Situémonos en el escenario de los hechos.
Aeropuerto de Bogotá, ciudad en la que se vive una eterna primavera, con suaves temperaturas todo el año.
Largas colas van avanzando lentamente hacia las ventanillas en las que habíamos de presentar pasaportes, pero nos sentimos felices de haber descendido por fin del avión.
Comienzan una serie de preguntas que se repetirán una y otra vez por distintos lugares de acceso.
Comienzan una serie de preguntas que se repetirán una y otra vez por distintos lugares de acceso.
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¿A qué ha venido a Colombia? ¿A qué ciudad se dirige? ¿Cuánto tiempo tiene pensado quedarse? ¿Dónde se va a alojar?, ¿Su padre es colombiano? ¿Y su madre? … (¿De verdad hace falta tanto? Casi nos sentimos en la necesidad de confesar cualquier crimen…)
¿A qué ha venido a Colombia? ¿A qué ciudad se dirige? ¿Cuánto tiempo tiene pensado quedarse? ¿Dónde se va a alojar?, ¿Su padre es colombiano? ¿Y su madre? … (¿De verdad hace falta tanto? Casi nos sentimos en la necesidad de confesar cualquier crimen…)
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Nos entregan un cuestionario en el que una de las preguntas dice:
¿Es portador de algún alimento de origen animal?
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Nos entregan un cuestionario en el que una de las preguntas dice:
¿Es portador de algún alimento de origen animal?
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Fran no se lo piensa dos veces y marca una X en la casilla que dice NO.
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Mentira cochina. Tenemos una maleta cuyo interior guarda un enorme queso manchego, una pieza de jamón serrano y mucho embutido envasado al vacío, además de un pan casero redondo conseguido en Almansa (Albacete) casi tan ancho como la maleta. Son cosas que nuestro padre había manifestado echar de menos porque, o no se encuentran en este país o resulta carísimo adquirirlas. Sólo descartamos la posibilidad de meter aceite de oliva y un buen vino tinto por aquello de evitar líquidos sospechosos.
Mentira cochina. Tenemos una maleta cuyo interior guarda un enorme queso manchego, una pieza de jamón serrano y mucho embutido envasado al vacío, además de un pan casero redondo conseguido en Almansa (Albacete) casi tan ancho como la maleta. Son cosas que nuestro padre había manifestado echar de menos porque, o no se encuentran en este país o resulta carísimo adquirirlas. Sólo descartamos la posibilidad de meter aceite de oliva y un buen vino tinto por aquello de evitar líquidos sospechosos.
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Todos estamos pendientes de esa maleta en cuestión, que viene embalada en plástico desde Valencia, pues deseamos que llegue sana y salva a su destino: el estómago de nuestro padre. Declarar que llevamos tantas viandas en ella podría echar por tierra ese loable propósito y decidimos correr el riesgo.
Es entonces cuando aparece el primer contratiempo. Las maletas iban pasando por la cinta transportadora. Tomás reconoce la del cargamento comestible, la coge y, asustado, la suelta de inmediato.
Todos estamos pendientes de esa maleta en cuestión, que viene embalada en plástico desde Valencia, pues deseamos que llegue sana y salva a su destino: el estómago de nuestro padre. Declarar que llevamos tantas viandas en ella podría echar por tierra ese loable propósito y decidimos correr el riesgo.
Es entonces cuando aparece el primer contratiempo. Las maletas iban pasando por la cinta transportadora. Tomás reconoce la del cargamento comestible, la coge y, asustado, la suelta de inmediato.
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-¿Qué pasa? – le preguntamos
- ¡La maleta está vibrando!
- ¿Vibrando? ¿Cómo que vibrando?
-¿Qué pasa? – le preguntamos
- ¡La maleta está vibrando!
- ¿Vibrando? ¿Cómo que vibrando?
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Pronto cae en la cuenta de lo que ha sucedido. Acostumbra a raparse la cabeza a menudo y para ello se ha traído la máquina de cortar el pelo y ésta se ha puesto en funcionamiento dentro de la maleta.
Pronto cae en la cuenta de lo que ha sucedido. Acostumbra a raparse la cabeza a menudo y para ello se ha traído la máquina de cortar el pelo y ésta se ha puesto en funcionamiento dentro de la maleta.
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- ¡Pero tío – protestamos – ¿cómo se te ocurre meter la máquina en esa maleta?
- ¡Joder, si la he metido en un bolsillo aparte y la he traído con las pilas agotadas!
- ¡Pero tío – protestamos – ¿cómo se te ocurre meter la máquina en esa maleta?
- ¡Joder, si la he metido en un bolsillo aparte y la he traído con las pilas agotadas!
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Llegamos a la conclusión de que las bajas temperaturas que se deben alcanzar en la bodega del avión le han recargado las pilas. Eso o que al llegar a Colombia la maquineja se ha sentido con ganas de bailar reguetón y vallenato.
Llegamos a la conclusión de que las bajas temperaturas que se deben alcanzar en la bodega del avión le han recargado las pilas. Eso o que al llegar a Colombia la maquineja se ha sentido con ganas de bailar reguetón y vallenato.
El caso es que es exagerado el movimiento que tiene la maleta y que, aunque le propinamos algunos puñetazos furtivos, no conseguimos apagarla. Para ello tendríamos que desembalarla allí mismo, delante de todo el mundo y la haríamos más vulnerable de ser investigada. De nuevo tenemos que correr el riesgo y seguir adelante.
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Y así, en la zona en la que todo ha de pasar por el escáner casi no respirábamos. Imaginábamos que el hombre que mira la pantalla exclamaría: ¿Pero qué diablos es esto que se ve aquí? ¿Una bomba?
Y así, en la zona en la que todo ha de pasar por el escáner casi no respirábamos. Imaginábamos que el hombre que mira la pantalla exclamaría: ¿Pero qué diablos es esto que se ve aquí? ¿Una bomba?
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Sin embargo, milagrosamente, nada nos dijo. ¿Cómo era posible? ¿Nadie se dio cuenta ni del queso ni del jamón ni del “abejorro” vivo del interior?
Sin embargo, milagrosamente, nada nos dijo. ¿Cómo era posible? ¿Nadie se dio cuenta ni del queso ni del jamón ni del “abejorro” vivo del interior?
Apretamos el paso para escapar de allí, mirándonos de reojo, aliviados por la suerte que habíamos tenido.
Pero como si se tratara de un videojuego, aún quedaba el último nivel. Un mozo se ocupaba de pesar las maletas antes de embarcarlas en el avión y al coger la del baile de San Vito hizo un gesto de sorpresa y nos preguntó:
Pero como si se tratara de un videojuego, aún quedaba el último nivel. Un mozo se ocupaba de pesar las maletas antes de embarcarlas en el avión y al coger la del baile de San Vito hizo un gesto de sorpresa y nos preguntó:
- ¿Qué hay aquí dentro? ¡Algo se mueve!
Tomás tuvo que mentir como un bellaco.
- ¿Eh? Ah, sí, en el escáner ya han visto que es una máquina de cortar el pelo. Con los golpes se debe haber puesto en marcha.
- Bueno, pero tienen que apagarla.
- Es que como va tan bien embalada…
- ¡Apáguenla! - dijo mientras entregaba a Tomás un fleje para que cortara todo el embalaje y la abriera.
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La gente que nos rodeaba se nos quedó mirando. Nadie se libra de ser sospechoso de algo si le obligan a abrir una maleta en un aeropuerto, así que nos colocamos lo más retirado posible, intentando pasar desapercibidos.
No conozco todas las Leyes de Murphy, pero estoy seguro de que habrá una que diga que siempre que busques algo en una maleta desesperadamente, no lo encontrarás jamás a menos que la abras bien y lo saques todo.
La gente que nos rodeaba se nos quedó mirando. Nadie se libra de ser sospechoso de algo si le obligan a abrir una maleta en un aeropuerto, así que nos colocamos lo más retirado posible, intentando pasar desapercibidos.
No conozco todas las Leyes de Murphy, pero estoy seguro de que habrá una que diga que siempre que busques algo en una maleta desesperadamente, no lo encontrarás jamás a menos que la abras bien y lo saques todo.
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Tomás iba metiendo la mano por todas partes, abriendo una cremallera, luego otra, después otra y la máquina parecía burlarse de él con su “Trrrrrrrrrrrrrrrrrr A que no me encuentras? Trrrrrrrrrrrrrr” Indignado, dio la vuelta a la maleta para buscar por otro lado y PLOM, el queso manchego se salió para rodar feliz por el suelo. A mí empezó a entrarme la risa y más cuando ví cómo lo atrapaba y lo volvía a meter en su guarida en décimas de segundo mientras murmuraba furioso “mecaguenlaputamáquinadeloshuevos”.
Nosotros tres le rodeábamos intentando tapar con nuestros cuerpos las miradas de los curiosos, casi convencidos ya de que algún policía se acercaría y nos desmantelaría todo el alijo.
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Por fin encontró la máquina y la apagó furioso para meterla a continuación en su bolsa de mano.
Devolvió el fleje al empleado así como la maleta para que la pesara por fin. Después de hacerlo, la vimos desaparecer por una cinta transportadora. La pobre se marchaba con la sombra de la sospecha a cuestas. En nuestra imaginación podíamos ver a algún empleado del aeropuerto en una última inspección relamiéndose de gusto.
Por fin encontró la máquina y la apagó furioso para meterla a continuación en su bolsa de mano.
Devolvió el fleje al empleado así como la maleta para que la pesara por fin. Después de hacerlo, la vimos desaparecer por una cinta transportadora. La pobre se marchaba con la sombra de la sospecha a cuestas. En nuestra imaginación podíamos ver a algún empleado del aeropuerto en una última inspección relamiéndose de gusto.
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Una hora y media después recogeríamos de nuevo la maleta ya en el aeropuerto de Barranquilla en donde nos esperaba nuestro padre.
Me reservo para otro día el desenlace de la historia. ¿Llegarían a buen puerto los manjares ocultos?
Prometo también hablar de una vez de la ciudad de Barranquilla y de sus gentes y mostrar algunas fotos. No es que me esté haciendo de rogar, es que cada cosa necesita su tiempo.
Una hora y media después recogeríamos de nuevo la maleta ya en el aeropuerto de Barranquilla en donde nos esperaba nuestro padre.
Me reservo para otro día el desenlace de la historia. ¿Llegarían a buen puerto los manjares ocultos?
Prometo también hablar de una vez de la ciudad de Barranquilla y de sus gentes y mostrar algunas fotos. No es que me esté haciendo de rogar, es que cada cosa necesita su tiempo.
No se me impacienten.
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Y ahora, como diría Valery: Ciaooooooo !!!
25 comentarios:
Hola Diablillo, anda que me has hecho reir, con la historia de la maleta, aunque supongo que vosotros en ese momento no os daria mucha risa, que momento.
Bueno sigue, sigue contando,me has hecho pasar un buen rato. Un beso manchego.Mar
Lo de los controles llega a acojonar, y encima no puedes permitirte una mala cara o contestación ambigua, porque ahí tienes las de perder sí o sí.
Si te pisan un pie mientras te interrogan sobre por qué entras en el país, mejor sonreír mientras te lloran los ojos y responder algo agradable, que cagarte en su madre y decirle que a qué viene tanta pregunta. En un eropuerto internacional no eres nadie :s
Un abrazo.
PD. Me alegra ver que por fin te hayas puesto manos a la obra; no dudo que la tardanza se debe a una cuestión de hacer las cosas "bien", y no a la vagancia ;)
Qué corto...quiero más...tengo que decir por si algún trabajador de ese aeropuerto me lee, que si alguien tiene algo que ocultar lo oculta y punto,que se dejen de preguntitas chorras, que espantan al poco turismo que va.Trabajadores del aeropuerto de Bogotá:TAN SOLO SOIS ESO,SI TANTO OS MOLA EL ROLLITO DEL ESPIONAJE..OS HABEIS EQUIVOCADO DE PROFESIÓN.
Vamos, vamos, ni el guión de una pelicula de los hermanos marx, cojonudo, me he reido un buen rato, espero y os deseo que paseis unos estupendos días con vuestro padre, un abrazo
No hay derecho, me dejaste con el jamón y el queso en los labios...
jaja
Pero os preocupasteis demasiado por nada, el pan no es de origen animal...
;)
Besos
Jajajjaa , la máquina de los c...que fuerte ,que inoportuna .
Bueno esperamos impacientes el otro capitulo niño .
Un besote.
Mar:
Bueno, pues sólo por el hecho de que ahora te lo hayas pasado bien leyéndolo daré por buena aquella odisea.
Hasta pronto, manchega!
peibol:
Sí, sí, teníamos claro que no debíamos mostrarnos irascibles y nos armamos de paciencia, aunque a toro pasado nos divertía enórmemente imaginar respuestas impactantes.
(Mejor no me pongas el listón muy alto, por si acaso...)
anasister:
Cómo me divirtieron tus cabreos, Ana. Ahora veo que tanta incongruencia nos dio mucha vidilla para reirnos y que las horas muertas pasaran más deprisa.
calata:
Ahora que lo dices, algo de hermanos Marx sí que parece. Pero estas cosas las ves en el cine y resultan exageradas, seguro.
Un abrazo.
Amig@mi@:
Es que otra de las preguntas era si traías algo de origen vegetal, osea que no se escapaba ni el pan. Puede que nos lo hubieran dejado pasar todo sin problema, pero uno se acojona en tierra extraña.:S
carlota:
La máquina no se cortó un pelo, nunca mejor dicho. :)
Saludos
Tomas dijo:
Joder... Mecaguenlaputamaquina, que mal rato pasé, recuerdo que mientras rebuscaba entre jamones y quesos no podía dejar de pensar que el policía de sombrero vaquero que tantas preguntas nos hizo estaba detrás de mi........ Y me iba a soltar: - Con que no llevabais comida pendejos.... Con ese chucho de anuncio de Scotex que llevaba...
Salió el diablo que llevas dentro. Me has dejado con una intriga que no permitira coger el sueño asi como así, eso no se hace, con el buen rato que me has hecho pasar sin el final lo has jod......
Esperaré al siguiente capitulo para ver que pasó con el queso, lo demás no me importa tanto, pero es que el queso es paisano mio, el pobrecito.
Un saludo mancheguito
Rasanliz
Hay Jotacaroz, nos has hecho reir, no hay crimen perfecto,¿como iba a pensar Tomas que los iba a delatar la maquinita de motilar?
UN BESO BARRANQUILLERISIMO
CHAOOOOO BAY BAY
MILENA
Hola Juanra. No sé cuando me he reído más, si leyendo este relato o cuando me lo contaste de viva voz...Qué bueno!!!
Y respecto a lo del interrogatorio, ya sabes lo que pienso, según di fé de ello en mi blog.
P.D. espero el diario escrito de puño y letra, para leerlo, como antaño, cuando nos intercambiamos nuestros diarios..Un abrazo.
ai...si me reido¡¡¡se me salían la lagrima y tó¡¡¡ ,me imagino la estampa y no tiene precio y es que diablillo tienes una virtud especial para sacar el puntito de una situación que podria llamarse de acojonante teniendo en cuenta donde estabais.
Juan padre y anasister me encanta esa foto.
Besos a toda la family and company
Jajaja, tengo entendido que meter jamón serrano en algunos países es casi tan complicado como ganar la lotería XDDD Los controles de los aeropuertos se tienen que poner las botas al final del día con los alijos de embutidos y productos típicos que decomisan XDD
saluditos
Bwajajaja! Méndiga máquina y jajajaja, la maleta. ¡Cómo me haces reír con tus crónicas! No puedo esperar por el siguiente installment de las crónicas diablas en Barranquilla!
hasta pronto..
jojojo, pero si en segundo de primaria aprendemos que nunca debemos dejar una maquina de cortar el pelo dentro de una maleta sin quitarle la batería!!, esto me recuerda a tantas veces que la tecnología me ha delatado... sonando el movil en un funeral, haciendo que el GPS cargue los mapas de Finlandia en Londres, explotandome una PDA en la mano al intentar entrar en una wifi.. ayy!! me qedo esperando el ansiado desenlace del queso rodante y el jamón furtivo, beso mientras!!
JAJAJA, que buena esta historia, pasé 5 horas en este aeropuerto esperando un enlace y nunca en la vida me habian cacheado y sobado tanto como ahí, creo que como 8 veces desde la salida del avión hasta la sala de espera. Imagino la situación que para nosotros es de risa en este momento pero imagino la angustia que pasaron todos, aunque lo siento muchisimo no puedo dejar de sonreir.
Saludos.
Desde luego, los Cabrera siempre tienen alguna historia que contar divertida y fuera de lo común.
Espero con ansia la tercera parte de este delicioso viaje.
Un beso.Remolina.
Tomás:
Nos faltó una foto al perrillo rastreador. ¡Nunca hubiera dicho que adiestrarían a la mascota de Scotex para olisquear maletas!
Rasanliz:
Bueno, no quiero ser el causante de tu insomnio. Hoy mismo sabrás el desenlace de tu paisano el queso :D
Milena:
¡La máquina de motilar! Tendré que escribir un capítulo de palabras colombianísimas. Anoté bastantes.
Muchos besos de jotacaroz!
Txema Rico:
Of course. Ya te dije que el diario de viaje te lo paso cuando quieras.
Un abrazo.
Azafrán:
Pues puestos a imaginar no quiero ni pensar cómo habrían salido las cosas de haberte venido tú con nosotros. Una de dos, o les hubieras matado de risa o aún estaríamos entre rejas :D
Un beso
Lillu:
Eso es exactamente lo que dábamos por hecho. Un controlador abre una maleta con tanto comestible y
seguro que dice: "No, esto no puede pasar" (Mientras piensa "...porque me ha entrado un hambre...") XD
March:
Me alegro de que te diviertan. Seguro que además eres de risa fácil como yo.
Acuarius:
¿Sólo Hasta pronto? Hombre, dime algo más.
Bueno, Bienvenido!
mochuELIn:
Ya veo en tu blog lo "tecnologiquera" que eres y lo mucho que te apañas con esas cosas. Lo que aprendimos en esta historia es que la próxima vez todo irá sin pilas.Incluido yo!
Hasta pronto!
Metztli:
Ya ves, con una situación cómica pero sin tenerlas todas consigo porque no sabes qué reacciones puede haber.
Cacheos también hubo, sí. Y nos pidieron que nos descalzáramos también.
Un saludo
Remolina:
Los Cabrera y otras hierbas, jeje. ¿Tú crees que quedaríamos bien en una serie de la tele?
Un abrazo
Cómo me he reído...!!! Qué bueno!
Me imagino perfectamente a Tomás cagándose en todo al recoger el queso
Ja,ja,ja,ja, que me partooooooo... Os pasa eso en el aeropuerto JFK y seis marines hubiesen acribillado a tiros al queso manchego antes de que explotase :)
Y sí, esa es una de las Leyes de Murphy, al igual que siempre que buscas en casa un libro es el último que encuentras.
Quien lo iba a decir, diablo, pasando jamón de contrabando...
Besos!
Iván Arribas:
Jejeje. Yo creo que también me imaginaría a Tomás en esos raros arrebatos aunque no le hubiera visto.
Io:
Jajaja. Menos mal que oculté mi nombre "verdadero". Si les hubiera dicho que soy el Diablo igual me cuelgan boca abajo en lo más recóndito de la selva.
(Cómo me alegra verte por aquí)
Jajaja, buenas risas me he echado imaginando el queso rodando por el aeropuerto!!!
Diox, lo que me estoy partiendo xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
Espero que no te importe que lea esto, eso te pasa por poner las entradas más comentadas en links y se me ha ido la mano! XD
Pero cómo me va a importar!! Yo encantao de que te metas por todas partes. Tienes licencia, Misa ;)
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