23 de agosto de 2016

ON THE RADIOS


Ni tiempo para echarme algo al estómago esta vez.  
Me trago una pastilla de reishi y bajo a la calle.

El taxista me ha estado mirando por el retrovisor todo el tiempo.
Sé que terminará pidiéndome un autógrafo.
A través de la lluvia puedo ver  las dos torres de Notre Dame.
Parecen avanzar conmigo desde la distancia.
Suena el Formidable de Stromae
Pienso en lo formidable  que sería esconderme en sus campanarios.
Como Quasimodo.
Y que todo el mundo me buscara sin dar conmigo.

Llegamos al edificio de Rue Berger.
Pago al taxista.
No abre la boca.
¡Joder, cómo llueve!

Pensaba que en la emisora me ofrecerían un café.
Nada.
La locutora se llama Anne Claire.
Al verme me hace señas tras el cristal.
Que espere, claro.
Están terminando de entrevistar a un tal Jacques.
Debe de ser médico.
Dice médecine y organisme.
Despiden a Jacques y ponen publicidad.
Anne Claire me pregunta si quiero un café.
Un café au lait?,  pregunta.
Suena "café olé" (más español) 
Anne Claire me pide un autógrafo.
Se lo adorno con un par de cuernecillos en la O de diablo.
Doy un sorbo al café olé.
Sabe a rayos.
Nos sentamos,
En la mesa hay croissants, pero nadie me ofrece.
Acaba la publicidad.
"...la première céréale qui fait du bien au mâle"
Esto va a empezar.

Me llama mi representante.
"¡Ya eres número uno!" - me grita
Siento un nudo en el estómago.
La emisora de Roma tiene unas vistas privilegiadas.
El foro, el Coliseo, la Via del Corso... 

Daniella Ricco presenta el programa de las tardes:
"Qualcosa da dirti"
Mordisquea su bolígrafo mientras repasa unos papeles.
Estoy deseando que acabe la entrevista.
Y ni siquiera ha empezado.
Daniella susurra en el micro  "Andiamo a comandare"
Y empieza a sonar un tema 

En la calle me esperan un montón de fans.
Me tiemblan las manos.

Daniella se acerca y me saluda con una sonrisa enorme.
Me dice que no puede creer que yo esté allí.
Le digo que no es para tanto
Se me seca la boca.
Si pudiera salir corriendo...
Quel ch'é fatto, è fatto, me dice con mirada de diablesa.
Nos sentamos.
El tema rap acaba.


Me viene a buscar Carlitos Andrade.
Es el Presidente de mi club de fans: Amigos do diabo.
Tenemos la misma edad.
Me regala una camiseta negra con llamas rojas.
Mañana me entrevistará su madre: Cesaria dos Anjos.

Vemos el castillo de San Jorge y la Torre de Belem.
En el barrio de Alfama tomamos ginjinha y escuchamos fados.
Hablamos de la vida.
Me pongo nostálgico.
Y algo pedo.
Confieso a Carlitos que estoy cansado.
Que quiero volver a ser el que era.

Sube al estrado una chica.
Meu nome é Maria, dice
E eu quero cantar para você
Y descubre su alma

Cesaria me recibe con un abrazo.
Se parece a mi madre.
Me aguanto las ganas de llorar.

Vuelo de Lisboa a Amsterdam.
Después a Berlin.
En Londres paso un día entero en cama.
Cansancio. 
Algo de fiebre.
Me alimento de galletas y blues

¿Cómo se llamaba la locutora?
Qué más da...



Las entrevistas duraron hasta diciembre.
Volé a México, Ecuador, Argentina...
Todos los hoteles parecían el mismo.
A veces me despertaba  y no recordaba dónde estaba.
Estuve a punto de perderme en un laberinto oscuro para siempre.

Pero en Hanoi encontré mi salvación.
Después de visitar aquella emisora...

...Kim-Ly cambió mi vida.

Me gustaría contaros la historia.
Pero tan acostumbrado quedé a ser entrevistado...
...que no hablo a no ser que me pregunten.

16 de agosto de 2016

BICHOS

La pasión puede nacer en cualquier lugar.
Y a veces llega con patas y antenas.

Me disponía a echarme en la tumbona con la novela que llevo en danza, cuando me percaté de que ya había un individuo en ella.
Era un saltamontes de un saludable color verde que parecía estar la mar de cómodo allí. 
Dado que hoy en día llevamos el móvil a todas partes, aproveché para sacarle este primer plano. 
Tan contento quedé por lo favorecido que había salido, que eché un vistazo a mi alrededor por si encontraba otro bicho que se prestara como modelo para mi cámara.

Y tuve suerte, porque allí mismo, en la piscina,  había alguna que otra avispa sedienta.
En el ranking de mis preferencias, la avispa se encuentra muy por debajo del saltamontes, pero no puedo negar que me gusta el estilismo de estos himenópteros. Y esa envidiable cintura...

Esta segunda foto despertó al fotógrafo que hay en mí, y como no podía haber dos sin tres, me dispuse a buscar más insectos.

Encontrar este chinche fue mi perdición, porque salió tan guapo (dentro de lo guapo que puede llegar a ser un chinche) que aparqué el libro y me dediqué de lleno a la nueva pasión para este verano: crear mi bichoteca fotográfica.

Movilicé a la familia para que me avisaran en cuanto apareciera un nuevo animalejo campestre.
 "¡A ver quién encuentra más!"

No tardaron en decirme que había una pequeña mariposa en uno de los cojines de la marquesina.


Me disgustó un poco el hecho de que no fuera tan policromática como sus primas, las mariposas diurnas. Esta parecía ir vestida de piedra, casi de fósil de la prehistoria. 
Después de la foto le di las gracias por el posado y le aseguré que ya la llamaríamos.

Entonces mi sobrino me llamó entusiasmado. "¡Una mantis religiosa!"


He aquí mi insecto favorito. Este ortóptero con look extraterrestre me resulta fascinante. Se le puede definir como el fatal bichicida que a su amante le quita la vida. 
No puede existir otro ser tan repulsivamente bello, tan zombi, tan devoto del hambre, tan sigiloso y perverso. De la Naturaleza... es un trágico verso.

Como resultó que mi pasión se tornó contagiosa, mis hijos y sobrino se mostraron entusiasmados ante la idea de  buscar más insectos  adentrándonos en el monte.

Y así fue como conocimos a este escarabajo


Por más que lo intenté, en ningún momento se prestó a que le fotografiara de frente. Debía de ser un gran celoso de su anonimato.
Si me especializara en fotografiar coleópteros tendría trabajo para toda la vida pues existen unas 375.000 especies distintas (!!!)
Al levantar una roca surgió este amigo. Yo siempre lo he llamado miriápodo, pero sé que tendrá un nombre más específico: milpiés, o ciempiés. Es totalmente inofensivo, no como su prima, la escolopendra, que tiene una picadura muy dolorosa.


Cuando se siente en peligro, este singular bicho se enrosca hasta formar una bola con su caparazón.  Leo en internet que vive en la Tierra desde hace millones de años, que los machos se pueden convertir en hembras, que bebe a través del ano y que cuando les falta comida se alimentan de sus propios excrementos. Ahora entiendo por qué se les llama cochinillas.

He dejado para el final las fotos más emocionantes de esta aventura fotográfica. 
Completó mi bichario personal una araña. 
Las pobres arañas se llevan la fama de malas. Son como las villanas de las películas.

Descubrimos primero su cueva, su casa trampa, un embudo hecho de tupida telaraña.
Pero no parecía tener intención de darnos el gusto de asomar. ¿Sería una telaraña abandonada?
Hasta que aprovechamos que una imprudente hormiga pasaba por allí para hacerla caer en la tela.
Y entonces apareció.


Sí, me faltó poco para soltar la cámara y salir corriendo.

Y aún encontramos más, pero como presiento que a más de uno le está picando todo el cuerpo, saco el cartel que conviene mostrar.

THE END

Nota: Ningún insecto fue dañado en la realización de este reportaje. Ni siquiera la hormiga que "accidentalmente" cayó en los dominios de la araña. 

Fue lista y supo escapar a tiempo.



8 de agosto de 2016

MAZINGER Z Y LA FIEBRE POR LOS ROBOTS

¡Hola, gente!

¿Cómo llevan ustedes el verano? Bien, ¿no? 

Yo he pasado unos días en Petrel, en el Hotel Cabrerator. He disfrutado del cariño y las buenas artes culinarias de Mamá Diablo, que es algo que siempre viene muy bien.

Además recibí una visita muy especial. 

Después de aquel primer encuentro blogger hace cinco años en Valencia, mi querido amigo Peibol vino a pasar un par de días al Hotel y conoció a parte de mi familia.

Entre otras muchas actividades pudo contemplar el famoso templo egipcio de Fran

También estuvimos en Marruecos sin llegar a salir de España, pero esto es algo que contaré en otra ocasión.

Una de las grandes cosas de volver al lugar en el que tantos años viví, es que siempre encuentro ocasión para rebuscar entre el montón de recuerdos de infancia que hay por allí guardados. 
Esos mágicos viajes  en el tiempo...

Hoy os voy a presentar una colección de robots. No son robots de metal, claro, sino de papel, unos "brutos y monstruos mecánicos" que Tomás y yo, siendo niños, nos afanábamos en crear.

Los dibujos los hacíamos en la parte en blanco de un rollo de empapelar paredes que nuestra madre nos permitió utilizar. Después los coloreábamos, los recortábamos con cuidado y el último paso era pegarlos en la pared de nuestra habitación.

El hobby nos resultaba tremendamente divertido, y tan productivo que una de las paredes se cubrió por completo, de un lado al otro y desde el suelo hasta el techo. Era impactante entrar y ver semejante ejército multicolor, y aún recuerdo la satisfacción que nos producía, todo lo contrario que a nuestra abuela, que aquello le parecía un horror.

Aún hoy, cualquier mención a Mazinger Z nos retrotrae a aquellos sábados por la tarde en que, fascinados, nos sentábamos a ver aquellos dibujos animados japoneses. Inmediatamente después colocábamos en la puerta de nuestro cuarto un cartel de "NO MOLESTAR" y dábamos rienda suelta a nuestra imaginación para seguir "fabricando" robots.