en la historia de mi vida, siendo la auténtica sal y pimienta que haría que ese libro se vendiera como rosquillas, que los lectores no dejaran de hablar de él, y que yo pasara a la posteridad como aquel yeclano entreverao, que escribía un blog desde el infierno y que estaba poseído por un espíritu llamado Mikacheva, más conocido como Madame Parrús.

De nada sirve que yo lo proclame a los cuatro vientos una vez más. Lo he contado a mis amigos y no me creen. No es que me digan “No te creemos”, es que cambian pronto de tema de conversación, como si no les importara lo más mínimo lo que les cuento, como si el tener un espíritu femenino perverso torturándote por dentro fuera de lo más común.
A alguna amiga también se lo he dicho, y quizás por aquello de que las mujeres tienen una sensibilidad diferente, me han escuchado al menos. Y además con atención.  A una se le saltaron las lágrimas, de tanto reír.  “¡Y lo dices tan serio!”, dijo la otra,  “¡No cambies nunca, Juan!”
No puedo proseguir con esas respuestas. No alivian nada.

Mi padre, que cuidado con inventar historias de este tipo, mi madre que qué imaginación la mía, y en mis hermanos esa mirada de “¡A otros con esa, que ya te conocemos!
A mi mujer no se lo he dicho nunca. Intuyo que decirle que tengo a otra mujer dentro no le haría mucha gracia. A lo mejor un día lee por fin el blog y lo descubre.

Porque en el blog ya lo conté.

De alguna forma, escribir un blog personal es ir dejando buena información de uno mismo al alcance de todo el mundo, pero lo malo de los blogs es que lo que uno escribe en ellos, se queda en ellos, y apenas trasciende. Todo se lee y se va olvidando, y con el tiempo desaparece de la mente como las burbujas de la gaseosa. No importa la rotundidad con que digas algo, no va a pasar a formar parte de tu biografía, y mucho menos si, como ha sido mi caso, no he sabido exponer las cosas serias con verdadera seriedad.  Incluso ahora mismo diría que  más de uno estará tomando esto en broma.

Si al menos hubiera tenido la mirada de Dickens o el bigote de  Mark Twain...  

Pero aunque estoy resignado a no ser creído, seguiré contándolo una y mil veces, pues no pierdo la esperanza de que alguien me escuche algún día y acepte la historia como una verdad. Si además ese alguien es mi biógrafo, podré morir feliz.

Me limitaré a exponer lo que sobre ella sé y siento. Léalo todo aquel que quiera, y háganseme todas las preguntas que al respecto sean necesarias, si con ello puedo convencer de que lo que digo es cierto.

Mikacheva fue una famosa clarividente rusa, más conocida como Madame Parrús (que nadie empiece diciendo "¿Y por qué no aparece en la Wikipedia?" Un poco menos de escepticismo nada más empezar, por favor)

No sé su año de nacimiento, todo apunta a que fue entre 1868 y 1920 (y como ella es muy presumida, no quiere decírmelo)

Aunque sus dotes adivinatorias la hicieron bien conocida en toda Rusia, la fama de Mikacheva se fraguó en París, donde fue la gran  Madame Parrús y donde se hizo rica.

Parece ser que fue una de las pocas novias formales que tuvo Satán (¡¡la única, la única!!, me corrige)

Por algún motivo que desconozco, (quizás mi naturaleza maligna, que viene dada por circunstancias de nacimiento) Mikacheva entró dentro de mí hace muchos años. Y aquí sigue. Estoy cansado de repetirle que debe haber un error, que no soy quien ella cree.

No está despierta las 24 horas del día, pero sí la noto a diario. Cuando he empezado a escribir  este post estaba en mi nuca. Ahora ha bajado a los ganglios inguinales.

A Mikacheva no le molesta que hable de ella, pero sí se enfada en cuanto nota un tono de hartazgo en mí. Cuando empieza a susurrarme cosas en ruso me pongo a sudar.

Actúa como una enamorada excéntrica,  y me quiere más los meses fríos que los calurosos.

La he llegado a notar en  varias partes de mi cuerpo a la vez. A veces se esconde dentro de ella misma, jugando a ser una matrioska. Cuando hace esto me da flato.

No aparece en análisis ni radiografías, pese a que muchas de mis dolencias se deben a su invasión, como ella misma reconoce. A veces, de forma cruel, entre risitas.

Los días que se enfada conmigo son un suplicio. Mordiscos, arañazos, pinchazos, canturreos  en el hipotálamo hasta el amanecer... y en ruso, que es peor.

Los días en que me quiere mucho, me hace masajes de pies, me acaricia la columna y me llama  Gorrión, y si le digo que se calle un poco se calla y se acurruca entre el bazo y el hígado.

Una noche la oí roncar tan fuerte que temí que la oyera también mi mujer.

No me permite comer huevos revueltos ni pistachos. Por alguna extraña razón la incomodan y empeoran su mal humor. En cambio se relaja mucho con el café licor y con  el melocotón en almíbar. Entonces  la oigo murmurar algo así como shodobre!, shodobre!

Hace mucho tiempo que insiste en colaborar en el blog, dictándome alguna entrada sobre predicciones y horóscopos, algo que me resisto a concederle.

***********

¿Y bien? ¿Es posible inventar algo así? ¿Y qué ganaría yo construyendo una historia que me haga parecer un loco?
Aún así puedo aceptar el que haya dudas y cierta incredulidad, por eso doy paso  al turno de impresiones y preguntas por vuestra parte.

Seguiré contestando la verdad,  toda la verdad y nada más que la verdad.

2 de diciembre de 2014

SE VENDE INFIERNO EN BUEN ESTADO

Se vende infierno en buen estado
con mil sótanos y escalera,
cocina grande (sin nevera)
y el techo de almas forrado.

Las calderas... algo ajadas.
Facturas del gas al corriente.
De regalo algún tridente.
Clientela asegurada.

No funciona el termostato,
se fundió en el año trece
pero el calor no decrece,
lo aseguro en el contrato.

No hay vecinos que protesten,
nadie vive más abajo,
y aquí con cualquier andrajo
se hace un trabajo excelente.

Gratificantes labores
de relaciones sociales:
saunas ministeriales,
barbacoas, asadores...

Los sudores siempre brillan
pero existe un aliciente:
preparar en este ambiente
“Gobernante a la parrilla”.

También dejo en el estante
azufre, carbón y tabaco,
y de  poesía un libraco
que está firmado por Dante.

Hablar de  precio no hablo
pues se puede negociar,
y a quien pueda interesar,
preguntar por JuanRa Diablo.



26 de noviembre de 2014

... Y LOS JUGUETES TOMARON LA CIUDAD


Sí, parece el auténtico y genuino Spiderman en plena acción, pero en realidad no es más que un frasco de colonia que  regalaron a Samuel hace unos años. 
El caso es que me gustó tanto el muñeco en cuestión, que un día le hice un reportaje fotográfico. ¡Y qué bien posaba el tío!  Esta foto, en la terraza de mi edificio, es mi favorita.

Y como soy de los que no necesita empujón para echar a andar, un buen día metí en una mochila algunos de los juguetes de mis hijos y salí, cámara en mano,  a fotografiarlos por la ciudad. 
Diría que el pequeño Mickey, caminando por la calle San Pascual,  agradecía ese cambio de aires. 

La familia Peláez, en su caravana dominguera, tomó la Ronda Norte en dirección a Montealegre. No se la puede ver, claro, pero la tortilla de patatas que estaba preparando la señora Peláez en la minicocina, desprendía un aroma que para qué hablar.
No creo que los yeclanos fueran conscientes del peligro que corrieron cuando Marty Marciano aterrizó en la ciudad. De hecho, en la calle Colón se le disparó accidentalmente su pistola X6 lanzaprotones, y uno de los muros de la Purísima tiene ahora un boquete que asusta.
 La Bella Lucinda pasea por los descuidados  macetones del Ayuntamiento. Cualquiera la supondría recogiendo flores o leyendo algún librito de poesía, pero la Bella Lucinda tiene otros planes. El disgusto que dará a su padre, el Rey, y a su docena y media de pretendientes, cuando sepan que, hasta el moño de la vida palaciega, se ha alistado voluntaria en las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán. ¡Repámpanos con la moza!
Se llama Charlie, y es un auténtico profesional en misiones de alto riesgo. Yo me lo encontré un día intentando conseguir entrada para la Feria del Mueble. Creo que con eso lo digo todo. 
Es admirable su osadía y su forma de escalar sin despeinarse. 
En la foto está vigilando a los coches que van hacia Caudete, porque un coche que va hacia Caudete es siempre sospechoso. ¿Que por qué? Lo siento, eso es TOP SECRET.
Al oso Pinoso se le saltaron las lágrimas cuando descubrió que existe una ciudad que lleva su nombre. Aunque le advertí que jamás hiciera autoestop, el muy animal pasó olímpicamente de mí y se largó en el primer camión que paró a su lado.  ¡Pero tomó rumbo a Villena!  Que no me venga llorando luego.

Gringo Zeronte tiene una moto de pura roca y quince kilos de decibelios. Estuvo levantando el polvo por todos los caminos rurales que le salieron al paso. 
Yo os recomiendo que no os pongáis a su vista, y si acaso os viera, rogadle que os mate rápido. Es mi consejo. Vosotros no conocéis la mala leche de Gringo Zeronte.
A Lilac no le sentó bien el paseo. Llegó a abochormarme con sus alaridos por la calle San Francisco. Y es que al pasar por el escaparate de Juguetes Pacheco se encaprichó de la Barbie Zorrona y quería llevársela a casa. ¡Qué manera de gritar!  
¡Decidido, a Lilac no lo saco más!
En cambio, Trancas y Barrancas se portaron como unos benditos. Se lo pasaron en grande en el Parque de la Constitución, corriendo detrás de las palomas y zampándose las migas de pan de los bocatas de los zagales. 
Y todo el tiempo contando chistes de Barbie Zorrona. Chistes malos, pero bueno...
A la hora del recreo, ese parque se llenó de alumnos del Instituto Azorín, y yo prometí a estas cinco estudiantes que las sacaría en el blog si posaban con el oso Pinoso y con Woody.  Les divirtió  la idea y posaron sin dudar, así que cumplo mi palabra. ¡Un saludo a todas,  y gracias por la simpatía!

Por cierto que después, Woody, descansando en un banco junto a la fuente de los leones, me confesaba que estaba encantado de haber estado tan bien rodeado, y que no le hubiera importado quedarse con ellas. Como se entere Samuel...
Con la imagen de Leo Leoncio mostrando la subida a la Plaza del Ayuntamiento, me despido de todos ustedes, esperando que se hayan sentido a gusto en la ciudad de Yecla en compañía de los juguetes de mis hijos.

Estas fueron las fotos seleccionadas, pero hubo algunas más...


20 de noviembre de 2014

UN ACCIDENTE ANTE MIS OJOS

Ayer viví una situación sumamente desagradable, de esas por las que uno preferiría no tener que pasar jamás.

Eran las 12.30 y como cada día me dirigía a Villena a mi lugar de trabajo. 
Los 22 kilómetros desde Yecla se transitan por una carretera comarcal en buen estado, que en su mayor parte es una larga recta con buena visibilidad y poco tráfico, y aunque conducir no es algo que me relaje especialmente, este tramo que tan bien conozco, sí me agrada en su totalidad, y su recorrido me causa sosiego.

Poco después de rebasar el cartel que indica el paso a la Comunidad valenciana, dejando a la espalda la Región de Murcia,  (lo que yo siempre he llamado “la frontera”), vi a lo lejos un Seat Marbella blanco que avanzaba en mi misma dirección.
Cuando estaba a unos 100 metros de él, me percaté de que se desplazaba ligeramente al centro de la carretera, pisando la línea discontinua e invadiendo incluso durante un par de segundos el otro carril.
“Pero qué le pasa a ese”, pensé, y al fijarme en el conductor más detenidamente,  observé que agachaba la cabeza, como si buscara algo que se le hubiera caído. Recuerdo que pensé en lo imprudente de su actuación y lo peligroso que podía resultar adelantarle y que se me echara encima.

Calculo ahora que lo que vi desde ese momento al de la colisión transcurrió en cinco o seis segundos, aunque el tiempo parece querer estirarse en mi memoria, en esta película mental que me ha quedado grabada y que se reproduce una y otra vez.

El coche volvió a invadir el carril contrario, se salió de la calzada, y encajado en el desnivel del arcén, recorrió un largo tramo alzando una columna de polvo por ese terreno sin asfaltar, hasta que impactó con un pequeño muro de hormigón, los llamados salvacunetas, que se construyen para delimitar la entrada a un camino rural. El golpe con ese macizo sonó como un cañonazo. El pequeño coche saltó por los aires e hizo medio giro hasta caer entre el arcén y el carril izquierdo, encarado en dirección contraria, con la puerta del conductor abierta y el frontal totalmente prensado.

Con el corazón encogido por el tremendo susto, disminuí la velocidad e introduje mi coche en el camino a mi derecha,  a la misma altura del accidentado. Busqué mi móvil y marqué rápidamente el 112.  Segundos después detuvo su coche un chico que también vio el impacto, él de frente, y tan asustado como yo o más, pues por escaso margen de tiempo no chocaron ambos vehículos. 
Mientras yo llamaba y daba datos del lugar, él se acercó a mirar dentro del coche siniestrado.

La mujer del servicio de emergencias me preguntaba si el accidentado estaba consciente, si podía moverse, pero yo era totalmente incapaz de acercarme a comprobarlo, así que pregunté con un gesto a ese chico, que también con un gesto vino a decirme que el hombre estaba muy mal.
Así que yo solo acertaba a decir que no, que vinieran cuanto antes, que parecía muy grave.

La policía llegó enseguida  y emprendieron ejercicios de reanimación dentro del coche.

Con ese joven  (me dijo su nombre pero lo he olvidado)  estuve intercambiando impresiones mientras llegaba la ambulancia.

“Me daba mucho miedo mirar- me decía él- por si había algún crío dentro”
“¿Qué edad puede tener?”
“Entre 40 y 50, calculo”
“¿Le has visto muy mal?”
“Sí, tenía las piernas... uff, yo creo que ha muerto en el acto”

Aunque el día era soleado hacía mucho frío, y el viento gélido me hacía tiritar; supongo que mi temblor también se debía a semejante sobresalto.
Llegaron los bomberos, la Guardia Civil y por último el SAMU. 
Pregunté si me podía marchar, pero al ser testigo del hecho me pidieron que me quedara a testificar. 
El trasiego alrededor del coche fue constante. Parece que siguieron el protocolo de prevención y, aunque no daba señales de vida, no sacaron el cuerpo por la puerta lateral sino que introdujeron una tabla por la puerta del maletero para extraerle en posición rígida. Como esta puerta estaba atrancada, tuvieron que forzarla con una palanca.

Me ha quedado grabada la imagen del cuerpo sobre el bancal, el fuerte contraste de la dorada tela que lo cubría brillando al sol sobre aquella tierra árida. Una de las ráfagas de viento levantaron esa tela y pude ver su cara un instante. Me pareció muy joven y sentí mucha pena por él, y por esa familia que aún no sabía lo que les venía encima.

Es curioso, pero en aquellos momentos, ante algo tan imprevisto y  por la celeridad de acontecimientos tan poco comunes , no sentía nada más que ese aturdimiento propio del impacto emocional. Me desahogué un poco contándolo a mis compañeras, y en el trabajo me distraje como pude, pero fue después, de vuelta a casa,  cuando me invadieron otros muchos sentimientos.
Esa noche,  la zozobra de mil pensamientos acabó despertándome  y estuve insomne un par de horas.
Pobre hombre, ¿qué le habría ocurrido? ¿Se despistó y perdió el control del vehículo? Eso es lo que me pareció en un primer instante y lo que declaré cuando me preguntaron, pero ahora pienso que recorrió un buen tramo sin frenar, por lo que cabe la posibilidad de que sufriera un desvanecimiento. Si así fuera, probablemente no se enterara de nada. Pensar en esto me tranquiliza.

Esta mañana he leído en el periódico que era de Yecla y que tenía 45 años. 
Aún no me han llegado más datos de quién podría ser, y casi prefiero no saberlo. Me angustia la idea de que tuviera mujer e  hijos, y no he podido evitar pensar en los míos,  en cómo cambiarían sus vidas ante algo así.

Esto me ha servido para reflexionar. Estamos tan acostumbrados a conducir que terminamos perdiéndole el respeto a la carretera y a veces bajamos la guardia. Hay que extremar las precauciones al volante; un segundo de distracción, solo uno,  puede ser fatal.

Sé que tendrá que pasar un tiempo hasta que se vayan diluyendo esas imágenes nefastas, el desagradable sonido de aquel golpe y este nudo en el estómago. 
Sé que me quedan preguntas que jamás tendrán respuesta y descubro verdades incuestionables.

La certidumbre de que  la línea que separa la vida de la muerte es a veces extremadamente delgada.
Que es una bendición sentirse sano, sentirse vivo.
Y que debemos intentar sacar el máximo provecho a la vida.


Carpe diem.

13 de noviembre de 2014

EL ÁLBUM DE LAS CALLES EXTRAORDINARIAS

Hace ahora seis años, escribí una entrada que titulé CALLEJEANDO EN BUSCA DE UN CROMO.
Quizás fue la primera vez en percatarme de lo ameno y gratificante que  podía llegar a ser un blog, que de verdad había gente muy divertida "al otro lado", dispuesta a seguirme el rollo en cualquier aventura.
Seis años después, (¡cómo pasa el tiempo!) he querido continuar con la filosofía de aquella entrada, en la que solicitaba me fueran enviadas  fotos de calles de nombre curioso, y me satisface comprobar que, aunque el mundo de los blogs parece estar en horas bajas, aún sigue habiendo excelentes colaboradores que avivan las llamas de este infierno. Quiero daros las gracias a todos por ello (y caldera privilegiada, claro)

El primero en atizar el fuego fue Carlos, que desde Tarazona, en la provincia de Zaragoza, me enviaba la foto de la calle CIEGOS.
La particularidad de esta calle estriba en un hecho singular, y es que la placa, aunque no lo parezca, está pintada a mano. Y por qué, os preguntaréis, pues porque el Ayuntamiento, harto de los constantes hurtos de esa placa,  decidió dar una solución definitiva, y alguien terminó pintando las letras sobre la pared, como dice Carlos, "al fresco  y con buen pulso".
Se supone que la arrancaban los jóvenes para decorar sus peñas, por aquello de los "ciegos" etílicos, que debía hacerles mucha gracia.

Ángeles, desde Málaga, aporta la foto de la calle CINCO BOLAS. Y nos cuenta su interesante historia.
 
He elegido la calle Cinco bolas, porque de pequeña ese nombre me llamaba mucho la atención.

La calle está en el centro histórico de Málaga. Es una calle larga y muy estrecha que comunica dos calles mucho más importantes y transitadas: la calle Nueva y la calle San Juan.


En esta callecita había, y sigue habiendo, una mercería a la que yo iba con mi madre en muchas ocasiones, pues allí compraba ella ovillos de lana, madejas para punto de cruz, botones, etc. 
La tienda –también muy estrecha y alargada- se llama “Lanas Cinco Bolas”, y yo creía que la calle se llamaba así por la tienda, y no al revés. Y creía que la tienda se llamaba así porque vendían “bolas” de lana, o sea ovillos.

Pero no era así, no. La calle se llama Cinco bolas porque la Iglesia de San Juan, que está en uno de sus extremos, tiene cinco bolas de colores en la fachada. ¿Y qué hacen ahí esas cinco bolas? Pues según he leído, hay varias teorías al respecto, pero en realidad todas esas teorías se pueden agrupar en una sola, como sigue.

La iglesia de San Juan fue fundada por los Reyes Católicos después de la Reconquista de Málaga (1487). Las famosas cinco bolas, que forman una cruz, representan cinco balas de cañón, puestas ahí para dar gracias por la victoria, y se habrían pintado con cinco colores que tiene relación con la fe cristiana: el verde (esperanza); el rojo (amor y sacrificio); el morado (penitencia); azul (el cielo y la pureza) y amarillo (el sol y la majestad de Cristo).

Además, se dice también que esta cruz formada con las cinco bolas servía para indicar una entrada secreta que daba acceso a un convento adyacente que los nobles de la ciudad usaban como casa de citas.

Callejeando, callejeando, subimos a Barcelona, donde Montse nos muestra el carrer ESPOLSA-SACS. Atención a su historia:

Se llama "carrer d'Espolsa-sacs" que quiere decir "calle de Sacude sacos"
Es una calle estrecha, casi un pasaje de arco rebajado, en el barrio gótico de "Ciutat Vella" el más antiguo y emblemático de la ciudad.
Una calle del siglo XV a la que la Asociación de Comerciantes de la zona dedicaron, en 1980, un cartel (ver segunda foto) contando en él la historia y el motivo por el cual se llama así.

La inscripción, traducida dice :

"En el siglo XV en donde está esta calle, daban las ventanas de un convento que en la calle Mont-sió tenían los monjes agustinos, conocidos como frailes del saco. Vestían hábitos de sargil (es un tejido antiguo como de ante) sin forma, como un saco, que no podían lavar ni remendar mientras les quedara un trozo. Solamente los podían sacudir, cosa que hacían desde estas ventanas"
 
(Tienes razón, Monste, no quiero ni pensar en los "efluvios" que planearían por la zona cuando sacudieran sus sacos)

 Es el turno de Hitlodeo, que para el álbum me presta la calle CURA, de Majadahonda (Madrid)

  He de decir que me reí mucho con la anotación que dejaba Hitlodeo a pie de foto, que decía:
¡Qué irreverente! Hacer callar al cura..: D :D

Y yo me pregunto ¿Cura? ¿Pero qué cura? ¿A qué religioso ilustre se refieren? ¿O es que es cura como sinónimo de curación? Como si dijéramos "Vivo en la calle Medicación".
En cualquier caso me quedo con ese 
"¡Calle, cura, no me dé el sermón!" 


Jair aporta la placa de una calle de sonoro nombre: ONCE MIL VÍRGENES, en Ponferrada (León) 

Haciendo investigaciones, deduzco que hace referencia a las primeras integrantes de la orden de las ursulinas, que según una leyenda de la Edad Media,  fueron once mil.
Siglos después, el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela escribió la obra cómica: ¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?
 David nos descubre la calle TRAMPA, en Almagro (Ciudad Real) 
Imagino que el cartero entrará en esta calle sin poder evitar todas las amenazas: C/ Trampa, 1; Trampa 2, Trampa, 3...  ¿Será una calle segura? ¿Explotará el cartero ante algún portal?
Si también existiera allí la calle Cartón, sería chulísimo responder  "Yo no vivo ni en Trampa ni en Cartón". (Juas!)
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Mi amiga granaína María José Olalla, me regala la placa de la calle CRISTO DE LA REPOLLA, que se encuentra en Cifuentes (Guadalajara)


 Era urgente para mí el averiguar de dónde viene ese Cristo de la Repolla, del que jamás había oído hablar,  y descubro que hay en internet un video explicativo. 
La verdad, puedo entender que se llame "polla" a una gallina joven, pero que dos gallinas jóvenes sean ¡¿una re-polla?!...  ¡¡Por los clavos del cristo!!
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El último cromo es el de la calle de LA VIDA POBRE, que se encuentra en Toledo, y que tomo prestada del instagramero mellow_gold.
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Y así, a aquellas primeras páginas del álbum de las calles extraordinarias de 2008...
 
...añadimos hoy una nueva página.
 Dejo abierto este álbum para futuras colaboraciones, porque para callejear, pegar cromos, compartir, aprender  y disfrutar no importa el tiempo que pase, ¿verdad?

Y ahora repitan conmigo:  ¡Vivan las calles extraordinarias!! ¡¡Vivan los blogs!!

7 de noviembre de 2014

LOS ANAGRAMAS SE ARGAMASAN

Os proponía la semana pasada un juego y, si hoy es viernes 7,  ha llegado el día de las soluciones. 
Eran 10 viñetas sobre las que había que escribir una frase que incluyera un anagrama, aunque me ha agradado comprobar que en algunas respuestas ha habido más de uno por viñeta. ¡Bravo! Se nota que le habéis dado a la sesera; espero que vuestro CEREBRO se RECOBRE pronto.


Era un CHINO sentado en un NICHO. Sin más. 
Dicen que el CHINO HINCÓ las rodillas en el NICHO, pero, claro,  para que pupas no SALGAN, mejor acomodarse de NALGAS.
(Un poco más allá, según me han dicho, un JAPONÉS con una ESPONJA limpiaba otro nicho)



Un TURCO haciendo un TRUCO
Y pudo hacerlo, como dice Ther, vestido con las pieles que yo CURTO.

 "Con mi AMIGA la MAGIA, - decía el mago - yo ENCOJO  este CONEJO"





¡Lo nunca visto! ¡El DINERO se es está RIENDO!

Todos con la REINA REÍAN. 
Y yo no sé qué les DIERON, pero fíjense que la MONEDA se está MEANDO.




Me encanta la aportación de Montse, que supone que este es Tutanjarrón xDD

Es un FARAÓN encontrado en un ÁNFORA (¡Cuánta arqueología junta!, exclama Sese xD)

Yo me pregunto si semejante TESORO se SORTEÓ alguna vez.
Ah, ¿alguno sabe el nombre del FARAÓN? 
Venga, AFINEMOS... ¡Claro! ¡AMENOFIS!



El MAPACHE se EMPACHA.

Al ver la TARTA, supe de qué se TRATA. Y  cuando ENTREVÍ ese VIENTRE...

El mapache ha hincado el DIENTE, y ahora está para que lo DIETEN.




 Se escucha el BALIDO del DIABLO, que va caminando por terreno BALDÍO (aportación de Ther)

Si al ver este dibujo os acordasteis de mí, os daré las GRACIAS. Si no, os la CARGAIS.





A ESCOCIA le ESCOCÍA.

Y no me extraña, hay CRÍTICOS tan corrosivos como los CÍTRICOS.
La Gran Bretaña se puso NERVIOSA, pues tiene AVERSIÓN a la SECESIÓN. Mucho mejor si se COSIESEN todas las banderas.


ABRIL se LIBRA de la cárcel.
Eso será, como apuntó Ther,  si ABRIL nada BIRLA (esa AFICIÓN que tanto OFICIAN los políticos de hoy en día)

Por suerte, ningún ACUSADO ha CAUSADO problemas.







"A ver, que hable primero el loro, y después...
...que GRITE el TIGRE"

Me he imaginado que después se presentó una PANTERA, y gruñó tan mal que dijeron "¡Que la APARTEN!"
Y como se sintió ofendida, atacó furiosa.
¡¡Que ATRAPEN a esa PANTERA!!, gritaban los del casting.


Dos COCHES CHECOS CHOCAN con CONCHA. (¡Qué chachi suena, leches!)

Me gustó vuestra inclusión de la CHACÓN, que también deriva de CONCHA, así que no me resisto a hacer una última viñeta.

No CHOCAN  dos COCHES CHECOS en la CHACÓN, CHOCAN un NAVÍO y un AVIÓN.

Claro, como fue ministra de DEFENSA... (No te ENFADES, Carme, solo son cosas del diablo)

Y nada más por hoy.
Vamos ya con el ranking de anagramistas.

Montse, has acertado solo DOS, pero ese "Tutanjarrón" y "La mofeta está que peta" son inmensos, así que mereces un APROBADO :D
A.B. favorita, TRES aciertos, más dos puntos extra por ser la preferida del sultán: ¡Otro APROBADO!
Carlos, OCHO dianas. Y aún estoy por aceptarte ese TUMBA/BUTAM, por ser casi casi el país asiático de Bután, jajaja. ¡NOTABLE ALTO  para ti!
Ángeles, has acertado las DIEZ, así que SOBRESALIENTE para vos. Por favor, a ÁNGELES que le GLASEEN el diploma.
Sese, también has dado con los DIEZ, y además aportando otros, así que, SESE CULÉ, te recomiendo que te ESCUELES en algún colegio anagramista.
Ther, también pudiste con las DIEZ, y has visto otras muchas. MATRÍCULA DE HONOR para ti.  Cómo se nota que la TEACHER no TRECHEA y va directa a donde sea. 

Ther, Sese y Ángeles, sois los ganadores de este juego. Dadme dirección por mail si quereis recibir vuestro premio. Bueno, dámela solo tú, Ther, que Ángeles y Sese ya son veteranos en estas lides, jeje)