25 de octubre de 2013

OTRA HISTORIA... LA GUERRA

(Viene de la entrada anterior)

Comenzado el año 1936, el ambiente político en  España estaba tremendamente enrarecido. No había muchos aparatos de radio en Petrel, pero los que disponían de alguno en casa, seguían con interés y preocupación los acontecimientos que a diario se retransmitían.

La gente del campo, aquellos que, apartados de los núcleos urbanos, trabajaban desde el amanecer hasta la puesta de sol  en huertos y bancales, tardarían mucho más en percatarse de lo que se avecinaba. Una sombra de fatalidad se estaba proyectando sobre los jóvenes, sobre los hijos, sobre miles de hijos, pero ninguno era plenamente consciente todavía.

En una de las ocasiones en que mi abuelo se acercó al pueblo, alguien le dijo:

- ¡Conrado, se han levantao las tropas en Marruecos!
- ¿Cómo es eso?
- No sé, pero parece que se está armando una gorda.

Conrado  se lo comentaría después a Anita, su mujer, y después a sus padres, sin llegar a dilucidar ninguno lo que aquello significaba, sin intuir lo que irremisiblemente se cernía sobre todos los españoles.

Y así fueron transcurriendo días de incertidumbre, y la prensa se hacía eco de huelgas, incendios, destrucciones..., una situación insostenible que presagiaba tragedia.

En ese año de 1936, cuando hacía 18 años que Vicente, el  mayor, había muerto en la Gran Gripe, los cuatro hermanos estaban casados y todos tenían descendientes.

Severino era padre de dos hijos, Salud y Severino.
Mis abuelos Conrado y Anita tenían al pequeño Conrado  (faltaban 5 años para que naciera su hermana Ana, mi madre)
Serafín  tenía a dos hijos de corta edad, Serafín y Elisa.
Y Santiago se desvivía por su recién nacida  Adolia.

Imagino la inquietud y preocupación de todos aquellos padres cuando en el mes de julio los medios de comunicación anunciaban una rebelión militar contra el gobierno republicano, y ya corría de boca en boca que era inminente una guerra.

Y, efectivamente, esa guerra estalló.

Por estar en las edades requeridas, los dos hijos de Vicente y Presentación a los que llamaron a filas, fueron Serafín y Santiago. Pero estando éste último enfermo en aquel momento, se libró de ser llevado a la contienda.
Sus padres y esposas  abrazaron a ambos, y en aquellos ojos se reflejaba la incertidumbre y la angustia  por un lado, y el alivio por otro. Un hermano marchaba a la guerra y el otro quedaba en el pueblo, con su familia.

Por mucho que se ha escrito y todavía se escribirá sobre aquel año fatídico y los que seguirían después, pienso que nunca se llegará a poder documentar  ni describir el dolor de las madres y esposas que quedaron aguardando,  sin dejar de  pensar  en aquellos que se marchaban, anhelando un feliz pero siempre incierto regreso.

- Y así fue que mi hermano Serafín - me contaba mi abuelo muchos años después -  se fue de soldado a la guerra. Como tantos otros.  La cosa estaba muy revuelta en todas partes. 
Una vez, faenando en el campo, levanté la cabeza y vi que desde el pueblo salia una columna de humo muy grande. Luego supimos que habían incendiado la iglesia de San Bartolomé.

- Una mujer rescató la cabeza de la Virgen de entre los escombros – apuntaba mi abuela -  Y la guardó en su casa hasta que acabó la guerra. Y a partir de esa cabeza reconstruyeron otra vez la imagen.

Llegó el invierno de ese año,  y el peso de las ausencias lo hizo más largo y más crudo. Transcurriría el siguiente año con la población civil pendiente de las noticias. El 26 de abril se bombardeaba Guernica, y a finales de ese año el gobierno republicano dejaba  Valencia para establecerse en Barcelona. 

De vez en cuando llegaban cartas de los jóvenes petrelenses a sus familias, que se apresuraban a contestarles, expresando en breves líneas todo su amor y apoyo incondicional.
Estando en el frente, supo Serafín que un nuevo miembro de la familia había nacido: su hermano pequeño le comunicaba que tenía un nuevo sobrino.

Lo que nadie imaginaba es que al poco de nacer ese segundo hijo, que se llamaría también Santiago, como su padre, debido al fatídico rumbo de los acontecimientos  tendría que acercarse muy pronto a la cuna a despedirse de él.

A finales de abril de 1938 el ejercito nacional  había ganado mucho terreno,  tanto que Manuel Azaña ordenó movilizar nuevas remesas de soldados, convocando  lo que se conocería como Quinta del Biberón, para intentar controlar a la desesperada los últimos puntos de resistencia republicana.

De diversos puntos de España  partieron unos 30.000 jóvenes que en muchos casos no habían cumplido los 18 años. 
Con  todos ellos se marchó también Santiago, que casi les doblaba la edad, pero  si en aquella primera convocatoria fue exento por enfermedad, en esta ya nada lo evitaría.

Unos marcharían para luchar en el frente del Segre, otros en la Batalla del Ebro.

Santiago escribió algunas cartas. En una de ellas decía:

“Tenemos al enemigo muy cerca.  Mañana, probablemente, será un día decisivo”

Y después, intuyendo la proximidad de algo difícil de nombrar, mencionaba en emocionadas líneas a su querida Adolia, al  pequeño Santiago, a sus padres y a sus hermanos, dirigiéndose a su mujer como si de una despedida se tratara.

Rosario esperó con anhelo una nueva carta tras su rápida respuesta, y cada día que pasaba sin tener noticias era un duro golpe al corazón.

Siempre recordaría aquel día en que finalmente llegó el cartero.

"Yo estaba fregando la escalera y tenía las manos mojadas, así que le pedí a Adolia que cogiera la carta".

Rosario se secaba apresuradamente las manos, nerviosa, esperanzada, cuando  su hija de tres años le alcanzaba la carta.
Pudo percatarse entonces que era  el mismo sobre que ella había enviado. Se lo devolvían con unas palabras subrayadas que parecieron herirla por dentro. SANTIAGO RODRÍGUEZ MAESTRE.  PARADERO DESCONOCIDO.

(CONTINUARÁ)


18 comentarios:

Misaoshi dijo...

...

¿Pero cómo eres tan cruel y despiadado con nuestros sentimientos leyendo esta historia?

Estamos aquí en tensión y nos dejas con un maldito continuará.

Trabajando donde trabajo debería no sólo estar acostumbrada a este tipo de experiencias, sino también hecha a la idea.
Sólo de pensar que algún día podría ser mi carta, me pone los pelos de punta.
Qué odiosa es una guerra, pero no sé por qué los países las hacen irremediables.

Natty dijo...

uF!! Que fuerte la historia!! Debe haber sido terrible para ella recibir su carta de regreso

Amig@mi@ dijo...

Desde luego nada de lo inventado puede ganar a lo real en sentimiento y fuerza. ¡Qué historia!
Mi abuelo también me contaba episodios de la guerra y hasta en alguna ocasión lo vi llorar. ¿Sabes lo que son las lágrimas en un ojo herido por la metralla?
...
Continuará.
jaja
Esto último es broma.
El resto es verídico.

Anónimo dijo...

La historia se va desvelando...y hemos ido de Guatemala a Guatepeor. Si perder a un hijo por la enfermedad debe de ser terrible perderlo o creer que ha muerto en una guerra y que acaso sus restos nunca regresarán es terrorífico y, lo que es peor, absurdo y estúpido pues no deja de ser una muerte a la que te han empujado una serie de personajes que están bien seguros en sus puestos de mando y de gobierno y que utilizan al personal como fichas en un juego de mesa, sin que este personal, con gran probabilidad, le importe una mierda lo que se traen entre manos esos mismos personajes.
Es muy tópico esto que digo, pero es que no deja de ser la pura verdad.
Por cierto, fue mi abuela materna y una hermana suya las que enfermaron en "el año de la gripe". La hermana, Rosinda, murió a consecuencia de la enfermedad y mi abuela se salvó. ¡Qué cosas! si hubiera sido al contrario, mira si era casual que muriera una y no otra, yo no estaría contándote esto. Ah! y dice mi madre que el Ayuntamiento ordenó que se marcaran las casas donde hubiera un enfermo colocando una silla en la puerta para que el médico los visitara.
Unos héroes nuestros antepasados. Siempre me pregunto si nosotros tendríamos los redaños de enfrentarnos a tanta desdicha.

carlos

Lillu dijo...

Lo dura que fue aquella época. Supongo que vivir una guerra en carne propia no es lo mismo que verlas por la tele a cientos, como nos pasa a nosotros, que casi no somos conscientes de que medio planeta está inmerso en conflictos armados.

Yo recuerdo alguna anécdota que contaba mi abuelo materno, sobre todo de lo que comían durante la guerra cuando no tenían otro alimento y cosas así. Ese abuelo murió cuando yo apenas tenía 9 años, así que por desgracia no pude disfrutar (o sufrir!) más con sus historias.

saluditos

Ángeles dijo...

Una de las cosas que me gustan de este relato tuyo es que no hay insinuaciones políticas.
Es habitual aprovechar este tipo de historias para dejar caer como mínimo unas gotas de ideología, pero tú te mantienes, como buen escritor que eres, centrado en lo que quieres contar, narrando los hechos mismos sin partidismo ni inclinaciones.

También me encantan los detalles como el de la mujer con las manos mojadas y la niña cogiendo la carta. Es una escena entrañable y que demuestra lo real que es la historia.

Recibir una mala noticia definitiva es horrible, pero no saber qué ha sido de una persona querida tiene que ser un suplicio interminable. Espero la continuación con los dedos cruzados.

Ana Bohemia dijo...

Eres un gran escritor JuanRa, el relato de la historia de tu familia me tiene enganchada, y esa carta, no puedo imaginarme lo que tuvo que ser para Rosario. Yo espero, deseo, que en lo posible tenga un final feliz. Esperaré la continuación.
Un beso
;)

Montse dijo...

El relato cada vez es más conmovedor y además sabiendo que es verídico aún más. ¡Qué bien lo cuentas! nos haces sentir el sufrir de esos tiempos tan duros que desconocemos, porque no los hemos vivido y por mucho que nos contaran creo que no nos podemos hacer a la idea, sin embargo, tu lo relatas de una forma tan especial, tan sentida y al tiempo como un buen narrador fuera de la escena ¡dedícate a escribir una novela, porque tienes madera!
Espero la continuación expectante!
Un besito.

Valentina dijo...

Diabolo, si digo lo que quiera como dice aquí arribita, te cierran el blog por impertinente. :D

Hoy justo venía pensando mientras manejaba al trabajo que tenemos la vida tan "fácil" con todo resuelto y pensado por otros, que nos aburrimos. Las mujeres de tu historia no tenían tiempo para deprimirse ni para aburrirse.
Show must go on y todo eso.

Desde mis 6 grados y lluvioso día te deseo un soleado y cálido día para ti :D

pichiri dijo...

S lgas dscfa stas lnas acd a t htmal, hay na cata ttlada "A mnd".
s l mj cmnta t d hac.
M dnad stá falland y n m dja scb.
n abaz,

T ad

loquemeahorro dijo...

Una carta devuelta por Correos que pone "Paradero Desconocido" vaya manera de enterarse de que tu hijo/marido/hermano/amigo ha muerto, o por lo menos está desaparecido.

Qué horror.

JuanRa Diablo dijo...

Misaoshi:

Qué odiosas y sin sentido las guerras, sí. Y la Historia nos demuestra que el dolor y la devastación que dejan a su paso no impiden el que vuelvan a repetirse. Los seres humanos no tenemos arreglo.

Siento tanto CONTINUARÁ, pero quizás toda de un tirón resultaría pesada, y además me ha venido bien para ir redactando, que he ido sobre la marcha, no creas.

Natty:

Terrible, Natty. Y solo alcanzamos a imaginarlo.

Amig@mi@:

Debe haber tantas historias terribles de la guerra civil...
Y si pienso que ocurrió hace relativamente poco y que las nuevas generaciones no saben apenas nada de todo aquello, siento cierto malestar.

Venga, que ya solo me queda un Continuará, jaja

Carlos:

Ante esa pregunta final que te haces, retomo lo que comentaba por aquí una amiga, que hoy, tan acostumbrados como estamos a no tener carencias y que cualquier contratiempo nos desborda, ¿cómo podríamos soportar tanta desdicha?

Conservo un pequeño diario de otro bisabuelo (Francisco) en el que fue anotando el nacimiento de sus hijos. Tuvo seis y sobrevivieron solo dos. Pero entonces era tan normal el que un bebé muriera, que la resignación parecía estar presente en las vidas y lo superaban mejor que lo haríamos nosotros hoy. Eran otros tiempos.

Pero de lo que no me cabe duda alguna es de que merecen un reconocimiento y una admiración inmensos.

Por aquí durante la gripe las casas con enfermos se marcaban con una cruz roja. Ahora no recuerdo si esto lo dije en el post.

Lillu:

¿Y si en un futuro, con esto de la manipulación genética, se destruyera ese gen belicoso que tenemos los humanos? Ojalá en un futuro solo haya guerra de sexos y que se resuelvan todas en la cama.

Ángeles:

Es muy cierto esto de pasar por alto la política en toda esta historia, y en general en mi vida diaria, que nunca me han gustado eso de catalogar de "izquierdas" o "derechas" y dar por sentado que cada ideología tiene una única forma de ser, de pensar y de expresarse.

Creo que el hombre no debe aferrarse a un dogma inquebrantable e invariable, sino que ha de ir adaptándose a los tiempos y las circunstancias, pero sobre todo debe haber un respeto total y absoluto por los demás, y esto es en general lo difícil de encontrar.

Yo espero más bien la conclusión de la historia, que aún la tengo en la cabeza y por montar.
¡¡Nunca había escrito un post con tanta entrega, for the dickens!! :p

Ana:

Joopeee, muchas gracias, HippyAnn. No es que sea un gran escritor, es que soy muy embaucador, como buen diablo, y pongo todo el arte en enganchar para que después... caigáis en la perdición.

Sí, sí, tú continúa, que ya verás :p

JuanRa Diablo dijo...

Montse:

Pero qué amable eres con tus palabras, Montse.
Y me dices que os hago sentir aquellos tiempos cuando tampoco yo los viví, pero sí es verdad que he leído y oído tanto de algunos de los que sí fueron testigos de aquella difícil época, que casi me hacen trasladarme en el tiempo.

Muchas gracias; voy a continuar ya.

Valentina:

Tienes toda la razón del mundo, hoy somos los privilegiados que han heredado el bienestar por el que tanto lucharon y sufrieron otros. Eso habria que tenerlo presente siempre, pero por desgracia nos acostumbramos a lo bueno y olvidamos el valorar tantas cosas...

Uff, qué trascendental me pongo a veces. Eso es porque aquí hay unos 14 grados más que por ashá :P

Un beso, Valentina

pichiri:

Me ha costado pero sí, he logrado descifrar esas líneas. No había visto nunca un ordenador que se comiera tantas letras.Menos la A, se come todas las vocales ¡¡Q voraz!!

Bromas aparte, tendré siempre muy en cuenta lo que me dices en ese correo.
Un fuerte abrazo, papá

loque:

Ya ves, Loque. Dos palabras que lo dicen todo.
Pero para romper un poco con tanta seriedad, me he acordado de ese niño que dice por teléfono.
"No, dice mi padre que no está, que llame otro día" xD

Anónimo dijo...

Otra vez nos dejas con la miel en los labios!!!yo sabia de la quinta del biberón por mi abuelo,que también me contaba de lo que habían pasado en la guerra y el hambre y la miseria que vino después,a mi abuelo lo llamaron con treinta y nueve años y me contaba que a un vecino de la misma calle,estando el en la guerra llamaron a su hijo mayor con quince años,ninguno de los dos volvieron,de pequeña cuando iba a casa de mis abuelos veia barrer la puerta a una mujer que desde que yo tenia uso de razón siempre iba vestida de negro incluso en verano llevaba medias negras y pañuelo,,cuanto sufrimiento,dolor y hambre pasaron nuestros abuelos,y no aprendemos.....solo tenemos que ver o leer las noticias para saber que sigue habiendo guerras.cesa

hitlodeo dijo...

Una guerra estúpida, manejada por intereses extraños, que causó mucho dolor en ambos bandos, y que no deberíamos volver a repetir.

Anónimo dijo...

Adolia Rodriguez Rico es mi suegra ... la niña que entregó la carta a su madre ...

Emilio dijo...

Me presento; Soy Emilio, hijo de Adolia. Me gustaria saber si la fotografia de los 4 muchachos corresponden a los 4 hermanos. O sea a mi abuelo y mis tios-abuelos. No obstante, por lo que yo tengo entendido, mi abuelo, Santiago, cayo en combate cerca de Valencia, aunque no hay constancia de ello, pues parece ser que lo vio caer un vecino de Petrer, aunque nunca se encontro el cuerpo.

JuanRa Diablo dijo...

Hola, Emilio.

Para mi ha sido una sorpresa y una gran alegria recibir estos dos últimos comentarios. Nada menos que de la nuera y el hijo de Adolia, la hija de mi tio abuelo Santiago.
Tengo mucha curiosidad por saber cómo habéis dado con esta entrada.

Te respondo a la pregunta: No, esa foto es de jóvenes petrelenses de la época, y la saqué de la revista El Carrer, si no recuerdo mal.
Pero además de las fotos de tu abuelo que he publicado en estas entradas sobre la guerra, tengo un par más, por lo que si te interesa verlas o hacerme cualquier otra consulta, no tienes más que escribirme a mi correo:
jotacaroz@hotmail.com

He escrito aquí todo lo que mi hermano y yo recopilamos tras hacer memoria de lo que nos contó nuestro abuelo Conrado cuando vivía, más algunos datos que nos dieron otros familiares y vecinos.
Pero en cualquier caso, a vuestra disposición estoy si teneís cualquier duda o cualquier cosa que aportar.

Un abrazo y muchas gracias