Cenaba hace unos días con unos amigos en Villajoyosa, ciudad chocolatera por antonomasia, cuando uno de ellos, que es Rico pero no millonario, me dijo de repente:
.
- Oye, JuanRa, ¿tú no ibas a escribir entradas cortas este mes?
- Sí, ¿por?
- Cortas dice… ¡menudas baibols! (baibols=bibles=biblias)
.
- Sí, ¿por?
- Cortas dice… ¡menudas baibols! (baibols=bibles=biblias)
.
¡La leche! Y yo que pretendía que nadie lo notara y no me quedó más remedio que reconocer que me habían pillao.
Y es que, recién comenzado el mes, como supongo recordaréis, el tal JuanRa había asegurado:
.
“…en febrero todas las entradas tendrán un máximo de 500 palabras, que gracias al contador de Word me será fácil cumplir.”
.
Lo gracioso es que cuando lo dijo, él mismo se lo creyó, (¡alma cándida!) Pero ¿le fue tan fácil cumplirlo?
Lo gracioso es que cuando lo dijo, él mismo se lo creyó, (¡alma cándida!) Pero ¿le fue tan fácil cumplirlo? ¡Ja! ¡Qué risa!
Echemos un recuento a esos posts de febrero, que tan corticos prometían ser:
Echemos un recuento a esos posts de febrero, que tan corticos prometían ser:
1) Febrerico el corto (500 palabras. Bueno, hubiera sido imperdonable romper la propuesta nada más nacer)
2) ¡ Escaramuuuch! (701 palabras. Se pasó en 201!!)
3) ¡Es poesía! ¡Y se come! (630 palabras. 130 más del límite)
4) Un carnaval de quita y pon (668. Otra vez excediéndose)
5) De un perro y un bizcocho (966. ¡¡Halaaa!! ¡Casi el doble! Anda que disimula…)
.
2) ¡ Escaramuuuch! (701 palabras. Se pasó en 201!!)
3) ¡Es poesía! ¡Y se come! (630 palabras. 130 más del límite)
4) Un carnaval de quita y pon (668. Otra vez excediéndose)
5) De un perro y un bizcocho (966. ¡¡Halaaa!! ¡Casi el doble! Anda que disimula…)
.
No sé si todos los lectores habéis sido conscientes de que no he podido con mi condición de longanicero. Por eso, y porque ya me he demostrado a mí mismo que padezco incontinencia verbal, el baile de San Vito en los dedos, que me enrollo como las persianas y que no lo puedo remediar, os regalo un frasco de bicarbonato para evitar futuros empachos (lo dejo ahí mismo, a la vista) y hoy, para compensar, echaré mano de un video casero, que siempre es más digestivo.
.
.
Le veréis dando un zapatazo a su madre desde un columpio, molestando a su padre con una pelota, espantando a su tío-tigre, jugando con su primo, soportando cosquillas…
.
.
Hoy Samuel es un espárrago que casi me llega al pecho, por eso mi escena favorita es la del final, en la que era un pajarulo con sólo una semana de vida. Observad cómo le viene un cosquilleo a la nariz de esos que finalmente terminan por hacerte estornudar. Pero durante esos momentos de voy-no voy- voy- no voy, a mí me parece que es como una cría de tortuga preparándose para cantar ópera. Ya me lo diréis.
Y bueno, nada más, sólo añadir que el próximo post (recordad: hay bicarbonato ahí arriba) aparecerá en marzo donde, tal vez, se vuelva a abrir la veda longanicera.
¡Que Dios nos pille confesaos!





















