16 de diciembre de 2008

INTRUSOS EN EL CINE



Guardo, en esos cajones del recuerdo que tiene mi cabeza, tres escenas que viví con mi hermano Tomás en un cine. Cuanto más tiempo pasa, más cómicas nos resultan a los dos, aunque en su día, maldita la gracia que nos hicieron.
Ocurrieron en Elda.

Mi abuelo paterno trabajaba de gestor administrativo en su propia casa. Su despacho tenía un mirador desde el que se vislumbraba toda la calle. El lugar servía de distracción a mi abuela que se sentaba por las tardes en la mesa camilla junto a las ventanas de esa atalaya para leer alguna revista y, esporádicamente, observar el trasiego de gente deambulando por la calle. Desde allí se veía el bar Ideal, que solía estar muy concurrido, y el cine Ideal justo al lado (por supuesto ya no existe)
Algunos domingos en los que pasábamos la tarde en casa de los abuelos, mi hermano y yo nos acercábamos al “carrico” de Manolo a comprar alguna chuchería (cuando venían mis primos de Sevilla bromeábamos diciendo que algunas de las golosinas, el tal Manolo se las guardaba en el ombligo y cuando uno se echaba alguna a la boca todos poníamos cara de asco y gritábamos “¡¡Esa, esa estaba en el ombligo!!”)
Si la tarde se presentaba larga y ociosa mi hermano y yo pedíamos ir al cine. Un día vimos el llamativo cartel de la película “La conquista del Oeste”, en el que en su parte inferior se apreciaban…¡¡¡ indios!!!

Tomás y yo teníamos una desmedida afición por los indios. (Algún día os hablaré de esto) Para nosotros, a diferencia de la mayoría de compañeros del cole, los buenos, los héroes, los que tenían que ganar eran los indios. Los yanquis americanos (que nosotros llamábamos “los vaqueros”) eran los malos y en nuestros juegos perdían siempre.
Imaginad el alborozo que nos produjo el ver un día en televisión la película “Murieron con las botas puestas” una de las pocas que existirán (si no la única) en la que los indios ganaban y no dejaban a rostro pálido alguno con cabellera. Fue sublime.
Así que ahora se presentaba la oportunidad de ver otra película de indios y, por si fuera poco, en el cine. Nos dejaron ir solos y entramos tan contentos. La ilusión se nos salía por las orejas.

Allí, sentaditos en nuestras butacas, uno al lado del otro, ilusionados ante la perspectiva de ver indios, muchos indios, que a lo mejor ganaban.
Yo tendría entonces doce años y mi hermano diez.
Dudo que haya muchos adultos que aguanten estoicamente un western tipo documental de más de dos horas y media sin bostezar y sin mover el culo del asiento, por lo que aún no entiendo cómo pudimos soportar semejante tortura visual. Había pasado más de una hora y ni una mísera pluma de indio en la pantalla. Mucho vaquero, mucho río, mucha caravana, soldados a tutiplén, mapas de recorridos… pero los indios brillaban por su ausencia. De hecho creo recordar que los dejaron para el final prácticamente y tan sólo aparecieron unos minutos en la pantalla cuando nosotros ya estábamos hasta el gorro del oeste.

Salimos del cine totalmente decepcionados y con la impresión de que habíamos estado una semana sentados.
En casa de los abuelos, todos nos preguntaron y manifestamos nuestro disgusto.

Más o menos por la misma época, no sabría decir, volvimos a entrar al cine Ideal a ver otra película solos.
En esta ocasión aún hoy nos preguntamos Tomás y yo cómo es que la taquillera (que por cierto era sobrina de mi abuela) o el que cogía los tickets en la puerta, no nos prohibieron la entrada. Nadie nos advirtió que era una película para mayores. Supongo que un título como Verano del 42 no dejaba entrever ninguna maldad. A nosotros nos sonó a vacaciones, a playa, a algo divertido. ¡Je, ilusos...!
Una vez más, dos macacos en la oscuridad del cine para ver lo que ni se imaginaban que iban a ver. Y es que la película estaba cargadita de escenas de cama, de tetas al aire, de besos largos y apasionados, de gemidos… ¡Vaya un apuro!
A mí se me encendieron las mejillas, pero no tanto por lo que estaba viendo como por la inquietante posibilidad de que luego en casa nos preguntaran qué habíamos visto. Eso sí que me hacía sentir en pecado. Estábamos en un lugar que no nos correspondía. Otra vez la película se hacía eternamente larga, esta vez sin serlo.
Salimos del cine como dos cordericos asustados y yo le dije a mi hermano que no dijera nada en casa, no nos fueran a reñir.
Pero, efectivamente, no faltaron las preguntas

- ¿Qué tal el cine?
- Bien - con un hilo de voz
- ¿Qué habéis visto? - preguntó mi padre
Y yo, que no tenía la picaresca que suelen tener la mayoría de los niños, no supe mentir.
- Verano del 42
Si no hubiera estado mi tia Ceci, a lo mejor la cosa hubiera quedado ahí. Pero estaba. Y exclamó:
- ¿Verano del 42? Uy, esa película es fuerte para ellos - dijo a mi padre
Ahí ya estaba yo como un tomate.
- ¿Cómo de fuerte? - quiso saber mi padre
- Pues tengo entendido que “fuertecica”, (uff, no la había visto !!) para mayores desde luego.

Y cuando mi padre nos preguntaba de qué trataba, nosotros alzábamos los hombros quitando importancia y decíamos: “No…nada… de una mujer… y un hombre… aburrida...” Supongo que no quisieron seguir haciéndonoslo pasar mal y acabaron las preguntas. De todas formas no había sido nuestra culpa. Supongo que de ahí en adelante decidirían asegurarse qué pretendíamos ver en el cine.

Pero hubo una tercera vez. Nefasta. Quizás la peor de todas y con el consentimiento de padres, taquillera y todo el que se ponía por delante.
- Papá, mamá, hacen una película de dibujos. ¿Podemos ir?
Dijeron que sí, y mi tía Ceci pidió que nos lleváramos a mi primo Juan (siete años menor que yo)
Yo habría cumplido ya los 14, Tomás los 12. Mi primo solo tenía 7. Aproximadamente.
¿Por qué nos salían tan mal las cosas? Era tan sólo una película ¡de dibujos animados! Se llamaba Fritz, el gato. ¡Pero, joder con el minino!
Se tocaba la entrepierna más que Michael Jackson. Las gatas tenían todas unas tetas como pelotas y unas ganas locas de que el gato les saltara encima sin miramientos. Había un cerdo que era policía con una gran facilidad para quitarse los pantalones y sacar su otra porra. Se decían tacos a mansalva y el tema principal era el sexo, el secundario el sexo y así, de pasada, se hablaba también de más sexo.
Recuerdo que yo estaba apuradísimo, pero no por mí, lo prometo. Ni por mi hermano, que a fin de cuentas era también un menor pero cómplice en mis desventuras. Yo estaba sufriendo por el otro menor, el más menor de todos, que no quitaba ojo a la pantalla. Mi primo estaba grabando en sus retinas ese sobeteo de tetas del gatito de marras y mil cosas más.
¿Por qué nos dejaron entrar? ¿Y por qué yo, con lo que me gustaba leer, no leí la letra pequeña en la que debía decir que era una película para mayores de 18 años?
Vuelta a casa. Otra vez en silencio, con esa losa en la conciencia. “Que no pegunten, que no pregunten…” No me acuerdo si aleccionamos a mi primo para que no dijera nada. Creo que no. Podía ser peor.
Y no, no hubo preguntas, salimos airosos en aquella ocasión. Ningún adulto supo aquello que hoy confieso aquí.
Tengo que acordarme de decir a mi primo Juan que lea esto, a ver si él también lo recuerda.

25 comentarios:

belenmadrid dijo...

jeje qué bueno!! a mí nunca me pasó ver ninguna 'fuertecilla' pero nos escapábamos para ver en vídeo en casa de una amiga todas las de miedo, eso sí.

Anónimo dijo...

Yo con 14 años era una devoradora de libros y películas de miedo.
Un día vi en un escaparte un libro que me llamó la atención,entré y pregunté el precio...........
tardé un mes entero en ahorrar el dinero para comprarlo..........
Lo compré, llegué a casa,empezé a leerlo.........no entendía nada donde estaba el miedo? lo terminé solo por lo que me había costado comprarlo.
Hace unos años el dichoso libro se hizo famoso y cada vez que lo veo en las librerias me entra una mala leche porque me viene a la memoria la decepción de mis 14 años.
El libro se titula "La casa de los espiritus" de Isabel Allende
Sax

Unknown dijo...

Mira que los "Cabrera" erais raricos...Os gustaba, qué digo gustaba, adorabais el "Lloret", queriais que gaanaran los Indios....ja ja ja..
Yo tambien tuve un "tierra trágame" tras ver en el mítico Cine Goya "Las Chicas del Molino Rojo" donde se veía una transparencia del felpudo de Maria José Cantudo. Vaya lio en el vecindario cuando mis padres se enteraron que había visionado semejante rollo de película...
Ay...ay...ay...como diria Soledad Jimenez..."como hemos cambiado"...

Anónimo dijo...

Que risa pensarlo ahora desde el paso del tiempo!!! pero que apuro pasarías tú al ser el mayor y tener la responsabilidad sobre los demás... Yo no fuí personaje de ninguna de esas historias pero sí de muchos "No se lo digas a la mamá" jajaja. FRAN

JAVIER dijo...

Juan, digamos que fue sin querer queriendo jajaja; te ganaste y lo bailado nadie te lo quito jejeje...
Yo asisti a ver pelis subidisimas de tono a la misma edad que tu pero por propia voluntad con los amigos del colegio, siempre el cuento era que teniamos que reunirnos para hacer la tarea... vaya tareita jajaja
Pensar que ahora paso de ellas; giros que da la vida.

Saludos desde Japon.

JuanRa Diablo dijo...

Geminillas
Es que con las de miedo, se puede pasar "de miedo", sobre todo en compañía.
Un saludo con batucada.

Sax
Qué buena la anécdota. Desde luego "La casa de los espíritus" te debía sonar a terror terrorífico, jajaja
¡Anda ya, Allende!

Txema
¿Raricos? ¡Nada de eso!
¿Acaso un hostal no puede ser acogedor y con encanto? Pues el Lloret tenía "algo" que superaba a más de un cole "tres estrellas" de la época.
Y en cuanto a los indios, nos limitábamos a aplicar justicia. Ellos estaban allí antes de que llegaran "los vaqueros" avasallando.
El felpudo de la Cantudo no lo vimos. Sólo nos hubiera faltado eso...

Fran
Ahora me río mucho de todo aquello, hasta escribiéndolo. Je, je.
Bendito tú, que te hice las mil perrerías y no te chivabas. ¿Te acuerdas del picotazo del ciempies por mi culpa? (Y la gente se creerá que es broma esto de "diablo")

Javier
Noo, jeje, te aseguro que en mi intención no estaba eso de querer ver lo prohibido. Más adelante sí, en video, con amigos. Pero en la época del Ideal era yo muy "pajarico".
Saludos desde España de vuelta a Japón.

The Knitting Songbird dijo...

Ha ha ha! LOL! The things kids get up to, I tell ya.

I unfortunately didn't have a sibling who I could go to the movies with. My mum always went with me so I couldn't watch stuff like you guys until I was in my teens. Doesn't mean I didn't get up to mischief as a kid, just not THAT kind of mischief ;)

Silencio dijo...

¿No pretenderás que te creamos cuando dices que no sabías a qué ibas?. Recuerda que eres el mismísimo diablo!...

Hombres!... jajajaja

Un besote!

March La Cinefila Desconocida dijo...

Jajaja mi papá rentó la peli de Fritz el gato (que es de los creadores de "Mundo Cool") pensando que el jodio gato era algo a si como el primo de Garfield. Imagínate la sorpresa cuando se sentó a verla con nosotros y pues, pasa lo que pasa. Su cara ha sido una poesía!

pichiri dijo...

Hombre, me encanta que tus experiencias audio visuales por aquellas fechas fueran totalmente accidentales y más que "en, durante y despues del espectaculo te sintieras mal por tí y por los que te acompañaban. Y yo sin saberlo...Me imagino que Tomás saldria cargado de preguntas... y de respuestas...

Brotestertor dijo...

Gran regresión, pero mayor es el digujo de Samuel. Qué tieeeeernooooooo. ;)


Saludicos y que sepa que me ha matado el vuelve. Es muy (pero muy)convincente.

Anónimo dijo...

Tomás: Me he reido mucho al recordar estas anecdotas, la verdad esque recuerdo especialmente la de Gato Frizt, la incomodidad de saber que el primo era consciente de que esa no era una pelicula para él, recuerdo que tenía la sensación de que el sí pensaba que sabíamos que la pelicula no era adecuada, pero me daba más verguenza explicarle que no sabíamos de qué iba que no decir nada. La infumable del Oeste qué decir, que cuando salimos del cine era casi lunes, y sin una pluma, menudo bodrio, y la del verano de 42, recuerdo una escena que no he olvidado de sexo tórrido, si eso pasara hoy día menuda demanda le caía al cine, al taquillero y al de la linterna......

Anónimo dijo...

jejeje Eran otros tiempos... Ahora ya se puede disfrutar del gato Fritz del Verano del 42 y por que no.. del Verano del 69 a cualquier hora en la tele. No es facil acertar en la peli,los nominados son..

JuanRa Diablo dijo...

The knitting songbird
I suppose you come from so far away thanks to your white horse.
I (as a devil)invite you to keep on with some new mischieves nowadays. ;)

Mar
A lo mejor fue el diablo el que me mantuvo sentado en la butaca porque podía haberme marchado de haber querido... ;)

March
Y yo que creía que aquel gato ya no meneaba la cola... ¿aún se paseó por México?

Pichiri
Bueno, es que Tomás viene a ser Fritz en su versión humana.

Un estertor
Lo dejo bien clarito: lo mejor de mi blog, el dibujo de Samuel.
Bienvenido. Y si tan convincente es ese "vuelve", ya lo sabes...

Tomás
Lo bueno es que ahora nos reímos los dos y tiene miga que no lo olvidáramos después de tanto tiempo. Lo increíble es que yo me acuerde.

Anónimo J.L.
Tú lo has dicho. Hoy ningún niño se ruboriza por nada de eso.
Oye, ¿cuándo empezamos a reconstruir todos los cines de España? Lo tenemos pendiente.

GRACIAS A TODOS POR VUESTRAS CONFESIONES. LAS GUARDO A BUEN RECAUDO.

Anónimo dijo...

De Juan Monzó
Hola primo. He leído tu historia sobre el cine ideal y debo decirte que aún ahora no la recuerdo... lo cual quiere decir que no me traumatizaría en absoluto....
Eso sí... ahora entiendo porqué de pequeño me gustaban tanto los gatos... seguro que fue por la película...
Ahora en serio... ¡Qué buenos tiempos aquellos!... creo recordar que llegué a entrar en el cine ideal por 5 pesetas la sesión doble...
Las únicas películas que recuerdo de aquella época son las de Bud Spencer y Terence Hill con sus interminables pases de tortas y puñetazos... y alguna que otra de Fernando Esteso y Andrés Pajares subiditas de tono...

Un saludo a todos y ¡¡¡Feliz Navidad!!!

Fran dijo...

A mi tu historia me ha hecho pensar en esos niños y adolescentes que tienen en sus habitaciones la televisión y el ordenador sin ningún control de los padres. si aquellas películas te parecían fuertes imagina a que tienen acceso nuestros jóvenes de ahora y que se les pasará por la cabeza

Anónimo dijo...

Fran: "tocayo" , por cierto, lo mismo que dices en tu comentario lo he comentado yo en innumerables ocasiones. Vale que no exista ya una censura, pero bueno, cierto control debira existir...FRAN

Io dijo...

Que me partoooo!

Hay que ver lo pardillo que se puede llegar a ser a los 14.

Cuando yo tenía esa edad, me emperré en ver Adios, Cigüeña, Adiós. Una amiga me convenció para que nos repintásemos, nos vistiésemos de mayores y nos colásemos. Nos quedó genial, dábamos el pego, sobre todo yo, que era muy alta. Pero al llegar al cine, la taquillera le preguntó la edad a mi amiga y, antes de que ella pudiese decir dieciocho, yo contesté con voz temblorosa "Cattotorce". Mi amiga casi me pega.

JuanRa, eres mi héroe. Ahora todo el mundo está de parte de los indios, pero cuando yo era pequeña eso era alta traición.

Un abrazo y un millón de besos

JuanRa Diablo dijo...

Hombre Primo Juan, como coprotagonista de la historia tenías que intervenir y me alegra un montón.
Me parecía difícil que te acordaras aunque te aseguro que de haber estado Fran se acordaría hasta del olor del perfume de la mujer de la tercera fila. Es un memorión.
¿Cinco pesetas dices? ¡Cómo añoro la peseta! Decían que el euro sería más fuerte pero desaparece antes ¡Qué fraude!
Un fuerte abrazo

Fran, ni me atrevo a pensarlo. Y es que mi niñez se parecerá tanto a la de ahora como Heidi a Shin Chan, osea NADA.

El otro Fran, oye deberíais conoceros los dos Franes porque además de compartir nombre ambos sois aficionados a la egiptología. Pregúntale al Fran navarro y verás.

Ya ves, Io, que no se puede ser tan buena. Me imagino a tu amiga dicéndote "Hala, despídete de ver la peli" y tú "Adiós, cigüeña, adiós"

Siempre pro-indios.
Un fuerte abrazo

peibol dijo...

Los western se me antojan como lo más coñazo del mundo; he tenido que sufrir los de mi padre, y ya he tenido suficiente. Pero por encima de que me gusten o no, inculcaban una terrible lección: "los estúpidos aborígenes son agresivos por naturaleza, y nosotros, los héroes civilizados, venimos a arrebatar unas tierras que sabremos aprovechar mejor"; imperialismo en estado puro. Qué asco de manipulación.

Lo de Fritz el Gato, me recuerda (salvando las distancias), a las madres que llevaron a sus hijos a ver "El laberinto del Fauno", sin saber que el título era lo único infantil de la película. Pobres niños...

Saludos.

PD. ¿De qué tamaño tenía el ombligo el tal manolo? :s

gusito dijo...

jajjajajaja... que bueno... si es que las cosas a veces no son lo que parecen... vamos... como la vida misma !!!!

Por cierto, a mi lo del cine me pilló ya mayor... de pequeño nunca me llevaban. :(

Un saludo.

JuanRa Diablo dijo...

Peibol
A mí tampoco me han gustado nunca los westerns. Eso sí, son perfectos como fondo para dormir la siesta.

El tamaño del ombligo del golosinero Manolo se quedará ya como expediente X... ;)
Un saludo

Gusito
Eso es.
Aquí viene muy al caso el título de otra peli: Falsas apariencias.
Gracias por tu visita

Anónimo dijo...

si q es si.... perdon por el retraso jeje. no es facil estar al dia,los nominados son...

Anónimo dijo...

¡Qué bueno, pero qué bueno!
Es que La Conquista del Oeste es un tostón de cuidado.
Así que por esa razón tus padres decidieron poner un video club: para enterarse bien enterados de qué iban las pelis. Lo que pasa es que se decidieron tarde.
¿Y cual sería la razón: el gusto por las peseticas de vuestras entradas o es que la taquillera le importaba un pimiento el Cine y no se preocupaba de qué iban las pelis?
De toda maneras seguro que tu primito, después de aquello, siempre querría ir con vosotros, jajaja.

carlos

JuanRa Diablo dijo...

Carlos:

Creo que en el post no lo digo, pero la taquillera era sobrina de mi abuela, y no nos dijo ni mu cuando entramos a ver aquellos gatos tan golfos. Imagino que no tenía ni idea de qué iba la cosa.

Mi primo no recuerda la anécdota. Tendré que regalarle la peli en DVD, jajaja