1 de diciembre de 2020

SOL DE INVIERNO

 

Uno de mis momentos preferidos estos días es el de la hora de comer en el trabajo. 

A las dos, cuando el edificio se queda vacío, caliento la comida del tupper y me dirijo al patio trasero. Allí, sentado en el suelo y con la espalda apoyada en la puerta me relamo como un gato mientras me empapo de sol.

Yo, que tanto reniego del calor del verano, amo con todos mis sentidos al sol del invierno. 


Me reconforta especialmente en los días fríos en los que encuentras ese lugar perfecto, al abrigo del viento, para ahuecar hasta los huesos.

Y diré más: doy permiso al cielo para que alguna que otra nubecilla  juegue a tapar el sol durante  unos segundos, porque es una auténtica delicia sentirlo reaparecer con toda intensidad después de haber suplicado mentalmente que vuelva. 

 “Aparta, aparta, aparta” 

Y cuando la nube se va...  renace la dicha.


En situaciones así me suelo acordar de una escena de  Milagro en Milán, una película de Vittorio de Sica de 1951, en la que un grupo de humildes obreros intentan vencer el frio de un gélido día nublado dando saltos para desentumecer los pies. Todos llevan encima tantas capas de ropa como han podido conseguir.

De repente se abre un claro en las nubes y un débil  rayo de sol llega a  unos metros de ellos. Al verlo, todos corren hacia él, haciendo crujir la escarcha bajos sus pies. Con tal de recibir algo de calor, por liviano que sea, todos se apiñan en ese círculo de luz.

Las nubes vuelven a cubrir el cielo y todos lamentan lo breve que ha sido su felicidad, pero un nuevo foco  reaparece más allá y de nuevo corren hacia él. 


Siempre me hace sonreír el recuerdo de esa escena porque resulta muy cómica dentro del tono dramático de la historia.


Pero como decía, cada vez que el tiempo me permite comer en el patio, el aliciente me pone de buen humor.

Suele aparecer una avispa, (yo diría que es siempre la misma) revoloteando alrededor de mi plato. Me pregunto desde qué distancia es capaz de detectar el olor de mi comida.

Como se pone muy pesada, ya sé lo que he de hacer para que se marche.

En el borde de una de las macetas pongo un trocito de carne  y la avispa, después de un largo baile de zumba, se termina posando cerca para volver a salir volando con el trozo de carne entre sus mandíbulas.

A veces vuelve, y descubre que ya le tengo preparada su comida para llevar.


He terminado y alzo el rostro al sol con los ojos cerrados. Es un momento perfecto de silenciosa soledad. A veces me llega el lejano rumor del motor de un coche o los pasos de un viandante al otro lado de la verja, al que ya solo puedo imaginar con mascarilla.


Y pienso en el extraño y complicado momento que estamos atravesando. Y que la vida es también como el cielo en estos momentos: una luz radiante de  bienestar que no dura eternamente; que hay periodos más o menos largos de oscuras nubes que ocultan el sol y que consiguen hacernos olvidar que  sigue al otro lado y que tarde o temprano reaparecerá.


Por eso, aquí y ahora, con el sol abrazándome el cuerpo y el zumbido de la avispa buscando su comida, procuro ser muy consciente del momento, de vivirlo y disfrutarlo con intensidad.


Y llegarán las nubes para eclipsar la dicha, lo sé. 

Pero igual que lleguen, se irán.



11 comentarios:

Mónica García dijo...

Hola Juanra, soy Mónica García, documentalista. Estoy intentando contactar contigo por mail pero quizás los correos te llegan a la bandeja de salida. Quería hablar contigo por una colaboración con Àpunt TV sobre el colegio Lloret. Puedes contactarme en mi mail monica@voramarfilms.com. Si quieres, por ahí intercambiamos teléfonos y te lo cuento mejor. Muchísimas gracias y gracias por tu trabajo de memoria!

Ángeles dijo...

En primer lugar, JuanRa, qué alegría que hayas vuelto a publicar en este blog que tan buenos ratos me ha proporcionado durante años.

Y en segundo, estoy segura de que la comida que te llevas al trabajo es buenísima (lo sé por lo de la avispa: anda que no son exigentes las hymenópteras ésas!); pero dudo que sea tan deliciosa y exquisita como esta entrada.

Me ha encantado, y me quedo con ganas de otra ración. Habrá más, ¿verdad? ;)

Lo q Leo dijo...

He pasado por aqui y te mando un abrazo
Espero que estes llevando estés llevando estos tiempos de la manera mas soportable posible.

Papacangrejo dijo...

Te entiendo, yo en verano soy del lado oscuro pero en invierno, busco cualquier rayito de sol.
Lo mejor de todo, tenerte de vuelta, ha sido reconfortante, como ese rayo de sol.

Montse dijo...

¡Ayyyy, qué alegría saber de tí, JuanRa!
Me tomo tu reflexión del momento solecito de invierno como una metáfora. Me siento como tú, esperando ese momento en el que apareces en el universo bloguero, cual sol de invierno, a darme ese rayito de luz y calor. Y me llena de esperanza saber que ese tiempo tuyo, pausa entre los bocados de la comida del tupper, es un regalo que nos haces a los que estábamos esperando tu vuelta ¡cómo nos has tenido tanto tiempo en la niebla!
Deja las nubes, déjate de cielos y vuelve a los infiernos de esta tu casa, que te echamos de menos.
Abrazos y besos.

Speedygirl dijo...

JuanRa has vueltooo!! ¡¡Que guay!! ¡¡No lo había visto hasta ahora!!
El sol de invierno es lo mejor, a mi también me encanta. Siempre, pero más que nunca en tiempos como estos. Es como recordar que en medio del horror, del miedo, de la desesperanza, de la angustia, sigue habiendo regalos de la vida, pequeños momentos, que nada ni nadie nos puede quitar. Y bueno, es un consuelo. ¿Pequeño? Puede ser. Pero algo es algo.

JuanRa Diablo dijo...

Mónica:

Hola, Mónica
Acabo de enviarte un correo.
Muchas gracias por el mensaje.

Ángeles:

¡¡Quichillaaa!
No veas lo desentrenado que me veo después de tanto tiempo! Cualquiera diría que de verdad fui bloguero durante años. ¡Si no me acordaba ni de publicar!

Supongo que eres consciente de que tienes mucha "culpa" de este regreso, ¿no?
Iba a enviarte a la hymenóptera para que pruebe las delicatessen de tu blog, pero he recordado lo mal que lo pasaste con una antigua entrada sobre bichos y he preferido no decirle nada :p
¡Mil gracias por todo!

Lo q Leo:

Muchísimas gracias. Recibido ese abrazo y reenviado doble para ti.
Sí, todo bien pese a estos tiempos tan raros.
¡Cuídese usted mucho!

Papacangrejo:

Qué alegría reencontrarme con los bloggers incombustibles como tú. Gracias por estar siempre ahí. ¡Mucho sol de invierno para Cangrejolandia!

Montse:

Mi querida amiga Montse, tus palabras sí que han sido como reconfortantes rayos de sol que me han templado hasta lo más hondo. Gracias por esa amabilidad tan grande que te caracteriza.
Me alegra enormemente saludarte de nuevo y que quede constancia de que tratar con el diablo ya tenía implícito perderse entre nieblas y tinieblas; ¿no te acuerdas del contrato? :D
Te envío un abrazo muy fuerte

Speedy:

Madre mía, Speedy! Me sorprende saber que sigue habiendo bloggers tan "Increibles" como tú, que continúan al pie del cañón año tras año.
Y el hecho de que seas una superheroína no te resta mérito alguno, eh?
Me alegra mucho saludarte de nuevo y, por supuesto, nuestros pequeños grandes momentos no nos los quitará nadie.

Un abrazo

Pep gira dijo...

Buenas.Hace poco tiempo que nos conocemos por las redes pero hemos conectado mucho, creo. Supe hace unos dias de este blog i tengo que decirte que me gusta lo que escribes. Sabes que me encanta tomar el sol en verano pero he de reconocer que el sol de invierno tiene algo especial como tu describes aqui. Felicidades, te seguire leyendo. Un abrazo.

Elennim dijo...

El diablo ha vuelto, ¡¡yuju!! ¡Es la señal de que todo volverá pronto a la normalidad! :D

Me pasa como a ti, no soporto el calor aunque soy superfriolera (tengo el termostato roto xD), y el solecillo de otoño-invierno me da la vida ^^ Leerte ha sido casi como estar allí también, ¡gracias por compartir ese momento con nosotros!

Anónimo dijo...

¡Jajaja Vuelves como Fray Luis de León: sin darle importancia al larguísimo lapso de tiempo y como si todo fuera igual que el último...(bueno, el último ya fue muy raro...¡la penúltima entrega!)
No está nada mal, no, pese al desentreno...¡jajaja
Claro que pasará el nublado, aunque al final...los "nublados" seremos nosotros definitivamente. Aprendamos a no darle mayor importancia.

JuanRa Diablo dijo...

Pep:

Qué sorpresa, Pep! Me alegra verte por aquí.
Pues nada, tienes el blog entero a tu disposición, para indagar por donde quieras. Espero que te guste.

Elennim:

Muchas gracias, Elennim, tu entusiasmo me da calorcito del bueno. Creo que podríamos fundar el Club del Termostato Roto. Para todos aquellos que no tenemos claro si es mejor el frio o el calor o viceversa :D

Anónimo:

El caso es que me fui, sí, pero era incapaz de despedirme, así que el infierno se quedó hibernando (menudo oxímoron)

Tranquilo, nos sacudiremos esta borrasca, y si alguno continúa nublado, doble dosis de primavera.

Un abrazo