12 de octubre de 2010

UNA DE MIEDO

Ocurrió en los tiempos en que los cuatro hermanos vivíamos con nuestros padres en el campo de Petrel (el Hotel Cabrerator)
A través de los años, hubo momentos puntuales en los que por cualquier circunstancia uno de nosotros estuvo solo en casa esperando a que fuera llegando el resto de la familia.
Ninguno sentimos nunca miedo alguno en aquellas raras situaciones, a excepción del año en que una vecina muy mayor tuvo la triste idea de quitarse la vida ahorcándose en el corral de su casa.
Pasábamos junto a ese corral cada vez que nos íbamos andando al colegio y aquella fatal noticia, - particularmente a mí - me impresionó tanto que durante una semana me costó horrores conciliar el sueño.

Por lo demás, ningún episodio terrorífico a reseñar, si dejamos de lado, claro está, los sustos que de vez en cuando nos daba Fran con sus caretas y con esos altares macabros que montaba a oscuras para divertirse a nuestra costa, algo que ya contaré en otra ocasión.

Pero sí que existe una anécdota inquietante que solemos recordar cuando nos da por contar historias de miedo y que tiene por protagonista a un gato.

Aquel gato apareció un día por nuestra casa y comenzó a pasearse por los alrededores regularmente. A diferencia del común de los felinos, que dedican mucho tiempo a acicalarse y lamer su pelaje para mantenerlo limpio, éste no se ocupaba nunca en esos menesteres y tenía un aspecto muy descuidado, con dudosas manchas en su ya de por sí gris piel que le hacían muy desagradable a la vista.
Pero probablemente todo ello nos hubiera pasado desapercibido si no fuera por el hecho de que aquel gato estaba tuerto.
Desconozco si habría perdido un ojo en alguna pelea o por alguna enfermedad o tras haber sufrido una infección pero el caso es que había una horrible cavidad al lado de su ojo sano que le confería un aspecto terrible cuando su cabeza se volvía hacia nosotros y se nos quedaba mirando.
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Durante un tiempo el animal tuvo la costumbre de saltar a los salientes de las ventanas desde las que podía vernos pasar. Si nos encontrábamos cenando en la cocina allí que aparecía él tras los cristales para dirigir su tuerta mirada hacia nosotros.
Cuando alguien se levantaba para dirigirse a otro rincón, el gato giraba la cabeza para no perder detalle.
Si pasábamos al salón, daba la vuelta por el exterior y se dirigía a la ventana desde la que pudiera vernos y allí se quedaba.
Pero su sola presencia se nos hacía incómoda y en ocasiones golpeábamos en el cristal para que se fuera de allí, cosa que hacía momentáneamente para volver poco después, con lo que terminábamos por bajar la persiana para perderle de vista.

Esa forma de actuar se repitió intermitentemente durante algún tiempo durante el cual siempre se le vio un animal tranquilo cuya única maldad era sólo fruto de nuestros prejuicios, por la desazón que nos causaba, pues en las veces que, aun sin pretenderlo, se cruzaban las miradas, no era posible dirigir la vista al ojo sano; aquella cuenca vacía predominaba siempre y eso desasosegaba a cualquiera.
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Recuerdo especialmente una de esas veces en las que me encontraba solo en casa viendo la tele cuando tuve la extraña sensación de que alguien me observaba. Giré la cabeza hacia la ventana y allí encontré al gato con aquel agujero siniestro en la cara que te hipnotizaba. Sentí un escalofrío en la piel, no tanto por encontrarme con su inquietante presencia como por haber intuido que estaría allí.
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Y de repente una noche, ignoramos por qué, el tuerto felino saltó a la ventana maullando muy inquieto y moviéndose de un lado al otro del saliente mientras miraba con insistencia hacia el interior. Al acercarme al cristal para espantarlo dio un maullido prolongado que interpreté como una llamada desesperada.

- Parece como si quisiera decirnos algo – comenté
- Pero ¿qué le pasa? – preguntó Tomás – Oye, está claro que quiere entrar. Mirad cómo se mueve.
- Calla – exclamó Ana - Por nada del mundo, que me da mucho repelús el gato ese. Que se vaya, que se vaya.

Hasta que el gato finalmente saltó de allí y se marchó.
Y pasaron muchos días sin verle.

Después de aquello, entró un día Fran en casa diciendo que había un gato muerto, atropellado en la carretera, casi en la misma puerta del campo. Todos pensamos lo mismo.
- ¿¿No será el tuerto??
Salimos a comprobarlo y efectivamente lo era.
Fran se encargó de enterrarlo en un bancal, con lástima después de todo, pues el bicho era feo con ganas pero una inocente criatura al fin y al cabo.

Algún tiempo después fue mi hermana Ana la que estaba sola en casa.
Era una tarde de invierno y hacía rato que había oscurecido. Como tenía deberes de matemáticas pendientes decidió hacerlos en el salón viendo al mismo tiempo alguna película de video. De entre todas las cintas que había para elegir se decantó por ésta.
Nota:
Para entender esta valiente decisión he de decir que a mi hermana le encantaban las películas de miedo; de hecho siempre ha dicho que el miedo le atrae y le repele a partes iguales. Yo en parte la comprendo, dicen que pasar un poco de miedo es una forma de liberar endorfinas y siempre he encontrado algo placentero en ello. Claro que depende de a qué miedo nos enfrentemos. Yo sería incapaz de hacer puenting o paracaidismo por ejemplo, pues eso no es miedo para mí, eso es horror. También preferiré mil veces entrar a un castillo del terror, aún siguiéndome de cerca Freddy Krueger o con unos cuantos zombies pisándome los talones antes que viajar en avión. Muchísimo más terrorífico que oír la sierra eléctrica de La matanza de Texas es escuchar la voz del comandante de vuelo decir: “Señores pasajeros, abróchense los cinturones pues vamos a atravesar una zona de turbulencias”. Esto sí es terror mortal, no las otras bobadas.
Fin de Nota.
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Pues como decía, Ana estaba viendo El exorcista sola en casa cuando escuchó un ruido por las habitaciones interiores. Se extrañó un poco pero se sentía segura pues la puerta de la cocina y la del salón estaban cerradas con llave. Nadie podía entrar.

Siguió viendo peli/haciendo deberes cuando volvió a parecerle que algo se oía por el interior de la casa y entonces, alarmada, bajó el volumen del televisor, dejando sobre la pantalla a la poseída dando tumbos en la cama en silencio.
Efectivamente pudo percibir lo que parecía el amortiguado llanto de un niño.
Su mente se disparó a toda velocidad buscando una lógica a aquel sonido pero no conseguía hallar una explicación que la aliviara. Y todavía menos cuando ese lamento infantil empezó a intensificarse, como si de repente ese ¿bebé? hubiera saltado de alguna cuna y ahora se acercara por el pasillo reptando hacia el salón con ahogados sonidos de súplica en cada paso.
Ana se levantó de la mesa pálida de terror esperando un desenlace a ese sonido que se acercaba y se abalanzó hacia la llave de la puerta. Su intención era salir disparada hasta casa del vecino más próximo. Pero quedó junto a la puerta expectante a que apareciera el dueño de ese taciturno llanto que ya se oía al final del pasillo.
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Y de repente… apareció un gato, y Ana respiró aliviada a pesar de que el corazón le latía con fuerza porque en ningún momento pudo imaginar que se tratara de un simple gato, que aquel lamento tan humano perteneciera a ese animal.
Sin embargo el gato hizo un giro con la cabeza para mirarla y, horror, ¡le faltaba un ojo!
Se trataba de un gato gris, sucio y tuerto que la miraba y maullaba, siendo el único sonido que acompañaba a la muda imagen de una niña endemoniada que miraba al infinito a través de la pantalla.
Ana no recuerda bien qué hizo después. Probablemente gritó con fuerza al gato y éste huyó despavorido por la abierta ventana de la habitación por la que había entrado.
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Nos lo contó una y mil veces y aquello quedó como "la noche del gato y el exorcista" que hemos recordado en infinidad de ocasiones.

Y si pretendéis que explique lo que ocurrió, la lleváis clara.
¿Creéis que lo sé?
¿Fue aquello una aparición fantasmagórica? ¿Es que había otro gato igual que el muerto? ¿Es que el muerto no era el que pensábamos? ¿Seguiría enterrado aquel que fue atropellado? Y también me preguntó ¿pasaría miedo también la niña de El Exorcista viendo lo que vio?
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A mí me gusta pensar que como buen gato que ha de hacer honor a su leyenda, el Tuerto aún no había consumido sus siete vidas y antes de que le tocara su hora definitiva no podía morirse sin entrar a curiosear un rato por el Hotel Cabrerator. Y eso hizo.
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Sí, eso es. Eso debió ser.

33 comentarios:

gamar dijo...

Si a ese gato se le da por aparecer mientras uno mira películas de terror ya veo como perdió el ojo.
A las mujeres se les da por gritar, a nosotros o al menos a mi, se me da por tirarle lo primero que tenga a la mano.
Debería felicitarte por la buena historia, pero maldición, tengo que irme a dormir y voy a soñar con gatos tuertos.
Un abrazo.

Lillu dijo...

Y yo que quería revisar "El exorcista" un día de estos, y creo que ya no me atrevo... XDDD

Los gatos dan muy mal rollito y sin embargo a mí me encantan. Ahora bien, si me encuentro a uno tuerto mirándome desde la ventana en plena noche igual cambio de idea.

saluditos!

mochuELIn dijo...

Odio a los gatos, se comen los pájaros, de todos modos hay cosas que se combinan para lograr que nos aterren. A mi las rapaces nocturnas me fascinan, pero suelen dar btte miedo... lo mismo pasa con los reptiles. Pero cuando unes oscuridad, soledad, ruidos y a eso le añades un elemento extraño vivo pero medio muerto, jojojo... pobre Ana. Un abrazo

isaormaza dijo...

A mi los gatos tampoco me gustan demasiado aunque en mi caso es porque me dan alergia. Y no es ninguna metáfora. Si además son tuertos... yu-yu, yu-yu. ¿Y la vecina ahorcada? ¿No sería la dueña del perro que comía bizcochos? Demasiados animales sospechosos por la zona... Y del burro no vamos a hablar, que tambien tenía tela... ¿Habrá algo en zona que altere los instintos animales? ¡Iker Jimenez, manifiéstate!

Speedygirl dijo...

Madre mía, me pasa eso a mí y me da un ataque al corazón. ¡Y eso que estoy curtida en mil batallas con supervillanos!XDDDDD

Amig@mi@ dijo...

Pues a mí también me encantan esas historias de miedo, pero cuando no salen los personajes de la pantalla.
Debió ser mortal´.
Pobre...
jaja
Imagino que no le gustan los gatos desde entonces.
;)

Matías Daille dijo...

hehehe, me recordaste de la nueva casa donde me e cambiado hace unos dias con unos amigos hahaha, hay por lo menos 16 gatos, y ninguno entero a todos les falta oreja parte de cola o algo así XD...

buena historia :)

Doctora Anchoa dijo...

Jo, esto ha sido Edgar Alan Poe en estado puro.

Mae Wom dijo...

Pobre minino! Probablemente os rondaba para conseguir condumio. Menudo susto se llevaría tu hermana de todas formas!
Lo de la similitud entre algunos maullidos y el llanto de los bebés es increíble. Más de una vez me he llevado yo algún susto en casa pensando que había algún bebé solo en la calle a horas intempestivas!

Anónimo dijo...

Pues la explicación es muy sencilla.
Lo enterró Fran seguro que con el ritual egipcio y todos sabemos que el ka y el ba de los egipcios tenían el poder de devolver a la vida si se les hacían ofrendas de comida.
No notasteis falta de alimentos en casa posterior al enterramiento?
Así que dejaros de miedos y de coñas que los gatos eran unos animales muy apreciado en el antiguo egipto broder.
P.D. Joer que miedo jajajajaj con lo poco que me gustan los gatos........

Ana Bohemia dijo...

Expeluznante historia, y al mismo tiempo muy Poe, ¿verdad? Un gato tuerto, extraño, fantasmagorico, ¡uy! Y que valiente era Ana para ver esa pelí estando sola en casa, yo ni acompañada por un regimiento he podido verla nunca, me impresiona muchisímo. ¿Y no sería que se había sugestionado por la pelí y creyó ver algo que nunca vió? O puede que fuera eso que has dicho al final, que el tuerto aún andaba por su vida número cinco y aún tenía ganas de ir por ahí, asustando.
Saludos
;)

Txema Rico dijo...

Jo Juanra, aunque conocía la historia, me ha producido un escalofrio el revivirla a través de tu perfecto relato. Al tiempo, el encabezamiento de este artículo me ha retrotaido en el tiempo a aquel episosdio de sucidio de la Tia Ramona y su marido. Cuando llegué a casa, (sabes que vivo enfrente), me encontré el "percal". Claro que peor fue para vosotros que lo visteis por la parte de la acequia trasera...ufff...vaya tela!!! Qué tiempos aquellos....!!!

Anónimo dijo...

El gato no fué imaginaión de Ana porque todavía se le vió rondar por las inmediacions durante un tiempo. El gato que enterré tenía el mismo pelaje y feo aspecto pero la pérdida de su ojo tuvo qe ser fruto de la misma colisión del coche. Mi teoría es que dimos por muerto al gato que no era, pero lo siniestro de aquel gato unido al misterio de la hisoria hacen de esta una anécdota inquietante. FRAN.

JuanRa Diablo dijo...

Gamar:

Je, pues tiene su gracia. Me imagino al gato de marras charlando con sus colegas: "¿Y vosotros que hacéis en los ratos libres? Yo me dedico a asustar a los humanos cuando se ponen a ver pelis de miedo en la tele..."
"Ahh, te van los deportes de riesgo, ¿eh?..." XD

Tranquilo Gamar, que escribí la historia con el Modo Pesadilla en OFF.

Lillu:

Hay que tener mucha preparación mental para ver esa película. Incluso si ya la has visto. Tiene un no se qué que qué se yo que echa p'atrás :s
Te recomiendo que no la revises sola (ni comiendo puré de guisantes):p

mochuELIn:

Con lo cual deduzco que tú, como buena rapazza, eres simpática por el día y espeluznate por la noche, ¿no? ;)

Los gatos siempre parece que estén tramando algo. Por eso utilizan zapatos silenciosos de los que no hacen ruido al caminar. No nos fiemos!

isaormaza:

Ah, pues no lo he dicho pero Ana también es alérgica a los gatos (y lo gatos a ella, le digo yo siempre) aunque ahora que lo pienso, qué poco macabro resulta huir despavorido estornudando. Como actrices no os contratarían, me temo.

No, el perro que comía bizcochos estaba algo más lejos y el burro era de miedo, pero en otro sentido XD (cómo conoces los entresijos cabreriles :)

Speedygirl:

No me digas que tu criptonita son los gatos tuertos!?!
¡Pero esto no lo digas en público mujer! ¡Puede haber bloggers malvados!

JuanRa Diablo dijo...

Amig@mi@:

Una buena historia de miedo escuchada junto al fuego del hogar... no tiene precio (aunque suelen salir muy caras a la hora de irse a dormir, jeje)
A Ana hoy no le agradan lo gatos, no, pero porque le dan alergia. Siendo pequeña sí le gustaban.

Matias Daille:

Hola Matías. Bienvenido.
¿16 dices? ¿Y todos remendados?
Tu nueva casa ha de ser a la fuerza un Club de Gatos Maltratados.
Espero que conviváis en armonía. Yo por si acaso les haría firmar un contrato de buena conducta. :D

Doctora Anchoa:

A ver si ahora el tío Edgar me va a "visitar" por usurpador... :p

Anónima de Sax:

No estuve presente en aquel entierro, pero si alguien me dijera que Fran momificó al gato, le constuyó un pasadizo subterráneo y le leyó pasajes del Libro de los Muertos, no le pediría que me lo jurara. Le creería.
Y apuesto a que mis hermanos también.

Ana:

Yo creo que tu tocaya vio a ese gato realmente. Lo que habría que averiguar son otras cosas inexplicables que se escapan al entendimiento humano.
Cómo se puede ver una peli de terror y hacer deberes de matemáticas al mismo tiempo, por ejemplo. :O

Txema Rico:

Pues ya ves que la Almafra Alta tiene sus pequeñas grandes historias.
Aquel día fue nefasto, dos muertes en una casa tan cercana... policia, ambulancia, periodistas... como para olvidarlo.
Lo del gato me lo tomo más a broma pero aquello...

FRAN:

Tu explicación es la más lógica.
De todas formas tú has de asegurar que el que enterraste era EL MISMO GATO. Más que nada para que haya jiñe cuando lo contemos.
No impresiona nada decir que no estaba muerto, que estaba de parranda. :p

Anónimo dijo...

Un poco aguafiestas ha sino D. Francisco Cabrera No?
Ala, toda la imaginación por los suelos, cachiiiiiiiiis.
Ya veía yo un guión digno de Jolibud, lo veía, lo veía.
SAX

Papacangrejo dijo...

La niña del exorcista sobraba. Todaví estoy traumatizado con esa peli. Espero olvidarla antes de ir a dormir.

anasister dijo...

Como me he reído con el comentario de Isomarza..ja,ja,ja...y ahora Juan..entre tú y yo...mientras leía esta entrada he tenido que tapar la foto de la niña del exorcista con la mano porque me cagaba de miedo...donde quedó mi valentía de antaño? págame un pastón que ni con esas me veo yo la peli del exorcista en el camppo,sola y denoche..esa no era yo...IMPOSIBLE

Anónimo dijo...

La teoria de Fran es , sin duda, la mas acertada,pero esto de que los animales vayan por ahi "resucitando", eso es cosa de egipcios por lo menos, claro que teniendo un faraón en casa, así cualquiera.
Un saludo.Remolina.

JuanRa Diablo dijo...

SAX:

Y yo que estaba ya en negociaciones con Stephen King...
:(

papacangrejo:

Puede que consigas olvidarte de la niña del exorcista, pero la niña del exorcista no se olvidará de tí... :S

(¿A que te he acojonado? :p)

anasister:

Pero el mito de tiavaliente ya no te lo quita nadie, eh?
Hay una pregunta que me reconcome y que jamás me atreví a preguntarte.
Oye...
¿aprobaste las mates?

Remolina:

Claro, pero la gracia hubiera estado en que el gato muerto le hubiera resucitado al Fran faraón, que lo hubiera asimilado mejor, y no a Ana que ya estaba sufriendo bastante haciendo deberes... :P

Un saludo

Unknown dijo...

Ya con esto, definitivamente, no veré más 'El exorcista'. Más que nada por si al gato le da por reencarnarse en Galicia.

calata dijo...

recuerdo el miedo que pasé en el estreno de la peli y es que había leido el libro antes, no recuerod que me dío más miedo, supongo que la suma de todo.

Lo del avión era de tu opinión hasta que me inicie en un vuelo de 12 horas, la verdad me divertí tanto que ahora me encanta, jajaja

saludo

Pecosa dijo...

JuanRa, la madre que te trajo. Son más de la una de la mañana, estoy sola en casa, y El Exorcista me creó un trauma de pequeña que aún me dura. Esa niña es lo peor, LO PEOR.

Y ahora tengo pis, tío. Y el baño está en la otra punta del pasillo. Y mi pasillo no sabes lo que es: largo, estrecho y en L. Da un miedo de cagarse. ¿Y ahora qué hago? ¿¿Quién me acompaña a hacer pis??

Ufff, ya empiezo a escuchar ruidos extraños. En serio.

Pecosa dijo...

(Como sueñe con gatos tuertos esta noche te vas a enterar.)

Nuria dijo...

Que acojone... a mí me pasa eso y me da un síncope cardíaco. Yo puenting, paracaidismo, san Fermines,etc... sí pero ver una peli de miedo sola...eso es superior a mis fuerzas.

JuanRa Diablo dijo...

Loco:

Pues de sobra sabes que en Galicia, gatos tuertos haberlos haylos, otra cosa es que vaya a visitarte uno precisamente a tí... (ñiiiii-ñiiiii)
Bueno, tranquilo, a los gatos no les gusta el agua y tú vas inundando tu casa a propósito :p

calata:

¿¿Que te divertiste en un vuelo de 12 horas?? ¡Anda ya! ¿Acabaste con las reservas de whiski del avión o qué?
Un saludo

Pecosa:

Amos a ver, alma cándida:
Pero si el título ya lo advertía!! Y nadie te obligaba a leer a esas horas en que los pasillos se vuelven oscuros y fríos túneles que susurran tu nombre...
Si vuelvo a contar algo de jiñe hazme el favor de leerlo a las 3 de la tarde
(o llévate orinal al salón) XDD

Ya me contarás en qué quedó la cosa :P

Nuria:

¿Lo ves? El terror no tiene un perfil definido.
Si yo veo que me persigue un drácula, un zombi o una niña poseída... buf, me tiro por un puente.
Pero hacer puenting?? JAMÁS! Qué miedo eso de saltar al vacío!!

Pecosa dijo...

Ah, no, ya sé que no hacía falta leerlo en ese momento, pero es que en el fondo me va la caña...

(La cosa quedó en que fui corriendo al baño y volví corriendo a la cama ¬¬')

Ángeles dijo...

Una historia propia de Edgar Allan Poe, con todos sus ingredientes. Magnífica. Con lo que me gusta a mí una buena historia de susto y suspense...
Yo también creo que el gato era el mismo, que volvió de la tumba para daros una alegría: "Que no me he muerto del todo, chicos, que todavía ando por aquí. ¿No estais contentos? ¿No os alegrais de verme...?"
Bueno, aparte de la bromita macabra, yo también siento que el animalillo, por repugnante que resultara, era digno de lástima, y que solo buscaba compañía, un poco de calor que alegrara su triste existencia.
PD: lo de la vecina suicida también tiene mandanga...

JuanRa Diablo dijo...

Pecosa:

Te va la caña y yo puse el anzuelo :p


Angeles:

¿Verdad que no está mal echar un poco de tabasco a estas ensaladas? El miedo en sus dosis justas es perfecto. ^-^
Ojalá aquel gato me hubiera podido explicar esa insistencia por entrar en la casa. No buscaba comida, que ya le echábamos las sobras a todos juntos, buscaba... "algo" (Chan chaaaan :S)

PD. Lo de la vecina, todo un shock. Tenía más de 80 años y cuando su hija quiso llevársela a la ciudad para atenderla mejor, parece que se le metió en la cabeza que iba a ser una molestia y se quitó la vida. Pero antes ( y esto no lo he contado)... se la quitó a su marido!!)

¿Cómo te quedas?

peibol dijo...

¡Por Dios qué mal rollo!

La explicación está clara: El gato original sabía que corría peligro y por eso intentó entrar en la casa. Ustedes se lo denegaron, así que luego volvió de entre los muertos para dar sustos; así aprenderíais a ser más hospitalarios. :o

JuanRa Diablo dijo...

peibol:

Pues mira, lección aprendida, si vuelve algún gato de mirada hueca le haremos pasar con corrección y respeto.
- Póngase cómodo, ¿le apetecen unos Whiskas? XDD

Un saludo

hitlodeo dijo...

Me encantan los animales. Me apasionan los gatos, he tenido varios. Pero tu gato me acojona bastante.
Creo que por eso se meo encima la niña del exorcista.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Uhhhhhhhhh! qué miedo. Edgard Allan Poe vio el futuro.
Y tú eres un digno sucesor de tu abuelo Conrado ¿eh?
carlos