23 de diciembre de 2021

CUANDO YO TENÍA DOCE AÑOS Y MI HIJA CATORCE

 ¿Sabíais que en una ocasión el científico Stephen Hawking organizó una fiesta con globos, música y pancarta de bienvenida a la que nadie acudió? 

¿Por qué? Pues porque había convocado a tal evento a todos los que pudieran viajar en el tiempo.

No voy a entrar en temas de física, y menos teniendo que bregar con teorías tan profundas como las del señor Hawking, que no lograría comprender ni con mil maestros Yoda a mi servicio, pero me atrevo a asegurar que, de haber pasado por allí aquel 28 de junio de 2009, yo sí habría entrado a  la fiesta.

Y le habría dicho algo así como: "Amigo Stephen, la gente de ciencias os complicáis demasiado la vida. Yo te aseguro que los de letras sí viajamos en el tiempo, y además lo hacemos muy a menudo"

Sé que se le habrían resbalado las gafas de la nariz, pero también estoy seguro de que me habría dado la razón.


Hace unos días, ordenando lo que yo llamo “el armario de las artes y las nostalgias”, bajé del más alto estante una caja metálica, de aquellas tan chulas que comercializó Cola Cao en los años 70. Sabía que en su día había metido  algo valioso allí, pero no recordaba el qué. 

La caja contiene unos cuantos cuadernos que utilicé como diarios entre los 12 y 14 años de edad. Movido por la curiosidad abrí una página al azar y leí, en primorosa caligrafía, que había comprado la revista Super Pop, pues sabía de antemano que incluía un reportaje sobre ABBA con las letras de algunas canciones.

“...y estaba también Mamma mía (en inglés), que no la tengo en cassette y tampoco la he oído”

Esta agradable coincidencia – ahora que ABBA vuelve a estar en boga- fue razón suficiente para que aplazara lo de ordenar el armario para otra ocasión y me pusiera a leer aquellos diarios.

He de decir que aunque están llenos de datos aburridos y con poca sustancia (las horas exactas a las que me levantaba y acostaba, lo que desayunaba, lo que comía, lo que cenaba…) me agradó la candidez que desprendían aquellas páginas y cierta gracia para relatar algunas anécdotas, que me llegaron a hacer reír.

- Mira, Aitana – le dije a mi hija esa misma noche – esto lo escribí cuando tenia doce años, dos menos que tú.

- ¡Ay, qué letrica! ¿Puedo leer algo?

-¡Claro!

- A ver…  16 de mayo de 1979

En clases de repaso Juan Luís tenía en la boca un Bang bang, ese chicle nuevo, y con él me hacia reír. Hacia bombas que al explotar se le pegaban en la cara.

Jajaja, qué gracia me hace pensar en Juan Luis de pequeño.

- Sí, ¿verdad? Quién iba a pensar entonces que aquel amigo sería un día el padrino de Samuel...

- 27 de mayo de 1979

Después de ver Pippi  mi madre nos ha dado 100 pesetas y hemos comprado muchas cosas: petardos, pica picas, cordoneras, megatones… 

¿Cordoneras? 

-Sí, pero no de los zapatos, era el nombre de una chuchería.

-¡Y pesetas! ¡Qué viejo suena esto!

28 de mayo de 1979

En clase nada de particular, bueno, sí, una cucaracha se ha correteado media aula. Las niñas tenían miedo y hasta gritaban un poco, hasta que le han dado un buen pisotón.

Al salir del cole hacía muchísimo calor, el sol ya empieza a apretar, llega el verano. 

En casa hemos comido arroz con lentejas y de bebida limón que ha hecho mi madre. 

Por la tarde en el colegio no ha pasado nada malo ni nada bueno.

Ay, qué gracia, “ nada malo ni nada bueno”

31 de mayo de 1979

Estos días está haciendo unos días maravillosos, menos hoy a las 10 o por ahí, unos relámpagos grandísimos y una tormenta se acerca. Hace un año, el 10 de junio pasado cayó una piedra que destrozó a muchos campos, Dios quiera que no ocurra esto. Se ha puesto a llover mucho, pero yo he terminado este diario, me he tomado leche con galletas y a “ZZZZZZZ”

-¡Pero cómo que una piedra!

-Sí, me refiero a granizo, es que son sinónimos.

-Pero es que dicho así… ¡Parece que cayó una piedra enorme del cielo!

5 de junio de 1979

Estoy algo penoso porque hoy es el último día que tengo 12 años, estas letras que se ven escritas son de cuando yo tengo 12 años, mañana, mi cumpleaños, y pasado mañana el de mi novia, 13 años.

¿¿Tu novia??

Aquí era yo el que reía.

-Bueno,  era capaz de decir “mi novia” en el diario, pero en realidad, con solo pensar en decirle “hola” me ponía colorado. Ella ni sabía que me gustaba. Se llamaba Nani.

-¡Ay, qué bonico!

18 de junio de 1979

En el colegio, Don Tomás, a un alumno de la clase, José Ramón, lo ha cogido por los pelos y ha empezado a tirar de ellos mucho tiempo, con rabia, porque nunca haze el dictado cuando Don Tomás lo dicta.

¡Hala, qué bruto! ¿no?

-Fíjate en cómo han cambiado las cosas. Entonces a los profesores se les respetaba mucho. Recuerdo que cuando entraban en clase nos poníamos todos de pie. Y Don Antonio, mi tutor en octavo, nos decía entonces: “¡Setenta monos!, digo ¡Sentémonos!”

Y Aitana se reía.


22 de junio de 1979

He merendado  pan y queso y después  atún, pero de plaza. Allá a las 10 hizieron una nueva serie : “Holocausto”, un torrao.

Has escrito hicieron con z.

-Sí, ahí hay una falta. Me hace gracia que  aquella serie no me atrajera nada entonces. Claro, no era para niños. Volví a verla más mayor y me pareció muy buena.

26 de junio de 1979

Mi hermano Tomás a veces es más tonto que un gorila con pandereta, el niño dice que Cheryl es más guapa que Farrah.

¡Que un gorila con pandereta! Pero papá, ¿quién dice esas cosas hoy? 

- Ni hoy ni nunca, eso es tontería de cosecha propia. 

-¡Qué pavo!

-Por cierto, Farrah era una actriz de una serie que al tío Tomás y a mi nos encantaba: Los ángeles de Charlie. Con el tiempo  sustituyeron a Farrah por la actriz Cheryl Ladd, y para mi ya no fue lo mismo.

13 de enero de 1980

Ha nevado mucho, por primera vez he visto la nieve, en Villena. He hecho un muñeco de nieve y he jugado con mis padres y hermanos a tirarnos bolas de nieve.

¡Qué tierno! ¡Cómo os imagino!

...

Así que Stephen Hawking, que en dorada galaxia esté, me habría dado permiso para entrar a su fiesta.  Aquí queda la prueba evidente de mis saltos  del presente a los años setenta, del siglo XXI al XX y viceversa en un abrir y cerrar de ojos. 

Y no de manera aislada, sino de la mano de mi hija, que a sus catorce años  pudo conocerme a los doce.




13 comentarios:

Pep gira dijo...

Que años aquellos...que cosas haciamos....que diferentes de ahora...todo canvia😂😂😂😂😂

Anónimo dijo...

¡Madre mía, qué genial! Como me he quedado sin palabras, no digo más por el momento...luego vuelvo y comento porque voy a reflexionar sobre estas maravillas que he leído.
carlos

Anónimo dijo...

¡Y feliz Navidad a toda la familia Cabrera ❤️
carlos

el chico de la consuelo dijo...

Sabrina, siempre sabrina. Las otras dos eran como ser del del barsa o del madrid.
Kate hackson puffffffffff
Feliz navidad y feliz año.
Te sigo siguiendo como siempre
Abrazuchos

Anónimo dijo...

¡Qué gracia me haze a mí ese verbo hazer��
Jo, los cuadernos de Ancla...yo también tengo alguno todavía. Pero no tan bien escritos y dibujados; porque tú dibujabas tan bien como escribías, y lo digo por la letrica y por la ¿sintaxis, se dice. ¡Si es que eres un Leonardo de las artes y las nostalgias... jajaja
Es muy tierno cómo cuidabas de Ana y le dabas el biberón...
Creo haber leído que desayunabas cebada...¡explícalo! Supongo que será algún sucedáneo del café, como la chicoria tostada que toma mi madre...
¿Y qué fue de Nani ¿La viste años después
¡Cuenta, cuenta
carlos

Montse dijo...

¡Qué chula habría sido la fiesta de Hawking!
Me entusiasma ese viaje en el tiempo que has hecho con Aitana, la buena conexión que tenéis se nota en la conversación. Ella se da cuenta de pequeños detalles, esos que escribiste hace mucho ¡es fascinante! y estoy segura que pronto Aitana escribirá tan bien como lo haces tu, si es que no lo hace ya, cosa que no me extrañaría lo más mínimo.
Mil besos a los dos!!

JuanRa Diablo dijo...

Pep gira:

Pero en el fondo nosotros apenas cambiamos, ¿a que no? ;)
Gracias por la visita!

carlos:

Y a mi me “haze” gracia (y me gusta) que dejes aviso de que volverás más tarde :D
Tengo varios cuadernos viejunos de ese estilo, con las espirales oxidadas y las hojas pajizas, sin el blancor que tuvieron, pero todo eso me hace darles mucho más valor.

Lo del biberón me llamó mucho la atención pues no lo recordaba. Mis hermanos podrían contarte lo borde que fui muchas veces con ellos, pero, eso sí, mi hermana era mi protegida, y con ella era todo atenciones.

Debería haber escrito “agua de cebada”, pero en casa lo llamábamos simplemente “cebada”. Te dejo enlace para que veas en qué consiste. A mi me encantaba tomarla en verano.

https://es.wikipedia.org/wiki/Agua_de_cebada

Pues sí, de Nani tengo algo que contar.
Era sin duda la más aplicada e inteligente de la clase. Sé que acabó la carrera de farmacia y montó su propia farmacia en Elda pero, aunque parezca mentira, una vez acabada la EGB perdí totalmente el contacto con ella.
Sin embargo, lo que son las cosas, hace un par de años recibí un correo de su hermana, (dos años menor y que también era la “novia” de mi hermano Tomás) que me escribía para decirme que había descubierto las entradas del colegio Lloret en mi blog, que llevaba mucho tiempo deseando escribirme para decirme lo mucho que le habían gustado y la sorpresa tan grande que fue el descubrir que la nombraba tanto a ella como a su hermana. Así que mira por dónde, Nani supo muchos años después (siglos!) que tuvo un admirador secreto que nunca se atrevió a decirle nada.

Felices navidades para ti también, estimado amigo.


el chico de la consuelo:

“Las otras dos eran como ser del del barsa o del madrid.” Jajajaja
Pues fíjate que para referirnos a ella mi hermano y yo decíamos “la fea”. Está claro que sólo teníamos ojos para las otras dos. Así de injustos fuimos.
Quitándome hoy aquella venda de idolatra me rindo ante la Jackson y la veo una abanderada del Sevilla o del Betis :D

Felices fiestas (y mil gracias!)


Montse:

Por supuesto, la fiesta de Hawking habría sido antológica; con luces siderales y serpentinas y faradios :D
Eres muy intuitiva, Montse, porque Aitana no escribe nada mal. De hecho ha ganado un par de premios por algunos relatos contados con mucho estilo.

Te devolvemos besos duplicados.

Ángeles dijo...

Qué bonito es que conserves esos diarios. Bueno, para empezar, qué bonito es que los escribieras.

Y al leer esta historia entrañable, de cómo tu hija y tú leísteis esas páginas escritas cuando eras más pequeño de lo que ella es ahora, me ha parecido un viaje en el tiempo tan verdadero, tan auténtico, que me ha dado vértigo.

Es verdad, ése es el verdadero viaje en el tiempo, el viaje en el que un hijo conoce al niño que en el futuro será su progenitor. Y sin necesidad de un DeLorean ni nada parecido, oiga.

No sé si Aitana se da cuenta ahora, pero seguro que más adelante comprenderá que realmente conoció a su padre cuando todavía no era ni padre, ni diablo ni na :D

Besos!


Anónimo dijo...

¡Ahivááá...Ni idea tenía yo de este refresco... Jajaja y leo que esto os emparentar gastronómicamente con Gran Bretaña... No me extraña que se sientan en Levante como en su casa jajaja
¡Muchas gracias por tus explicaciones
carlos

Tarambana dijo...

¡Hola! Me ha encantado la entrada. Encontrar estas cosas de cuando éramos niños es una gozada, vienen a la cabeza muchos recuerdos de lo que pensaba uno entonces y cómo se sentía. Y verlos en compañía de tu hija ha tenido que ser aún mejor, ha tenido que hacerle gracia.

Además me ha hecho gracia lo de las horas exactas por yo también lo hacía. De muy pequeño (estrené mi diaría cuando tenía unos 7 años) escribía la hora exacta de levantarme, y de más mayor ponía la hora exacta a la que estaba escribiendo esa página de diario. Yo no llené libretas, solo tengo un diario en el que escribía de pascuas a ramos, pero te confieso que hace poco le añadí otra entrada... ¡y puse la hora! :D

Lo dicho, me ha gustado mucho lo que cuentas. Que tengas una buena salida de año y que os vaya muy bien a toda la familia durante 2022. ¡Feliz 2022!

JuanRa Diablo dijo...

Ángeles :

Ya sabía yo que también tú lo verías como un auténtico viaje en el tiempo, sencillo y eficaz.
Como para ponernos a amontonar ecuaciones y diagramas y logaritmos para conseguirlo… ¡eso solo da frustración y dolor de cabeza!

Efectivamente, me alegra mucho conservar esos cuadernos, y al leerlos he sentido una especie de desdoblamiento, algo muy curioso. Y lo que no he podido evitar es pensar en lo lejos que estaba yo de imaginar entonces que esas mismas páginas que yo iba cubriendo serían leídas por mi hija muchos años después. ¡Es algo fabuloso!

Gracias, Ángeles

PD: El que yo derivara en diablo y que tu asomaras por mi infierno es otra cosa que tampoco podía sospechar entonces!


Carlos:

Te aseguro que el agua cebada granizada era un auténtico placer en los veranos y la asocio mucho con mi niñez. En ocasiones le añadía una cucharada de leche merengada, que también solía hacer mi madre y... ¡apaga y vámonos!


Tarambana :

Me alegra que te haya gustado la entrada, y también me hace gracia esa coincidencia en dejar constancia de las horas. He llegado a leer cosas como “Mi amigo se ha marchado a las 9:02” jajaja Nunca los relojes han sido tan importantes después, ¿no crees?

Me he imaginado en un juicio.
-Dígame… Sobre qué hora estaba usted en aquel lugar.
-Espere que mire mi diario y se la digo con exactitud.

Muchas gracias por tu visita y muy feliz año para ti también.

Alexander Strauffon dijo...

Buen post.

JuanRa Diablo dijo...

Muchas gracias, Alexander