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En aquellos tiempos era habitual repartir octavillas informativas del lugar y hora en los que se celebrara alguna misa conmemorativa.
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Se le abrieron los ojos como platos. ¿Cómo era posible una casualidad tan grande? No sólo por el hecho curiosísimo de encontrar de nuevo aquel nombre, sino que fuera precisamente entre aquellos libros que habían pertenecido a antepasados eldenses de nuestro padre. ¿Qué hacía allí una citación dirigida a aquella antecesora de nuestra madre que siempre vivió en Petrel?
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Pero lo verdaderamente apasionate del hecho es lo mucho que dio de sí ese papelito para las posteriores pesquisas de Fran.
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Recordó que nuestra abuela Anita le había dicho que Carlota había muerto antes de nacer ella. Si Anita nació en 1902, y en esta citación de 1898 Carlota aún estaba viva, era obvio que ésta debió fallecer dentro de esos cuatro años siguientes antes de nacer su bisnieta.
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Ese acercamiento a una fecha concreta de su fallecimiento, le estimuló a volver a indagar sobre ella. Y así, mi hermano acudió un día al Registro del Juzgado de Petrel para preguntar si podía consultar los libros en los que se anotan las defunciones. Recordemos que sólo tenía 13 o 14 años.
- Consultarlos tú mismo no, porque son libros muy antiguos que no se deben manipular, pero puedes pedirnos que miremos algo concreto. ¿Qué buscas?
Fran se atrevió a aventurar un año.
- Me gustaría comprobar la fecha de fallecimiento de Carlota Sarrió. Mire en 1900.
El encargado sacó de las estanterías el libro concreto y empezó a buscar detenidamente en aquellas grandes hojas de pulcra caligrafía. De repente detuvo su dedo para decir algo que a mi hermano le puso la piel de gallina de pura emoción.
- Aquí está. Carlota Sarrió Sempere, hija de Francisco Sarrió y Rosa Sempere, nacida en Petrel en 1821, falleció en su casa de la calle Boquera nº tal en 1900.
Fran anotó todo lo que había oído y salió de allí contentísimo, pues además de las fechas exactas que buscaba, había conseguido dos nombres más para el árbol, Francisco y Rosa, ¡dos tatarabuelos de nuestra abuela!
Y se le ocurrió que debía aprovechar esa oportunidad que le brindaban de indagar sobre otros nombres, apellidos y fechas que aún tenía incompletos o dudosos y que en aquellos libros debían estar registrados.
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Fueron divertidos momentos de conjeturas y deducciones.
- Pues a ver... Yo me casé en 1924 - hacía memoria Anita - y me casé de negro porque guardábamos luto a mi abuelo Manuel.
- Es decir, que quizás muriese ese mismo año, ¿no? - preguntaba Fran.
- Qué va, hacía tiempo que había muerto.
- ¿El año anterior?
- No, no, si es que antes el luto se llevaba mucho tiempo. Haría lo menos tres años.
Y así, con todo.
- Pues recuerdo que entonces estábamos en el campo - decía el abuelo Conrado - huyendo de la gripe del 18, así que esto debió ser...
- Pues cuando tu madre era fadrina (soltera), su bisabuela aún vivía, así que esto sería en el año...
Fran tomaba nota y marchaba al Registro, donde si no acertaba en el primer intento lo hacía en el segundo.
- Sí, - comprobaban después - Manuel Ferrándiz falleció en 1920 (al final fue cuatro años antes de casarse - aún de luto- su nieta) Y me has dicho que también mirara el año...
Pero como Fran se temía, a la tercera vez que acudió al registro ya le atendieron de mala gana y poniéndole pegas burocráticas y de todo tipo. Debieron pensar, "¿este crío no tiene nada mejor que hacer que venir a molestarnos?"
Recuerdo cómo se lamentaba mi hermano después.
-¡Qué rabia! Si me dejaran a mí mirar esos libros... Si yo los trataría con todo el cuidado del mundo...
Me consta que así hubiera sido, y que con su paciencia infinita habría descubierto las fuentes del Nilo y mucho más.
De todas formas fue bastante más la información que pudimos recopilar en el árbol gracias a ese papel que un día guardara Carlota en un libro y que increíblemente fue a encontrar el nieto de una bisnieta!! Si es que cada vez que lo escribo...
Poco después falleció nuestro abuelo Conrado.
El tiempo siguió avanzando en su camino, sumando edad y experiencia sobre todos nosotros. El árbol genealógico, sembrado de multitud de nombres y fechas, no volvió a desplegarse en muchos años, aletargado en el olvido.
Cualquiera pensaría que la cosa termina aquí, ¿no es cierto?
Sin embargo, hace solo 6 o 7 años, una nueva casualidad se ponía al alcance de los ojos de Fran, como diciéndole: "Eh, mírame, que sólo tú sabes descifrarme" y le conducía a un nuevo hallazgo, grandioso y sorprendente...