26 de agosto de 2008

LOS COLORES DE LA BOHEME (Última parte)



"La bohemia, la bohemia que yo viví
su luz perdió.
La bohemia, la bohemia era una flor
que al fin murió"

Aznavour

Era tanto el anhelo de Raul por volver a verlo, que ahora que se encontraba delante de la puerta con la llave introducida en la cerradura, alargó unos segundos la espera porque quería empaparse de emoción. Cuando finalmente hizo girar la llave tuvo que entrecerrar los ojos. Los suelos recién encerados multiplicaban la luz del sol que entraba a raudales por las ventanas. Como aquella primera vez en la que se asomara a aquel otro piso vacío que olía a libros, ahora tampoco había nada que contemplar, pero sí mucho que admirar.
Las paredes resplandecían, los techos le resultaron tan inmaculados y perfectos que le parecieron irreales. Todo olía a pintura, a cera y a barniz y pensó que esas eran las fragancias de lo que está por estrenar. La cocina, con muebles de madera de pino, apareció ante sus ojos como una bella estampa color miel y no se resistió a pasar los dedos por los relieves de las brillantes cenefas. Se acercó hasta la ventana. Desde allí se podía ver el pequeño parque de enfrente y en sus columpios dos niñas se balanceaban con ímpetu. Cada vez que salía de sus ensoñaciones y se percataba de la realidad que estaba viviendo, el placer que le embargaba le hacía sonreír de gozo.

Y es que en apenas dos años después de los últimos acontecimientos narrados, la vida de Raul había dado un cambio portentoso.
Aprobó la oposición y empezó a trabajar de inmediato a unos quince kilómetros de su nueva casa familiar. Ello le obligó a conseguir el carnet de conducir lo antes posible y a obtener un coche de segunda mano al que cuidaría como si de una reliquia se tratara.
Todo ello había dado alas a su afán de independencia y se movió en busca de un nuevo piso para vivir.
Ahora que se encontraba en él no hacía mas que pensar en cómo reaccionaría su novia al verlo. Y es que, por si todo esto fuera poco, Raul había empezado a frecuentar a una chica con la que había congeniado desde el primer día en que se conocieron. Finalmente se hicieron novios. El día que le dieron la llave de su piso nuevo, tenía tantas ganas de darle la sorpresa que mientras se embelesaba en el movimiento de los columpios, su cabeza iba maquinando la forma en que llevaría a cabo sus planes.



2 de agosto de 199..

Salía de casa de mi madre para ir a hacer unas compras y me he encaminado hacia la calle donde vivía. Ayer me telefoneó Clara para decirme que estaban demoliendo el edificio. Al saberlo me ha dado la sensación de que me arrancaban algo de muy adentro. Cuando me faltaba poco para llegar he dado la vuelta. No me apetecía ponerme triste y me he marchado pensando que Clara estaba equivocada y que mi casa seguía en pie.

2 de septiembre de 199..

Me he decidido a ir a la Residencia de Ancianos de San Vicente para visitar a Llanos. Me aterraba la idea de encontrarla mal de salud o con vacíos de memoria. Incluso antes de preguntar por ella he llegado a pensar que me podrían comunicar que ya había fallecido pero por suerte ninguno de mis pesimistas presagios eran reales. La he encontrado bien, como siempre, aunque más lenta a la hora de caminar. Hemos paseado del brazo por los jardines y en repetidas ocasiones me manifestaba su alegría por haberme acordado de ella. Sentadas en un banco en un lugar precioso en el que se escuchaba el sonido de una fuentecilla y el canto de algunos pájaros he estado a punto de preguntarle si echaba de menos su casa como lo hacía yo, pero he preferido callarme y valorar el bonito lugar al que afortunadamente ha ido a parar. De todas formas hubiera dado cualquier cosa porque nos encontráramos sentadas en aquella mesa camilla suya tomando un café con leche y una madalena.

6 de septiembre de 199..

Hoy, hablando con Clara me ha comentado algo que me ha emocionado. Mi madre habló una vez con ella y entre otras cosas le dijo que me veía triste y que ahora que había vuelto a vivir con ella se había dado cuenta que lo que realmente merecía la pena es ver a un hijo feliz aunque lo veas menos. Pidió a mi amiga que me animara y aunque hablaron un poco en confesión, el que me lo haya hecho saber me ha hecho bien.

( ......................)

26 de marzo de 199..

Mi novio es el hombre más original del mundo. Hoy me ha dado una sorpresa tan grande que no sé cómo va a caber escrita en esta libreta.
Al salir del trabajo me estaba esperando con una gran sonrisa. Cuando me he acercado a él me ha puesto en las manos una pequeña caja de cerillas. En su interior sólo había una aguja sujeta con celofán. Ante mi gesto interrogante me ha acercado al coche y me ha pedido que empezara a pinchar todos los globos que había en el asiento de atrás. He contado 20 globos blancos y entre ellos, ¡¡ una silla roja !! Yo, que estaba bastante cansada, he notado que el cansancio desaparecía por completo de mi cuerpo ante la presencia de algo que prometía emociones.
Raul sabe que me aterran los ruidos fuertes, que un simple petardo de los más pequeños me hace botar en el suelo del susto, así que se lo ha pasado bomba observando las caras que yo ponía antes de pinchar cada globo. Qué agonía.
Cuando llevaba más o menos la mitad, ha estallado uno al que habría metido algo de harina pues me ha envuelto una pequeña nube blanca. En ese globo había un trozo de papel que decía : "Ponte al volante y vamos al Bar Gloria en la calle La Paz nº 2. Tómate allí lo que quieras. La silla debe estar siempre a tu lado" Me he estado riendo todo el tiempo porque él actuaba como si todo fuera de lo más normal y no abría la boca para contestar mis muchas preguntas. Sólo decía "Tú obedece y calla"
Así que he tenido que preguntar dónde estaba esa calle y ese bar que no me sonaban de nada y cuando al final las indicaciones me han llevado al sitio, he bajado con la silla y la he metido en el local. Me daba un poco de corte porque no es algo habitual que la gente entre a un bar con una silla a cuestas y menos de un color tan chillón.
He pedido una Coca cola y Raul una cerveza. El camarero ha puesto sobre la mesa las botellas y los vasos y me ha entregado un sobre. Yo he reído abiértamente. Parecía algo de película de espionaje, con pistas y mensajes secretos. El sobre tenía una llave en su interior y una nota que decía que fuera al número 25 de la calle La Paz y buscara dentro del edificio una puerta donde hubiera un cartel que dijera "Carmina". Mientras yo estaba leyendo la nota, Raul se había apresurado a pagar las consumiciones y ya me esperaba de pie junto a la salida. De nuevo la silla y yo andando hacia otro lugar. La verdad es que estaba tan intrigada que me he empezado a poner nerviosa y la respiración la llevaba descompasada y aunque la silla pesaba poco he llegado agotada al sitio exacto. Yo miraba de reojo a Raul y le notaba una satisfacción que no podía disimular.
La puerta del edificio estaba abierta. De nada me valía que le preguntara si tenía que entrar en el ascensor o si tenía que darme alguna pista más. El se limitaba a repetir eso de "Tú obedece y calla".
Así que he subido por las escaleras al primer piso con la silla a cuestas. Ningun cartel en las dos puertas. Tampoco en las dos puertas de la segunda planta. En la tercera sí que había un cartel con mi nombre. Mi boca no podía sonreir más. Me imaginaba a Raul preparando todo esto y me ilusionaba más y más. "¿Qué hago? ¿Abro con la llave? y por fin ha asentido con la cabeza. En estos momentos yo no hacía más que temblar.
Nada más abrir la puerta, Raul ha sacado un mando a distancia del bolsillo y ha empezado a sonar mi canción favorita, Venecia sin tí de Charles Aznavour, , justo en el momento en que yo leía un cartel grande adornado con más globos blancos que decía: "BIENVENIDA A NUESTRA NUEVA CASA. TE QUIERO. RAUL"
No sé el tiempo que habré estado llorando pero ha sido mucho. He soltado todas las lágrimas que desde hacía mucho tiempo necesitaba soltar y por más que Raul me abrazaba y me besaba y me las quitaba con las manos, de mis ojos volvían a salir más y más. Sólo he podido parar cuando me ha hecho reír al exclamar: "¿Se puede saber qué haces con esa silla roja en la mano?" Y entonces, entre risas y mocos le he preguntado que para qué narices era aquella silla y me ha dicho que era el primer mueble que quería tener y que para él era muy importante.
Creo que no he sido capaz de reflejar por escrito toda la felicidad que hoy he sentido en mi corazón.

28 de marzo de 199..

Lo he hecho. He sido capaz de visitar el lugar vacío donde estaba mi casa. Puede parecer una tontería pero necesitaba hacerlo; venir y decirle adiós. En realidad no había nada material de lo que despedirme, solo un triste hueco como una mella en una sonrisa, pero mirando la intensidad del cielo azul me parecía que cuanto más lejos se perdía mi vista más adentro de mí miraba.
Me he vuelto a ver descansando en la mecedora con los gatos a mis pies, haciéndonos mutua compañía. Regando los geranios, leyendo un libro, decorando la casa... Parecía que podía oir a Salud con aquella voz alegre cuando me hablaba y he recordado la sonrisa de Llanos, tan reservada, tan cariñosa... El sonido de las tormentas entre las mantas de mi cama y la luz de la luna entrando por la ventana. He sonreído al verme bailar de nuevo por toda la casa, evitando pisar aquellas baldosas que al ponerles el pie encima hacían cla-clá. Y me ha parecido que hasta mí llegaba el aroma del pan tostado de las mañanas.
Con tan sólo cerrar los ojos aún puedo recorrer cada rincón sin olvidar detalle.
¿Dónde estarán ahora todos aquellos momentos, aquellas vivencias? No creo que estén sólo en mi memoria. ¿Acaso no tienen alma las casas? La mía la tenía y atesoraba todos los recuerdos en sus paredes. Mi casa estaba impregnada de amor. Estoy segura de ello.
Adios vieja casa que fuiste mi amparo y refugio, mi cobijo, mi abrigo... Adios para siempre.

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El primer golpe de la excavadora hizo tambalear los tablones de madera de la terraza, aquellos que albergaban las macetas de colores. Cayeron éstas al suelo, esparciendo sobre las viejas baldosas la seca tierra y los restos de raices.
El segundo golpe hundió parte de la terraza. El viejo edificio parecía emitir lamentos de dolor con cada chasquido de cristales rotos, con cada golpe de piedra sobre piedra.
A la tercera embestida, antes de hundirse el dormitorio de Carmina, serpenteó una grieta en el techo que corrió desde aquel tulipán de imposibles colores hasta la rosa que durante tantos años le mirara.
Todo se vino abajo en el preciso instante en que ambas flores se enlazaban en un último abrazo desesperado.



(A mis amigos Raul y Mª Carmen que permitieron que me asomara al balcón de sus almas.
Los colores de vuestras vidas sobre mi paleta me sirvieron de inspiración para pintar este cuadro que hoy os dedico con gratitud)
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10 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo mucho de ti en el personaje de Raúl, salvo en algunos aspectos de su actirud al final de la tercera parte, además no encajo contigo esas vivencias en la etapa en que las describes, por lo que supongo que te refieres a otras personas, pero insisto en que mientras he estado leyendo Los Colores de la Baheme, te he visto a ti mismo.
La historia me ha encantado.

Anónimo dijo...

Me ha encantado.Quiero leer mas historias.Eres un magnífico escritor.
Laura

Anónimo dijo...

provando provando............

Anónimo dijo...

Vale, por fin!!! Soy yo!!! Tomás! Bueno decirte que ya sabes los motivos de mi falta de comentarios a tí y al resto, tengo el título ya de Ciberbobo, oficial.
Bueno, al grano, decirte que la historia de los Colores de la Boheme me ha encantado, en la primera parte, en la que entra al piso superior, he sentido ese "guiu" de da ganillas de jiñar cuando entro en una casa misteria o similar,el describir el ambiente cerrado y de semiabandono me ha situado en escena todo el relato. Hay algo también que quería decirte y es que estando en Madrid empecé a escribir una historia que no terminé, como siempre, y que no imaginas lo que me recuerda a la primera parte de tu relato, trata de un aficionado a antiguedades y escurcullamiento que se mete en un Cuartel de la Guardia Civil abandonado. Las descripciones sobre lo que vé y en que estado estaban me recuerdan muchísimo a las tuyas, la puerta que no se abre, los dibujos de las manchas de humedad, esa mesa carcomida....... de verdad, lo terminaré y comprobaras lo parecido del texto.. Los genes, digo yo. Tengo una pregunta sobre la historia, ¿Por qué falta completar el año en el diario de Carmina, por qué 199..? Saludos, voy a intentar hacer comentarios a todos

Unknown dijo...

Un poco tarde...pero por fin he tenido el suficiente tiempo para leer las 4 partes.Me encantan estas historias,tan llenas de esa parte de nuestra vida que nadie conoce,tan privada,tan nuestra.....pensamientos,emociones,ilusiones y desencantos.Me fascina la aventura de crear de un habìtaculo sin màs,un autèntico hogar..lleno de tì.

Ángeles dijo...

Si hubiera leído esto cuando lo escribiste no le habría encontrado tanto significado como ahora.
No sé si las impresiones hubieran sido mejores o peores, pero sí muy diferentes. Ya sabes, el contexto y todo eso ;-)

Es una historia muy sentimental, y los sentimientos están muy bien traducidos a palabras, que no es fácil.

JuanRa Diablo dijo...

Ahora no sé por qué deje sin responder estos comentarios :O
Será que eran los inicios y me faltaba práctica en todo esto.

En fin, A TODOS, con bastante retraso: muchas gracias por dejar constancia.

Ángeles, me va a tocar releerlo porque lo tengo medio olvidado. Seguro que ya hablaremos de algunas cosas ;)
Merci!

Anónimo dijo...

Bravo! ¡Bravo! ¡Qué suspense!¡Y qué final tan hermoso para una historia magnífica!
Esta historia tiene de todo: misterio, lágrimas, amor... decir que los tiene no es correcto. Lo correcto es decir que inspira estas emociones.
No me extraña que esta sección se llame "Inspiradas". ¡y tanto!
Ahora ya dudo qué historias me gustan más, si las reales que cuentas provenientes de tus recuerdos o estas otras nacidas de tu imaginación. Igual da, todas son maravillosas.
Bueno, pues aprovecho que ya he terminado de leer para decirte (y créeme porque la pura verdad)que he pasado unas semanas estupendas leyendo tu blog. Tú te preguntarás que a qué coño me dedico para "perder" tanto el tiempo. Lo cierto es que estoy de baja por un accidente y por eso le he podido dedicar todo este tiempo. Tú has conseguido que esta baja laboral haya sido muy constructiva, tanto que, lo mejor de todo es que no tengo la sensación de haber perdido el tiempo.
Vuelvo a insistir que la simpatía y la bondad que desprenden los personajes que aparecen por aquí: toda tu familia, tu gente de Yecla, Petrel y Elda y tú mismo me han llegado al corazón y creo que ya no podré olvidaros, al menos lo intentaré. Y por otro lado tu calidad literaria y tu imaginación portentosa hacen que este blog sea de lo mejor que he podido disfrutar en la Red.
Por todo esto, muchas gracias Juan Ra. Y decirte que será un gusto, juntarme en el Infierno contigo cuando la palme.
carlos

JuanRa Diablo dijo...

Amigo Carlos:

Tú vienes a darme las gracias y yo te las reenvío multiplicadas por 1000.
No imaginas lo que ha supuesto para mí, después de 5 años escribiendo en este blog, ver aparecer a un lector que empieza a seguir con interés todas aquello que por aquí plasmé, y que me ha ido regalando mensajes que me inflaban de satisfacción.
Se notaba que disfrutabas de verdad, y eso ha sido la mayor recompensa para alguien como yo, que siempre me ha gustado comunicarme, compartir y divertirme con los demás.
Tus comentarios diarios me ilusionaban tanto que los esperaba cada día con ganas, y pronto comenté a toda la familia que había un aragonés (o mañico ;)) que había caído en el infierno y parecía sentirse a gusto en él.

Te reitero mi gratitud, (vaya unas semanas de verano tan buenas) y como resulta que a mí no me da la gana olvidarte, aquí tienes un amigo y una familia entera que te recibirá con los brazos abiertos cuando tú quieras.

(Insisto, tienes mi correo en la barra lateral del blog)

Un fuerte abrazo del diablo de Yecla.

Anónimo dijo...

Anda...qué tienes cada cosa!
Tú (y vosotros)es que sois muyyyy buenos y salados.
Pero qué sabes tú de mi... Igual soy un bombero malo y te apaga el Infierno que tienes aquí, hombre!
La verdad es que en este infierno se nota el calorcito del cariño.
¡Que muchas gracias por tus palabras, amigo!
carlos