13 de julio de 2009

DIARIO MAYA

(Extracto del diario que escribí junto con mi mujer en los días de nuestra luna de miel en la península de Yucatán, en el México maya.
Julio año 2000)

Día 30 / 7/ 00
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¿No se inventaron los domingos para descansar? Pues hoy no ha sido así, desde luego. Nos encontrábamos tan a gusto veranenado por estos lares cuando de repente México entra en guerra y nos reclutan rápidamente en vehículos miltares hacia primera línea de fuego.
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Bueno, esto es una versión ficticia del día de hoy, pero no tan exagerada, como se verá a continuación.
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Una vez desayunados nos esperaban cuatro todo terrenos militares en la puerta del hotel. Tenían aspecto viejo pero imponente. Se les veía a prueba de fuego.
Debíamos subir en ellos en grupos de cuatro parejas. De los cuatro coches, dos marcharon primero hacia los mismos lugares que nosotros pero en orden inverso.
Frente a la Hacienda Doña Isabel, nuestro vehículo frenó en seco y el conductor se arrodilló en su asiento para hablarnos. No era de los mexicanos Panchitos Villa ni de los Huguitos Sánchez, era de los del tercer grupo que llamaré de los de "sólo acento". Era mexicano, pero rubio, y con aires de aventurero a lo Indiana Jones.
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Nos miró uno por uno y éstas fueron sus palabras:
- Buenos días. Mi nombre es Luis y voy a ser el guía encargado en conducirles a los lugares de la excursión de hoy. ¿Qué piensan ustedes que van a ver hoy?
- Pues... - empezó una tal Beatriz - nos dijeron que haríamos snorkel en unos arrecifes y una travesía por la jungla para ver un poblado maya y un cenote.
- Bueno - dijo el guía con una sonrisa - no están mal informados. Pero yo les digo ahora que les espera una gran sorpresa. Borren de sus cabezas todo lo que tienen pensado y yo les aseguro que cuando acabe el día todos me dirán que ha merecido la pena pues será lo más maravilloso que han hecho hasta el momento.
En ese instante pensé "No debería decir esto. Nos lo podemos imaginar mejor de lo que pueda ser"
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- Hoy - prosiguió - será muy importante la comunicación entre todos nosotros. Yo debo saber en todo momento cómo se encuentran sin que me oculten nada. Si alguien se siente mareado o cansado o piensa que no puede continuar, me lo debe comunicar a mí o a los compañeros.
Entonces empezó a preguntar cosas que, al menos a mí, nos pusieron algo nerviosos.
- ¿Alguno padece del corazón o de la columna? ¿Alguno siente vértigo o claustrofobia? ¿Miedo a las emociones fuertes?
Todos nos miramos con cara de gran interrogante.
- Bueno, yo... - admití sincero - a mí me da un poco miedo todo.
- Cuando así sea, díganmelo, por favor, sin ningún apuro. Y como a partir de ahora todos vamos a ser un equipo, empecemos por decir nuestros nombres para conocernos.
- Yo soy Beatriz
- Yo Fernando
- Ursula
- Juan Pablo
- Garikoitz
- ¿Cómo? - exclamó Luis acercando la cabeza
- Garikoitz. Es nombre vasco
- Marta
- Mari Carmen
- Juan
- Bien. Espero recordarlos todos, aunque no soy muy bueno para retener nombres. ¿Preparados?
- ¡Preparados! - dijimos todos.
- La mejor forma de viajar es aferrándose con las dos manos a las barras centrales. Nada de asomar la cabeza ni sacar fuera del vehículo brazos o manos. ¿De acuerdo?
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Y así, nos pusimos rumbo a la aventura.
Anduvimos varios kilómetros en dirección a Xel- Há por un camino llano sin asfaltar paralelo a la carretra principal. En un momento dado torcimos a la izquierda y nos encaminamos en dirección al mar a través de la arboleda. Y no tardamos en vislumbrar la llamada Playa de Punta Solimán. Un lugar de postal: arena blanca, mar azul turquesa, palmeras que se inclinan hasta rozar el agua crsitalina...
- ¡Hemos llegado! - exclamó Luis - Voy a prepararles el equipo de snorkel. Luego nos haremos fotos junto al auto, ¿vale?
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A pocos metros de donde paró el vehículo se entreveía camuflado por el follaje una especie de bar con unas vistas al mar privilegiadas.
Sobre la arena había decenas de aletas de buceo. Cada cual cogió el par que más le apañaba, así como las gafas, tubo y chaleco salvavidas.
Una vez equipados nos reunimos todas las parejas junto a la orilla. Para llegar hasta allí había que andar como payasos. Las aletas, fuera del agua, son un auténtico engorro.
Alineadas y bañadas por las suaves olas había muchas canoas biplaza que se llaman kayaks.
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- A ver, por favor, acérquense a mí - nos llamó Luis - Unas cuantas advertencias antes de nada. Les va a ser muy fácil remar hacia los arrecifes de coral. ¿Ven aquella espuma a lo lejos? La causan las olas que chocan en el arrecife. Hasta allá vamos a llegar con los kayaks, después nos introduciremos nadando. Pero una vez en el lugar es muy importante que tengamos mucho cuidado con el coral. No se debe tocar, y mucho menos golpear. Es necesario preservar todo ese habitat para poder disfrutar siempre de esa maravilla de la Naturaleza. Sólo les pido un poco de cuidado y mucha atención. A veces puede ser un poco complicado porque todo aquello es como un laberinto y en ocasiones las olas serán un obstáculo.
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A mí se me empezaba a mover un gusanillo en el estómago.
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Luis siguió comentando que no dejáramos de mirar siempre qué teníamos debajo, pues si en un momento dado necesitábamos ponernos en posición vertical, podíamos dañar el coral con nuestras piernas, o peor, pincharnos con los muchos erizos de mar que abundan por la zona.
- Yo iré siempre delante - decía luis - Solo han de seguirme por el mismo lugar por el que yo nade. Que nadie intente alcanzar al resto por lo que le parezcan atajos. Desde la superficie puede parecer una cosa, pero si no miran hacia abajo pueden hacerse daño, ¿entendido?
Me subí al kayak con la sensación de estar cometiendo una locura. Mari Carmen subió delante. Yo remaba a su compás. Si nos desviábamos un poco hacia un lado, paleteábamos un instante del lado contrario hasta enderezar la canoa.
Con tantas parejas remando hacia un mismo punto parecíamos indios o caníbales a punto de asaltar al enemigo.
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Yo voy a ser sincero. Aunque en Xel-Há ya me inicié en esto del snorkel y disfruté de lo lindo en sus lagos, aquí en el mar las cosas fueron harina de otro costal.
Es cierto que el mundo que se abría ante nuestros ojos era digno de contemplación tanto por la variedad multicolor de peces como de plantas y rocas. Me gustó de verdad. Pero en ningún momento dejé de notar el gusto salado del mar en la boca, en la garganta y hasta en la nariz, pese a tenerla aprisionada bajo las gafas. Es por eso que cada dos por tres esperaba el momento propicio para quitarme las gafas, escupir, sonarme, volver a ponerme las gafas, sumergirme y correr detrás del último para no descolgarme del grupo.
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Veía yo debajo de mí corales rojos y azules y montones de curiosos peces cruzar en todas direcciones. Oía yo el sonido de mi respiración bajo el agua, que pese a la belleza de todo lo que me rodeaba, nunca estaba relajada y se aceleraba más y más cuanto más evidente era que me iban dejando el último y a considerable distancia. Trataba de relajarme: "Qué bonito. Qué bonito. No te agobies. Qué bonito todo"
Pero entonces una ola llegaba a hurtadillas y me pasaba por encima, me asustaba y me subía el nivel de sal en las narices.
No había más remedio que sacar de nuevo la cabeza. Cuidado con los erizos. A toser. A escupir. A quitarme las gafas. A sonarme. Y ¡ay! qué lejos se ha ido el grupo y yo aquí solo.
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Levanté un brazo.
S.O.S.
Y oía a Gari en la distancia: "Pero Juanillooo..."
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Luis vino a por mí y me sacó del callejón sin salida en el que había ido a parar. Cosa inútil porque poco después estaba yo en las mismas. El grupo nadaba como peces, yo como pato mareao. Y otra ola. Y una familia de erizos saludando desde el fondo. Traguito de agua. Ganas de vomitar. "Qué bonito. Qué bonito todo. Qué ganas de montar en la canoa y salir de aquí ya, cojones!"
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Llegó un momento en que toda mi concentración estaba puesta en perseguir las aletas del último (del penúltimo quiero decir, el honor de ser el último fue siempre mío) No debía volver a perderles de vista por nada del mundo. Aunque hubiera sobrenadado los tesoros de Moctezuma no me hubiera percatado de nada. Mi meta estaba en esas aletas que tenía delante y que no cesaban de avanzar y avanzar para desesperación de mis brazos, de mis pies, de mi cuello...
¡Y mi mujer, cual delfín en domingo! Todo el tiempo detrás del monitor sin percatarse de la angustiada situación de su marido (¡Cásate para esto!)
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Casi a punto de llegar de nuevo a los kayaks, aún le quité un buen sorbo al Caribe y se me debió poner tal cara que hasta el monitor me dijo:
"Si vomitas te sentirás mejor"
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Pero yo sólo me sentí mejor cuando volví a pisar tierra firme y seca. Qué placer sin igual.
Comimos en la playa a la sombra de las palmeras. Unos filetes de pescado y una fajitas de pollo fueron restableciendo nuestras fuerzas.
Nos reímos mucho contando yo mis peripecias.
- ¡Que no !- les decía- que si el agua fuera para los humanos tendríamos escamas.
- ¿Pero por qué no nos seguias? - me decían los muy guasones
- ¡Pero si no hacía otra cosa! Pero esa manía vuestra de correr...
- Pues esto - dijo Luis mirándonos a todos - sólo ha sido el aperitivo de la jornada. El plato fuerte está por llegar.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Dios,Dios,Dios!!!!!!!!!!!!!
Me he puesto mala solo de leer esto y me dices que el plato fuerte está por llegar?????
No sé si seré capaz de leerlo
Ayyyyy como me siento identificada contigo,como yo digo"La nieve es muy bonita desde un sofá y viendola en la tele"aplícalo a los corales Je je.Que necesidad de sufrir pá ná.
Como me gusta este diablo que sin internet es capaz de seguir escribiendo para que no me aburra.Besos
Juana Mari.
PD mira tu primera entrada

Txema Rico dijo...

What a Bible, chamacooooo!!! Ja ja ja, algo conocía ya de esa història...ja ja ja..tú y tu pasión por los deportes de riesgo...eah..Donde esté un buen sofá y Teledeporte y los documentales de La 2 y Punt 2, que se quite tó...

Unknown dijo...

Si esto es aperitivo no quiero ni imaginarme esa tarde que de buen seguro termino siento tan sorprendente como apoteósica.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Me has recordado una excursión de aventura que hicimos el año pasado por los Lagos de Covadonga ¿por qué no preguntaría yo más? pensé, pensamos que sería una excursión de esas con pic-nic incluido y lo era, lo que no sabiamos es por donde nos llevaría el tal Toño, que con sus 60 y algunos ni sudaba.
No fué solo un paseito alrededor del Enol, noooo...., hubo tramos que ni los jabalíes se atreven a pasar por alli
Al final valió la pena haberla hecho, pero insisto si me lo hubiesen dicho antes, me la habría perdido.
Desde Galicia - Un saludito manchego.
Rasanliz

Amig@mi@ dijo...

jaja, pues a mí esas cosas me encantan... yo tengo historias de esas para regalar, pero mi pobre marido...

Seguro que guardas buenos recuerdos.
Un abrazo y hasta el próximo episodio...

El Kioskero del Antifaz dijo...

Pues a mi me gusta esa sensación de aventura y riesgo. Me encanta ver que cuando al cuerpo empiezan a fallarle las fuerzas, la adrenalina tira de ti y te impulsa que una energía que no sabes de dónde sale, pero que está ahí.

No me refiero a deportes de riesgo; la verdad es que paso de esos rollos snob. Me refiero a esas aventuras en las que no sabes qué, cómo, cuándo, dónde, ni por qué, suceden cosas que te generan cierta ansiedad y que supone un nuevo reto a superar.

gamar dijo...

Igual, aunque difícil suena a paraíso, quiero ir.
Saludos

pichiri dijo...

Me imagino tu angustia. Siendo muy joven, no tendria mas de 16 años, estabamos sentados en la playa, amigas y amigos cuando a un gracioso se le ocurrió decir: "vamos nadando hasta el barco. Se trataba de un pesquero que habia anclado en la bahía de Altea. Por no ser menos que los demás, no quise quedarme solo en la playa aunque sabia que las fuerzas me iban a venir muy justas para llegar a aquel barco que estaba realmente muy alejado de la costa. Yo malamente me sostenia en el agua nadando como un perrito, pero al estilo crol era practicamente una nulidad. Salimos todos juntos, pero a los pocos segundos yo ya estaba rezagado. Mi serntido común me aconsejaba volver a la playa, pero mi amor propio se negaba a hacerlo. Ya estaban todos recorriendo la cubierta del barco cuando yo aún estaba a mitad de camino. En quince minutos mas habria logrado la hombrada y no queria ni pensar en el regreso. Habia ya superado por mucho mi record de recorridos a nado y mis fuerzas, como habia calculado previamente llegaban a su fin, cuando estrepitosamente, casi a la par, los embarcados se lanzaron al agua mientras el vigilante del barco que habia salido de alguna de sus cabinas les increpaba y amenazaba con un puntero de respetable envergadura. Logicamente tuve que volver hacia la costa sin haber tenido un minuto de reposo y pronto todos me volvieron a pasar como una exalación. Si hubiese persistido en mi orgullo ese día habria muerto ahogado, pero fuí lo suficiente sensato como para pedir ayuda antes de que me dejaran totalmente solo y con cierta colaboración logré llegar exahusto hasta la playa. Recibiendo entonces, medio muerto, las bromas que quizás hubiera recibido si me hubiera quedado comodamente en la playa. Cuantos jovenes habrán pagado con su vida, el evitar la verguenza de confesar sus limitaciones.

peibol dijo...

¡Qué envidia!

Siempre me ha parecido un poco absurdo que la gente de Canarias coja un avión para estar de apartamento y playa, pero México es otro mundo y me mueros de ganas por ir. Mi prima estuvo hace unos años y las fotos me dejaron salivando. :(

Verás que se le coge el gustillo a esto de ir relatando viajes, y más, cuando una inocente frase como "El plato fuerte está por llegar" nos deja a todos con la intriga.

Un saludo, pez fuera del agua

Anónimo dijo...

jajaj, JuanRa, me ha hecho gracia lo de "a mí me da un poco de miedo todo", anda ya. jejej. A mí me encanta mirar el fondo marino pero con tubo y gafas, de otra forma no me atrevo, me refiero a botellas de oxígeno y grandes profundidades, me dan vértigo¡¡¡. Besotes. Loli

JuanRa Diablo dijo...

Juana Mari:
Pues sí, sajeña, valora mi insistencia porque apenas dispongo de unos minutos de internet al día. Pero es que me gusta tanto veros por aquí...

Ya, ya ví tu comentario en la primera entrada. Gracias.

Txema:
Claro, y en la tele te lo muestran todo bien bonito, y nunca sacan cuando el cámara se pincha con el erizo o cuando las olas los mandan a paseo a todos. Eso es trampa.

Sí, yo the Bible in the begining, ya lo sabes... jeje

Jan Puerta:
¿Tú crees? Eso está por ver ¡¡No dejen de leer la segunda entrega!! (Jeje, cómo me promociono!)
Un saludo viajero

Rasanliz:
¿Nuestro manchego en Galicia? Novedoso!
Sí, aunque hay experiencias que a posteriori no se arrepiente uno de haber vivido, qué jodidas son cuando se nos presentan tan "al filo de lo imposible"
Un saludo

Amig@mi@:
¿Me estás diciendo que tu pobre marido es de mi peña de sufridos aventureros? Pues dile que no se sienta solo, que el mundo es de los cautos como nosotros. :)

JuanRa Diablo dijo...

El kioskero del antifaz:
El placer del reto superado tiene mucho encanto, pero los "mientrastantos" son muchas veces demasiado agobiantes.
Y mira que me siento Indiana, pero si para encontrar el arca perdida se me putea mucho, mejor me largo a mi casa!

Gamar:
Tienes todo a tu favor: prefieres el calor al frío y aquello no te pilla tan lejos de tu lejano rincón. Come on!
Un saludo

Pichiri:
Angustiosa sensación la que describes. Me duelen los brazos de pensarlo. Yo le tengo demasiado respeto al agua para atreverme a algo así. En este caso yo tenía chaleco salvavidas (mira que tengo delito!) pero aún así, no avanzaba mucho ni me dejaban en paz las olas.
En fin, que soy de secano como tú.
Un beso

Peibol:
Nosotros teníamos muy claro que queríamos ese viaje. Siempre nos han llamado mucho la atención las culturas maya y azteca y nos encanta la decoración mexicana (de hecho nuestra casa esta toda en ese estilo) Antes de ir ya nos emocionabamos oyendo un mariachi, así que imagina lo que disfrutamos.

En Tenerife también lo pasé muy bien. Me hace especial ilusión contártelo un día.

Un saludo desde un ciber (sin internet vivo :(

Loli:
Yo sólo te digo que soy un hombre con los pies en la tierra. A mí me encantó lo que ví, pero, leches, qué incómodo resultó!
Con botella de oxígeno que no me esperen. Seguro que el único tiburón en kilómetros vendría a conocerme.

Io dijo...

Bueno, me he mareado sólo de leerlo. Voy a tirar por tierra la leyenda de mi amor por el Mediterráneo confesando que soy una nulidad en el agua. Sé nadar, y poco más. Si no hay olas, todo va bien. Si hay olas, puedo aterrizar en el portal de mi casa.

Cuando mi hija era pequeña se reía de mí, porque yo entraba con ella "para que no le pasara nada" y cuando llegaba una ola ella la sorteaba con la naturalidad de un boquerón y a mí me dejaba en la barra del chiringuito, con los pelos en la cara como en "La Señal" y el biquini a la altura de los tobillos.

Así que comprendo tu maravillosa experiencia.

Y tiemblo al imaginarme el plato fuerte.

¿Puenting en el cráter de un volcán en erupción?

Besos, Cousteau.

rAnita nOe dijo...

menudas aventuras!!!!!!

besos

carlota dijo...

Por qué no se quedó mi comentarío??? joooo con lo largo que era ...
Ya me ha pasado un par de veces en tú casa ...

Que sepas que al final te decia que ¿qué será eso tan grande que os esperaba ??? y entre medias te contaba lo que me pasó el domingo en una ruta deun río , donde se encañona el río y se hace estrecho, estrecho y profundo y tienes que avanzar si o si ...


Besos

fotosbrujas dijo...

Hola diablo , de regreso te dejo un saludo y comparto un ápice de esa envidiable luna de miel
saludos

Paco dijo...

que bueno... aqui los sábados son dias de compra, y los domingos de limpieza.

saludos

JuanRa Diablo dijo...

Io:
Cousteau al habla! Jejeje
Bueno, debe ser que nuestro amor por el mar es más espiritual que físico. A mí me impone semejante masa líquida si bien es un espectáculo inigualable desde fuera o por dentro.
Algún revolcón me dieron las olas también, sobre todo de niño.

Doy ya paso a la segunda parte...

rAnita:
Un par de capítulos más. A ver si te gustan...
Un saludo!

Carlota:
Vaya, sí que siento que tengas tropezones con mi blog.
A aventurera no hay quien te gane por lo que hoy soy yo el que estoy en plan "Carlota y sus viajes"
Espero que cuentes esa experiencia de rio desafiante en la que yo me hubiera acojonado con toda seguridad.
Un beso

cuentosbrujos:
Saludos. Un placer siempre verte por aquí.

Paco:
Pero en las lunas de miel se rompen todos los esquemas :)

Un saludo

March La Cinefila Desconocida dijo...

Perdón la ausencia, la vida anda de payasa, jejeje.

Me ha encantado tu relato sobre tus aventurillas en tierra azteca... bueno maya, técnicamente. Yucatán es un mundo completamente diferente en sí mismo, es como si esa parte de México fuera de otra dimensión.

Mis padres fueron ahí de luna de miel y dice mi amá que es un lugar fascinante. Yo aún no lo conozco, soy una rata de ciudad, pero algún día con dinero, me quiero dar una escapadita por ahí.

Gracias por este maravilloso post, me hace sentir muy orgullosa de mi país.

Ven pronto!

JuanRa Diablo dijo...

March:
De buena gana volvería mañana mismo, y sería genial que me mostraras los mejores rincones del México que tú conoces.
Un saludo.