Los dos dábamos por hecho que aún quedaba una semana para que llegara el Día D, por eso no esperaba que aquella mañana mi mujer me llamara al trabajo.
- ¿Puedes venir? Creo que ha llegado el momento.
- ¿Cómo? ¿En serio?
- Tengo contracciones cada 20 minutos...
- ¡Espera! ¡Salgo para allá!
Bajé las escaleras a saltos, me despedí de los compañeros a gritos y salí de Elche más contento que nervioso.
A mitad de camino la llamé para saber cómo iba todo.
- Bien, - decía con poca seguridad en la voz - pero no tardes, ¿eh?, que el dolor me viene cada vez más a menudo.
Cuando llegué a casa ya estaba dispuesta en la puerta con una gran bolsa de tela en la que guardaba todo lo necesario para la ocasión. La había estado ultimando mientras me esperaba. A previsora no hay quien le gane.
Tenía la cara desencajada, algo lógico cuando cada cinco minutos el dolor la hacía retorcerse. Subimos al coche y me encaminé hacia el hospital.
- ¿Puedes venir? Creo que ha llegado el momento.
- ¿Cómo? ¿En serio?
- Tengo contracciones cada 20 minutos...
- ¡Espera! ¡Salgo para allá!
Bajé las escaleras a saltos, me despedí de los compañeros a gritos y salí de Elche más contento que nervioso.
A mitad de camino la llamé para saber cómo iba todo.
- Bien, - decía con poca seguridad en la voz - pero no tardes, ¿eh?, que el dolor me viene cada vez más a menudo.
Cuando llegué a casa ya estaba dispuesta en la puerta con una gran bolsa de tela en la que guardaba todo lo necesario para la ocasión. La había estado ultimando mientras me esperaba. A previsora no hay quien le gane.
Tenía la cara desencajada, algo lógico cuando cada cinco minutos el dolor la hacía retorcerse. Subimos al coche y me encaminé hacia el hospital.
Yo iba muy tranquilo. La alegría era más grande que cualquier otra sensación, así que me limitaba a decirle que no se preocupara y que respirara hondo, cosas absurdas que suelen decir los maridos a las esposas que están a punto de dar a luz y que parece que no funcionan en absoluto. Mi mujer se aferraba con una mano a la manivela de la puerta y con la otra a mi brazo derecho, dificultándome los movimientos a la hora de cambiar de marcha. Y a intervalos se arqueaba con el cuerpo en tensión, como si en esos momentos un resorte la levantara del asiento. Recuerdo, no obstante (sí, lo sé, muy cruel por mi parte) que aunque no dejaba de alentarla, tenía ganas de echarme a reír, me divertía enormemente el inusual momento que estaba viviendo. Sobre todo influía en mi ánimo el hecho de que el hospital está muy cerca y sabía que llegaríamos enseguida.
Antes de que la ingresaran le recordé mi deseo de estar presente en el parto por lo que ella misma debía solicitar mi presencia una vez dentro. Era algo que me hacía mucha ilusión y que ya le habíamos comentado al ginecólogo en todas las ocasiones en que le habíamos visitado. Me preocupaba que no accedieran a mi petición después de haber oído que determinados médicos no querían volver a repetir la experiencia de ayudar a nacer a un niño cuyo padre yacía como un fardo en el suelo y con la cara blanca como el mármol, mareado ante la visión de tanta sangre.
Yo estaba seguro de poder soportarlo y esperaba a que me llamaran. Mientras tanto, empecé a telefonear a toda la familia con un gozo que no me cabía en el cuerpo.
Como los minutos pasaban y allí nadie salía para permitirme el paso, me armé de valor y accedí sin permiso. Una enfermera me llamó la atención y le expliqué que sólo quería estar con mi mujer.
- Lo siento, pero si quiere entrar tendrá que ponerse pantalones largos. No está permitido el acceso así.
Quién iba a suponerlo, hacía calor y yo llevaba pantalones cortos por lo que no tuve más remedio que, maldiciendo mi suerte, salir en estampida hacia mi casa para cambiarme. Corriendo por el pasillo coincidí con mis suegros y uno de mis cuñados que llegaban en ese momento. Sin disminuir el paso les advertí que volvía enseguida.
- ¿Pero a dónde vas? - gritaron al unísono
- ¡A cambiarme de pantalones; no me dejan entrar así!
Lo que son las cosas; toda la tranquilidad que me había acompañado hasta el momento se esfumó al instante. Los minutos que perdí volviendo a casa para ponerme "decente" me pusieron nerviosísimo. Me imaginaba a mi mujer dando a luz a nuestro hijo sin estar yo presente, y no daba pie con bola.
Para colmo de males, la vuelta al hospital fue desquiciante. Todos los semáforos se ponían en rojo al verme llegar. Un coche frenó delante de mí para disponerse a aparcar con muchas, muchas maniobras y me terminó rematando la viejecita a la que le apeteció cruzar a la impresionante velocidad de un caracol. Si aquello no fue una conspiración contra mi persona, no sé lo que fue.
Y todo para pronto advertir lo absurda que había sido semejante carrera.
- Te has ido tan rápido - me dijo mi cuñado al volver a verme - que no te he podido decir que nos podíamos haber intercambiado los pantalones.
Y es que, tonto de mí, él sí los llevaba largos, pero es lógico que uno no se pare a reflexionar en situaciones tan imprevistas.
Me volví a tranquilizar cuando, gorrito verde en cabeza y pies, pude entrar y ver de nuevo a mi mujer, "todavía entera", echada en una camilla y le tomé las manos. Me contó que estaba empapada porque le habían pinchado la placenta para que rompiera aguas y el líquido le había llegado hasta el pelo. Yo le soplaba en la cara, ella sólo tenía ganas de terminar con aquello.
En esos momentos una mujer estaba dando a luz en el paritorio y le gritaban que empujara.
Unos minutos después, que a mi mujer le debieron parecer siglos, era a ella a quien le gritaban
- Vamos, con más fuerza. Lo estás haciendo muy bien, Mª Carmen. Venga, campeona, empuja fuerte.
Y yo a su lado, aprisionada mi mano por lo que parecían las garras de una bestia, me sentía una miniatura sin importancia ante la descomunal fuerza que transmitía su rostro encendiéndose en cada empuje.
- Venga, - le decían -no pares, ahora con todas tus fuerzas, que ya asoma la cabeza.
Fue entonces cuando el médico (ignoro si se les puede llamar matrones) me hizo un gesto para que me acercara a mirar. Y yo, que casi era un guiñapo asustado pegado a la cara de mi mujer, me levante justo a tiempo de ver cómo mi hijo Samuel asomaba la cara antes de hacer su triunfal entrada en este mundo.
Maravilloso espectáculo de la Naturaleza, prodigioso milagro de la vida… Una bocanada de felicidad me inundó para pasar de mi apocamiento a hacerme gigante y poderoso y flotar por la emoción. Mi hijo había nacido.
Las asistentas al parto lo lavaron y mientras asistían a mi mujer dejaron a Samuel en una especie de vitrina con una luz que desprendía mucho calor.
Me acerqué a mirarle y quedé maravillado por cada pequeño detalle de su cara, de sus manos, de su cuerpo.
Escuché la voz exhausta de mi mujer que me preguntaba cómo era y me giré con una sonrisa que me llegaba de oreja a oreja y con una satisfacción que me embargaba le dije:
“Es… es… es guapísimo”
Esto ocurría un 26 de junio del año 2003. Hoy mi hijo Samuel cumple 6 años. ¡Cómo pasa el tiempo… y qué guapo sigue siendo!
Pero el título de esta entrada no tendría sentido si no contara hoy algo que ocurrió entre él y yo. Algo que estoy seguro que no olvidaré jamás y menos aún si aquí queda escrito.
Ocurrió ocho meses después de aquel emocionante día de su nacimiento y sucedía también en un hospital.
Hay una semana en la vida de Samuel y por consiguiente en nuestras vidas, las de su familia, que a todos nos marcaron en mayor o menor medida y de la que nunca me he atrevido a escribir. Fue una historia obviamente con final feliz, pero tan dolorosa que no he conseguido desterrar los fantasmas del miedo, el miedo ante la impotencia de sentir que tu hijo puede morir y nada puedes hacer por evitarlo.
Antes de que la ingresaran le recordé mi deseo de estar presente en el parto por lo que ella misma debía solicitar mi presencia una vez dentro. Era algo que me hacía mucha ilusión y que ya le habíamos comentado al ginecólogo en todas las ocasiones en que le habíamos visitado. Me preocupaba que no accedieran a mi petición después de haber oído que determinados médicos no querían volver a repetir la experiencia de ayudar a nacer a un niño cuyo padre yacía como un fardo en el suelo y con la cara blanca como el mármol, mareado ante la visión de tanta sangre.
Yo estaba seguro de poder soportarlo y esperaba a que me llamaran. Mientras tanto, empecé a telefonear a toda la familia con un gozo que no me cabía en el cuerpo.
Como los minutos pasaban y allí nadie salía para permitirme el paso, me armé de valor y accedí sin permiso. Una enfermera me llamó la atención y le expliqué que sólo quería estar con mi mujer.
- Lo siento, pero si quiere entrar tendrá que ponerse pantalones largos. No está permitido el acceso así.
Quién iba a suponerlo, hacía calor y yo llevaba pantalones cortos por lo que no tuve más remedio que, maldiciendo mi suerte, salir en estampida hacia mi casa para cambiarme. Corriendo por el pasillo coincidí con mis suegros y uno de mis cuñados que llegaban en ese momento. Sin disminuir el paso les advertí que volvía enseguida.
- ¿Pero a dónde vas? - gritaron al unísono
- ¡A cambiarme de pantalones; no me dejan entrar así!
Lo que son las cosas; toda la tranquilidad que me había acompañado hasta el momento se esfumó al instante. Los minutos que perdí volviendo a casa para ponerme "decente" me pusieron nerviosísimo. Me imaginaba a mi mujer dando a luz a nuestro hijo sin estar yo presente, y no daba pie con bola.
Para colmo de males, la vuelta al hospital fue desquiciante. Todos los semáforos se ponían en rojo al verme llegar. Un coche frenó delante de mí para disponerse a aparcar con muchas, muchas maniobras y me terminó rematando la viejecita a la que le apeteció cruzar a la impresionante velocidad de un caracol. Si aquello no fue una conspiración contra mi persona, no sé lo que fue.
Y todo para pronto advertir lo absurda que había sido semejante carrera.
- Te has ido tan rápido - me dijo mi cuñado al volver a verme - que no te he podido decir que nos podíamos haber intercambiado los pantalones.
Y es que, tonto de mí, él sí los llevaba largos, pero es lógico que uno no se pare a reflexionar en situaciones tan imprevistas.
Me volví a tranquilizar cuando, gorrito verde en cabeza y pies, pude entrar y ver de nuevo a mi mujer, "todavía entera", echada en una camilla y le tomé las manos. Me contó que estaba empapada porque le habían pinchado la placenta para que rompiera aguas y el líquido le había llegado hasta el pelo. Yo le soplaba en la cara, ella sólo tenía ganas de terminar con aquello.
En esos momentos una mujer estaba dando a luz en el paritorio y le gritaban que empujara.
Unos minutos después, que a mi mujer le debieron parecer siglos, era a ella a quien le gritaban
- Vamos, con más fuerza. Lo estás haciendo muy bien, Mª Carmen. Venga, campeona, empuja fuerte.
Y yo a su lado, aprisionada mi mano por lo que parecían las garras de una bestia, me sentía una miniatura sin importancia ante la descomunal fuerza que transmitía su rostro encendiéndose en cada empuje.
- Venga, - le decían -no pares, ahora con todas tus fuerzas, que ya asoma la cabeza.
Fue entonces cuando el médico (ignoro si se les puede llamar matrones) me hizo un gesto para que me acercara a mirar. Y yo, que casi era un guiñapo asustado pegado a la cara de mi mujer, me levante justo a tiempo de ver cómo mi hijo Samuel asomaba la cara antes de hacer su triunfal entrada en este mundo.
Maravilloso espectáculo de la Naturaleza, prodigioso milagro de la vida… Una bocanada de felicidad me inundó para pasar de mi apocamiento a hacerme gigante y poderoso y flotar por la emoción. Mi hijo había nacido.
Las asistentas al parto lo lavaron y mientras asistían a mi mujer dejaron a Samuel en una especie de vitrina con una luz que desprendía mucho calor.
Me acerqué a mirarle y quedé maravillado por cada pequeño detalle de su cara, de sus manos, de su cuerpo.
Escuché la voz exhausta de mi mujer que me preguntaba cómo era y me giré con una sonrisa que me llegaba de oreja a oreja y con una satisfacción que me embargaba le dije:
“Es… es… es guapísimo”
Esto ocurría un 26 de junio del año 2003. Hoy mi hijo Samuel cumple 6 años. ¡Cómo pasa el tiempo… y qué guapo sigue siendo!
Pero el título de esta entrada no tendría sentido si no contara hoy algo que ocurrió entre él y yo. Algo que estoy seguro que no olvidaré jamás y menos aún si aquí queda escrito.
Ocurrió ocho meses después de aquel emocionante día de su nacimiento y sucedía también en un hospital.
Hay una semana en la vida de Samuel y por consiguiente en nuestras vidas, las de su familia, que a todos nos marcaron en mayor o menor medida y de la que nunca me he atrevido a escribir. Fue una historia obviamente con final feliz, pero tan dolorosa que no he conseguido desterrar los fantasmas del miedo, el miedo ante la impotencia de sentir que tu hijo puede morir y nada puedes hacer por evitarlo.
El meningococo se extendió un día por su cuerpo con tal gravedad que los médicos nos dijeron que nos fuéramos preparando para lo peor.
Sólo tres o cuatro días después de aquella losa negra que casi borra toda mi felicidad, Samuel se recuperaba en la sección de “Aislados” del Hospital La Arrixaca de Murcia. Su madre y yo nos turnábamos cada ocho horas para estar con él. Ya estaba fuera de peligro pero yo deseaba salir de aquellas cuatro paredes que a veces me asfixiaban y llevármelo a casa. Soñaba con ese momento.
La mayoría de las noches Samuel se revolvía inquieto y acababa por despertarse llorando. Entonces le cogía en brazos, reclinaba el sillón en el que yo me encontraba y le acostaba sobre mi pecho. Y así se volvía a quedar profundamente dormido. Era lo más incómodo del mundo pues no me era posible moverme para cambiar de postura pero sólo el hecho de escuchar su sosegada respiración bien valía el sacrificio.
Una noche de aquellas en las que los minutos parecían horas, yo desde mi sillón y él desde su cuna, nuestras miradas se cruzaron. Mantuvo su ojos fijos en los míos como nunca antes había hecho. Percibí cómo se creaba una fuerte corriente entre nosotros, un vínculo invisible pero real que nos unía con fuerza y que no me es posible describir. Primero fueron sus ojos los que me sonrieron y después su boca se fue transformando en una tierna sonrisa con la que, sin decirme nada, entendí perfectamente lo que me estaba transmitiendo. Me decía:
“Sé quién eres. Te conozco. Eres mi padre y estás aquí conmigo para protegerme. Y sé lo mucho que me quieres”
Sólo tres o cuatro días después de aquella losa negra que casi borra toda mi felicidad, Samuel se recuperaba en la sección de “Aislados” del Hospital La Arrixaca de Murcia. Su madre y yo nos turnábamos cada ocho horas para estar con él. Ya estaba fuera de peligro pero yo deseaba salir de aquellas cuatro paredes que a veces me asfixiaban y llevármelo a casa. Soñaba con ese momento.
La mayoría de las noches Samuel se revolvía inquieto y acababa por despertarse llorando. Entonces le cogía en brazos, reclinaba el sillón en el que yo me encontraba y le acostaba sobre mi pecho. Y así se volvía a quedar profundamente dormido. Era lo más incómodo del mundo pues no me era posible moverme para cambiar de postura pero sólo el hecho de escuchar su sosegada respiración bien valía el sacrificio.
Una noche de aquellas en las que los minutos parecían horas, yo desde mi sillón y él desde su cuna, nuestras miradas se cruzaron. Mantuvo su ojos fijos en los míos como nunca antes había hecho. Percibí cómo se creaba una fuerte corriente entre nosotros, un vínculo invisible pero real que nos unía con fuerza y que no me es posible describir. Primero fueron sus ojos los que me sonrieron y después su boca se fue transformando en una tierna sonrisa con la que, sin decirme nada, entendí perfectamente lo que me estaba transmitiendo. Me decía:
“Sé quién eres. Te conozco. Eres mi padre y estás aquí conmigo para protegerme. Y sé lo mucho que me quieres”
Y su sonrisa crecía sin dejar de mirarme.
Hasta aquel día aún no había descubierto verdaderamente lo que era ser padre y el amor inconmensurable que sentía y seguiré sintiendo por mi hijo.
Desde entonces, cada vez que Samuel sonríe, se dispersan fulminantemente los más densos y oscuros nubarrones para dar paso a un brillante rayo de sol que ilumina su rostro y me colma de felicidad.
Desde entonces, cada vez que Samuel sonríe, se dispersan fulminantemente los más densos y oscuros nubarrones para dar paso a un brillante rayo de sol que ilumina su rostro y me colma de felicidad.
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51 comentarios:
Bufff, ¡no me hagas llorar a estas horas!
Muchas felicidades para Samuel de mi parte. La verdad es que es imposible explicar con palabras lo que sientes por un hijo.
Un beso,
Isabel
Felicidades Samuel!
JuanRa, me encanta cómo cuentas estas historias, casi la he vivido como si fuera mía.
Saludos
Pero mira que eres diablo, no sabes como me has emocionado, me he quedado sin palabras y con los ojos llenos de lagrimas. Jooooo, pero que bonitoooo.
Felicidades Samuel por tu cumple y por tener un papi tan genial.
¡Que bonita historia!, parece de la revista " ser padres"..jijijiji.
Lo de las enfermedades de los hijos es una angustia que no se entiende hasta que eres padre.
Besos y felicidades al del cumple.
Por cierto, que sepas que por momentos has rozado el fundamentalismo paternal.....
UNA SOLA PALABRA:
¡PRECIOSO!
me arrancaste una lágrima de esas enredadas en los más tiernos sentimientos ...
¿Cómo es posible quererles tanto?
Te debo un Email.
Besos
Veo que por fin te has aventurado a contar aquella historia que en su día me adelantaste en el blog, y que seguro, te ha supuesto un exorcismo interesante. :o
Como siempre, me ha encantado ese modo que tienes de hacernos a todos partícipes de tu familia y tu felicidad doméstica; tú decías que gracias a mis artículos sobre Nueva York podrías decir que has estado y que resultaría creíble; pues yo estoy a un paso de poder hablar de "mi amigo JuanRa, el de toda la vida", sin levantar sospechas.
Precioso el video... y muy guapo tu hijo :D.
PD. ¡Ya te he puesto voz!
Joder Juanra...me has puesto los pelos de punta...aún recuerdo aquella tarde a Juan Luis y a mi caminando por Salinetas y llamaste para informar del tema de Samuel, que estaba ingresado de urgencias en Murcia...nos miramos Juan Luis y yo mirándonos y solo acertamos a entonar un "hostias" que debió orise en todo el valle...en fin son cosas de la vida...!!!!
Samuel es guapísimo , menos mal que no le parece al papi ...jeje
Felicita al niño y a la madre .
Besos diablo .
Yo estaba convencido que naceria el 24 de Junio, coincidiendo con mi fecha de nacimiento, pero el remolón se agazapó en el regazo de su madre por dos días mas.
No podeis imaginaros las cosas que prometí para que Dios nos echase una mano durante su enfermedad y nos escuchó, porque eramos michisimos los que pedimos por él.
Yo tambien estuve presente en tu nacimiento. Estuviste encajado por la cabeza durante muchisimo tiempo y tu pobre madre sufrió lo suyo para alumbrarte. Tu cabeza era mas grande de lo normal y al estar encajada adoptó la forma de un pepino. Yo te veia guapisimo y prácticamente empujaba a la gente, aunque no los conociera, para que entraran a ver el hijo tan guapo que tenia y todos me miraban con conmiseración, escuchando mis epítetos y asintiendo ¿como no? a todo cuanto decia.
Despues de mucho tiempo, cuando realmente eras guapisimo, todos, incluso tu madre, me confesaron que naciste feisimo, pero yo creo que son ellos los que estaban equivocados. Dios os bendiga y muchisimas felicidades.
Isabel:
¿Verdad que sí, Sister 5? Y siendo tan enanillos como son, no hay nada en el mundo más grande que ellos.
Mil besos.
Gracias Extraño:
Pues si me dices que te has puesto a sudar con la maratón hospital-casa-hospital es que la has vivido muy en serio :D
Metzli:
Gracias! Como Samuel sabe leer muy bien, le pediré que mire vuestros comentarios. Y a ver si se atreve a escribir él.
Molinos:
¡Qué te voy a contar a tí de hijos! ¿verdad? Con la de manuales completos que llevas escritos...
Se ve que me muevo por terrenos resbaladizos entre la paternidad desnaturalizada y la fundamentalista :D
(Gracias de parte de Samuel)
Amig@mi@:
En fin, sólo me salen agradecimientos. Gracias Montse!
Hola Peibol:
Bueno, ha sido un acercamiento a la famosa historia. De aquellos días tengo mucho metido dentro y no sé si terminaré sacándolo...
Jejeje, qué satisfacción me da lo que dices. Y acabo de verlo un poco como tema para película:
"Qué grandes recuerdos guardo de Nueva York" "Pero si nunca estuviste allí" "Claro que fuí; Peibol me hizo de guía" "¿Peibol?Pobre! Está loco" "No, preguntadle a él. El también me conoce!Somos amigos de siempre!!" :D
PD. Qué atento!
Txema:
Aún conservo el mensaje que me enviaste y mira que han pasado años.
¡Gracias otra vez!
Carlota:
No, no, te has equivocado. Samuel es guapísimo porque se parece al papi.
(Bueeeno, sí, él me gana. ¡Pero sólo un poco!):P
Un beso
Pichiri:
Por más que me cuentes esa historia siempre me hace gracia escucharla.
"Pase, pase usted y verá qué hijo tan guapo tengo" y la gente, qué remedio, no te iba a hacer el feo y pasaba. A saber lo que pensarían!
Pero fíjate, a estas alturas me entero de que yo nací feísimo (!?!)
No, seguro que estaban todos equivocados. Hay gente que no sabe mirar.
Un fuerte abrazo de todos!
hay una parte del texto que no puedo leer a dia de hoy, creo que no he superado las put.. manchitas ,espero teneros por mucho tiempo a los tres,os quiere,la mami.
Cómo se puede expresar en palabras el amor verdadero? cómo se pueden describir con estos signos los sentimientos más profundos? cómo contar, cómo narrar lo que el corazón dice desde el fondo del alma?... no lo sé, pero nos tienes a todos engañados, de diablejo tienes tú el nombre... porque esa ternura es sólo propiedad de las personas amables.
Felicidades a Samuel por dos cosas, su cumple, cómo no, y la familia que lo rodea.
Juanra,esta historia que nos cuentas esta llena de mucha alegria y dolor, me ha llegado hasta lo mas profundo de mi corazón,pero lo mas lindo y hermoso que mi DIOS estuvo y sigue estando con todos ustedes el es grande y poderoso.uno como padre sufre mucho por cualquier cosa que le pasa a nuestros hijos.muchas pero muchas felicidades para SAMUEL que siga cumpliendo muchos años mas que mi DIOS lo bendiga. un beso y un abraso con todo mi cariño. desde colombia milena.
Si es que es leerte y un escalofrio me recorre de punta a puntaaaa. Contigo se me despierta el instinto maternal y todoooooo y me entra envidia(sana) de todas esas cosas q sientes cd hablas de tus hijos.
Muchas felicidades a Samuel y que siga sonriendo mucho muchos muchisimos añosss y que tu lo veasss!! Un besoooo
JuanRa:
Anda, llama a Samuel y que lea esto.
SAMUEL:
ME HA DICHO UN AMIGO QUE HOY CUMPLES 6 AÑOS ¿ES VERDAD? TE ESTAS HACIENDO MAYOR, YA ERES UN TODO UN MUCHACHOTE.........MUCHAS FELICIDADES PARA TI, PARA TUS PADRES Y TU HERMANA.
JuanRa: Hoy no hago ningún comentario, aunque me quede con las ganas, hoy lo importante es que Samuel, vuestro hijo cumple 6 años.
Un abrazo.
Rasanliz
Hay muchos momentos de aquello,que no olvidaré jamás,y a pesar de los años el recuerdo es tan intenso como si de nuevo lo estubiera viviendo.Una es cuando por telefono me decías que Samuel estaba muy grave,y como ,al decirte yo que todo iba a salir bien,me preguntabas una y otra vez,DE VERDAD?,DE VERDAD ANA? DE VERDAD?Mientras yo cerraba los ojos sabiendo perfecamente lo debastadora que una sepsis meningococica generalizada podía llegar a ser y más en un bebé de 7 meses.DE VERDAD...te contestaba.. Otra fue la cara de M.Carmen en la sala de espera de la UCI cuando me vió llegar...la encontré cabizbaja..acaricindo una y otra vez una foto de Samuel entre las estampitas de un montón de santos....y de repente levantó sus ojos y me dirigió su mirada..la mirada de una madre que está perdiendo a su hijo,y esa mirada..se grabó para siempre en mi alma y no cicatriza.Y la otra fue la noche que pasamos tirados en el suelo de una sala de espera llena de gente también tirada por ahí..sin poder pegar ojo..pero con muchísima más esperanza..porque las horas pasaban y Samuel seguía luchando con todas sus fuerzas,dándome la lección más grande que esta vida me ha dado nunca.Hoy por hoy,casi 6 años después no cabe en mi la desdicha,porque ,como bien dijo el médico internista cuando nos anunciaba que Samuel estaba fuera de peligro,dijo..."no pidais nada más mas a la vida...porque ya os lo ha dado TODO.
MUCHAS FELICIDADES SAMUEL.
¡Felicidades a Samuel!, aunque sea un día más tarde, pero ya viste ayer la mañana que llevamos, y no pude ni mirar el ordenador.
Y felicidades a tu mujer y a tí, por que él se mejorara,está guapisimo.
Y otra vez me has hecho llorar,¡Jefe doble!.
Mar
Quiero agradecer desde aquí,el apoyo increíble que recibí de Iván en aquellos momentos.Se dejó el trabajo sin casi explicaciones,se ocupó de que su madre se hiciera cargo de Anna,me subió al coche y me llevó de tirón desde Castellón hasta Murcia sin decir una palabra,sin que yo se lo pidiera,sin casi atreverse a romper el increíble silencio que nos acompañó todo el viaje,haciéndolo solo a veces,con todo el amor del mundo para recordarme que él,estaba ahí.Todavía cuando recuerdo su comportamiento de aquel día me entran ganas de llorar,porque me demuestra que aunque a veces nos echemos los trastos a la cabeza,cuando realmente lo he necesitado ahí ha estado, esperándome,con los brazos más que abiertos.GRACIAS IVAN.
Recuerdo todo...Recuerdo el viaje interminable y tenso desde Burriana al hospital. Recuerdo, nada más llegar tu abrazo, Juan, agarrándote a mi cuerpo porque en ese instante no había nada más a lo que cojerse. Y recuerdo, después de tanto esperar, la chispa de la esperanza "Dicen que está más estable". Felicidades y gracias por vuestro cariño.
Yo quisiera decir algo, pero después de la "plorera" (llanto), no me queda mucho más que añadir a lo dicho por los que lo vivimos... Recuerdo a Juan con la voz desgarrada diciendome por teléfono "...está muy grave Fran, no sabemos lo que puede pasar".
Salí del laboratorio y me dirigí sin explicación alguna a la hermita del Cristo del Monte Calvario, que preside desde lo alto de una colina todo nuestro pueblo. Laura me acompañaba y a pesar de que cuentan que suele cumplir las peticiones, ninguno de los dos le habíamos hecho jamás alguna antes de ese día. Llamé a uno de mis mejores amigos (Emilio Oliver) que viendo mi estado de ánimo se ofreció a acercarme a la Arreixaca de Murcia. Me estuvo animando todo el camino a pesar de tener la certeza de que Samuel difícilmente saldría de semejante situación pues ya había vivido una experiencia similar por parte de unos conocidos con final nefasto. Cuando llegué los ánimos de todos parecían cambiados y las sombras se convirtieron en luz "..parece que mejora". Felicidades Samuel. FRAN.
me has puesto los pelos de punta.. que emoción.. :')
felicidades a los dos..
por cierto, tu hijo es igualito a ti.. :D
besos
¡¡¡Qué maravilla de entrada y qué maravilla de vídeo!!!
Ante todo, Felicidades a Samuel!!!
Seis años, ainnssss, qué edad! Cada vez que mi hija cumplía años yo pensaba, qué cinco añor, qué seis años, qué siete años, a medida que transcurrían me parecían cada vez mejor que el anterior.
Y guapísimo no. Es guapisisisisísimo, al igual que sus padres, porque su madre, a la que sólo había visto en foto, también es una preciosidad. (Qué envidia de perfil...)
El relato me ha emocionado, me ha hecho revivir el nacimiento de mi hija, que fue toda una odisea con final feliz, tan feliz como sólo podía ser el tener a Carolina a mi lado.
Esa sonrisa de Samuel cuando te miraba fijamente me ha traspasado. Es tal y como lo dices. Sabe quién eres, y no sólo eso, te dice que tengas confianza, que nada malo iba a pasar. Algunas sonrisas quedan grabadas en nuestro corazón eternamente, y esta merece estarlo con un marco de oro.
Todos los miedos, todos los fantasmas se esfuman con una historia como esta, tan cotidiana, tan frecuente y al mismo tiempo tan extraordinaria que deberíamos recordarla cada día de nuestra vida.
Solo puedo darte la enhorabuena, JuanRa, por tener todo ese tesoro de cariño y emociones, por saber apreciarlo en lo que vale y por expresarlo con tanta magia.
Y también las gracias por compartirlo y recordarnos lo multimillonarios que somos!
Un abrazo para tí y para los tuyos, y un besazo sonoro para Samuel.
pues muchisimas felicidades para Samuel, que nombre tan cinematografico, la verdad es que ha sido un gusto leerte y he disfrutado el video como si fuera parte vuestra, muy bonito y emocionante, eres un padrazo.
JuanRa, Samuel...sois dos fotocopias.
Samuel, esto es sólo para ti: Con un poquito de retraso, muchísimas felicidades, espero que te hayan hecho muchos regalos y te lo hayas pasado muy muy bien celebrando los seis añazos que cumples.
Muchos besos para mi madridista favorito!!!
He vuelto a releer la entrada con más detenimiento, porque la primera vez la tuve que hacer corriendo, y sentí que mi comentario no había estado a la altura de lo que realmente querría haber puesto.
Tienes un don para tocar la fibra sensible sin caer en la ñoñería. Me ha encantado el relato, y me alegra que poco a poco, puedas verlo como algo lejano, casi irreal, que puedas contar cada vez con menos trabas.
Un abrazo JuanRa
HOLA A TODOS
Con las vacaciones de los hijos estamos ahora en el campo (sin blog ni internet) Hoy he podido entrar y me encuentro con tanta gente que ha dejado comentarios que casi doy un brinco en la silla de alegría.
Paso a contestaros a todos pero antes os doy mil gracias por tanta muestra de afecto. Y os aseguro que Samuel leerá todo lo que le decís
Hola Mami:
Sorpresón verte por aquí!!Jeje, ya veo que tratándose de Samuel no te has podido resistir, ¿eh? Ya ves que esto es pan comido, ¡Anímate a seguir!
Besos
mochuELIn:
Me dejas a menudo unos comentarios muy gratificantes que me complace mucho leer. Pero te equivocas en algo: el diablo os tiene engañados a todos; es malo, perverso, ruin... pero gracias, gracias!!
Milena:
A pesar de la distancia nos llegan perfectamente esos besos y dulces abrazos tuyos.
Gracias Milena.
Helena:
Eso es lo que pretendo como diablo, provocarte escalofríos; más calurosos que fríos, espero.
Gracias por tus palabras: se las haré llegar a Samuel.
Rasanliz:
Mil gracias, amigo. Samuel tardará un poco en leer todo esto porque está en el campo de mis suegros, pero ya le he dicho que en el blog le felicita mucha gente por su cumpleaños y me ha dicho que lo leerá.
Anasister:
Me has acercado a momentos dolorosos y felices a un tiempo. Vuestra llegada fue como una manta para un cuerpo con frío. Allí descubrí también la fuerza y el amor incondicional de la familia y lo importante que es para vivir.
Samuel está más feliz que el Pipa enseñándose a llevar su bici nueva.
Un beso muy grande.
Mar:
Pues sí que te estoy haciendo sacar el pañuelo... No vas a querer leerme más... No, ya está bien. A reir ahora!
Gracias Mar
Iván:
Bueno, te veo poco por aqui, pero parece que la entrada nos reune de nuevo a la familia por aquel recuerdo agridulce.
¿Te acuerdas de que tú también recibiste una mirada especial de Samuel aquellos días?
Un abrazo grande, cuñado.
Fran:
Buf, entre Ana y tú me habéis emocionado de una forma... Bueno, aunque me angustian ciertos recuerdos, leeros me reconforta mucho.
Estoy convencido de que tanta gente con el pensamiento conectado en Samuel y pidiendo por él consiguieron aquel milagro.
Un beso, Fran
Gracias rAnita:
Me alegra que me lo digas. :)
Io:
Todo mi agradecimiento por lo que me dices y por cómo me lo dices.
Subrayo eso de "recordarnos lo multimillonarios que somos" , una inmensa verdad que a menudo los ojos no alcanzan a ver y nos pasa desapercibida. La salud, el bienestar de los nuestros, el que estén con nosotros, son motivos de auténtica felicidad diaria. Hagamos por recordarlo.
HASTA PRONTO (Te escribo un correo en breve)
Ripley:
Gracias amigo. Me alegro de que te haya gustado. El video tiene su tiempo y en él no se aprecia lo alto que está ya Samuel.
Un abrazo.
Bichejo:
Jejeje. Gracias mil. Te aseguro que te va a leer cuanod vuelva del campo. Las vacaciones, ya se sabe...
Eso de madridista le va a gustar.
Peibol:
Bueno, tú tienes pase V.I.P. en este blog. Puedes entrar y salir y escribir y reescribir y leer y releer las 24 horas (también tengo yo ese pase para el tuyo, lo sé)
Lo importante será extraer siempre lo bueno de aquella experiencia, que no me afecte de manera negativa. Sin miedos. ya lo intento, ya.
Otro abrazo para Tenerife
Creo que tratar este tema te ha hecho bien, aunque ya esté superado el mal trago.
Nadie puede imaginar qué significa un hijo hasta que no tiene uno, y realmente, una vez lo tiene... casi que lo demás no importa.
Felicidades por este texto tan cargado de emotividad, por compartirlo y por ese final feliz.
Querido compañero,aquí va una longaniza sensibilera.
FELICIDADES A SAMUEL.
Aunque aquella situación de Samuel y me la habías contado, no he podido evitar añadir algún comentario al leer el blog esta semana. Solo has resumido en 2 frases aquella tragedia, pero me supongo que fue mucho más terrible que lo que cuentas.
Tu mujer debió rezar a todos los santos, y es que no era para menos.
Tu gran sensibilidad al contarlo emociona y pone los pelos de punta.
Pero como ves te ha respondido muchísima gente, y es que tu gran deseo de compartir a través de este blog, nos convierte a todos los que nos acercamos en una gran familia que desde fuera ya todos protegemos un poco a los tuyos.
Samuel volvió a nacer y cada año o cada día debe ser motivo para celebrar que este niño nació dos veces.
Enhorabuena a los padres por esa suerte tan merecida que os devolvió a Samuel.Un beso.
Remolina.
JuanRa: Me ha conmovido tanto este relato! ni te imaginas, casi lloro!! Tienes una sensibilidad impresionante, e imagino que tu familia debe estar re feliz de ser protagonista de tus creaciones. Felicidades!
Ay JuanRa, qué sentimiento que le echas a todo, será que eres muy sensible??, me encantan tus historias y que nos invites a participar de ellas. He estado un tiempito alejada de mi blog pero no de los de mis compis y he leído todo lo que he podido, tus entradas son siempre geniales.
Besotes para esos dos soles que tienes en casa.
Loli
Una vez más, pegado a una entrada de tu blog casi sin parpadear.
Enhorabuena por la fuerza que tiene Samuel!!!!!!!
Buf! No me hago a la idea de lo que tiene que ser vivir esa situación con un hijo pero tu gran capacidad descriptiva, la verdad es que emociona al más pintado
Gracias, Kioskero:
Como bien dices (porque tan bien lo sabes) todas las prioridades de la vida cambian cuando llegan esas "personillas" que embelesan y marean a partes iguales.
En fin, p'alante, Sergi!!
Remolina:
Cómo me llena lo que me dices. Te agradezco mucho tus palabras, así como la confianza y la mano que siempre tiendes.
Y con respecto al blog, es cierto, por lo menos en mi caso siento cada vez más que hay un lazo afectivo que nos une a todos.
PD. Cada vez me gusta más eso de ¡Remolina!
¡Ay Adriana!:
¡Qué bien me vendes! :)
Gracias.
Hablando de "protagonistas"... ¡atenta a la próxima entrada! (pero tú...Shhh)
Loli:
¡Vaya, por fin reapareces! ¡Ya te echaba de menos!
Gracias por tu visita y por lo que en ella me dices. Ya sabía yo que "Vale la pena tener...
una Loli" ;D
Umpi:
Gracias.
Y siempre cuento con que no sea tu "última visita"
Por supuesto, Samuel es un super héroe. Por lo menos para mí.
Fran:
Como dice el dicho
"Cuando seas padre comerás huevos"
Ya me contarás entonces. Te pasas por aquí y me cuentas.
(Que conste que no te estoy desanimando, ¿eh?)
Saludos!
Mmmmm! me quedo con la intriga
-¿¡Qué queremos!?
-¡Una entrada nueva!
-¿¡Cuándo la queremos!?
-¡Ya!
Así como habrás visto mis comentarios en entradas viejas (ahora voy a ver si ha habido respuesta), he estado contestando algunas de tus incursiones remotas, entre ellas, las más recientes. Un saludo... ¡y ponte a escribir! :p
Amigos todos, acabo de descubrir la póxima sorpresa que nos dará el Diablo, tranquilo JuanRa, que no lo desvelaré, pero os gustará.......
Oiga señor diablo no me deje mal, debemos ver por aqui eso que usted y yo sabemos.
Artimañas no le faltan para tenernos enganchaos y hacernos pecar y pecar.
Un saludo manchego.
Rasanliz
el mio pequeño nacio en junio de 2002, ¡y comome suena todo lo que cuentas!
saludos
Hoy es uno de esos momentos de la vida en que uno no sabe si va a estar a la altura de las circunstancias.
Ante semejante post, sólo queda aplaudir, llorar, reir, emocionarse. Cualquier sentimiento si es verdadero, es válido.
Enhorabuena a los padres por tener un hijo así, y enhorabuena a ti por escribir tan bien lo que sin duda sientes.
P.D. Samuel es un ADONIS¡¡¡¡¡¡¡¡
¡Eres verdaderamente un diblillo!le das pistas al manchegico,y a mi que estoy cerca nada de nada, estoy impaciente de cual sera tu nueva entrada en el blog.Un beso
Mar tu compi.
Juan se me olvidaba, felicita a tu madre por la foto de Julio, está muy guapa.Un beso.
Mar
Adriana Rey:
Quédate con ella. Yo te la doy toda ;)
Peibol:
Jajaja. Supongo que lo estarás cantando y bailando cual animadora americana, con pompones y todo, si no no me vale. :D
Me he estado conteniendo un poco para la entrada especial de aniversario. (La verdad, si actualizara tanto como me apetece estarías ya hasta el gorro de leer. Mejor me contengo :P)
Rasanliz:
Con eso de que me has robado la llave del infierno y puedes colarte, tendrás exclusivas antes que nadie.
Me alegro mucho de que te haya gustado, pecador manchego.
Un abrazo
Paco:
No me digas más, también has pasado las pruebas con obstáculos, ¿no? Y lo que nos queda!!
Un saludo
SOMMER:
Anda, el Adán asturiano!!
Gracias por devolver la visita con tan buena predisposición y tan agradables palabras.
Voy a ver si tiento ahora a una Eva para que campéis felices por Asturias.
Un saludo.
Mar:
Como ya te he dicho, al mancheguico no le he dicho ni pío, ha sido él que se ha comprado una lupa bien gorda y me sigue las huellas.
Mi madre aún no ha visto la foto puesta. Descuida que ya se lo diré.
Un beso.
tomas dijo:
ahora que hay internet en casa he estado buceando en tu blog, y a pesar de que muchas de tus entradas merecen un comentario aunque sea anacronico he vencido la pereza para decirte que a pesar de la dura experiencia resulta emocionante y casi maravillosa por su final, y es realmente emocionante como la cuentas y el video es una maravilla tb- me encanta ver tu legion de seguidores que valoran tus historias, sabes que yo tb, aunque sea tab perezoso en escribirte. un abrazo de tomi
Tomaaaás! Tienes que dejarme más comentarios, hombre, que me hacen mucha ilusión. Esta entrada tuvo muy buena acogida como habrás visto y al releerla hoy después de muchos meses también a mí me emociona.
Un abrazo
Cómo se me pasó eso. Deja de linkar entradas antiguas en el margen del blog que me haces llorar T_T
Bebe mucha agua, Misa, que entre pelis de kleenex y cosas así te debes estar deshidratando!! ;)
Un saludo
Madre mía, JuanRa, lagrimones como puños. No sé como describirte la manera en que transmites las cosas, llegas, llegas mucho. Me has emocionado con cada palabra describiendo el parto de tu mujer, y luego con cada palabra cuando Samuel estaba malito. He conseguido recuperarme y entonces he leído el comentario de Anasister que me ha vuelto a emocionar. Y así.
Tienes un hijo hermoso, y una mujer hermosa. El video es una maravilla (lagrimones como puños, también).
Felicidades, felicidades a Samuel y a todos.
Ay, Pecosa, amiga, es que esta entrada es una de las más especiales del blog, tal vez la más especial.
Durante años no fui capaz, no ya de escribir sobre aquello, ni siquiera de hablar o pararme demasiado a pensar en aquellas horas tan largas en las que pasé tanto miedo.
Y un buen día, poco antes de su sexto cumpleaños lo rememoré todo al contarlo por escrito. De alguna manera me hizo sentir mucho mejor.
A día de hoy sólo hay una cosa que pido en esta vida: no sobrevivir a mis hijos.
Un fuerte abrazo
Qué entrada más bonita y tierna. Me ha gustado mucho, mucho.
Un saludo
Gracias, Pixel
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