Se me ocurrió trazar una línea recta sobre un mapamundi, una línea que lo atravesara horizontalmente de un extremo al otro, pasando exactamente por la ciudad de Yecla. De ese modo podría estudiar qué lugares de la Tierra se hallan en el mismo paralelo.
Interesante, ¿verdad?
Les invito a hacer un viaje alrededor del mundo partiendo desde mi hogar y volando hacia el este para volver al mismo punto por el oeste. ¿Se apuntan?
Para ello es necesario un vuelo supersónico que aconsejo hacer con capa roja, al estilo supermanesco, para que sea más eficaz.
Ya no me entretengo más, sígame todo el que quiera.
Cuando alcanzo una altura aproximada de 7.000 metros aprieto los puños y salgo disparado hacia oriente para sobrevolar el Alto Vinalopó, donde distingo Villena. Sin apenas darme cuenta ya estoy saliendo al mar Mediterráneo, porque qué le voy a hacer si yo....
Creo que he pasado exactamente entre Altea y Benidorm.
Inmensidad inabarcable a la vista, con destellos azules y verde esmeralda. Y pensar que por estas aguas navegaron egipcios, fenicios, griegos, romanos…
Cerdeña ante mis ojos, planeo sobre su zona sur y de inmediato atravieso Calabria, la punta del zapato de ITALIA. Una franja de mar muy azul, el Adriático, me da paso al Peloponeso, provincia de GRECIA. Si me desviara un poco al sur sobrevolaría el Partenón.
Ya estoy viendo el mar Egeo, salpicado de centenares de islas, las Cícladas.
He llegado a ver despegar un minúsculo avión desde la isla de Mykonos. Yo vuelo mucho más alto.
Se acaba el mar y me adentro en la vasta TURQUÍA. Durante este recorrido longitudinal puedo ver multitud de ciudades: Denizli, Burdur, Isparta, Konya... y una gran cantidad de lagos por todas partes.
En estos momentos estoy pasando sobre Batman, y no me refiero al superhéroe sino a una ciudad turca.
El brillo del lago Urmia es la señal de que ya estoy sobre IRÁN. Poco más allá está Rasht, ciudad al borde del Mar Caspio, que no es un mar en realidad, sino el lago más grande del mundo.
Irán se queda pronto atrás para dar paso a TURKMENISTÁN, UZBEKISTÁN y TAYIKISTÁN, esos países tan, tan, tan… ex soviéticos.
Y de repente… ¡Zas! ¡CHINA! La mítica China que recorrió Marco Polo. Ahora sí empiezo a sentirme en la verdadera Asia.
Habremos de apretar bien los puños (levantar el izquierdo es opcional) para aumentar la velocidad y atravesar el país más poblado de nuestro planeta. Pasaremos sobre Xingyang, Nei Mongol y el mismo Pekín, la enorme ciudad milenaria. Qué maravilla de valles y de montañas, la mayoría nevadas.
Me encuentro de golpe con un nuevo mar, el Amarillo (que es tan azul como los demás) para casi acto seguido pasar entre las dos COREAS, la del Norte y la del Sur. Curioso que estas dos naciones, pese a ser hermanas siamesas, no se parezcan en nada en absoluto. ¡Si ni siquiera se hablan!
¡Oh, visión fascinante! Allá abajo está JAPÓN, rodeado del mar que lleva su nombre. Y qué pronto lo he dejado atrás tras pasar Niigata, en la costa oeste y Fukushima, de aciago recuerdo, en el este. Por un momento me he sentido como un piloto de la Segunda Guerra Mundial.
No más tierra a la vista. Empieza un viaje de más de 8.000 kilómetros sobre el Océano Pacífico. Creo que podría emborracharme de la belleza de esta inmensidad azul.
Atravieso simultaneas bolsas de aire frío y caliente y en la distancia, entre amenazantes cúmulos negros como rabiosos gigantes que surgieran del mar, veo un espectacular juego de luces blancas.
Siento una gran alegría al ver surgir América ante mí. Puedo imaginar mejor que nunca lo que vivieron Colón y toda la tripulación de las carabelas.
Hago una entrada triunfal sobre las tierras de California, justamente sobre la ciudad de San Francisco.
Es el momento de atravesar todo ESTADOS UNIDOS en el orden inverso al que hicieron los colonos del siglo XIX, soñando con la conquista del Oeste.
Prepárense para ver Nevada, Utah, Colorado, (dejando más al sur su capital, Denver) Nebraska, Iowa… Grandes praderas, desiertos, ciudades más o menos populosas y ríos que parecen no querer acabar nunca, especialmente el Mississippi.
Sobrevuelo la ciudad de Chicago, en el estado de Illinois, al borde del lago Míchigan y paso por la frontera de otros tres estados: Míchigan al norte e Indiana y Ohio al sur.
Ya en plena costa este me encuentro con Pensilvania y vuelve a aparecer el mar. Casi en la orilla, Trenton, capital de Nueva Jersey. Si me hubiera desviado unos 100 kms al norte habría sobrevolado la ciudad de los rascacielos.
El Océano Atlántico me da la bienvenida. Al otro lado me está esperando Europa, pero quedan todavía 3.416 km. hasta volver a ver tierra.
Por algún lugar bajo esta descomunal masa de agua está hundido el mítico Titanic desde 1912.
Descendamos a sobrevolar su superficie a toda velocidad, sintiendo el vapor de agua en el rostro y el gusto salado que deja en las fosas nasales .
Eh, ¿¿qué ha sido eso?? ¡Me ha parecido ver una botella de cristal! ¿Llevaría algún mensaje dentro? Al menos era de cristal. No quiero ver plásticos. ¡Ni uno!
¡Ah, miren, aquellas islas de allá son las Azores! Voy a colocarme bien para entrar justo por la nariz de PORTUGAL, más o menos a la altura de la bella Lisboa.
Ya estoy de nuevo en ESPAÑA, en la provincia de Badajoz. Atravieso Ciudad Real, pasando por Puertollano (me acuerdo de Don Quijote y de Sancho) y sobrevuelo la Sierra del Segura para entrar nuevamente en el norte de la provincia de Murcia y llegar a Yecla.
¡Hogar, dulce hogar!
Toda una experiencia, ¿verdad?
Señoras, señores, espero que hayan disfrutado de esta vuelta al mundo en 8 minutos.
Con su permiso voy a meter los puños en agua caliente porque no puedo abrir las manos.