He aquí unos extractos de algunos de mis viajes.
.
.
*************************************************************
Aunque sabía que todo aquel prodigio se encontraba por fin ante mí, me mantuve echado sobre la hierba húmeda, aspirando el aire a bocanadas, con los ojos cerrados, esperando el momento en que me sintiera mejor para incorporarme y contemplar en todo su esplendor aquel lugar durante tanto tiempo soñado.
.
Recordé que tenía en un bolsillo las hojas de coca que el indito Don Pedro me aconsejó mascar, pero las olvidé tan pronto como levanté los párpados y mis ojos se inundaron del intenso azul del cielo. El sol brillaba en lo alto pero apenas conseguía calentar y pensé que era necesario moverme.
Recordé que tenía en un bolsillo las hojas de coca que el indito Don Pedro me aconsejó mascar, pero las olvidé tan pronto como levanté los párpados y mis ojos se inundaron del intenso azul del cielo. El sol brillaba en lo alto pero apenas conseguía calentar y pensé que era necesario moverme.
.
Finalmente me levanté para dejar que todo el panorama me invadiera. En ese preciso instante comenzó a soplar una brisa que podía seguirse con la mirada pues iba peinando el mar de hierba que crecía entre aquella impresionante ciudad de oscuros muros y viviendas de piedras milenarias.
Y allí, a 2000 metros de altura, en aquel inmenso “nido de águilas” que en un remoto pasado albergara a decenas de familias incas, tan sólo parecía escucharse el sonido del viento y mi respiración, sobrecogida ante tanta belleza.
.
Finalmente me levanté para dejar que todo el panorama me invadiera. En ese preciso instante comenzó a soplar una brisa que podía seguirse con la mirada pues iba peinando el mar de hierba que crecía entre aquella impresionante ciudad de oscuros muros y viviendas de piedras milenarias.
Y allí, a 2000 metros de altura, en aquel inmenso “nido de águilas” que en un remoto pasado albergara a decenas de familias incas, tan sólo parecía escucharse el sonido del viento y mi respiración, sobrecogida ante tanta belleza.
.
Descendí incontables escaleras talladas en la roca y otras tantas volví a ascender. Anduve por estrechas calles flanqueadas por sólidas construcciones de piedra sobre piedra. Me acerqué tímidamente a medianos muros tapizados de oscuro musgo tras los cuales no había más que insondables precipicios. Me senté en una gran piedra rectangular tallada y colocada en el centro de una plaza y desde allí traté de imaginar cómo consiguieron subir tantas toneladas de piedra hasta aquel pico, cómo pudo ser la vida de aquellos antiguos moradores que un día se marcharon para no volver más.
.
Y sentí la impresión de que la ciudad me observaba a través de los innumerables huecos de sus ventanas.
(En las ruinas del Machu Pichu. Perú.)
**************************************************
- Llevamos 900 kilómetros en este momento – me dijo JL.
- Que en España vendría a ser como estar entrando en Galicia, ¿no?
- ¿Desde Yecla? Sí, más o menos.
- Que en España vendría a ser como estar entrando en Galicia, ¿no?
- ¿Desde Yecla? Sí, más o menos.
.
El sol estaba próximo a ocultarse y se intuía ya una puesta tan espectacular que le había pedido que detuviera el coche un par de veces para fotografiar aquel atardecer. Con el contraste de tan prominentes cactus a contraluz en ese cielo de fuego, había conseguido ya unas tomas espectaculares de las que me sentía muy satisfecho, aunque aún estaba más contento con lo que había logrado en aquella estación de servicio abandonada en la que nos habíamos detenido la jornada anterior.
.
El sol estaba próximo a ocultarse y se intuía ya una puesta tan espectacular que le había pedido que detuviera el coche un par de veces para fotografiar aquel atardecer. Con el contraste de tan prominentes cactus a contraluz en ese cielo de fuego, había conseguido ya unas tomas espectaculares de las que me sentía muy satisfecho, aunque aún estaba más contento con lo que había logrado en aquella estación de servicio abandonada en la que nos habíamos detenido la jornada anterior.
.
Fue después de la interminable carretera en ligero ascenso que nos parecía iba a desembocar en las mismísimas nubes del horizonte y que bromeamos llamándola "Autopista hacia el cielo", cuando llegamos por fin al cambio de rasante que nos mostró, como un nuevo desafío del asfalto, otro larguísimo tramo, tan extenso y escasamente sinuoso que a los ojos nos parecía una serpiente arrastrándose hacia algún escondite del infinito.
.
El paisaje sin embargo empezó a variar y de vez en cuando aparecían unas moles rojizas en la distancia, algunas de las cuales estaban coronadas por pequeñas nubes compactas dando la impresión de que estábamos en tierras de indios y que, por medio de aquellas blancas señales de humo, estuvieran comunicando unos a otros que un par de rostros pálidos estaban atravesando sin miedo alguno su territorio.
.
.
Y entonces apareció aquella gasolinera destartalada en la que no se apreciaban señales de vida y detuvimos el coche en su sombra.
A los dos nos pareció una laguna perdida en el tiempo y el espacio. Oxidados surtidores marcaban cifras ocultas por el polvo, algunos neumáticos usados estaban esparcidos por el suelo, viejos carteles metálicos claveteados en las paredes de un local construido a base de toscos tablones de madera…
Desde una de aquellas paredes sonreía una chica rubia mostrando un refresco con una sonrisa desdibujada.
Desde una de aquellas paredes sonreía una chica rubia mostrando un refresco con una sonrisa desdibujada.
.
Todo era perfecto para dejarlo plasmado en imágenes y, extasiado, perdí la noción del tiempo fotografiando mi propio sueño americano.
(En el estado de Arizona , atravesando la Ruta 66)
************************************************
.
No puedo dormir pese a lo agotado que estoy.
Los retrasos en el viaje se han ido acumulando y cuando por fin me instalan en esta habitación está bien entrada la madrugada.
.
Pero el lugar me resulta tan espectacular que no me es posible conciliar el sueño sin contemplarlo primero detenidamente.
El resplandor de la luna entra por una ventana a mi derecha, la única que no queda oculta por estos altos cortinones de terciopelo rojo. Su luz hace brillar un gran escudo con dagas cruzadas colgado en la pared y el escritorio que descansa a sus pies, al que parece pesarle el tiempo.
Pero el lugar me resulta tan espectacular que no me es posible conciliar el sueño sin contemplarlo primero detenidamente.
El resplandor de la luna entra por una ventana a mi derecha, la única que no queda oculta por estos altos cortinones de terciopelo rojo. Su luz hace brillar un gran escudo con dagas cruzadas colgado en la pared y el escritorio que descansa a sus pies, al que parece pesarle el tiempo.
.
Me levanto de la inmensa cama con dosel- en la que podrían dormir perfectamente 6 personas - y me encamino sobre el suelo cubierto de gruesas alfombras hacia ese resplandor de la ventana que me hipnotiza.
.
Es un paisaje fascinante el que contemplo a través de las vidrieras.
Es un paisaje fascinante el que contemplo a través de las vidrieras.
Hay una claridad lechosa en el exterior, como si estuviera a punto de amanecer. Puedo apreciar el lecho del río en el amplio valle y cómo se acumulan en sus orillas extensos jirones de niebla gris. Me resulta emocionante estar divisando tan bella campiña desde un castillo en el que tengo la suerte de disfrutar de una estancia para mí solo.
.
.
Diría que es una figura humana vestida con una ancha camisa blanca y hasta creo percibir su sombra deslizándose a la par sobre las hierbas que orillan el recorrido.
¿Quién puede estar caminando por allá afuera en noche tan fría? Se me pasa por la cabeza la idea del espíritu de William Wallace vagando sin rumbo.
.
De repente recuerdo que tengo unos prismáticos en la maleta y corro a buscarlos. Mientras lo hago me percato de que mi cama está deshecha en sus dos extremos y me detengo un momento a encontrar una explicación.
De repente recuerdo que tengo unos prismáticos en la maleta y corro a buscarlos. Mientras lo hago me percato de que mi cama está deshecha en sus dos extremos y me detengo un momento a encontrar una explicación.
.
¿Me he acostado por un lado y levantado por el otro? No, estoy seguro de que no. ¿Entonces?
.
.
- ¡Papaaá, a cenaar!
.
La voz de mi hijo me abstrae de mis pensamientos. Me levanto y dejo esa cómoda tumbona que coloqué debajo de la higuera en el campo, el lugar que yo llamo “mi rincón de los sueños”, en el que todos los días encuentro plácidos instantes para pensar.
.
La voz de mi hijo me abstrae de mis pensamientos. Me levanto y dejo esa cómoda tumbona que coloqué debajo de la higuera en el campo, el lugar que yo llamo “mi rincón de los sueños”, en el que todos los días encuentro plácidos instantes para pensar.
.
Jamás he estado en Perú, ni en Estados Unidos, ni en Escocia… No sé si los visitaré físicamente algún día. Ojalá que sí.
.
De momento, estos lugares del planeta, y otros más, algunos muy remotos, los he recorrido con la imaginación, de la forma más sencilla y barata que existe, con la mochila en la cabeza.
.
Es una suerte que me queden tantos otros sitios por descubrir.