14 de diciembre de 2022
POM POM
15 de noviembre de 2022
MONTONCITOS BAJO LA ALFOMBRA
A veces duermo tan profundamente que despierto empapado en petróleo.
***
¿Te imaginas qué bonito sería tener un novio astronauta?
Saber que puede ir a Marte y venir a amarte...
***
"Mamá, léenos otra vez ese cuento del príncipe y la princesa".
"Había una vez..."
"Pero sáltate el final, ¿eh? – dijeron las pequeñas perdices- que nos da miedo."
***
El dueño de la tienda de robots está que echa chispas.
-¡Llevo tres semanas sin venderos ni a uno solo!
-Es que somos de una gama inferior.
-¡Tonterías, a partir de ahora tenéis que poneros las pilas!
***
"¿Cuál es el verbo?"
"Corrían"
"Muy bien, ¿y qué es "velozmente"?"
"Mmm, ¿el adverbio?"
"Eso es. ¿Y qué son "Juan" y "perro"?"
"Son... son... ¡No me acuerdo!"
"¡Sustantivos!"
"¡Ayyy, es que soy muy malo para los nombres!"
***
Los humanos los llaman eclipses.
Pero no son más que cortes técnicos para cambiar bombillas.
***
Nunca
se percató nadie de que aquel retrato de la doncella era tan
realista que cuando un hombre joven lo admiraba se intensificaban sus
carmesíes.
***
Aunque parezca mentira en el infierno no funciona el agua caliente.
Lo pasas fatal en la ducha.
***
Cuando empecé a estudiar música no le encontraba ningún aliciente. Tanto solfeo, tanto solfeo...
Hasta que llegó lunabella.
***
(Dos loros en una jaula)
"Oye, ¿tú entiendes lo que dices?"
"Lorito guapo..., lorito guapo..."
"Vale. Me temo que soy un prodigio."
***
- Y díganos, señor Descartes, ¿ha viajado usted mucho?
- A ver, que pienso... Lugo Egipto. ***
Soñó que se iba a la cama sin cenar siquiera, y que se desvestía muy despacio y muy cansado porque trabajaba muchas horas al día, y que en el autobús de vuelta a casa había estado pensando en todos los papeles que su jefe le dejaba encima de la mesa cada tarde desde que llegaba temprano tras comer en aquel bar de los filetes empanados que no sabían a nada, y que tendría que dejar el trabajo de la mañana al que debía acudir tan temprano que a veces se dormía y soñaba.
Soñaba que se iba a la cama sin cenar siquiera, y que se desvestía muy despacio y muy cansado...
30 de octubre de 2022
EL GUARDIÁN DE LAS PALOMAS
Estaba decreciendo la tarde y Fran y yo nos habíamos sentado a charlar a la sombra de una morera. Siempre es agradable sacar a colación algún recuerdo vivido en el lugar donde pasamos toda nuestra niñez y juventud.
De los cuatro hermanos, Fran es sin duda el que más nos sorprende con su prodigiosa memoria, no sólo por la colección de historias propias que irá sacando en conversaciones como si las tuviera siempre a flor de piel, sino porque también es capaz de matizar y aumentar las nuestras hasta hacernos reír por la fascinación que eso nos produce. A veces pienso que todos nos dedicábamos a vivir sin más, pero él, además, iba haciendo fotografías mentales y archivándolas para el futuro.
Esta vez me hizo pasear por un recuerdo de su niñez que le quedó grabado con fuerza y que yo desconocía totalmente.
Sucedió en un época familiar muy difícil: nuestro padre empezó a tener dolores en las piernas y se tuvo que someter a continuas pruebas médicas de todo tipo hasta dar con el diagnóstico: polioneuritis. Como la cosa era bastante seria (las células no se le regeneraban) fue trasladado al Hospital de la Paz de Madrid.
Antes de marcharse nos dio instrucciones a todos. A mí, por ser el hijo mayor, me pidió que ayudara siempre a mi madre y que cuidara de mis hermanos.
A Fran, que tan sólo tenía 7 años, le dijo: "Como he visto que te gustan mucho las palomas, ocúpate de que no les falte nunca comida y agua".
Detrás de la casa tenemos un corral grande por el que pasaron multitud de animales diferentes pero en aquel momento sólo había palomas. Si yo tuviera que responder cuántas había hubiera dicho que no más de cuarenta, pero Fran me asegura que eran muchas más de cien. Y si Fran lo dice...
Que a mi hermano le llamaban la atención aquellas palomas no cabe duda alguna. No sólo es que les puso nombres a todas, sino que también sabía cuáles eran pareja y reconocía a sus crías. Además tenía un cuaderno en que las dibujaba con una perfección impropia de un niño de esa edad.
-¿En serio que les pusiste nombre a todas?
-Aún me acuerdo de algunas: Magaño, Peterina, Senderina, Blanquita...
La estancia de nuestro padre en Madrid se prolongó más de lo esperado y nuestra madre empezaba a pasar verdaderos apuros económicos. Ni mi hermano Tomás ni yo, en plena adolescencia, fuimos realmente conscientes de la seriedad del momento, pero Fran, tan observador e inteligente veía el apuro en la cara de nuestra madre, que todas las noches, una vez que todos nos acostábamos, se sentaba ante la máquina de coser y se quedaba allí hasta terminar la faena que iba recogiendo de algunas fábricas de zapatos.
-Como la máquina estaba en mi habitación- me contaba mi hermano- yo la veía cosiendo y me dormía con el runrun del motor.
Con aquella máquina nos llegó a hacer ropa para los cuatro e incluso, al no haber dinero para comprar carteras para el colegio, pudimos llevar los libros en unas bolsas de tela que nos confeccionó a modo de bandolera. En mi primer año de instituto iba yo, un poco avergonzado al principio, con una de color verde, pero nadie se metió conmigo y terminó pareciéndome la cartera más cómoda que jamás he llevado.
-Yo era consciente - me contaba Fran- de que la mamá estaba agobiada intentando ahorrar al máximo, así que cuando empezó a acabarse el pienso para las palomas me daba apuro tener que pedirle que comprara más. A veces tardaba en hacerlo y yo no sabía si era porque se le olvidaba o porque era un sobreesfuerzo el tener que gastar en aquello. El caso es que cuando traía era muy poca cantidad y se acababa pronto, y yo, la verdad, lo pasaba mal con aquella situación.
Puedo imaginar a mi pequeño hermano sufriendo ante la impotencia de no alimentar lo suficiente a las palomas, tal y como mi padre le había pedido, y de no estar en su mano el poder llevar a cabo la misión de la forma en que le hubiera gustado.
-¿Y qué hiciste entonces?
-Pues como hubo un tiempo en que el papá permitía que las palomas salieran del corral y volaran por el campo, yo había observado qué plantas les gustaba picotear así que cuando podía les metía en el corral aquellas hierbas y semillas. Y también, de vez en cuando, cogía de la despensa un puñado de arroz o de lentejas y se las llevaba. Pero, claro, aquello no era suficiente.
Sin embargo el mayor apuro vino por un suceso inesperado.
-Yo no tenía que ocuparme del agua en realidad. Las palomas tenían un bebedero grande que se mantenía a buen nivel a través de una manguera de jardín instalada para que en cuanto el nivel descendiera se volviera a llenar, así que agua no les faltaba nunca.
>>Pero un día, al salir del colegio, fui a observarlas y una de ellas, un macho que tenía el plumaje negro y el buche azulado se acercó a donde yo estaba. Te aseguro que nunca había visto una paloma que me mirara directamente a los ojos. Y no solo eso, es que abría mucho el pico, como si me quisiera decir algo. Noté que esa paloma actuaba de una forma nada común, como si tuviera un problema y hubiera venido a mí sabiendo que yo era el único que podía ayudarla.
>>Entonces se me ocurrió mirar el bebedero... ¡y estaba seco! ¡No quedaba ni gota de agua! Parece ser que había estado por el campo el tío Pepe y seguramente cerró el grifo.
(Nota: "el tío Pepe" era un hombre que venía a cavar la tierra y a regar de vez en cuando)
>>Fui corriendo a abrirlo y cuando les llegó el agua, las palomas se abalanzaron al bebedero con desesperación. Se pisaban unas a otras. No sé el tiempo que habían estado sin poder beber. Seguramente fue más de un día. Entonces entendí que la paloma tenía el pico abierto porque estaba muerta de sed y que no tuvo miedo alguno en acercarse a suplicarme: "Haz algo, que no podemos más".
-¿Te acuerdas del nombre de aquella paloma?
-No, pero recuerdo muy bien su aspecto.
-¿Y cómo terminó toda esta historia?
-Pues un buen día llegó un furgón del que bajaron dos hombres con sacos grandes de rafia. Entraron al corral y empezaron a atrapar a las palomas y a meterlas en los sacos. La mamá me dijo que las había vendido, que lo había hablado con el papá y estaban de acuerdo. Yo estaba aturdido, no me esperaba ver cómo a toda prisa las hacían desaparecer en aquellas bolsas y cómo se las iban llevando hasta no dejar ni una.
>>Durante mucho tiempo me dio una pena tremenda pasar por el corral y verlo vacío. Aún hoy me acuerdo de aquello y siento pesar.
Nuestro padre se recuperó por fin de aquella enfermedad y, para alegría de todos, volvió a casa.
Dos años después Fran pidió permiso para hacer algo en el corral. En su interior hay dos compartimentos cerrados en los que las palomas, a través de una pequeña abertura triangular, entraban para anidar. Limpió uno de ellos y allí dentro volvió a hacer una proeza impropia de un niño: un templo egipcio fascinante, como ya conté en el blog.
- ¿ Y le constaste al papá todo esto de las palomas cuando volvió?
-Imagino que sí, que en alguna ocasión se lo contaría.
De todas formas hoy quiero conservar aquí aquellos recuerdos y así poder dejar por escrito dos cosas importantes:
A mi madre, que siempre has sido y serás nuestra heroína, la mujer más maravillosa del mundo.
Y a mi padre, el otro gran luchador de nuestra familia, que supiste elegir muy bien al más apropiado protector del corral, aquel niño obediente, inteligente y sensible que fue el mejor guardián de las palomas.
30 de septiembre de 2022
GEOGRAFÍA: DEL ROMANCE A LA PASIÓN.
Si entro en la máquina del tiempo que tengo en la azotea, puedo verme en clase de Geografía con don Antonio, cuando estudiaba 8º de EGB.
Por aquel entonces no era una asignatura que me gustara especialmente. Me aburría bastante tener que memorizar los afluentes del Duero o del Ebro que, además de ser demasiados, tenía uno que recordar los que llegaban por la derecha y los de la izquierda. ¡Toma ya! Y además estaban las cordilleras, los ríos, los cabos, los golfos... ¡parecían no querer acabarse nunca!
Reconozco, sin embargo, que la cosa cambiaba si había un mapa de por medio. Las cosas vistas sobre un mapa tenían un atractivo mucho mayor.
Los mapas me han fascinado desde siempre, sobre todo aquellos con mucho colorido en los que se diferencian bien los países, o las provincias o las cordilleras...
Con la geografía me ha pasado como con las lentejas, que de niño las miraba con cara de pocos amigos y ahora me parecen una delicia para los sentidos.
En los últimos años he ido descubriendo una motivación especial ante el estudio de datos geográficos de todos los países del mundo.
La cosa empezó con un reto que me autoimpuse en unas vacaciones de verano: aprenderme las capitales de todas las naciones. Dado que la cosa resultó más peliaguda de lo que imaginaba, se me ocurrió hacer tarjetas con el nombre del país por un lado y la capital por otro. Más tarde lo perfeccioné utilizando cinco colores de cartulina distintos, para diferenciar los continentes. Conservo esas tarjetas dentro de una bonita caja que diseñé para guardarlas.
Una vez conseguido el reto con suma satisfacción, se me ocurrió que sería digno de elogio reconocer las banderas de los 195 países del mundo, y ni corto ni perezoso volví a hacer fichas para ir repasando una y otra vez.
Y una vez metido en esta ilusionante dinámica, me entró la fiebre por crear un juego de mesa.
Tenía sus dados, fichas para hacer el recorrido y banderines de colores según los logros obtenidos. Servía en principio para repasar capitales, banderas y situar todos los países en el mapa. Después fui añadiendo los más altos montes y los ríos más largos del mundo.
Al ser el tablero de un tamaño poco manejable (tiene tres paneles) no me resultaba cómodo para estudiar, así que confeccioné otro de una sola pieza que también sirvió de juego.
Tras las capitales, las banderas y las localizaciones, ¿qué me resultaba atractivo de aprender? Pues la silueta de todos los países. Otras 195 fichas para familiarizarme con sus contornos.
Por supuesto, todas las fichas tienen su propia caja porque además de la geografía me gustan las manualidades. ¡Y el orden!
... no me queda más remedio que llenar sus páginas con las fichas de todos los países en orden alfabético.
Y todavía sigo con ganas de aprender muchos otros datos y tengo en mente un par de divertidas ideas para compartir con familiares y amigos.
18 de agosto de 2022
NARANJAS DE LA CHINA
Fue el único tren que llegó con retraso. Aquel día no se lo vio por el andén de Yarmouth, ni en ninguna otra estación del país. Apareció casi un siglo después de lo esperado.
Todos coinciden en que probablemente sea el período más complejo de estudiar: el elefantino, que comienza cuando las ciudades pasaron de sedentarias a nómadas. La nueva legislación mundial de fronteras y los complejos seguros de vida serán siempre la mayor pesadilla para los estudiantes de Historia.
Los mamíferos eligieron al león como su representante legal, y el águila lo fue para las aves. Pero, para disgusto de ambos, para las convenciones mundiales del reino animal fue elegido un reptil: la serpiente.
-Continuamos... Este es Miguel de la Paz, hijo de Manuel I de Portugal e Isabel de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Durante su nacimiento, en agosto de 1498, Isabel murió en el parto. El hijo hubiera heredado la monarquía hispánica por parte de madre y la corona de Portugal por el lado paterno. Lamentablemente el pequeño Miguel murió antes de cumplir los dos años, y con él la posibilidad de que la península se unificara bajo un solo gobierno, que...
28 de julio de 2022
EL ÚNICO UNICORNIO
22 de junio de 2022
UNA HISTORIA CON MUCHA HISTORIA
28 de mayo de 2022
EXPRESIONES ADOPTADAS
HERMANOS:
Cierta vez íbamos mis hermanos y yo caminando hacia el colegio cuando nos encontramos un folio en el suelo. Por el motivo que fuera nos llamó la atención y al cogerlo vimos que era un examen corregido. En la esquina superior derecha la maestra (siempre pensamos que fue una maestra) había escrito en rojo y con letra firme: “Muy mal! Muy sucio!”
La verdad es que la caligrafía era horrible, con letras grandes y líneas torcidas, pero esa valoración nos pareció muy cruel y enseguida nos solidarizamos con el desconocido niño. Dimos por hecho que aquello lo habría puesto triste y de mal humor, hasta el punto de querer deshacerse del examen.
El caso es que nunca olvidamos aquel momento, y la anotación en rojo se hizo tan famosa que pasó a formar parte de nuestras expresiones comunes.
-¡Anda! Se me ha olvidado traerte el libro que te dije.
-¡Muy mal! ¡Muy sucio!
…
-¿Donde están las pipas que había en la despensa?
-Ya nos las hemos comido.
-¿¡Todas!? ¡Muy mal! ¡Muy sucio!
AITANA:
Aquella vez escuchamos a la pequeña Aitana decir: “Y de repronto...”
Estaba explicándonos algo que le había ocurrido, y queriendo decir “de repente” debió de colarse en su cabeza “de pronto” y le salió ese mezclijo que particularmente me parece perfecto.
La expresión nos hizo tanta gracia que la utilizamos muchas veces.
-Hacia muy buena mañana y nos íbamos a la playa, pero se puso a llover.
-¿Así, de repronto?
-De repronto y sin avisar.
…
-Qué rabia me dan los perros que están tranquilos y empiezan a ladrar de repronto.
PAPÁ:
Cuando mi padre está especialmente contento es muy habitual que dé una fuerte palmada y se ponga de inmediato a frotarse las manos mientras camina y exclama: ¡Matildita, Matildita, Matildita!
¿Que quién es la tal Matildita? No existe (que yo sepa). Es su particular forma de expresar “¡Ay, qué bien va todo!”
Esos arrebatos de felicidad tienen a veces una breve continuación que dice:
"¡Matildita de Aragón!
¡Matildita de Aragón!
¡Eres una chica guapa
tan bonita como yo!"
Siempre acompañado de un enérgico frotar de manos, no lo olviden.
Pues bien, misterios de la genética, el dar una palmada y ponerse a caminar cuando está eufórico es también habitual en mi hijo, que no nombra a Matildita, pero ya me apresuro a hacerlo yo como si doblara la escena de una película que conozco muy bien.
“¡Matildita, Matildita, Matildita!”
Y así, “Matildita de Aragón” también forma parte de las expresiones de esta familia.
SAMUEL:
Hablando de mi hijo, nos solemos reír mucho cuando prueba un plato nuevo y mientras lo saborea nos mira uno a uno y finalmente exclama: ¡Esto no es normal!
No dice “¡qué bueno está!” ni “¡qué rico!”, su sello de identidad ante los deleites del paladar es: “¡Esto no es normal!”
Una vez, en un restaurante de Albarracín nos sacaron como postre pastel de queso de cabra. Dejé que lo probara primero y al ver que ponía los ojos en blanco dije “¡Qué! No es normal, ¿no?”
Efectivamente su frase ha trascendido de tal manera que cuando algo nos gusta mucho ya todos decimos “¡Esto no es normal!
MAMÁ:
¿Quién no ha tenido alguna vez esa necesidad urgente, inaplazable e ineludible de ir al cuarto de baño? Mi madre tiene muchas anécdotas divertidas de algunos momentos comprometidos que le ha tocado vivir al respecto. Pero lo que más gracia me ha hecho siempre es que ella llame a esa situación: “surgir un preciso”
A mí esa expresión me parece de altura, casi de literatura del Siglo de Oro. Diría que podría existir algún soneto de Quevedo hablando de esto, pero como sé que no lo voy a encontrar, mejor me lo invento:
Con rodilla en tierra por sellar compromiso
y su amada aguantando el “sí” entre los labios
Aún lo culparon de crueles agravios
al correr apurado por surgirle un preciso.
Ni que decir tiene que cuando alguien sale corriendo de repente (o de repronto como diría Aitana) comentamos que hay muchas posibilidades que le haya “surgido un preciso”
TOMÁS:
Mi hermano Tomás pasó muchos fines de semana de su adolescencia disfrazado de sioux. Durante mucho tiempo ambos sentimos verdadera pasión por los indios americanos, (VER) pero lo suyo llegó a ser casi un modo de vida.
Una vez iba por el campo con un atuendo que con mucha maña le hizo mi madre, con sus flecos en mangas y perneras, su penacho de plumas, su collar de bulbos secos, su arco y flechas en el carcaj... y una mirada de pocos amigos.
Una señora muy mayor que teníamos de vecina en el campo de enfrente lo vio de lejos y se acercó a la verja para hablar con él.
-¡Oye! -le llamó- ¿Sabes quién pareces?
Tomás se quedó esperando a que le dijera algo más.
-¿Sabes quién pareces? - repitió.
-No, quién- quiso saber
-¿Quién pareces?
-No sé… ¿quién parezco?
-¿Quién pareces?
Sólo con el tiempo dedujimos que lo que aquella señora quería preguntarle es “¿Sabes a quién quieres parecerte?” o lo que es lo mismo: “¿De qué vas disfrazado?”
Pero nosotros, que de todo sacamos chirigota, hemos ido repitiendo hasta el infinito aquel diálogo de besugos.
“¿Sabes quién pareces?”
“¿Quién?”
“¿Quién pareces?”
“¿Quién parezco?”
“¿Quién pareces?”
***
Seguro que tú, querido lector, también dices algunas expresiones que son exclusivas de tu ámbito familiar. Si es así, me apetece emular a los YouTubers diciendo:
“¡Déjamelas en los comentarios! Y si te ha gustado dale al like, suscríbete y comparte con amigos.”