El verano es un reloj de arena caliente que aletarga mis sentidos.
Y algo hay en el canto de las cigarras que consigue sumergirme en la más absoluta inactividad.
A veces recuerdo que tengo un blog reclamándome en el infierno, y que la nave con la que viajo por la blogosfera sigue aparcada en algún sitio, y entonces me consuelo pensando que ya llegará septiembre repartiendo rutina. Ya llegará.
Pero antes de eso, y para avivar un poco las llamas, he echado mano de archivo y voy a publicar un cuento que escribí en el año 2001. Lo titulé La profecía.
Espero que os guste.
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Era una araña enorme, peluda y repugnante, pero, digámoslo también, admirada y respetada en todo el bosque. Y todo por una razón: conocía el futuro.
Predijo tantas cosas – buenas y no tan buenas – a tantos seres – grandes y pequeños – que su prestigio era conocido desde el risco de los ciervos hasta el valle de las mariposas, desde la cascada de las truchas hasta el subsuelo de los topos y las hormigas.
Precisamente un ejemplar de hormiga roja, brillante como el fuego, fue un día a visitar a la hechicera de las ocho patas. Lo hacía por simple curiosidad, pues jamás creyó lo que escuchaba contar, y se presentó ante ella predispuesta a desconfiar.
Y todavía creció más su escepticismo cuando la araña, tras mirarla unos segundos, le dijo muy seriamente y con voz aguda:
- Eres afortunada. Serás admirada por todos y la reina te llevará en su corazón, aunque tú vivirás más que ella. De hecho vivirás eternamente.
La hormiga miró a la araña de soslayo y murmuró “¡vieja loca!”
Pasaron los días y las noches, el verano y también el invierno, tardes de viento y mañanas soleadas, y la hormiga de nuestro cuento se acordaba muchas veces, sin poder remediarlo, de las palabras de la araña.
“Cuánta bobada – se decía mientras trabajaba sin descanso- ¡nadie vive eternamente, ni hago yo nada que merezca admiración. Además a mí no me permiten visitar la estancia de la Reina. Bah, bruja estúpida…”
Fue en una calurosísima tarde de verano, cuando un gran reguero de hormigas entraba y salía del hormiguero en su metódica labor de aprovisionarlo para el invierno. Llevaba nuestra amiga en sus mandíbulas un grueso grano de trigo para la despensa cuando, al pasar por debajo de un frondoso pino, sintió que quedaba atrapada de repente por algo viscoso que no la dejaba moverse. Solo sus antenas quedaron libres de la extraña sustancia, y con ellas pidió ayuda telepática a sus compañeras.
Tres de ellas se acercaron con precaución. Una cuarta lo hizo de forma alocada y quedó pegada un instante por una pata.
- ¡Apartaos! – gritó ésta- ¡Es resina! ¡Le ha caído una gota de resina!
Todas retrocedieron, volviendo a sus labores salvo una, que acarició con sus antenas las de su compañera, enviándole un mensaje de despedida: “Lo siento, no podemos hacer nada por ti”
Quedó la hormiga roja inmóvil en esa gota color de miel, con el grano en la boca. Durante mucho tiempo escuchó el continuo trasiego de la comunidad pasando a su lado, ignorándola por completo.
Quedó la hormiga roja inmóvil en esa gota color de miel, con el grano en la boca. Durante mucho tiempo escuchó el continuo trasiego de la comunidad pasando a su lado, ignorándola por completo.
En esos momentos en los que empezaba a aceptar su fatal destino, se acordó otra vez de la araña hechicera.
“¡Maldita sea! Aquella vieja mentirosa no veía el futuro, ¡se equivocó en todo! ¡Me queda muy poco para morir!”
“¡Maldita sea! Aquella vieja mentirosa no veía el futuro, ¡se equivocó en todo! ¡Me queda muy poco para morir!”
En ese instante cayó sobre ella una nueva gota de resina, cubriéndola por completo.
Corrió el rumor de que el lugar era peligroso y todas las hormigas dieron un rodeo para no pasar más por allí, olvidando a su compañera por completo.
Cayó la noche. A ésta siguieron muchas más. Llegó el invierno, luego resurgió el verano y el invierno otra vez. Murió la bruja pitonisa y muchas hormigas de avanzada edad. Pasaron meses que sumaban años y años que sumaron décadas.
Murió la Reina, incluso aquel hormiguero dejó de existir. Con el paso inexorable del tiempo hasta aquel frondoso pino desapareció del lugar, convertido tal vez en mesa, o en sólida silla.
Alguien, no me preguntéis quién, encontró muchos años después una esfera de resina petrificada. Era de un color ámbar muy bello, pero lo que la hacía especialmente peculiar era la hormiga roja de su interior, un ejemplar único, extinguido hacía siglos.
Fue a parar a un museo y observado durante muchos años por millares de ojos que se maravillaban de esa quietud casi en movimiento de una hormiga con un grano de trigo en sus mandíbulas.
Alguien, no me preguntéis quién, encontró muchos años después una esfera de resina petrificada. Era de un color ámbar muy bello, pero lo que la hacía especialmente peculiar era la hormiga roja de su interior, un ejemplar único, extinguido hacía siglos.
Fue a parar a un museo y observado durante muchos años por millares de ojos que se maravillaban de esa quietud casi en movimiento de una hormiga con un grano de trigo en sus mandíbulas.
Mas no acaba aquí su deambular.
Estalló una guerra. Los objetos del museo se guardaron en un almacén. Muchos se estropearon por la humedad, el polvo y el paso del tiempo. Verían la luz años después en mercados y subastas.
Un aristócrata compró la esfera de resina. Transcurrido mucho más tiempo, un heredero suyo la regalaría, engarzada en una cadena de oro, a la mismísima reina, que encantada por el obsequió, la llevó siempre colgada, luciendo sobre su pecho.
Un aristócrata compró la esfera de resina. Transcurrido mucho más tiempo, un heredero suyo la regalaría, engarzada en una cadena de oro, a la mismísima reina, que encantada por el obsequió, la llevó siempre colgada, luciendo sobre su pecho.
Hacía siglos que había muerto la vieja araña, aquella que dijo la verdad a la incrédula hormiga. La profecía era cierta: sería muy admirada, sobreviviría a todo y jamás moriría.
Y aquí concluye esta historia verdadera.
Sí, he dicho verdadera.
Pero incrédulos ha habido siempre, claro.
Pero incrédulos ha habido siempre, claro.
15 comentarios:
Buenííísimo! Aunque sea de esa forma, foilizada,no está nada mal sobrevivir al olvido. Precisamnte es una de las cosas que más rabia me dan: ser olvidado cuando la palme, que no quede ni rastro de lo que haya hecho en esta vida.
A tí, como eres diablo, esto no te pasará...claro.
carlos
Genial cuento, una joya de arañita, jajs, literalmente.
Saludos
:D
Me ha gustado mucho la historia en sí, pero también el enfoque del tema, el planteamiento y el tono general de la narración(cuando me pongo pamplinosa me pongo pamplinosa, ¿eh?)
Y de la presentación que haces del cuento, eso del reloj de arena caliente y lo de "septiembre repartiendo rutina" me ha encantado del todo.
Ayyy, que mal camino llevas en el averno: tú de becario no pasas...
Un cuento precioso e increíble, pero me lo creo, porque está tan bien escrito y descrito que es como para creer en las profecías y en todo ¡tienes un arte que no se puede aguantar!
¡Y en medio de las vacaciones! jaja.
Un besazo.
Carlos:
Lo buenísimo de verdad es ¡¡la cantidad de comentarios que me estás dejando por todo el blog!! ¿Pero de dónde has salido, hombre? ¿Tú sabes la alegría que da esto?
Muchas gracias, incansable lector. Intentaré ir respondiendo todos esos amables comentarios más adelante, con tiempo.
¡Pero quiero más, quiero más, jajaja!
Ana:
¿Has visto? Fue aquella una araña que con mucha maña desenmarañaba el futuro. Una joya como poco :P
Ángeles:
Y a mi que me pirran tus pamplinosidades... :D
Esa presentación que te ha llamado la atención iba a ser el verdadero post, unos pensamientos puestos por escrito, pero luego encontré el cuento... y solo dejé unas pinceladas líricas.
Gracias, Ángeles (I O U a mail ;)
Fdo: Becario forever
Montse:
Ayyy, no solo sabes hacer florecer jardines, también corazones :)) Gracias.
Pero te aseguro que estos días solo conozco el arte de la vagancia :p
Besos para ti.
QUE BONITO,QUE BONITO,QUE BONITO no me cansaria de repetirlo una y otra vez,tienes una descripcion literaria que va directa al corazon,que diabillo mas dulce,te quiero,
He leido la profecía,y también los comentarios,creía que el mío iba a ser el especial,pero todos ellos han resaltado todo lo especial de esta narración,solo decirte que me ha gustado mucho y que sigas escribiendo
*sale de su escondite* Me encantó esta entrada *vuelve a esconderse en su cueva*
anasister
Juan...no te conocía este relato...me ha encantado!!!! queremos más!!!!!!!!
Si lo dices tu me lo creo, a medias ;)
Muchas gracias mamá diablo :)))
Anónimo:
Se te ha olvidado firmar y no tengo muy claro quién eres pero gracias de todas formas. Y seguiré escribiendo.
RNT:
A lo mejor te has quedado sin palabras pero esos asteriscos me han parecido una fila de hormigas :D
March:
Pero Maaaaaarch!!! Siglo y medio sin verte!!! Aunque sólo hayas asomado la nariz, me ha alegrado un montón verte por aquí. Gracias, cuate!! :)
anasister:
Pertenece a una libreta con 9 más que no creo que conozcas. Echaré mano de ellos cuando las musas pasen olímpicamente de mí.
Papa Cangrejo:
Si solo me crees a medias, te llamaré Papacangre :p
Pues claro que es cierta. Como descendiente de la realeza doy fé de que ese colgante existe. Y hasta aquí puedo contaros.
¡Pero no vayas a desvelar ahora lo que ha sido un secreto tan bien guardado, Hit!
¿O es que te han visitado los de Tele 5 con un talonario?
Al leer tu relato me he acordado de este vídeo tan simpático ;) http://youtu.be/JW14hV98wAw
Gracias, Mae, no lo conocía y me ha gustado :)
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