12 de marzo de 2022

TESOROS DE ROJIZO RESPLANDOR


 Y de nuevo es protagonista mi bisabuelo Francisco, como en la entrada anterior.

Esta es una foto tomada en  1965, en la boda de mis padres. 

Me dicen que fue siempre un hombre de buen carácter y excelente salud, a pesar de que siempre andaba con un cigarrillo entre los dedos.

"¿Sabes cuándo empecé yo a fumar? -comentaba- ¡En Cuba! Las negras de allí me enseñaron a liar tabaco."

Por fortuna nunca tuvo ninguna enfermedad, ni tan siquiera leve, y caminaba ágil y "molt be plantat", como decía mi abuela.

Me cuentan que mi bisabuela Ana María envejeció mucho peor que él, y llegó un momento en que una de sus hijas se la llevó a su casa para atenderla mejor. Mi bisabuelo, que siempre había vivido en el campo, no se vio capaz de encerrarse en un piso en la ciudad y prefirió quedarse con la otra hija, mi abuela.

"Pero cuando llegaba el fin de semana - cuenta mi madre -  se acicalaba a conciencia, frotándose  cabeza y cuello con aguardiente, porque era lo que mejor le funcionaba para eliminar la grasa de la piel, y cuando se vestía y se ponía el sombrero nos decía: <<¡Hala, me voy a ver a la novia!>> y se marchaba a ver a su mujer"

Ana María murió sin llegar a conocer a ninguno de sus catorce bisnietos, pero Francisco, que alcanzó los 92 años de edad, pudo ver las caras de seis de ellos, siendo el último un tal Juan Ramón, que en estos momentos está rememorando esta historia.

Una mañana de domingo, paseando por el mercadillo que ponen junto a la iglesia de Orito, mi bisabuelo se acercó a  uno de los puestos para comprarme el que considero mi primer juguete, y que, aunque parezca mentira, todavía conservo.

Me encanta contar esta anécdota porque el regalo en cuestión fue... ¡un pequeño tridente de madera!

Pensar que fue una casualidad me resulta de lo más aburrido. Yo prefiero creer que ya vio en mí a un pequeño diablo (tenia tan solo dos años cuando me lo compró) o que intuyó que ese bisnieto iba para diablo y necesitaba sus accesorios.

También es posible que todo comenzara en el mismo momento en que agarré yo aquel "cetro" y que ese gesto me hiciera comprender para qué estaba yo predestinado.

En cualquier caso, creo que mi bisabuelo acertó de lleno al elegir aquel objeto para mí. Seguro que nunca imaginó hasta qué punto.

Que tuvo muy buena salud hasta el final lo demuestra el hecho de que murió de repente, sin muestras de aviso. Una mañana estaba viendo cómo cambiaban el pañal a uno de sus bisnietos y haciendo incluso bromas al respecto cuando la vida le dijo "hasta aquí hemos llegado". Se fue sin molestar, sin sufrimiento, sin hacer ruido.

El tridente es, por tanto, el primer tesoro del que quería hablar. 

El segundo perteneció a mi abuela Anita y podría considerarse el contrapunto del anterior. 

Esta foto fue tomada en 1913, el día de su Primera  Comunión. 

Anita era la mayor de las tres hijas de Francisco y Ana María. La pequeña era Concepción, y Práxedes, la segunda, fue una niña tan particular que quise contar su historia  aquí

Observando la foto, se puede apreciar sobre el reclinatorio el pequeño misal de tapas de nácar que llevaba aquel día. 

Pues bien, un día lo encontré en su casa y me pidió que lo guardara yo.

Hoy pienso que fue su forma de dar equilibrio a mi vida.

"Si mi padre te hizo diablo, -debió pensar- yo te doy ese misalito, para que no seas malo del todo"

Y por eso será que he conseguido ser un buen diablo. Pero ojo, "buen diablo" no es un oxímoron en este caso. Soy un buen diablo porque soy un diablo de los buenos, de los de verdad. ¡Eso que quede claro!


En la tapa posterior hay un lugar donde guardar el crucifijo. Una  pestaña abatible sirve para abrir o cerrar ese mágico escondite.


(Mi abuela Anita y yo)

El tercer tesoro es el peor conservado, aunque, según como se mire, está en perfectas condiciones.

Y también le encuentro hoy una explicación a que lleve tantos años conmigo.

La historia viene de cuando éramos niños. 

A finales de los años 70 y principios de los 80 nuestros primos de Sevilla venían de vacaciones a Petrel. ¡Qué veranos aquellos! No nos cansábamos de jugar.  Cuando no era al escondite, era a polis y cacos, o a mojarnos con la manguera, o a hacer cabañas, o a contar historias de miedo... 

Yo me llevaba especialmente bien con mi prima María José, que a sus 12, 13 años cantaba perfectamente las canciones de Olivia Newton-John; las de Grease y Xanadú. A mí se me caía la baba escuchándola.

(Mi prima María José conmigo y mis hermanos)

Una de aquellas tardes, momentos antes de regresar a Sevilla, estuvimos jugando a intentar comernos unas manzanas colgadas de un árbol, sin utilizar las manos, cosa nada fácil. Llegó la hora de despedirnos y de ver con pena cómo subían todos a aquel Renault 12 rojo y se alejaban por el camino del campo.

Poco después pasé por el árbol donde colgaban las manzanas mordidas. El pensar que unos minutos antes habíamos estado riendo allí me produjo una nostalgia enorme y no sé bien por qué decidí que tenía que guardar la manzana que se había comido mi prima, con la idea de mostrársela cuando volviera.

Y así ocurrió. Se sorprendió al verla al verano siguiente, arrugada y oxidada y le hizo gracia el que hubiera tenido yo la ocurrencia de guardarla.

¿Y qué hice entonces? ¿Tirarla a la basura? No, qué va, ya puestos pensé que la podía guardar un año más. Y después otro. Y otro. Y otro.

Y sí, la manzana en cuestión, la que se comió mi prima aquel verano ¡tiene hoy más de cuarenta años!

(Hasta  el hilo con el que fue colgada)

Digo yo que si el diablo tuvo mucho que ver con una manzana (la de Adán y Eva) yo no iba a ser menos y guardo como un tesoro la manzana de María José, tan prehistórica ella, tan en los  huesos la pobre. Pero con un ADN sano como un roble, que lo sé yo.

Madre mía, creo que estoy fatal.
Pero también creo que me ha quedado una entrada chula, ¿no?

11 comentarios:

Montse dijo...

Te ha quedado una entrada fantástica, con esos tres tesoros como tres puntas de tridente. ¡Qué buen ojo tenía tu bisabuelo! se ve que él ya veía en tí ese diablillo encantador.
Lo de la manzana es una pasada, nunca se me ocurriría conservar algo así, pero bueno ya sé que tú eres un ser especial.
Muchos besos.

Anónimo dijo...

Juan…alucino contigo. Cómo puede ser que en cuarenta y siete años que llevo ya teniéndote como hermano, sigas dejándome con la boca abierta? Y no me refiero en esta entrada en concreto, sino en todo lo que creas (no digo haces…porque tú no haces Juan, tú creas) cada día de tu vida. Así que sí…ser tu hermana es alucinar…llevo ya casi medio siglo alucinando…
Todo lo que te hace alucinar crea adición pero yo no le tengo miedo al mono…porque contigo las dosis de alucine, están garantizadas…eres un pozo sin fondo nene…qué barbaridad!!!

Anasister

Anónimo dijo...

¡Ya te digo yo que ha sido muy chulo este encadenamiento de anécdotas familiares que comenzó en la pasada entrega. ¡Qué guay. Y lo mejor de todo es que tus historias parecen no tener fin; que aún quedan muchas por contarnos. Porque sí, porque eres un buen diablo, al menos muy formal y cumplidor con tus palabras jajaja
Tu bisabuelo -qué majico el hombre -creyendo que seguirías sus pasos con la horquilla de palo para la mies y tú le encuentras otra aplicación...jajaja
Jo, y me he leído también lo de tu tía abuela Práxedes, que era asombrosa. Primero porque parece un personaje de la crónica familiar de Cien años de soledad, con su ambigua relación con la magia, su aspecto exótico y hasta por su nombre, que yo pensaba que era de señor político apellidado Sagasta y resulta que también es de señora.
Ya puedes guardar el relicario...¡menuda responsabilidad
Ostras, y lo de la momia de manzana ya es el colmo de un tipo raro, nostálgico antes de tiempo e increíble como tú (que por otro lado eres un digno miembro de ambas familias tan peculiares y saladas que parece que fueron a juntarse para crear semejante ente jajaja
carlos

Ángeles dijo...

Después de leer lo del tridente infantil he pensado: "Este JuanRa se está quedando con nosotros. Eso no puede ser verdad."

Después de leer lo del librito de comunión y el rosario, me he dicho: "Claro, ahora sigue dándole bola a la cosa para reforzar lo de antes."

Pero con lo de la manzana momificada no he dudado: "Esto tiene que ser verdad por fuerza, porque nadie, ni siquiera JuanRa, podría inventarse algo tan demente." :D

Así que me lo creo todo, y, como dice Carlos, me parece una fabulosa concatenación de historias, que supongo formarán parte del futuro volumen "Memorias de un diablo sentimental".

Me ha caído muy bien tu bisabuelo, con ese carácter tranquilo y ese talante estoico de las personas antiguas, que tanto admiro. Y me ha encantado esa escena en la que miras el árbol cuando el coche de tus primos se aleja y te entra la nostalgia de unos minutos antes. La verdad es que también me creería que hubieras guardado el árbol entero.

Lillu dijo...

La manzana! :O Mira que yo soy nostálgica y tiendo a guardar muchas cosas de la infancia relacionadas con anécdotas o situaciones concretas (mi padre me gana, roza ya el Síndrome de Diógenes, pero que no nos lea que se lo toma fatal...), pero jamás se me hubiera ocurrido guardar algo de comer que tienda a... perder su cualidad de comestible? :P Seguro que la hubiera tirado en algúna limpieza general, pero con mucho dolor, eso sí.

Lo del tridente es que estaba cantado, eso te tenía que venir de jovencito, estaba claro, jaja.

Saluditos!

MJ dijo...

Tienes unas anécdotas familiares geniales.
Has encadenado los tres hechos de forma estupenda... Así que ya se te veían la predisposición a diablillo y había que intentar contrarrestar la cosa con el misal... Pero lo de la manzana ha sido genial. Te he imaginado junto al árbol viendo marcharse el coche rojo con tristeza y después mirando las manzanas que hacía unos minutos eran motivo de risas. Quieres relacionarlo con la manzana de Adán y Eva... pero me parece que para ser diablo... eres muy sentimental. Pero eso es bueno.
Saludos.

JuanRa Diablo dijo...

Montse :

Diría que es un pelín raro llamar “tesoro” a una manzana acartonada, ¿verdad? Jaja
Pero bueno, su valor y su mérito tiene el conservarla aún, aguantando tantos años como una momia egipcia. Oye, que en su día se compró con aquello que se llamaban “pesetas,” ¿eh? XD
Estoy por sumergirla en resina transparente para que se conserve muchos años más. Y ya si eso la envío al espacio para asombro y disfrute de civilizaciones extraterrestres, jaja

Un fuerte y especial abrazo también para ti, Montse

Anasister:

Voy a escribir una entrada sobre la luna para que además de alucinar, alunices (lo siento, me pedía el cuerpo un chiste así xD)

Gracias, sista, aunque… no sé si creerte, porque últimamente cuando cuento un cuento de los míos dices que no tienen ni pies ni cabeza, que ya no valen. Te pille!!!
Vaaale, lo reconozco, mi nivel de surrealismo ha subido al nivel 86. Demasié!!

Oye, cuando lleves medio siglo alucinando ponemos banderita en la luna, ¿vale?


carlos:

La verdad es que donde mi bisabuelo sólo vería una herramienta rural , yo, barriendo para casa, veo claramente un tridente de los mismísimos infiernos. Y como las cosas son como uno las ve... :D

El colmo hubiera sido que el tridente me lo regalara Práxedes, que, como bien dices, hubo mucho de magia y de poder extraordinario en su vida. Seguro que ella hubiera adivinado mi naturaleza tridentaica mejor que nadie.

Lo de que su nombre parece de hombre me ha recordado a una anécdota.
Cuando yo trabajaba en un Instituto de Secundaria estábamos esperando a que se incorporara la nueva profesora de Educación Física, que se llamaba Monserrat. Cuando apareció un chico diciendo que él iba a ocupar ese puesto le dijeron que debía de haber un error, que la plaza estaba asignada a una tal Monserrat. “Es que yo me llamo Monserrat!”, dijo él.
Ahí descubrí que, como Práxedes (y Trinidad), era un nombre que vale para ambos sexos.

Un abrazo

PD. Me encanta que casi siempre encuentres paralelismos entre lo que escribo y obras que siempre citas. Ahí quedan, de alguna forma hermanadas :)

Anónimo dijo...

¡Al loro lo modernos que eran los "bautizadores" antiguos que ya ponían nombres mixtos...y de origen latino! Porque ahora está de moda ponerlos, pensando quizá en la identidad sexual futura del bebé; por ejemplo tengo una amiga que han tenido recientemente una niña que para nombrarla con nombre ambisex se volvieron locos buscando un nombre y al final le han llamado Morgan, que en el celta de las Britanias es mixto y significa...¡vaya, ahora no me acuerdo
carlos

JuanRa Diablo dijo...

Ángeles :

Cuando me ponga a escribir "Memorias de un diablo sentimental", recuérdame que el capítulo “UNA MANZANA EN LOS HUESOS” lo ponga de los primeros, ¡no vaya a creer la gente que está leyendo ficción! XD

Mi bisabuelo tenía una forma de ver las cosas muy adelantada a su tiempo. Su hija, por ejemplo, era más “antigua” y se escandalizaba cuando veía mujeres en biquini “Quina poca vergonya!“, exclamaba. Pero él, que siempre le quitaba importancia a todo, le decía “Pero Anita, no és pa’ tant! Si Adán i Eva anaven en peix!” (iban desnudos)

“... también me creería que hubieras guardado el árbol entero.” Jajajaja


Lillu:

Si yo lo reconozco, ¡a quién se le ocurre guardar una cosa así! ¡Como vengan los de Sanidad!
Ahora que veo la foto en el blog me alegro de haberla hecho porque cualquier día se apolilla y se desintegra. Qué menos que retratarla y sacarla guapa, ahora que aún es joven.

PD. He puesto un guardián en la puerta por si se asomara tu padre. xD


MJ :

Menos mal que ahora soy diablo autónomo porque cuando era becario, a mi Jefe le sentaba fatal que una lectora dijera que soy un diablo sentimental. ¡Menuda broncas me echaba cuando oía cosas así!

Me alegra que te hayan gustado estas historias encadenadas.
Y te doy las gracias por tus palabras.
Pero no te fíes, MJ, no te fíes! :p

JuanRa Diablo dijo...

Carlos:

Morgan de las Nieves, Morgan Peláez, Morgan Freeman de Jesús...
Maravilloso, ¡es que combina con todo! xDD

Anónimo dijo...

Sí, en plan filipino o ecuatoriano: una Babel onomástica jajaja
carlos