14 de mayo de 2014

TARDES DE SÁBADO CON TARZÁN

Llevaba mucho tiempo deseando sumergirme en aquellas imágenes de mis recuerdos, y una ociosa tarde se presentó la oportunidad.

- ¡Tengo una película muy chula!  - anuncié en casa- ¿os apuntáis a verla?
- ¿Una peli? ¿¿Cuál??
- Un momento, que la pongo.
- ¿Pero de dibujos? - quiso saber Aitana.
- No, es una película de aventuras que vi con mi padre cuando yo era pequeño. Ahora veréis.
 
Conecté al televisor la memoria en donde guardo las seis películas de  Johnny Weismuller como Tarzán. Me consta que grabó algunas más, pero yo tengo las seis primeras, las que protagonizó junto a Maureen O'Sullivan en el papel de Jane.

Cuando en la pantalla rugió majestuosamente  el león de la Metro,  escuché algo previsible.

-¿¿En blanco y negro?? ¡¡Qué rollo!!
- Eh, un momento, es en blanco y negro porque es muy antigua, pero a ver si os creéis que antes no se hacían películas chulas. ¡Es Tarzán!
- Ah, pero Tarzán ya la vimos en dibujos.
- Sí, pero este es el verdadero Tarzán, y estoy seguro de que os va a gustar. Sentaos aquí conmigo.

Jane llega a África y se reúne con su padre, un veterano comerciante y explorador que prepara una expedición a un misterioso lugar: un cementerio de elefantes. El sueño de encontrar montañas de marfil que les haga ricos les impulsa a enfrentarse a toda serie de peligros. Sin embargo nadie contaba con que Jane fuera secuestrada por un hombre salvaje que se desplaza por la jungla a través de lianas.

La película arrancó sin captar la atención de mis hijos, salvo ciertos momentos puntuales que yo les anunciaba.

- ¡Mirad, mirad cómo habla Tarzán!
 Es el momento de las presentaciones, en lo alto de un árbol y ante la mona Chita. "Me llamo Jane" "¿Jane?" "Sí, Jane. ¿Tú?" "Tarzán" Y luego el famoso " Jane, Tarzán...  Jane, Tarzán..." a empujones. 
La hija del explorador está algo asustada pero parece pensar "Vaya, con unos pocos modales me molaría este salvaje"

Recuerdo muy bien cómo me sobrecogían siendo niño aquellos tambores lejanos en mitad de la jungla, previos a la aparición de una tribu de negros con las caras pintadas, amenazantes. Pero llegado ese momento, Samuel y Aitana no se inmutaron lo más mínimo.
Desde luego hay una diferencia abismal entre aquellos años en los que el televisor era casi un altar que reunía a la familia en torno a él, y los tiempos actuales en los que ha perdido toda aquella magia y es sólo un electrodoméstico más.

- Esta parte me encanta - les dije - ¡Tienen que escalar ese monte!



- ¡Halaaa! - exclamó  Samuel - ¡Cómo se nota que es de mentira!
Y tenía  razón,  y me quedé pensando por qué de niño no me daba cuenta yo de estas cosas. Claro,  esta generación que ha visto los exquisitos efectos especiales de Avatar, por ejemplo, parte de un listón muy alto, y  ante semejante inmovilidad se ponen a bostezar. Pero me sigue pareciendo que hay mucho encanto en toda aquella magia artesanal del antiguo cine.


- ¡Mirad aquí, qué peligroso esto! Tienen que pasar por ese camino tan estrecho, ¡y tener mucho cuidado con el precipicio! 

Aún parecía bullirme por dentro aquella mezcla de horror y fascinación cuando alguien caía al vacío, y es que esta parte está muy conseguida.
No tanto como la de la lucha de Tarzán con los cocodrilos.
En todas sus películas, cuando  se lanzan al río a atacar a Tarzán, siempre son cocodrilos normales, pero en el cuerpo a cuerpo crecen como cinco o seis veces más: parecen animales prehistóricos centrifugando a Tarzán bajo el agua. Pero éste se aferra a sus cuellos y les deja fuera de combate a base de machetazos. ¡Viva Tarzán!

No, no conseguí que terminaran de ver la película conmigo. Sin embargo, aquella tarde se despertó mi afición tarzanera y al sábado siguiente le tocó el turno a Tarzán y su compañera (1934), mientras mis hijos iban a lo suyo para mirar la pantalla muy de vez en cuando.

Fue al cuarto sábado cuando conseguí que Aitana viera Tarzán y su hijo (1939) prácticamente de principio a fin, y es que eso de que de repente Tarzán y Jane encontraran un niño en una avioneta estrellada, y  el niño creciera y fuera un pequeño tarzanito, ya tenía más aliciente para ella. 

-¿Sabes a quién me recuerda Boy? A tu amigo Jorge.
- ¡Qué dices, papá! ¡No se parece nada!
-¿Que no? Si le quitamos esa melena rizada es clavaíto.

Y fue la misma Aitana la que avisaba a su hermano.
- ¡Mira, Samuel, el hijo de Tarzán ha caído en una tela de araña gigante!
Pero cuando Samuel vio que las arañas parecían peluches con el movimiento de las muñecas de Famosa dirigiéndose al portal, arqueó las cejas y dijo:
- Ya pensaba yo que saldría una araña gigante, como la de El señor de los anillos...

Lo dicho, a estos chavales ya no se las dan con queso en cuanto a realismo cinematográfico.

Y sin embargo yo encuentro maravillosas aquellas películas: los sonidos de la jungla por la noche, los rinocerontes inesperados y tozudos, las fieras tribus temerosas ante la montaña mágica, "Yuyu, yuyu...", los elefantes heridos  atravesando la cascada para morir en su cementerio, el pájaro bobo, (¿a quién diablos se le ocurriría esto?), las actuaciones de Chita (¡una actriz como la copa de un pino!), el grito tirolés que llega a través de los árboles...

Unas semanas más tarde me preguntaba Samuel:
- ¿No vas a poner otra peli de Tarzán?
- No, ya las he visto todas.
- Ah, qué pena...
- ¿Pena? Si no te gustaron.
- Bueno, no estaban tan mal, pero me gustaba verte viéndolas.

Esto me hizo acordarme de mi padre, de cómo insistía en que le acompañáramos a ver alguna película que le gustaba mucho. Casi siempre nos terminábamos por desentender de ellas porque nos parecían un rollazo, ¡incluso a veces él mismo se dormía!

Pero también a mi me gustaba ser testigo de aquel entusiasmo suyo, de aquella necesidad de revivir bellos recuerdos, de todos aquellos ratos  en las tardes de algún sábado, con una película en blanco y negro en la pantalla del televisor. 

16 comentarios:

Ana Bohemia dijo...

Instruir a tus hijos en el encanto de lo clásico, la pega es que ya no se la dan con queso, aunque sean peques ya están muy curtidos en las aventuras cinefilas. Es que los decorados de cartón dan el cante fino, como quien dice. Jeje, me ha llamado la atención la frase que te dice tu hijo, eso de que no estaban tan mal al final y que le gustaba verte viéndolas.
;)
Que yo recuerde de niña a mi padre le encantaba una película que yo aborrecía, la de Mad Max, creo que nunca le pillé el gusto.
Tengo que apuntarme a ver mas cine clásico, y estas de Tarzan me las apunto, que creo que me van a gustar, especialmente por ese tono artesano que tiene todo.

Amig@mi@ dijo...

Pues te contaré que a mi me pasó lo contrario. Hay tres pelis que compartí con mis hijos y que al final se hicieron sus favoritas. Por si quieres intentarlo:
Mary Poppins,
Chitti Chitti bang, bang
y...
Sonrisas y lágrimas.
Me imagino que será porque son historias con niños.
Besos

Anónimo dijo...

Me acuerdo de aquella peli que tu padre os decía que era buenísima pero terminaba durmiéndose. Escaramouche, je,je,je,
Es cierto, mi padre y yo teníamos en la memoria la magia de aquellas películas que no veíamos desde mediados de los 80. Cuando volvió en la e-Mule la primera de ellas casi daba sonrojo ver a los gorilas, que eran actores mal disfrazados. No, Tarzán no cumplió todas mis expectativas. La que sí lo hizo fue King Kong de 1933. Ésa si que me transmitió la sensación de lograr la magia con medios tan rudimentarios, lo cual era mucho más meritorio que utilizar medios digitales que a mí no me dicen nada y terminan aburriéndome. Porque conseguir que unos muñecos y unas maquetas terminen simplemente por cobrar vida o se conviertan en un paisaje y unos edificios casi reales, eso tiene muuucha tela. ¿Y lograr como en Nosferatu (1922) meterte el miedo en el cuerpo con sólo maquillaje, decorados y manipulación de la velocidad de la película? ¡La leche, vamos! Ayer mismo vi un cacho de LA Guarida...me gusta como empieza pero termina convirtiéndose en un festival de efectos digitales que, insisto , para mi ya han perdido la gracia.
Pero ojo, que no he perdido mi cariño por el Tarzán original. Para mí no hay otro y todos los que intentaron quitarle el puesto daban pena, aunque Greystoke también me gustó.
Desde luego que era un acontecimiento la Sesión de Tarde de los Sábados, sobre todo si ponían Cine de Aventuras. (¡Otra, otra que me gusta mucho es Cuando ruge la MArabunta!) como aquellas de la India Colonial que luego recreaba yo con los Click de Famóbil.
Y me parece un esfuerzo meritorio el que intentes sacar a tus chavales de la tontería que se ha instalado en la tele actual o de lo que vean por el ordenador. Y me alegro mucho de que, al final, no cayera en saco roto.
THE END.

carlos

Montse dijo...

Era de esperar que no les gustaran esas películas de Tarzán y me ha sorprendido que al final le encontraran el "punto" más por verte a tí, como dice Samuel, que por los atroces efectos especiales.
Algo parecido me sucedió a mí con mi hija, pero al revés, que era yo la que se reía de algunas escenas de películas en blanco y negro, en donde los protas iban en coche y el paisaje pasaba una y otra vez ¡el mismo! y que se notaba que una un papel pintado ¡nos reíamos las dos un montón! y creo que al final es lo que cuenta, compartir con los ojos toda clase de buenos momentos, de esos que luego se recuerdan toda la vida.
Y sobre Tarzán, indiscutiblemente las primeras protagonizadas por Weismuller, las mejores!
Un besazo.

Montse dijo...

¡Quise decir "compartir con los hijos"!
Besitos.

MAMA dijo...

Ami lo que me ha pasado con el cine de aquella epoca es que peliculas que en su momento me gustaron mucho ahora las veo un torrao -como vulgarmente se dice-y el cine español de entonces no me gustaba nada,ahora es totalmente al reves,

me gusta mas que el americano.

Sandra dijo...

Ufff, qué recuerdos aquellas tardes con Tarzán, a mi, la verdad, me encantaba. Pero los momentos que con más cariño recuerdo con mi padre es cuando decía "¡que ponen la del oeste!". Y ahí estábamos los dos en el sofá viendo como John Wayne cabalgaba hacia el infinito... Hoy en día aún tengo esa afición por los westerns, ¡no me pierdo ni uno!
Y ya verás como tus nenes recordarán con nostalgia cuando les pusiste el Tarzán de las arañas de peluche y montañas de cartón...

Ángeles dijo...

Nosotros -los adultos- estamos también acostumbrados a los efectos digitales y todo eso, pero tenemos la capacidad de seguir valorando el mérito de las películas antiguas, hechas sin medios técnicos pero con mucha imaginación y mucho talento artesano. Ahora nos damos cuenta de que las montañas son de cartón y los cocodrilos de goma, pero ¿y qué? ¿Es que acaso eso resta emoción a la historia? Si está bien construida y narrada, lo otro pasa desapercibido. ¿O es que es mejor una película de efectos impecables pero con una historia que aburre?

A los fantásticos ejemplos de Carlos (Nosferatu, Cuando ruge la marabunta) yo añadiré las películas de dinosaurios de Harrihausen, y las de mitología, como Jasón y los Argonautas, con sus efectos de stop-motion y sus trucos caseros. Eso sí que tenía mérito y encanto a raudales, ¿a que sí?

PD: me encanta lo que te dijo Samuel: "me gustaba verte viéndolas." Me encanta.

PD2: creo que te gustaría El cuarto de las estrellas, de Garriga Vela, por las muchas referencias cinematográficas que tiene, incluido este Tarzán :)

hitlodeo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
hitlodeo dijo...

Las pelis de Tarzán las veíamos las tardes de los sábados en la 1. Es imposible que les gusten a nuestros hijos por las razones que apuntas, pero en las películas de nuestra infancia, a falta de unos efectos especiales asombrosos, había unos guuones magníficos. De hecho muchas de las pelus de ahora son remakes de las que veíamos en Sábado Cine.

Por cierto, ¿le pasaría lo mismo a Boy George, que se llamaba Jorge y se parecía a Boy el de Tarzán? :p

pseudosocióloga dijo...

¡Lo flipo!
Que casualidad, mi entrada del día dieciséis versa sobre lo poco que le gustó a mi hija la primera, entonces ¿debo insistir?

Sese dijo...

Cortaría y pegaría mi comentario en el blog de pseudosocióloga, pero aportaré otro punto de vista: es curioso lo que me gustaban de peque las pelis de tarzán y la sensación que ahora tengo que a los niños de hoy no les gusta nada la peli, y no por viejuna, que en nustros tiempos ya lo era...

En fin, me quedo con los amaneceres por el lado que no toca

JuanRa Diablo dijo...

Ana Bohemia:

Es que aunque solo fuera para que escucharan el grito de Tarzán, tenía que dárselas a conocer :D

No sé si les llegarías a encontrar el encanto, pero de verdad que para mí lo tienen, y mucho.

Luego he sabido que ninguna escena se grabó en África, así que en los planos donde se ven grupos de animales es porque se echó mano de documentales sobre el continente africano, que el río en donde nada y bucea Tarzán era un lago de Estados Unidos, y que absolutamente toda la jungla era un decorado creado en un estudio de la Metro.
Pero luego uno ve esas películas y le cuesta ver que todo sea un engaño. Mucho, muchísimo mérito.

Amig@mi@:

Conocen las tres, Montse. Y por supuesto fueron un éxito, sobre todo la de Chitti, chitti, bang bang. Además cuando hay canciones le gustan especialmente a mi hija.

Gracias :)

Carlos:

Sí, jajaja, son horrorosos esos chimpancés/gorilas torpes y mal peinados que aparecen a veces. Además no me parecen necesarios cuando salen otros de verdad, y además ahí estaba Chita , como una más del casting, haciendo lo que hiciera falta.

Estoy totalmente de acuerdo, solo percatándome ahora de cómo lograban entonces hacer creíbles ciertas escenas doy muchísimo más valor al conjunto. Y los ejemplos de King Kong o Nosferatu (esto es terror y lo demás son cuentos) son muy representativos.

Cuando ruge la marabunta es otra de las favoritas de mi padre, y Mogambo, y Kim de la India, y todas las vimos con él en algunos de aquellos sábados a los que me refiero en esta entrada. Qué buenos tiempos.
Y luego llegaba Aplauso, con su iluminación y decorados ochenteros, jaja.
Cuánto encanto le encontraba a la tele entonces.

Un abrazo, tebeólogo ;)

Montse:

Yo esperaba que les iban a gustar más, la verdad. Y es que yo de pequeño no me fijaba en todos los trucos, (unas veces mejores y otras peores) que se aprecian en las películas de Tarzán.

Ahora veo claramente que cuando se desplazaba por lianas lo hacía a través de columpios de trapecista, y emborronaban la imagen de las barras para que no fuera tan evidente.
Pero aún sabiéndolo me da lo mismo, me gusta dejarme engañar.

Las antiguas escenas en coche son típicas, jaja. ¿Y lo que movían el volante sin haber curvas? :p
Besos

Mamá:

Tendrías que hacerte crítico de cine, mamá. Te imagino muy bien. “¿Casablanca? Eso es un torrao como una casa” :D

Sandra:

Si les ocurre como a mí, que muchas de las películas favoritas de mi padre, son también las mías ahora, a lo mejor un día hasta se compran alguna peli de Tarzán y todo :)
Debe ser eso, que los buenos recuerdos ligados a una película la hacen mucho más especial.
Como para ti, junto a tu padre, viendo a John Wayne cabalgando hacia el infinito ;)

Un saludo, Sandra

JuanRa Diablo dijo...

Angeles:

I totally agree!! Me he aburrido mucho más viendo pelis de buenos efectos especiales cuya historia no llegaba a atrapar nunca.

Ahora que hablo contigo, ¿sabes lo que me hace tan especiales estas películas de Tarzán? ¡Su atmósfera! :D
Consigue hacerme sentir la paz y el bienestar de vivir en un lugar así (una cabaña en un árbol en alguna selva africana, ¡qué sueño! :)) y al mismo tiempo la sensación de que el peligro acecha en cualquier parte.

Hay trabajos que son fantabulosos ;p

¡Me apunto la novela de Garriga Vela!

PD. A mí también me gustó escuchárselo :)

hitlodeo:

Remakes que dejan de ser tan originales como las originales (valga la redundancia) y en la mayoría de las veces les falta la frescura de las pasadas (todo esto parece un sinsentido pero seguro que me entiendes)

¡Adjudicado! En adelante al tal Jorge le llamaré Boy George, jaja

pseudosocióloga:

A Tarzán deben estar pitándole los oídos de tanto que hablamos de él. ¡Vaya casualidad! :O

Como dices en tu blog, quizás Tarzán en la ciudad hubiera sido más de su agrado, o cualquiera en la que ya aparezca el hijo.
Pero, claro, cada persona es un mundo y cada niño un universo, y no existe un manual exacto sobre dónde se halla el encanto.

Sese:

Es verdad, creo que a la gran mayoría no les gustaría. Ya de entrada no transigen bien el blanco y negro. ¡Y yo que veía los payasos de la tele vestidos de gris y tan feliz!

Saludos, y dichosos amaneceres por el lado que no toca ¡Yo no aguanto este sindiós! xD

pixel dijo...

A mi las pelis que más me gustan en blanco y negro son las de los hermanos Marx, sobre todo ver al sordo mudo. Ese era mi favorito ;)

Un saludo

JuanRa Diablo dijo...

Muy grandes también, Pixel :)