17 de febrero de 2015

LA BALLENA DE MIERDA

**Advierto de antemano que el texto que pretendo escribir resultará bastante escatológico y podría ser desagradable a los estómagos más sensibles, pero no puedo enmascararlo si pretendo contar las cosas tal cual fueron. En contraposición, creo que la historia es divertida y que valdrá la pena pasar de puntillas entre tanta marranada**

Ocurrió en los felices tiempos en que yo trabajaba en Elche como conserje en un instituto de secundaria: el Cayetano Sempere
Era aquel un instituto recién construido, amplio, moderno y al que no le faltaba detalle. 
Con muchísimas aulas para estudiantes de la ESO, otras tantas para Bachillerato y un módulo profesional, era tal el volumen de fotocopias que se necesitaba, sobre todo en tiempos de exámenes, que me pasaba gran parte de la mañana pegado a las fotocopiadoras y la multicopista. 
Esto me tenía algo preocupado, porque en algún lugar había leído que una exposición prolongada ante aquel tipo de aparatos podía dejarlo a uno estéril, y yo, que aún no tenía hijos, miraba con recelo aquellos fogonazos blancos que escapaban por las rendijas.
 Por suerte, con los años seríamos hasta tres conserjes y el trabajo se distribuyó de forma más llevadera.
La segunda conserje en llegar fue Conchi, que ya era madre de dos hijos preadolescentes. La primera impresión que me causó fue la de ser una mujer muy seria, pero bastarían unos días trabajando codo con codo e ir conociéndonos  para comprobar que tan solo lo parecía. No solo es que en aquellos años nos reiríamos mucho juntos, es que llegamos a ser uña y carne.

Tantas fueron las anécdotas de todo tipo que vivimos en el instituto, que un día nos decidimos a escribirlas en una de aquellas agendas escolares que llegaron a objetos perdidos y que nunca se reclamó. Y la completamos, por supuesto.

Una de ellas, de las más inolvidables sin duda,  es la que me dispongo a contar.

Fue en el tiempo del recreo, con los alumnos deambulando por todas partes con el bocadillo en la mano, cuando bajó un chaval a conserjería con la cara congestionada por un disgusto.
“¡Me voy a cagar en la puta madre de alguien!”, gritó, dejando sobre el mostrador un estuche de lona azul. Cuando me percaté de que resoplaba furioso y que parecía querer desahogarse, le pregunté qué le pasaba.
“¿Que qué me pasa? ¡Que un hijo de puta que yo me sé me ha hecho esto!”
Y abriendo la cremallera superior de ese tipo de estuches en los que se amontonan bolígrafos y rotuladores, nos mostró el interior  para que Conchi y yo descubriéramos... una mierda. 
Sí, un zurullo compacto bien acomodado en el fondo del envase, que venía además con un lapicero atravesado, como la  torcida vela de un pastel.
Mi compañera dio un paso atrás, poniéndose la mano en la cara.
“¡¡¡Ay, qué guarrada!!!  ¡¡¡Qué asco!!! ¡¡¡Llévate eso de aquí!!!”

En esos momentos salía de secretaría Mari Ángeles, compañera administrativa a la que, he de reconocer,  me gustaba martirizar un poco desde que supe lo aprensiva que era. Cada vez que encontraba una cucaracha muerta casi moría de la impresión, así que cuando yo utilizaba el recogedor para llevarme el cadáver con patas, se me solía caer “accidentalmente” cerca de ella y el chillido era tan hermoso que se me quedaba en los oídos toda la mañana.

Aproveché aquella ocasión tan especial para decirle “¡Mira, Mari Ángeles, qué rotuladores más molones tiene este chaval!” Y ella se acercó toda curiosa y acercó la cara para verlos. 
Me llamó “Cerdo” veinte veces o más,  me pegó con la carpeta que llevaba y se quedó allí petrificada esperando una explicación a aquel espectáculo tan inusual.

“Pero esto ¿quién te lo ha hecho?”, le pregunté al alumno, que ya estaba más calmado.
“Pues seguro que ha sido Fulano, porque se cabreó conmigo cuando le dije que había escupido dentro de su bocadillo”.
“¡¡Aaggg!!”, gritaron Conchi y Mari Ángeles a la vez.
“A ver, a ver, -quise saber- ¿le dijiste que habías escupido en su bocadillo? Pero no sería verdad, claro”.
“Sí, sí que lo hice, y solo se lo dije cuando ya se lo había comido”.
Mari Ángeles volvió corriendo a Secretaría, huyendo de tanta asquerosidad, mientras gritaba “¡¡¡CERDOS, CERDOS, CERDOS TODOS!!” y Conchi miraba al dueño del estuche como si estuviera viendo a un extraterrestre pariendo.
“¿Sabes lo que te digo? - le dije al alumno – Que eres un guarro y que tienes merecido lo que te ha pasado”.
Protestó diciendo que lo había hecho porque el otro le había dicho nosequé y antes le había hecho nosecuántos, pero ya no quise saber nada más  y le ordené que se llevara aquel estuche.
“¡Pero no lo tires en ninguna papelera, tíralo al contenedor de allá afuera!”

La jornada transcurrió sin que Conchi y yo pudiéramos olvidar el incidente. Aquel impacto visual siguió siendo nuestro tema de conversación.

“Ay, Juan, es que cada vez que me acuerdo... cuando ha abierto la cremallera y he visto “eso” ahí...”
“Es que era lo último que imaginábamos, ¿eh? Un rotulador marrón tan grueso”.
“Ayy, calla, calla, no me lo recuerdes... Y encima ese lápiz ahí clavado... ¿Cómo tienen encima el valor de pincharla con un lápiz? ¡¡Qué asco!!”
“Mujer, de alguna forma tenía que cazarla”.
“¿Cómo?”
“Claro, tú imagina cómo ha sido. El tío habrá ido al váter a soltar el regalo, y después... pues eso, que tenía que pescar la ballena y lo ha hecho con arpón”
Conchi rompió a reír, y cuanto más reía ella más me esmeraba yo en escenificar lo que debió ocurrir, y cogiendo un lápiz sacaba yo la punta de la lengua y hacía como que me disponía a  pescar la ballena, bien concentrado.
Las risas de Conchi iban en aumento, hasta el punto que  terminó contagiándome a mí también.
“Pues... sabes lo que te digo... - logró decir entre  carcajadas-  que esa ballena... ya la pescaría muerta... ¡porque olía muy mal!”

Bajó en aquellos momentos César,  profesor de tecnología, a pedir fotocopias y encontró a Conchi sentada en una silla, con las manos en el estómago  y dando golpes con un pie en el suelo, reventando de risa, y a mí en el otro extremo, apoyado en la pared, con las lágrimas corriendo por las mejillas, a carcajada limpia.
Se quedó mirando a uno, después al otro, y exclamó:
“De aquí no me voy yo sin que me contéis el chiste, ¡porque debe ser buenísimo!”

Aquello, lejos de calmarnos, empeoró la cosa. Yo señalaba a Conchi e intentaba decir que sí, que el chiste de la ballena era buenísimo, que lo contara ella, y Conchi negaba con la cabeza y solo acertaba a señalarme a mí, como diciendo, “cuéntaselo tú, cuéntaselo tú”
César  vio que no teníamos el cuerpo para fotocopias y se las hizo él mismo y aún escuchamos como decía “El chiste de la ballena... pues no, creo que no lo he oído nunca”

En fin, que me atrevería a asegurar que fue uno de los días que más me he reído en mi vida.
Seguro que  Conchi diría lo mismo.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bueno!!! Me he partido yo de risa al imaginaros a tí y a tu compañera. Qué cosas pasaban en el "Cayetano"...
Txema Rico

gamar dijo...

Jamás podré ver igual a las ballenas.

Anónimo dijo...

¡Qué casualidad: en el Insti al que yo iba, también teníamos un profe de Tecnología Mecánica llamado César!
Ay! pues sí, pues sí: este ha sido una de las entradas más desagradables que nos has puesto. Yo es que me imagino el olor, que no sé como Mari Ángeles no lo detectó antes de aproximar la nariz para ver aquello, y me da hasta temblor.
Pero si es que ya, nada más oír al tierno infante cagarse en todo lo barrido al presentarse en conserjería ante unas personas mayores, qué cabe esperar de la Educación que estamos recibiendo de bastante tiempo a esta parte...
En fin, capitán Akab, que me has recordado cuando hacía cocinas en la mili y algún revoltoso se jactaba de haber escupido en la "prueba" que se llevaba al comandante del cuartel...yo siempre quería creer que sólo escupían en eso y no en las ollas de donde todos comíamos...¡glup!

carlos

Unknown dijo...

ja,ja,ja,... que buenos recuerdos me trae este episodio Juan. De verdad que lo hemos pasado bien en el Cayetano eh? Besos!!
Mari Pepa de los datiles.

Ther dijo...

No me creerás, pero hacía años que no pasaba por aquella zona… ¡Hasta esta misma mañana!

Me siento en un banco a esperar al autobús, dejo a mis espaldas voces de adolescentes disfrutando del recreo, saco el móvil para matar el tiempo leyendo algún blog, abro tu entrada, veo la imagen y… ¡Coña! ¡Pero si yo estoy justo ahí! Me he tenido que girar y todo para asegurarme de que los chavales de la foto no eran los mismos, jajaja…

¡Qué caprichoso el azar! Me ha encantado la marranada de historia que has contado, pero lo de leerla in situ me ha parecido la bomba…

Ángeles dijo...

Esto no es lo que parece, ¿verdad? Esto es una semblanza de una de las cámaras más terroríficas de tu infierno; una estampa de uno de los sótanos más lóbregos y temibles.
Tiene aspecto de instituto de secundaria (algo siniestro, sin duda), y ahí vemos a los habitantes del lugar: los condenados (el estudiante, el profesor, la pobre secretaria, que no sé yo qué habría hecho en su vida terrenal para merecer ese horrible castigo que le infligías), y los señores del lugar: tu compañera, cuya misión es reírte las gracias, y tú, que como buen diablo (valga la paradoja) te recreas, regocijas y refocilas en lo escatológico y el sufrimiento ajeno.
Yo seguiré bajando a este infierno porque no lo puedo remediar, pero por esta sala no vuelvo a pasar. Prefiero las calderas y hasta esa que es como una emisora de radio donde los condenados son sometidos a una entrevista eterna, ¡qué horror! :D

Chelo dijo...

Yo que soy la "mariangeles" del Instituto en el que trabajo, me he imaginado la escena y, con lo escrupulosa que soy y maniática con los olores, hubiera salido despavorida!
Y es que los niños hacen cada una...
En mi centro, para desencadenar alguna buena, se lleva mucho lo de "es que me ha mirado mal..." (sobre todo si hay por medio alguno de la etnia gitana).

Montse dijo...

Ha estado graciosísima la anécdota, un poco guarrila, pero muy divertida la escena con la secretaria haciéndole meter la nariz ahí ¡aggg, qué asco! y luego el malentendido con el profe, eso me ha hecho mucha gracia.
Vivir o trabajar a tu lado es el mejor antídoto contra el aburrimiento ¡te pasan unas cosas!
Besos.

Ana Bohemia dijo...

Madre mía, que mal está el personal como para hacerle eso a alguien, y que lástima de rotuladores ;D porque el chico se lo tenía merecido por escupirle al otro en el bocata, ¡buaa!
Pero que ruin que fuiste al hacerle mirar dentro del estuche a tu compañera, seguro que a día de hoy aún le dura el trauma... y a ti la risa.
:D

la MaLquEridA dijo...

¡Que fuerte!

hitlodeo dijo...

Qué historia más buena. Me he partido de risa.
Los niños y sus venganzas, que se convierten en pequeñas escaladas de violencia. Seguro que todo empezó porque el otro le rozó con el dedo, luego él le empujó con una mano,..., y así hasta hacerle la competencia a los japoneses en la pesca de ballenas.
¡Qué imaginación tienes! Jajajaja

Papacangrejo dijo...

Madre mía como son los críos!! pero se lo tenía merecido, jajajajaja

Lo q Leo dijo...

!!que mierda de post!!
juasssssssssssss

me encantan las historias de cochinadas.
Abrazos.

PS-. siempre tengo inquietud por saber quienes son los señores a los que les ponen su nombre a un insti.
Cayetano Sempere, tiene nombre de juez de linea!!

JuanRa Diablo dijo...

Txema:

Si yo te contara… Guardo un cuaderno de anécdotas de aquel lugar, por si quisieras reírte un rato ;)

Gamar:

¿Verdad que no? Sobre todo te sensibilizará más su caza con arpón.
Carlos:
Para empezar diré que, según nuestros datos, hay un alto porcentaje de profes de Tecnología llamados César, jaja. Diría que es un nombre más apropiado para profesores de Historia, pero en fin…

Y veo que la asquerosidad de la entrada se filtra hasta el subsuelo, donde habitan los comentarios, porque lo de cuartel, lo de escupir en la prueba… ¡¡puaaaajj!!
Hay que cambiar de tema pero que YA!

Maria José:

¡Qué alegría me ha dado verte por aquí! Ya lo creo que lo pasamos bien, de hecho no he vuelto a estar en un lugar donde me sintiera más a gusto con los compañeros y donde me riera más.

¿Te acuerdas de aquella batalla con cubos de agua un verano? Jajaja
Muchos besos

Ther:

¿¡Pero qué coincidencia es ésta!? Yo creo que has inventado la “lectura hiperrealista”, la que se hace en el mismo lugar de lo hechos, jaja
Sí, Ther, una casualidad ¡como la copa de un pino! (y en este post la palabra “pino” podría tener un sentido… menos bucólico, digamos ) :p

Ángeles:

Muy bien, tú dame ideas, que ahora que estoy construyendo mi propio infierno, se me está ocurriendo el hacer salas con horripilancias varias. En una de ellas se realizaría la pesca obligatoria de “ballenas” (con y sin arpón), en otra se haría una cata de bocadillos de contenido sospechoso y podría haber una con micrófono en la que se hagan entrevistas eternas bajo la presión de mil miradas y de un calor horroroso.

Síiii, me está emocionando la idea…

Chelo:

Hola, Chelo, y bienvenida :)
Me lo puedo imaginar, que eso de echar un mal de ojo es cosa muy seria para los gitanos.

Me ha sorprendido al mirar en tu perfil que eres de Burriana!! Enorme casualidad, pues tengo una hermana viviendo allí :)

Un saludo

JuanRa Diablo dijo...

Montse:

Esta se va a quedar como “la entrada guarrilla del blog”. Ya la he rodeado de ambientadores, para que al acercarse a ella, el tufillo no eche para atrás. Lo bueno es que conforme se vaya quedando antigua se hundirá más y más.
Gracias, Montse (ah, si puedes regalarme unas macetas de tu jardín, también ayudaría :p)

Ana:

Mira, tú sí que has sabido leer todo esto sin problema. Con esa cara llena de flores… :D

Para qué te voy a engañar, a mí la risa aún me dura, sí (¿Que eso es de ser malo? Ya lo sé, jeje)

la MaLquEridA:

O como dirían por aquí: ¡Ché, qué fort!

hitlodeo:

Y esto me recuerda un poco a la novela El señor de las moscas, donde los niños terminaban sacando el animal que llevan dentro.

Espero que la historia no trascienda. Imagina que en los institutos se pusiera de moda la pesca de la ballena con arpón, aggg :S

Papa Cangrejo:

Salíó escarmentado, no lo dudes, jaja

El primo del chicodelaconsuelo:

Es que en el fondo no hay cochinada que no mueva a risa (sobre todo a toro pasado)
Yo creo que este tipo de “Posts” deberían llamarse “Pests” xD

PS- Esos señores son muy poco originales. ¿Por qué no se atreven con algo como “Instituto de Secundaria Conde Drácula” o “Colegio de Educación Primaria Rachel Welch”?
Siempre eligiendo nombres aburridos…

Un saludo!

Natty dijo...

Que manera de reirme!!!!! Creo que también te habría dado carpetazos si me hubieras hecho mirar eso tan asqueroso =P

JuanRa Diablo dijo...

Celebro que te hayas reído, Natty
Y de haberme librado de más carpetazos, claro :D

Speedygirl dijo...

jajaja, lo realmente preocupante es: si hubierais encontrado al autor de semejante "pesca", ¿cómo le habríais castigado?¿Qué tipo de castigo se le pone a un pescador así? Yo creo que eso debería estar tipificado en el código penal para zanjar el debate, ¿no? ;P

Misaoshi dijo...

¡¡¡Espero que fuera de perro!!!
Saludos Diablete!!!!!! Hace mil que no me paso T_T




PD: algún día retomaré el blog, cuando termine los estudios. Ahora entiendo a los que cierran los blogs porque no les da el tiempo xD

JuanRa Diablo dijo...

Speedy:

¿La pesca furtiva de la ballena marrón? ¡¡No puede ser más ilegal y está castigadísimo!! De hecho casi nadie se atreve a hacerlo, esto fue una excepción, jajaja

Misaoshi:

En ocasiones me preguntaba "¿Dónde se habrá metido esta mujer? ¿¿En el Japón??" :p

¿Y te has dado cuenta de que pinchando en tu nombre nos reenvian a un blog sobre bebés y niños? :o

En fin, que me alegro de saludarte, Misa