Me
llamó la atención desde el primer día en que la vi, cuando entró con
esa larga bufanda de colores chillones que le tapaba la boca.
- Ay,
nene, - me dijo - déjame que me quede esperando aquí, que en la
calle hace mucho frío.
Se
puso a caminar por el salón de juegos y en una de las mesas dejó
caer su bolso, que sonó como si hubiera soltado un ladrillo.
Observé
cómo rebuscaba por él hasta dar con una cajita. La abrió y se
aplicó protector labial. Me sorprendió ver sus uñas, largas y de un potente
color carmín.
- Es
que llevo un rato esperando a las compañeras – siguió diciendo
mientras guardaba la cajita – Y me estaba quedando más tiesa que
la mojama.
Volvió
a acercarse a la puerta y se quedó mirando su reflejo en el cristal,
momento que aprovechó para ahuecarse el pelo mientras canturreaba. Lo hacía con la mano
abierta, levantándolo por detrás y apretándolo con estudiado cuidado por
delante.
Desde
aquella primera muestra de coquetería no ha habido día en que no me
haya sorprendido por una razón u otra.
A
veces viene con una chaqueta vaquera, el pelo cardado y grandes
coloretes rojos que le dan aspecto de haber corrido una maratón.
Otras
veces llega con camisas muy alegres y una gran flor enganchada en lo
alto de la cabeza que termina perdiendo al bailar o queda colgando
por detrás como si la hubiera volcado un vendaval.
Casi
no lo podía creer cuando un día la vi entrar con una minifalda de
cuero y unas medias azules que hacían juego con el azul de sus
párpados.
No
hay quien le gane a moderna, no hay otra, ni de lejos, que se atreva
a combinar la ropa y los colores como lo hace ella. Y además es
evidente que no se siente en absoluto incómoda rompiendo los moldes
de esa manera.
Al
lado de sus compañeras es como el día y la noche, como una amapola
entre rocas grises, como si en un convento se hubiera colado una niña traviesa.
El
colmo de esas muestras de rabiosa juventud ocurrió el otro día,
cuando entré en el salón de baile. Estaba ella sola y la pillé fumando. Al verme se
apresuró a tirar el cigarrillo a sus espaldas y disimuló tan mal
que casi se me escapa la risa.
Le encanta bailar, disfruta contando chistes y es muy habitual verla mascando chicle.
Le encanta bailar, disfruta contando chistes y es muy habitual verla mascando chicle.
No voy a decir su nombre pero en mi lista de favoritos es “la colegiala coqueta”
Acaba
de cumplir ochenta años.
13 comentarios:
¡Claro que sí! Y hace muy bien. Genio y figura...
Iba a decir "qué choni..."; pero cuando me he enterado de que tiene ochenta años y de que fuma ademas, no solo me he emocionao, sino que todavía estoy aplaudiendo.
Besitos.
Mientra leía he creído que se trataba de una jovencita ¡menuda sorpresa! es una mujer adorable que nos toda una lección de vitalidad y espontaneidad ¡vaya con la anciana coqueta! es adorable.
Un besito.
No en vano dicen que es la edad dorada. La chiquilla traviesa que lleva dentro vuelve a salir a la luz. Ja ja ja. ¡Qué maja!
Me gusta mucho este texto.
El personaje que describes inspira mucha ternura, y la forma en que hablas de ella indica que tú también sientes esa ternura.
Me encanta el detalle de esconder el cigarrillo, igualito que una niña pillada in fraganti.
Pero no creo que sea moderna, creo que es atemporal: niña y anciana a un tiempo.
Speedygirl :
Y así que va a ser siempre, que esta forma de ser no se adopta, se nace con ella.
Sara :
Si esto fuera un cole sería de las que haría novillos (o pellas, como dicen algunos y que yo no consigo incluir en mi vocabulario :p)
Un beso, Sara
Montse :
Como supondrás ahora, esa era mi intención. Su personalidad es de chica joven, así que he retartado su forma de actuar para dejar la “foto” de la edad para el final.
Trampas de diablo, ya sabes... ;p
hitlodeo :
Me consta que más de uno la mira como si fuera un bicho raro, pero ella tiene tan claro quién es y lo que le gusta, que es digna de admirar. Muy maja, sin duda.
Ángeles:
Una cosa que olvidé decir es que llama "niñas" a sus compañeras de baile. No puede haber nada mejor que contagiarse de "su juventud", o mejor, de "su tiempo sin edad" ;)
¿80? Mira que no conozco tu edad, pero sea como sea esa enorme cantidad de años no me casa contigo ni con lo que creo de ti de ninguna forma en un colegio, si no fuera tu profesora cuarentona. Vamos, que te echo eso, 40 o así.
Supongo que no coincidisteis en ningún colegio, seguro que fue de otra forma, así que bien sabrás de dónde viene ese apodo cariñoso que le pusiste ^^
Genial. Da igual la edad, romper moldes siempre mola.
¿Te has preguntado alguna vez la razón por la que es así? Mientras leía me imaginaba a una mujer que en su vida pudo ser de dos maneras:
1) Vivió toda su infancia y juventud bajo el yugo de una familia católica que la obligaba a vestir siempre sobria y no le dejaba salirse de lo políticamente correcto y, una vez independizada, decidió ser todo lo contrario.
2) Vivió siempre en libertad, con una familia que aceptaba esa libertad y se lo permitía. Desde niña ha vivido feliz y aceptada en su rareza y afianzando esa personalidad.
Wa, qué mujer más interesante. Que cumpla muchos más.
Holden:
Me ha hecho gracia ver lo confundido que te ha dejado el texto, y por un momento he querido terminar de volverte loco diciendo que tengo 70 años y que la colegiala es mi novia, jajaja. Pero no, mejor te aclaro la cosa.
¿Por qué crees que me llaman "diablo"? Pues porque nací el 6 del 6 del 66. Con esa coincidencia de seises siempre me han mirado con cierta "sospecha". Aplica las matemáticas y sabrás mi edad.
Y con esta señora tan vital coincido casi a diario en mi trabajo: un centro de dia para mayores al que acuden a bailar, a hacer gimnasia, a pintar, a jugar a las cartas...
¿A que ya está todo claro? :D
Misaoshi:
Cualquiera de las dos opciones serían lógicas, desde luego. No he tenido la oportunidad de conversar a fondo con esta mujer. A lo mejor algún dia.
Sí, también yo le deseo muchos más, y así de joviales.
Eso es tener personalidad, y ser fiel a tu estilo aunque tengas 80, ¿qué importa, no? Por otro lado su estilo es muy ochentero, jaja, que vuelve a estar de moda...
Saludos
:D
Ana Bohemia:
Sí, ahora que lo dices, es una ochentona ochentera. ¡Y más chula que un ocho! :)
Bien podrías estar hablando de mi abuela con tu descripción,a sus casi 80 años está como una flor,le encanta bailar,siempre arreglada,haciendo su aquagym casi a diario,su cigarrito de vez en cuando y por supuesto con sus chistes, un tanto picantillos,jajajaja.
Da gusto verlas con tanta vitalidad.
Así es, Jorge, una bendición llegar a tan avanzada edad y seguir pudiendo valerse por sí mismos.
Tengo la enorme fortuna de que mis abuelos vivieron muchos años y los cuatro se fueron yendo de un día para otro, sin dolencias ni largas enfermedades.
Así deberia de ser siempre.
Un abrazo.
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