Es
muy sencillo, sólo tienes que imaginar.
Imagina por un
momento que se te ocurriera una idea excelente que sirviera para ayudar a
muchísimas personas.
Imagina que cuanto
más estudiaras esa idea, más te convenciera de que no tenía fallos y que era
completamente factible.
Imagina que, con la lógica ilusión, quisieras
transmitir ese gran proyecto mental para que se pudiera poner en práctica.
Y ahora,
finalmente, imagina...
... que nadie te
hiciera caso, que no encontraras a quienes se tomaran interés por escuchar tu
idea para hacerla realidad, que dedicaras muchos años de tu vida en intentar
que se llevara a cabo, porque sabes que acabaría con multitud de problemas, y a
pesar de ello no consiguieras que se te abrieran las puertas de los que podrían
hacerla funcionar.
Piensa, ¿cómo te
sentirías?
Hoy, disculpadme de
antemano, voy a utilizar este blog para
escribir algo completamente distinto a lo que ha venido siendo habitual hasta ahora, y además sin el tono jocoso que tan a menudo muestro.
No se trata de ningún
asunto grave, pero sí algo serio que me gustaría compartir y hacer saber a
cuanta más gente mejor.
En realidad no tengo
mucha fe en que vaya a servir de algo,
pero sí lo hago convencido de que al
menos hay que intentarlo, que un blog es como una puerta abierta en una calle por
la que transita mucha gente, y entre esa gente podría casualmente detenerse alguien que por fortuna escuchara y
estuviera en su mano entrar a ayudar, bien por sí mismo o porque conociera la forma de hacer llegar
el mensaje a quienes corresponde. Aunque el problema ya no está en que sea
escuchado, sino en que haya verdadera voluntad por atenderlo y estudiarlo.
Esa brillante idea
-de la que hablaba al principio como en un supuesto- es un plan económico muy
estudiado, y no por mí, sino por mi padre. Y ahora no estoy hablando de algo imaginado sino real.
Mi padre, actualmente
jubilado y viviendo en Colombia, desde
donde se animó a escribir en su propio
blog, fue empleado de banca en los años
80. En aquellos años de trabajo observó,
y voy a utilizar sus propias palabras porque nadie mejor que él mismo para
explicarlo:
"...veía
diariamente las caras de angustia de mis paisanos, que por falta de liquidez de
sus clientes, les era devuelto en ventanilla el cheque o cheques que pretendían
cobrar y que sin duda era el único recurso del que disponían generalmente para
poder atender sus compromisos".
Eso le llevó a pensar
en una fórmula que evitara esos impagados tan frustrantes que llegaban a arruinar
a mucha gente. Recuerdo haberle escuchado hablar una y mil veces de aquel concienzudo
plan, de aquella maravillosa solución que tenía en mente, estudiada hasta el
último detalle, y recuerdo lo mucho que se movió para darlo a conocer. Conservo
todavía la grabación de una entrevista que llegaron a hacerle en la radio, en
la que yo le escuchaba hablar y hablar sin entender ni jota de lo que decía,
pero pensando "¡Jo, qué listo es mi
padre!"
"Lo curioso de
mi Plan, - ha insistido siempre - es su
sencillez, como suele ocurrir con todas las cosas perfectas, y además podía ponerse en práctica casi de
inmediato, sin necesidad de medidas coercitivas y sin tener que hacer cambios
sustanciosos en las infraestructuras administrativas actuales”
Y además….
"Al hacer un
análisis en profundidad sobre el tema, me di cuenta de que al aplicar mi Plan
se conseguirían otras muchas ventajas que surgirían como consecuencia de la
bondad del mismo. Me estoy refiriendo nada menos que a la anulación del
problema de financiación de las empresas en casi un cien por cien y la
reducción del costo del producto interior bruto en no menos del 30%"
En alguna ocasión le
pregunté:
- ¿Pero de verdad es
tan bueno ese plan, papá? ¿No habrá algo que se te escape o en lo que no hayas
pensado y que lo echara todo por tierra?
- No, hijo, es tan
sencillo y veraz como que dos y dos son cuatro. Sólo haría falta la voluntad de
querer ponerlo en marcha.
- Pero entonces, si tan
eficaz fuera ya se le debería haber ocurrido a algún economista del país, ¿no
crees?
- Así debería ser en
teoría, pero no olvides que muchas grandes ideas han surgido de la mente de
personas normales y corrientes, incluso algunos
grandes descubrimientos nos han podido llegar por alguna observación
casual de gente que no necesariamente tuviera una formación académica. Se
tiende a pensar que los problemas complejos han de tener una solución difícil,
y sin embargo no tiene por qué ser así. La solución puede ser sencillísima,
pero hay que saber verla, o encontrarla, o incuso descubrirla por un azar.
Y mi respuestas es,
¿y por qué no?
El caso es que, pese
al lógico desánimo por haber sido ignorado una y otra vez, por haber recibido el
silencio como única respuesta, estos últimos meses volvió a la carga…
“Desde poco después
de dejar de escribir en mi blog, he estado mandando correos de forma reiterada
a agrupaciones, instituciones, emisoras de televisión y de radio, prensa,
políticos, etc… con la esperanza de que alguno de ellos pudiese interesarse por
mi trabajo. Solo he conseguido por parte del PP una línea diciendo:”
“ Envíe su trabajo
para su estudio si procede”.
Cuando me he negado a
enviarlo, a no ser que yo vaya con él, ya no me han contestado”.
En su última entrada,
mi padre hacía un llamamiento a través de su blog con el mismo (y quizás
inútil) propósito que hoy lo hago yo: el que por uno de esos azares de la vida
llegue esto a alguien que tenga en su mano abrir la puerta.
Sin embargo, después
de unos días eliminó la entrada. Cuándo le pregunté por qué lo había hecho me respondió
que borró la entrada por pura rabia y frustración, porque nadie sabía lo mucho
que estaba ofreciendo, teniendo que casi suplicar que le atendieran, para no
encontrar el apoyo más mínimo.
Así que le pedí que volviera
a publicarla y que la dejara ahí expuesta, que total a nadie hace daño y,
además… nunca se sabe.
Y le prometí que también
yo haría extensible ese llamamiento en mi blog.
Y aquí está.
Quede ahora también
aquí su mensaje:
“¿Habrá alguien que propicie de algún modo el que se me
escuche a un alto nivel para que, tras demostrar todo lo que digo, estemos ya a
un solo paso de salir de lo que equivocadamente llamamos crisis?”
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Mi padre ha cumplido
70 años, lleva más de 30 con este proyecto a cuestas, y esa ilusión por dar a
conocer su plan se mantiene viva.
Me duele pensar el
que quizás nunca le den esa oportunidad y aquella idea, manejada una y mil veces en su mente, deseosa de demostrar todo su potencial, muera un día con él sin haber visto jamás la
luz.
Lo más probable es
que sea esto lo que ocurra.
Pero quién sabe…