(Muestro a continuación un diálogo entre mi amigo Juan Luis y yo, que está completamente inspirado en auténticas conversaciones entre mi amigo Juan Luis y yo)
***
Juan Luis: ¿Te acuerdas de cuando vimos Million dollar baby?
Juan: Sí, claro.
Juan Luis: Ya hace veinte años.
Juan: ¿¿Qué??
¡Mentira! Te lo acabas de inventar.
Juan Luis: ¿A que cuesta creerlo?
Juan: Es que ni lo creo ni lo acepto. ¡¡Si me acuerdo de que
fue hace poco!!
Juan Luis. Pues veinte añazos han pasado. Pero tranquilo, que dicen que veinte años no
es nada, que febril tu mirada.
Juan: Con estas cosas me da la sensación de que uno se queda
mirando un rato una pared y cuando se da la vuelta han pasado horas. ¿¿Cómo es
posible??
Juan Luis: Yo he estado pensando… y todo esto del tiempo
pasando tan rápido… tiene una explicación.
Juan: Ah, ¿sí? Acláramelo,
por favor.
Juan Luis: Es por el reloj. El reloj que estaba en el sótano
de las Torres Gemelas.
Juan: ¿¿Cómo??
Juan Luis: No era
cualquier reloj. Era EL reloj. El que mantenía el tiempo en orden. Estaba en el
sótano, escondido bajo los cimientos, controlando la velocidad exacta de los
segundos, los minutos, todo. Y cuando las Torres cayeron… el reloj se estropeó. Desde entonces, el
tiempo se volvió loco. Por eso todo pasa tan rápido ahora.
Juan: O sea, ¿me estás
diciendo que el motivo por el que ya estamos en septiembre y siento que enero
fue ayer…
Juan Luis: Sí, no lo dudes. Además, ¿no te has dado cuenta de que es desde
el atentado de las Torres cuando más hemos notado que el tiempo corre que se las pela?
Juan: ¡Joder, tienes razón! Antes no tenía yo esta sensación de que todo fuera tan deprisa.
Juan Luis: Exactamente. Piensa en los 80 o en los 90. Los
días parecían eternos. Tenías tiempo para todo: ir al colegio, ver dibujos
animados, dormir la siesta, salir a jugar... ¿Y ahora? ¡Cierras los ojos un
momento y ya es Navidad otra vez! ¡El reloj de las Torres Gemelas era lo que
mantenía el tiempo fluyendo de manera normal!
Juan: ¿Y ahora qué? ¿Nadie sabía esto? Por qué nadie ha
dicho: "Oye, ese reloj enorme del sótano, vamos a arreglarlo antes de que
se nos vuelva loco el planeta"
Juan Luis: No, claro que nadie lo sabía. El reloj lo
construyeron en secreto en los años 70, cuando se levantaron las Torres. Solo
unas pocas personas sabían que existía. De hecho, hay un rumor que dice que los
relojeros que lo fabricaron son tataranietos de los que construyeron el Big
Ben. Y no era un reloj normal. Era una máquina perfecta, con engranajes
cuánticos y energía cósmica.
Juan: Oye, entonces… ¿cabe la posibilidad de que no solo
regulara el tiempo en la Tierra? ¿Y si estaba regulando el tiempo en todo el Universo?
Juan Luis: Pues no me
extrañaría nada. A lo mejor en Saturno están pasando los años en un suspiro. Y puede que en Júpiter ya estén en el siglo que viene. Lo que pasa es que allí no
hay nadie para notarlo ni para quejarse.
Juan: ¿Y los que hicieron el atentado sabían todo esto?
Juan Luis: No creo. Es mucho lo que están perdiendo también.
Está claro que todo el mundo veía muy bien las Torres, pero no se imaginaba lo
que había debajo.
Juan: Pero algo habrá que hacer, ¿no? ¡Que llamen a todos los
relojeros del mundo y vayan a Nueva York con destornilladores!
Juan Luis: No, ya no se puede reparar. Los planos se
perdieron, los que lo construyeron desaparecieron… Y era un mecanismo tan
complejo que ni Einstein podría haberlo entendido. Era el corazón secreto del
tiempo. Y ahora… está roto para siempre.
Juan: ¡Pero esto es muy triste!
Juan Luis: Yo no me atrevo ni a pestañear, porque en un
microsegundo puedo pasar al 2025.
Juan: Menos mal que cuando veo películas de Paco Martínez
Soria o algún episodio de Curro Jiménez siento que retrocedo décadas.
Juan Luis: Ah, bueno, eso te salva. Pero ¿ves? Justamente
eso. Las series de hoy son el reflejo de este desajuste temporal. Antes, un
episodio en la tele duraba 30 o 40 minutos, pero te sentaba como si hubiera pasado
toda una hora. Ahora, ¿cuántos episodios puedes ver en un rato? ¡El tiempo se
comprime y se estira sin sentido!
Juan: Porque el jodido reloj está muy estropeado.
Juan Luis: ¡Está rotísimo!
Juan: Y, claro, los
relojes comunes ya no valen para nada, ¿no?
Juan Luis: Puro adorno.
Los relojes de pulsera, los de pared… Esos ya no sirven. Están tratando
de seguir el ritmo, pero es inútil. El tiempo ya no sigue las reglas.
Juan: ¿Y si logramos encontrar a algún descendiente de los
relojeros originales? Puedo empezar desde ahora mismo a buscar en las Páginas Amarillas.
Juan Luis: No sé, busca en la RE de relojeros, a ver.
Juan: Mañana mismo me pongo a ello. ¡Lo que sea por salvar al
mundo!
Juan Luis: Yo no dejaría para mañana lo que puedas hacer
hoy.
Juan: Calla, no me agobies, que bastante disgusto me has
dado hoy.
4 comentarios:
¡Ay si, por favor, arreglad ese reloj! Porfi, porfi, que el tiempo está mega loco y a cada segundo que pasa nos pasa un año ¡qué digo un año, un siglo! y en menos que canta un gallo nos ponemos en el 3.000 y ya se lía todo, allí con los robots y la IA esa del los coj... qu vete a saber como nos las arreglamos para que no nos acabe neutralizando.
Así que porfa, Juan y Juan Luis, haced algo, que no quiero envejecer tan rápido.
Y si necesitais ayuda, aquí estoy, dispuesta a lo que sea con tal de volver a los tiempos en los que las tardes de verano eran largas, los días se estiraban y andábamos deseando que llegaran las fiestas, si, aquel tiempo cuando las navidades eternas y sólo habia dos tipos de turrón y niinguno engordaba o nos importaba una m.. ¡lo ves, ya me esgtoy volviendo vieja! ¡hay que hacer algo, xD.
Mil besos.
Pues me declaro muy partidaria de esta teoría del reloj de las Torres gemelas. Es que tiene muchísima lógica.
Si hubiéramos sido niños pequeños cuando se escacharró, no nos creeríamos esa teoría, de la misma manera que no se la creen las personas que ya eran mayores cuando aquello. De hecho, ellos dicen que el tiempo ya había empezado a correr como loco, desde aquella vez en que se paró el reloj del Orsay y ellos tenían treinta o treinta y cinco años...
En fin, esta forma tuya de abordar el asunto de "el tiempo corre que vuela" me parece muy aguda y de una ironía exquisita. Me ha encantado.
Pues en las primeras viejas novelas y pelis de detectives cuando se rompe el reloj supone el final de la carrera de la víctima... Aquí ha sido al contrario y las víctimas nos vemos obligadas a correr a ese ritmo frenético.
Me ha encantado este dúo cómico -especulativo y sociológico ¡Qué buena pareja hacéis No me extraña que siendo tal para cual, sigáis manteniendo está amistad de toda la vida.
Y lo que es el relato, tan poético en el fondo, es otra de tus maravillosas creaciones
carlos
Montse:
Pues nada, Montse, de inmediato te enviamos Juan Luis y yo un formulario para entrar en el C.A.C.T.U.S. (Club de Amigos Contrariados por el Tiempo Ultra Súbito)
Porque ante semejante velocidad del calendario, lo último que debemos hacer es quedarnos de brazos cruzados, ¡lo que le faltaba al tiempo para ponerse chulo y atravesar años a toda pastilla!
Y hablando de pastillas, también estamos pensando en lo que dices de los turrones. Si cuando sólo teníamos el duro y el blando la vida pasaba a un ritmo aceptable, qué necesidad teníamos de meter turrones de tiramisú, de piña colada y de tarta de manzana. Esos pequeños detalles tan poco madurados tiene que afectar por fuerza al ritmo del tiempo.
Tú que, como buena jardinera, tendrás tijeras de podar, te proponemos el trabajo de cortar con todo aquello que sea sospechoso de revolucionar los minutos. Plántale cara a la IA y dile: Ni IA ni IO. ¡CHAS!
¡Lo conseguiremos!
Ángeles:
Ya sabía yo que sólo encontrarías lógica en todo esto. Y te diré algo más (pero que quede entre nos, porque el resto de la humanidad podrían tomarlo a la ligera y no entenderlo) Yo creo que el tiempo se ha disparado también desde que no tenemos a Chiquito de la Calzada.
Porque ¿no crees que Chiquito habría sabido ponerle al tiempo los en puntos sobre los cuartos?
“¡Jarl! ¿Pero qué haces, pecador de la pradera? ¡Que corres más que un torpedo montao en bicicleta, fistro! ¡Quietorl!
¡Reloj Cobarde! ¡Que vas más rápido que un soltero limpiando la casa! ¡Te mataré en agosto, cuando apriete la caló! ¡Por la gloria de mi madre!”
¡Es que estoy seguro de que lo arreglaba!
Carlos:
No es comparable la hermosa simbología del reloj roto en el arte a helarte del susto cuando de verdad se rompe el reloj de los relojes. Fue muy mala idea colocarlo en Nueva York, con la fama que tiene y lo transitado que está. Ese reloj hubiera estado perfecto en Morata de Tajuña o en Palazuelos de Eresma. A lo chitico y sin alharacas.
Gracias una vez más por tus generosas palabras, incansable lector.
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