18 de septiembre de 2018

¡AHH, QUÉ CALOR TAN BUENO!

Me considero una persona tranquila, de natural sereno, que no se altera fácilmente  y a la que es muy difícil ver enfadada. Dado que mi bienestar está íntimamente ligado a la armonía que me rodea, evito al máximo las discusiones y huyo de los conflictos como de la peste.

Ni siquiera cuando estoy nervioso lo exteriorizo, con lo que en ocasiones llevo por dentro (muy adentro) una secreta procesión en honor a San Vito.

Se puede decir que vivo en una constante calma y no sería exagerado que me llamaran  "El hombre tranquilo", como aquel film de John Ford.

Sin embargo hay dos situaciones  en las que todo lo anterior se volatiliza y consiguen que me transforme en todo  lo contrario a lo que acabo de exponer.

Una de ellas es al volante.
Cuando hay atascos, cuando el tráfico es demasiado lento, cuando a los semáforos se les olvida que tienen una luz verde... ¡me crispo! Y todavía más si llevo mucha prisa y todo el mundo se organiza  para prolongar al máximo mi cabreo (como conté aquí)
Dentro del coche paso de ser Jekyll a Mr. Hyde en menos de los que se tarda en meter una marcha.

La otra excepción es con el calor.  
Esos días sofocantes en los que cualquier actividad física, por suave que sea, me hace sudar a mares me pone de un humor de perros. Soporto bastante bien el frío, (soy muy amigo del otoño, e incluso del invierno), pero el veranito... ¡ay!
Creo que toleraría mucho más el calor si no fuera porque soy de glándula sudorípara alegre y, como es lógico, me resulta muy incómodo sentir la ropa pegada y la cara húmeda en todo momento.

El súmmum de mi mal humor se produce, por consiguiente,  si voy conduciendo, todo son trabas en el trayecto y el sol se viene arriba y me tortura subiendo el termostato. ¡¡Ahí se me llevan todos los demonios en fila india!!

Una vez hablaba con mi hermana de estos cabreos míos y me hizo ver que  no eran esas circunstancias las que me hacían perder la paciencia, sino que era yo mismo, por mi baja tolerancia a sentirme incómodo, el que creaba esa rabia que terminaba desesperándome.
Y es cierto que, dependiendo de la actitud, una misma realidad puede llegar a verse de maneras muy distintas.

Recuerdo las muchas veces que, al subir al coche de nuestro  padre, después de haber estado varias horas al sol, mi hermano y yo nos quejábamos agobiados:

- ¡Arrggg! ¡Qué calor! ¡Rápido, papá, baja las ventanillas, que me ahogo!

Un día, escuchando nuestras continuas protestas, nos dijo con una sonrisa:

- No sabéis lo que decís. ¿Es que no os dais cuenta de qué calor tan bueno hace aquí dentro? ¡Es un calor maravilloso!
- ¡Pero si no se puede ni respirar! - y nos apresurábamos a girar las manivelas.

Y así sucedía siempre, que nosotros le veíamos actuar de manera muy distinta a la nuestra: él con su calma y nosotros con nuestra desesperación.

- Ahhh, qué calor tan bueno - eran sus primeras palabras, nada más sentarse al volante - Dejad que pasen unos segundos para sentirlo bien. ¿Notáis cómo se abren todos los poros del cuerpo? ¿Verdad que es una sensación maravillosa?  Y ahora, con tranquilidad, bajamos las ventanillas.

Tardamos tiempo en entenderle, pero finalmente nos decidimos a imitarle en su forma de proceder, nos apuntamos a esa divertida manera de burlar a la realidad,  y al subir al coche, aun siendo un horno encendido que no dejaba de recibirnos con una ardiente bofetada, exclamábamos sonrientes:
"Ahhh, qué calor tan buenooo".


El calor siempre era el mismo, por supuesto, pero era infinitamente más llevadero si lo aceptabas con calma, si no permitías que ese mal rato te dominara.

Como suele suceder, la historia se repite, y cuando mis hijos suben hoy a mi coche y está que arde se apresuran a pedirme que encienda el aire acondicionado.

- ¡¡¡Jo, qué calor!!! ¡Dale, a tope, papá, que me aso!
-  Esa no es la actitud - les digo yo, tan asado como ellos -  Repetid conmigo: ¡¡Ahhh, qué calor tan buenooo!!

15 comentarios:

Conxita C. dijo...

Hola JuanRa me parece un gran aprendizaje el del calor tan bueno y es que la actitud que adoptemos ante lo que pasa, acaba determinando que nuestro día pueda ser una porquería o simplemente ya pasará como ese calorcito.

Y respecto a esa transformación de muchos en los vehículos creo que daría para muchos estudios sesudos, hay muchas personas que se convierten en auténticos hooligans cuando conducen.

A mi me gusta mucho el verano, quizás porque tolero muy bien el calor y en cambio el frío me cuesta más.
Un beso

Ángeles dijo...

Tu entrada es muy graciosa en la forma y muy sabia en su contenido. Es verdad que la actitud lo es todo, y es muy bueno que tu padre, que es un señor muy listo, como ya se ha visto aquí otras veces, te transmitiera ese concepto. Y además en una época en que todo eso de la actitud positiva, el mindfulness, etc, no era algo tan difundido como hoy día.

Por otro lado, ¿no eres tú un diablo? Entonces cómo no vas a estar a gusto entre tórridos vapores, sofocos caloríficos y vulturnos veraniegos, si es tu ambiente natural...

Papacangrejo dijo...

Claro todo está en la mente jejeje

Unknown dijo...

Soy de las personas q con el calor , se agobian mucho y cuanto mas agobio nas calor . Voy buscando sombras cuando paseo . Sera q tendré q decir q calorcito tan bueno .

Ana Bohemia dijo...

Para las personas con glándula sudorípara alegre no es fácil verse en un cuatro latas detenido en un atasco del diez, es muy molesto. Coincido contigo en que no tolero el calor, te deja el cuerpo apaleado. El calor bueno es cuando te metes debajo de la manta en invierno.
Me ha gustado mucho leerte JuanRa. Un abrazo ✌️

Montse dijo...

JuanRa, tu ingenio no deja de sorprenderme, escribes en pocas líneas la mejor y más positiva de las maneras de no agobiarse con el calor.
A partir de ahora, bueno el próximo verano, voy a gritar eso de ¡Ahhh, qué calor tan bueno!
Un beso grande.

JuanRa Diablo dijo...

Conxita:

Efectivamente, Conxita, es fundamental la actitud que tomemos antes las adversidades. No somos conscientes de hasta qué punto una mente positiva es capaz de cambiar el entorno.

Sí, lo de la transformación de algunos al volante da para una tesis sesuda, sobre todo "se suda", ya que hablamos del calor, jaja

Un abrazo

Ángeles:

Que mi padre es un señor muy listo es una gran verdad. De hecho lo de listo se queda muy corto. Para mí mi padre es un sabio.
"Listo" soy yo, en todo caso, que os digo que no soporto el calor para parecer menos diablo y que os confiéis.

Aunque más lista eres tú, que me haces confesar esto ante los demás para escapar de mis dominios.

¡Nunca aprenderé! :(

Papa cangrejo:

¡Así es! y nunca usted lamente que todo esté en la mente ;p


JuanRa Diablo dijo...

Ana:

Es que si a un día caluroso le sumamos las calles empinadas de Ayna... ¡apaga y vámonos!

Pero ya sabes, Ana, en adelante acuérdate de ese ¡Ah, qué calor tan bueno!" y aplícalo :D

Un beso

Ana Bohemia:

Ya ves, Ana, que los de la plataforma GSA (Glándula Sudorípara Alegre) tenemos que pasar en los veranos múltiples pruebas de fuego (nunca mejor dicho)
Oye, no puedo estar más de acuerdo: ese calorcito de la manta en invierno... ¡ESE es el calor que de verdad no agobia! :D

Gracias, Anita :)

Montse:

Podríamos poner un negocio de gafas, Montse. Gafas de ver en forma positiva. Y de regalo un abanico, claro, porque a algunos les cuesta más que a otros lo de pegar el cambiazo, jaja

Ahh, qué Montse tan amable... :)

Lillu dijo...

Yo llevo francamente mal el calor. Viviendo donde vivo parecería que no tiene mucho sentido, verdad? Por eso vivo en una zona de la isla donde la temperatura en invierno se asemeja más a la de mi ciudad natal gallega, jiji. Lo del volante ya no lo comparto, sobre todo porque tampoco conduzco mucho, pero no soy de perder los nervios en ese contexto. El especialista en estresarse en el coche es mi pareja, que es de los que va haciendo zigzag en las colas para adelantar dos coches y luego atrasar tres sin darse cuenta.

Creo que es mucho más beneficioso tomarse las cosas con su justa calma, sobre todo cuando sabemos que, por mucho que hagamos, no vamos a poder cambiar la situación.

saluditos!

JuanRa Diablo dijo...

Lillu:

No me digas más, tú vives en San Cristóbal de la Laguna , que dicen que es como el triángulo de las Bermudas, un misterio aparte :D

A los que perdemos los nervios al volante debería darnos clases algún monje tibetano con mucha sabiduría zen, porque como bien dices, no ganamos nada crispándonos así.

¡Gracias por la visita, Lillu! :)

Speedygirl dijo...

Al que a los suyos se parece, honra merece. Esa sabiduría de padre que no se pierda. Tus hijos la pasarán a los suyos, fijo ;P

Misaoshi dijo...

Pues yo exploto. Exploto eeh, odio el calor a muerte puedo matar por tener demasiado calor. O abres las ventanillas rápido O LAS REVIENTO XD

JuanRa Diablo dijo...

Speedygirl:

Cómo era la cosa... De tal cuerno, tal brasilla? Ah, no "De tal palo, tal astilla" :D

Gracias, Speedy. Siempre me alegra mucho verte.

Misaoshi:

Por un momento te he visto luchando como Son Goku contra una Ola de Calor. Pero luchando a muerte!! xD

Un saludo, Misa

hitlodeo dijo...

Hombre sabio tu padre.

Pero que no se te ocurra vivir en Madrid, porque entre los atascos y que aquí no existen ni el otoño ni la primavera, te ibas a convertir en el Increíble Hulk, llamado La Masa en mi infancia.

JuanRa Diablo dijo...

Hitlodeo:

Sí, me temo que siempre preferiría coger el Metro en Madrid. Si en Yecla me parece que hay muchos coches, ¡qué sería de mí en semejante capital!