8 de octubre de 2011

INDEPENDENS DEIS


Nunca fui un joven que anhelara emanciparse.
Viviendo tan a gusto en el campo, con padres y hermanos, no tuve esa inquietud por independizarme, por lo que muy buen podría haberme convertido en uno de esos pájaros que, sabiendo volar, hay que echar a escobazos del nido.

Sin embargo un buen día se me presentó una oportunidad de esas que llegan en bandeja y con lazo rojo, y sólo un tonto de campeonato no la hubiera aprovechado.

Había empezado a trabajar en Elche como conserje en un Instituto de Secundaria. El centro como tal aún no existía cuando llegué, lo estaban construyendo a marchas forzadas, así que mientras tanto estuvimos ubicados en una antigua fábrica de calzado, rehabilitada para albergar unas cuantas clases de alumnos. Allí convivimos unos meses como una gran familia.
Cuando por fin se terminó, pasamos a ser los primeros en estrenar aquel enorme y moderno Instituto que, antes de tener un nombre oficial, se conocía como Instituto nº 6, donde estuve trabajando exactamente 6 años (cuando digo que este número me ha perseguido toda la vida... Y ahora que caigo, este dato no lo incluí AQUÍ)

Junto al mismo arco de entrada al centro, que daba paso a la avenida flanqueada de palmeras que conducía a sus puertas, habían construido la vivienda para el conserje, una bombonera de gruesos ladrillos color vainilla a la que yo me asomaba a curiosear de vez en cuando, pues los albañiles aún estaban dando los últimos retoques.
Y así fue que pensé que, aunque yo no llegara a ser el conserje definitivo de aquel centro, la casa estaba vacía, y me ilusioné ante la idea de poder ocuparla.

Cuando comenté con la directora esta posibilidad, me dijo:
- Ah, por supuesto. Solicítala por escrito y con seguridad que te la concederán.
Y eso hice.

Y así lo hicieron.

Con las llaves en la mano, yo daba saltos de alegría por el interior de la casa, recorriendo el amplio salón, las dos habitaciones, los dos cuartos de baño, la cocina, y, lo que más me gustaba, el jardín con su verja cubierta de buganvilla y una ancha palmera en la esquina.
De repente ya no necesitaba conducir los 34 kms para venir desde Petrel, ni otros tantos para volver, ahora ya podía vivir en la casa a medio minuto de mi puesto de trabajo, y además sin tener que pagar agua, ni luz ni calefacción. ¡El chollo de los chollos, la reoca y tiro porque me toca!
Como solamente la cocina y los aseos estaban completos, hube de traer de casa de mis padres un ligero mueble con cama plegable y un pequeño televisor, y sólo con eso me pasé una buena temporada haciendo vida en una única habitación y sintiéndome el rey del mambo.
Después compré una mesa y sillones de mimbre que iban pasando del salón al jardín, según las horas del día.
Recuerdo que una de las cosas que más me gustaban era que lloviera, que lloviera muy fuerte a la hora de dormir. Y ver caer la lluvia en el jardín o asomarme por las ventanas para ver el reflejo de las farolas en los charcos y el balanceo de los árboles por el viento. Aquello me llenaba de paz.

En realidad nunca fui un emancipado que mereciera tal distinción, pues los fines de semana volvía al nido a que mamá pájaro me lavara la ropa y de paso me diera algún tupper con restos de sus ricos platos (lo sé, me tenía muy mimado, como supongo que a todos nos miman nuestras madres)
Pero como la semana era larga, no tuve más remedio que meterme en la cocina a pringar en muchas ocasiones.

Sobre la cocina siempre he dicho lo mismo: no me motiva porque no me relaja.
Será debido a que siempre que he cocinado ha sido porque tenía hambre, y el tener hambre no es compatible con seguir un ritual: tener todos los ingredientes a mano, utilizarlos en un orden, esperar tiempos de cocción, aspirar aromas mientras los jugos gástricos bailan danzas folklóricas en el estómago... Es estresante.
Así que en multitud de ocasiones, a falta de madre en mi semana laboral, eché mano de bocatas y de cosas sencillas como hervir pasta, alguna ensalada, filete vuelta y vuelta... salir a comer a un chino...

En momentos de suma inspiración me llegaba a hacer una tortilla de espinacas o de calabacín, que no está nada mal para un anticristo de los fogones como yo. Y también puedo decir que hubo temporadas en las que me esmeraba en tener un menú sano, y hasta compraba fruta (aprovecho para recordaros que la fruta NO es postre, los postres son otra cosa)
Pero la anécdota que me trae a escribir sobre las incursiones en la cocina de aquella casita de ensueño, fue el recuerdo que tengo de cuando se me ocurrió cocinar... ¡riñones!

Me encanta el hígado. De pequeño lo odiaba y ahora lo detestan mis hijos, pero hoy por hoy, con un chorro de limón lo encuentro delicioso. También me gusta mucho el corazón asado, así que cuando en el supermercado vi una bandeja de riñones pensé que eran otros órganos comestibles más, y los añadí al carro.
Maldita la hora.
No tengo ni idea de cómo se cocinan los riñones, ni me paré a pensar entonces que primero había que prepararlos. Me limité a echarlos sobre la sartén bien caliente. Así, ¡PLAF!

Si en la casa hubiera tenido detector de humos, se hubieran disparado inmediatamente todas las alarmas, pitando ( y tosiendo) porque de allí salió una explosión de gas tóxico y apestoso que inundó todas las habitaciones. De repente fue como si se hubieran abierto las puertas de un urinario público que no se hubiera fregado en dos semanas. La cocina pasó a ser una sauna con un vaho caliente como de pañales flotando y golpeando las fosas nasales. Aspiré lo que debe ser la esencia de la orina a 40º a la sombra.
Medio aturdido, me apresuré a retirar la sartén del fuego y abrir todas las ventanas, y aún así el penetrante aroma duró mucho mucho tiempo, durante el cual evité que accediera nadie a la casa por si el tufillo me dejaba en mal lugar.
Ni que decir tiene que no he vuelto a cocinar riñones en mi vida, ¡ni a probarlos! Parecen primos hermanos del hígado y el corazón, pero os aseguro que no. Son unos órganos traicioneros que guardan bombas lacrimógenas en su interior.
Que mi experiencia os sirva de aviso.

Otro día contaré cómo atrapé un ratón que quiso ser inquilino de aquella casa y compartir habitación conmigo. Pobrecillo. Aún me pesa en la conciencia.

(Esta entrada la he escrito para que forme parte de la colección de vivencias sobre la emancipación de Madre, por qué me has abandonado, blog de mi amiga La Exorsister al que os invito a participar)

25 comentarios:

El Kioskero del Antifaz dijo...

JuanRa; para bien o para mal, somos de la generación del "Baby boom" y eso nos convierte en los que más tardamos en abandonar el nido, y si nos descuidamos, y dada la situación actual y la falta de empleo, seremos también la generación que a los cuarentaytantos... tendremos que volver a casa de nuestros padres por no poder seguir pagando nuestras hipotecas.

Aún y así, independizados o no, estoy contigo en eso de que lo que jamás debe hacer una persona normal... es ponerse a cocinar riñones Puajjjj... que asco!

gamar dijo...

Bueno, otra enorme coincidencia, pero lo revelaré en otro momento.
Yo si quería independizarme y de hecho lo hice de muy joven, pero no porque no me mimaran en mi casa, es que soy un renegado desde la cuna.
Un día a los 21 o 22, no recuerdo porque hace mucho, dije me caso y aunque no me creían, a los 3 meses estaba viviendo con mi mujer y aprendiendo a vivir de forma independiente.

Anónimo dijo...

Aquella casa era una auténtica bombonera. Parece que haga siglos de aquello. FRAN.

juanjo dijo...

Las historias de emancipaciones dan mucho de si...yo por ejemplo estuve a punto de caer en un agujero que aparecio al lado de la taza del Water
Es una pena lo de los riñones porque estan estupendos
Asi que eres de Elche¡¡¡¡¡¡¡....bueno,compartimos comunidad (Lo cual no se si es una suerte o una desgracia)
Un abrazo

Amig@mi@ dijo...

Juasssssssssss
Ahora que lo pienso, y mira que yo cocino, pero riñones NO HE HECHO EN LA VIDA, y con tu historia, ¡cualquiera se atreve!.
Un abrazo

RNT dijo...

Yo, riñones e higado, no, gracias!

Anónimo dijo...

"Para emanciparte solo neceistas un vaso, los demás te los regala Nocilla" Caray con el señoritó que necesitó hasta sillones de mimbre...
Se como huelen los riñones al ser "mal cocinados" hice la mili en Cerro Muriano y cuando los ponian de comida, olía todo el campamento como aquella cocina tuya.
Lo siento yo no soy tan romantico...el corazón ni verlo.
Visceras ¡No, gracias!
Un abrazo.
Rasanliz

Papacangrejo dijo...

Higado, riñones, corazón, ahhhhhhhh. En la vida formarán parte de mi carro de la compra.
Yo me fui de la roca de mis padres con 28, cuando me casé, hace 14 años. todavía nos llevamos tuppers, pero de dos casas de la de mi madre y de la de mis suegros jajajaja

Pecosa dijo...

Aspiré lo que debe ser la esencia de la orina a 40º a la sombra, jajajajajaj!! No me lo quiero ni imaginar.
Me recuerdas a mi abuela, que es de esas que come riñones, corazones, el cuello del pollo... A mí dame pechuga, el resto paso.

Tu historia me ha recordado también a mis tiempos de isntituto. Nuestro conserje, como tú, vivía en una casita que había junto al edificio. Yo siempre pensaba en lo curioso que era eso de que el conserje viviera en el instituto, pero ya veo que es más común de lo que creía...

Genial tu historia, espero más entregas del joven JuanRa y sus anécdotas de emancipación ^^

Lillu dijo...

Uf, me ha dado un poco de asquito lo de los riñones. Yo no soporto ni el hígado (me obligaban a comerlo de pequeña) ni ninguna otra víscera. Además pienso que si el hígado humano almacena toda la basura de nuestros cuerpos, qué no almacenará el de otro animal. Ay, quita, quita.

Lo de emanciparme sí que lo tenía claro: cuanto antes mejor XD Y así lo hice en cuanto tuve oportunidad, con 25 años creo recordar. Eso sí, me hubiera encantado contar con una casita como la tuya en el insti, pero lo mío fue más un piso con sus años y en la zona de fiesta de la ciudad por el que pagaba la mitad de mi sueldo. Pero yo estaba encantada igual! Ay, qué tiempos :)

saluditos

Anónimo dijo...

Los riñones hay que rebozarlos con harina para que no salte el aceite broder. Tu entrada me ha recordado una anecdota de cuando me casé, compré lenguados, les quité las cabezas y las tripas y a la sartén........cuando los estábamos comiendo me dice Jose M Los lenguados que hacía mi madre eran blancos por los dos lados y yo le contesté, Y los de mi madre también pero a mi me los han vendido de dos colores!!!!!Luego me enteré que también había que quitarles la piel :( :(

Doctora Anchoa dijo...

A mí me gusta el hígado, pero en forma de foie XD. De otra manera, impensable ¡¡¡ñag!!! XD. Estas cosas no pasan con un buen filete XD.

Mae Wom dijo...

Yo siempre he querido independizarme y ya sabes, cuanto más/menos quieres una cosa, sucede al revés. Ya llevo independizada unos cuantos años y la verdad es que siempre lo he llevado bien.
A mí cocinar sí me relaja. Es como hacer magia, como ser alquimista en tu propia casa. A ver con qué otra cosa puedes convertir un ave cruda y descabezada en un delicioso pollo al limón, de aspecto tan diferente al que tenía al principio, por ejemplo. O unos huevos crudos, leche y azúcar en un sedoso flan, a ti que te gustan tanto los postres... :)
Y menuda satisfacción tan básica es alimentar a las personas que quieres y que encima disfruten con ello. Esas caras de felicidad no tienen precio.

¿¿Vísceras?? ¿Corazón? ¿Hígado? ¿¿¿¿Riñones???? Ayyyy, me mareo solo de imaginármelo...
Yo soy también más de filete...que lo más reconocible del animal sea la forma de una pata, una alita. Yo del interior prefiero no saber nada.
De pequeña me tocaba el suplicio de comer filetes de hígado. El día que vi unos sesos casi salgo corriendo (menos mal que fue solo una vez, aquello parecía una película de terror de serie b, allí en la olla).
¡A lo mejor por eso quería yo independizarme pronto! :P

Txema Rico dijo...

Juanra, querido Juanra, como digo alguien de cuyo no nombre no quiero acordarme...."en gastronomía hay que equivocarse..." ja jaja , ya veo que ibas por el buen camino...te equivocaste de pleno, pero grácias a ello hoy ya sabes que nunca más volverás a cocinar unos riñones ni propagar su "adorable" aroma por las estancias de tu morada yeclana..ja ja ja...qué bueno!!!

JuanRa Diablo dijo...

El kioskero del antifaz:

Y quitando hierro a lo que es verdaderamente un drama, te diré que me ha venido a la cabeza que a los babyboomers nos tocaría volver a hacer el amor en un Simca 1000. :D
Con la falta que haría otra explosión de natalidad...

Nunca más. Los únicos riñones a tocar, los del desmontable de anatomía ;)

Gamar:

Pero qué precocidad la tuya, hombre. Yo a esa edad aún estaba pensando en las musarañas. ¿No te perdiste media adolescencia con tanta responsabilidad?

Un saludo, renegado man :D

Fran:

Siglos no, pero 80 años sí que le hubiera yo calculado...

Juanjo:

Pero... pero ¿qué me dices? ¿Un agujero al lado del water? ¿Crees que podrías haber caído a otra dimensión? ¿A un mundo incoloro e inodoro quizás? ¡¡Esto me lo tienes que contar!! :D

En realidad soy nacido en Elda pero he vivido sobre todo en Petrel. En Elche trabajando 6 años primero y 7 después, asi que un poco de allí también me siento.
Igual ya lo has dicho en tu blog, pero, ¿de dónde eres tú si puede saberse?

Amig@mi@:

No, no, con tanta materia prima que hay no te aventures con los riñones. Tienen concavidades altamente sospechosas. :S

RNT:

Ni falta que te hace, amigo :)

Rasanliz:

Lo de los sillones de mimbre fue un capricho, sí. Es que aquella terraza del jardín me los pidió a gritos y quise contentarla.

Buff, ¿comer riñones mal cocinados haciendo la mili? Tu debes tener una idea bastante aproximada de lo que es el infierno, ¿no? xD

JuanRa Diablo dijo...

papacangrejo:

Nunca digas de este agua no beberé. Un día de estos te toca ser zombie... y tendrías que apechugar. :p

Jejeje, los tuppers... y cómo los devolvemos esperando que vuelvan a rellenarse, ¿eh? ;)

Pecosa:

Y mira que parece que he exagerado, pero te aseguro que no. Gases amoniacales muy calientes y en expansión. Yo creo que estuve a punto de inventar algo gordo; un arma radioactiva acojonante o algo así. Pero cualquiera aguantaba...

La verdad es que me estoy acordando de anécdotas de aquella época que son una risa. Será cuestión de ponerse a ello.

PD. Oye, me mola parecerme a tu yaya, que reconocerás que es sabia entre sabias :D

Lillu:

Vale, me queda claro que a un hígado asado ya no te invito.
De todas formas creo que hasta el filete más sabroso se nos atragantaría si viéramos todo el proceso hasta que llega a la carnicería. Mejor no pensar. Y yo aunque lo piense, que es que soy un tragaldabas, jeje.

Y me creo que te sintieras tan feliz en aquel piso, por ruidos que hubiera. La sensación de independencia y de llevar la vida a tu aire es muy grata.
Yo no he contado la parte negra: venían yonkis a pincharse a mi misma puerta :S


Anónima de Sax:

Pues qué quieres que te diga, que tu receta tiene un nombre mucho más atractivo: lenguado de dos colores. Mmmm. Y seguro que inofensivos.

Pero lo de rebozar los riñones con harina no me convence. Hay que hacerles más cosas antes: hay que quitarles todo el ri y vaciarles los ñones hasta dejarlos en nada, es decir: NO COMERLOS.
¿Es que no has aprendido la lección?

Doctora Anchoa:

Por supuesto: con los filetes no se sufre. O te los comes o te los das y te quedas tan contento.

Mae Wom:

No, claro, si la cocina la considero un arte con mayúsculas, pero yo estoy en el lado de los contemplativos y degustativos, y luego ya aplaudo y felicito a los autores tras limpiarme los morros con la servilleta.

Y siempre he dicho que el día que me ponga manos a la obra me va a parecer fascinante eso de experimentar e innovar en la cocina. Lo que pasa es que lo vengo diciendo toda la vida y nunca me pongo a ello, no sé qué pasa...

¿Que no a las vísceras, ni al corazón ni al higado... ? vamos, Mae, que parece mentira que te gusten tanto las pelis de zombies. Si son lo más!!! XDD

Bueno, pero los sesos...:S Ya estamos con las pelis que me vienen a la cabeza. El postre que le traen a la chica de Indiana Jones Iiiiggs

Txema Rico:

Es una de las grandes enseñanzas de mi trayectoria vital:
"Los riñones no se deben cocinar sin la supervisión de un gran entendido, y tras esto, no se comerán de todas formas".

Te aseguro que antes pido un plato de callos, aunque sean malayos.

Un saludo, y recuerda: ¡¡Equivócate!! xDD

Lucy dijo...

jaja que ascooo!!!! gracias por al advertencia!
Iré al blog de exorsister :)

Misaoshi dijo...

XDDD Me parto. No sabía que los riñones fueran bombas de humo.

Aunque he de decir que nunca me invites a comer cuando cocines tú, a saber qué sale de ahí jajajajaja, diox, odio todo lo visceral y esas cosas.

Sigue contando. Sigueeee!!!

Ángeles dijo...

Tus sensaciones al verte en aquella casita, solo, independiente,ilusionado, me han gustado mucho porque me han recordado momentos similares propios (y porque está muy bien contado). Y me ha encantado también lo referente a la lluvia, porque en eso también coincidimos, no sé si te acuerdas.
Pero en llegando a la parte de los higadillos y similares, ¡aaaagh!
¡Pero cómo puede gustarte eso!
Ah, claro, tiene que ver con lo de ser un ente infernal y todo eso, ¿no?
Ya, así se explica, sí.

Mae Wom dijo...

La verdad que dedicarse a degustar lo que hacen otros si lo hacen bien es una tarea de mucha responsabilidad y muy agradecida; a mí tampoco me importa ser crítica gastronómica en vez de llevarme la alabanzas por la ejecución...

Yo con las vísceras tengo un lema: "ver pero no tocar", si no, pues eso, que acabas en el suelo como la de la peli. ;)

Ana Bohemia dijo...

Arggg!!! Puff sólo de imaginarmelo me da asquito, que experiencia, no me extraña que te consideres el anticristo de la cocina aquella experiencia no debió motivarte nada. Bueno eso me recuerda una vez siendo peque en que fui a cascar un huevo... ¡y el huvo tenía sopresa! Te quedas en shock y juras no volver a probar nada nunca, jaja.
Me ha gustado leer otra anecdota tuya, como siempre muy amena.
Un beso
;)

Sese dijo...

Y es que el aprendizaje se define a partir de probar y equivocarse. No sé si he comido alguna vez riñones, lo que sí que sé es que no volveré a comer más higado, de pequeño me cebaron con la excusa que era muy sano. Como va a ser sano un trozo de carne que concentra todos los leementos dañinos que el organismo ingiere...

EN din, saludos

Condesadedia dijo...

¿Sabéis lo que es delicioso de verdad? Las criadillas. Pero mi gran debilidad (bueno, una más de las muchísimas que tengo) son los sesos.

¡Maldito sobrepeso! *suspiro*

hitlodeo dijo...

¡Ohlala! Riñones en salsa de meo caliente. ¡Viva la cocina imaginativa!

Tienes que probarlos de nuevo. Pero mejor que los riñones de cerdo al jerez que están buenos, los riñones de cordero a la plancha que están deliciosos y no tienen un sabor tan fuerte. Eso sí, si es en un restaurante que sea de confianza y los limpien bien.

Ánimo y a por ellos.

JuanRa Diablo dijo...

Lucy:

Antes te zampas un bocata de chile, ¿eh? ;)

Misaoshi:

Pero mujer, ¿y qué hago ahora con la

invitación que te iba a mandar para la

degustación de mi parrillada de vísceras a

la sangre de buey?
¡Desagradecía! :P

Ángeles:

Claro que me acuerdo de nuestra debilidad

por ver llover, de cómo nos esponja ;) Es

que en los días de lluvia es cuando uno

puede apreciar cómo es el alma de la

Naturaleza.
En su día ya quise tentar a Eva con unos

higadillos pero me los despreció y tuve que

pasarme a la manzana. Ya ves, con lo ricos

que estaban y prefirió la fruta, que ni es

postre ni es ná... xD

Mae Wom:

Yo de mayor quiero ser crítico gastronómico

de postres de alto copete y tendré el lema

de " tragar aun sin ver ni tocar" :P
O mejor lo dejo para los sueños, así no me

pongo como un barril.

Ana:

¿Un huevo que tenía sorpresa? ¿Fuiste tú la

que inventó el Huevo Kinder a partir de

aquello? xD
Gracias, gatita voladora.

Sese:

Conocí a un cocinero que decía eso

precisamente: "Equívocate, equivócate muchas veces e irás asi perfeccionándote"
Tu apreciación sobre el hígado me hace pensar si además de limón no tendré que echarle algún desinfectante... ¡Terminaréis por matarme las ganas! :p

Condesadedia:

Oh, ilustre dama, qué finura la de vuestras debilidades. Intuyo que venís de rancio abolengo y exquisitos gustos culinarios.
A sus pies.

hitlodeo:

¿Qué pasa aquí? Estás intentando tentar al diablo?
No sé, no sé, si alguna vez se presenta la oportunidad igual me animo a probar.
Te advierto que como pase por aquí una horda de vegetarianos extremistas nos van a enterrar a tomatazos. :(